Cuando era joven sus ojos brillaban

Sus palabras se deslizaba dulcemente por su lengua

Y su lengua por la mía

Hablaba tan bien y me follaba con tanta autoridad

Con tanta rabia

Porque me odiaba

Era su enemiga, y qué deliciosa era nuestra enemistad

Su rebeldía, tan imaginaria como auténtica, supo hacerlo hombre, y que fácil que fue serlo

Mi coño se humedecía con su retórica

Mis pezones se erizaban con su olor

Olor a vino, cigarro y libros viejos

Libros viejos de palabras estúpidas

Pero cuánta falta le hace al mundo la auténtica estupidez

Me juzgaba porque pensaba

¡Cuánto pensaba mi lindo comunista!

Añoraba cada noche volver a interactuar con su complaciente rebeldía

Me retorcía y frotaba mi clitoris con el colchón

Y pensaba que bien podría entregarme a su exquisita, intelectual ignorancia

Eras idealista, apasionado y valiente, mi amor

E importa siempre más la forma que el contenido en los temas del amor

Recuerda que el corazón y la verdad son enemigos por principio

Así como lo éramos nosotros cuando fuimos tan felices

Extraño sus suspiros

Sus miradas perdidas

Sus ensoñaciones y reflexiones

Su carita triste pero segura bajo la luna y las estrellas

Extraño su masculinidad

Aquella energía maldita que hacía crecer su ego tanto como su corazón y su verga

Esa cómoda inconformidad

Que me hacía sentir lejos en casa

Fuiste todo lo que un hombre puede aspirar a ser

Pero luego consiguió un trabajo

Y aunque sus ideas nunca cambiaron, su actitud sí que lo hizo

Ahora se siente derrotado

Débil

Hipócrita

Y mis ojos están tan húmedos como mi coño seco

Ahora me hace el amor y no me folla

Maldito comunista

– F

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