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A veces, encontramos seres humanos que son un verdadero lujo de la vida; ángeles disfrazados que vinieron a esta tierra con la complicada misión de sanar almas, y parece que saben sin saber nada; a veces, ellos mismos no conocen lo que son, no llegan a sospechar su propia importancia, lo que hacen es todo un arte, magia en estado puro.
Ellos aparecen, miran, oyen, dicen, observan, hacen, muestran, siempre llegan cuando menos te lo esperas para mejorar tu mundo y ofrecerte la confianza que necesitabas.
Amigos de las estrellas que vienen a cumplir con un pacto firmado en otra vida, que saben, que para acceder a tu corazón herido, deben quitarse los zapatos, entrar descalzos, despacio y en silencio.
Seres que vienen a cerrar cicatrices, a secar lágrimas, a pintar arcoíris en los días grises, a acompañar en las caídas y a agarrarte las manos temblorosas.
Y van por ahí, pareciendo personas normales, seres humanos imperfectos con sus propias carencias y preocupaciones; pero esa insignificante imagen encierra mucho más, encierra un ser celestial, pues ellos son los que tienen las herramientas adecuadas para curar tu alma dolida, pues ellos son los que te vuelven a recordar tus sueños, pues ellos son, lo sepan o no,…
…Reparadores de almas.
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