Todo queda en el olvido

Todo queda en el olvido

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“Quisiera olvidar mi existencia, entonces duermo”

Busco desesperadamente en los cajones de escritorio, ropero, velador o entre la despensa aquel objeto que tanto me acompaña todos los días, en mi trabajo de oficina cuando guardo las encomiendas y cartas con sus respectivas casillas. Incluso me sigue al hacer deporte los fines de semana en bicicleta. Lo cotidiano, al ir de compras, o tal vez realizando ordinarias diligencias. Tengo preocupaciones como toda persona normal y natural, mayor será el dolor de cabeza si no encuentro tal cosa. La agitación aborda este dolor de estómago que me hace estar recogido en mi dormitorio.

Abro el libro «Metamorfosis» de Franz Kafka en una página me dice; “Qué tal si duermo un poco más y me olvido de toda esta locura”. Pienso, recuerdo, retrocedo mis imágenes mentales de todas mis acciones antes de haber sacado las maletas afuera de la casa. Mi dormitorio quedó hecho un nido con toda la ropa esparcida encima de la cama, los muebles tirados con los cajones abiertos, artículos regados por todos lados. Los libros se salvan de este desorden, pues nadie los saca sin mi consentimiento.

Todo es borroso, nebuloso, opaco, no logro ver ni la punta de mi nariz. El equipaje espera allá afuera en la entrada de este domicilio. Ya perdí el último vuelo a Santiago así que mis vacaciones se fueron por un tubo. Los boletos guardados en la billetera del abrigo, no me sirven, da lo mismo. Ni siquiera puedo ocupar bien el bolígrafo para escribir un recado a mi hermano cuando vuelva por su gato. Teléfono no tengo, decidí instalar la línea telefónica para el próximo año en curso. Me podría haber comunicado.

Estoy solo, a punto de un colapso nervioso en estas cuatro paredes, al menos tengo la puerta abierta, si me ven tirado en el piso busquen a un médico para que me reanime. Los mareos me hacen tambalear, al menos tengo en mis manos un vaso de agua. Soy hipertenso, en realidad necesito la ayuda de un vecino urgente para que me socorra por estas fuertes palpitaciones cardíacas. 

Por Dios, santo cielo ¡dónde dejé mis lentes!, sin ellos no podré encontrar mis medicamentos.

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