Me babosean tus olas
irrespetuosas se llevan la rutina que envuelve al humano ciego.
Ciego de pretender lucrarse con sus ojos inútiles
y el cuerpo descubierto de amor por ti.
Suéltame mar,
suelta esta palabra maldita,
y agárrame mejor hundiéndome en la ola que se te pegue la gana.
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