A veces queremos ser alguien que no somos, o intentar mejorar lo que somos sin hacerlo en el momento. Y sin pensarlo, lo somos la mayoría del tiempo, sin pensarlo cambiamos de personalidad depende de la persona, y sin pensarlo… nos perdimos.
Somos lo que el reflejo del alma quiera ser, pero nosotros los humanos tenemos el modo automático de cambiar nuestra personalidad, simplemente para encajar en la sociedad y en el estereotipo de »personas normales» , trabajamos duro en crear otra personalidad para encajar y divertir a la gente sabiendo muy en el fondo que nos estamos perdiendo poco a poco, »parece que las cosas van bien», piensas mientras estás siendo tú mismo pero en soledad, cuando menos te lo esperas te dan la puñalada por la espalda, siendo traicionado por las personas por las que cambiaste a la gente que te quería por ellos.
Y cuando por fin soltamos esa amistad nos damos cuenta de que ya no nos reconocemos a nosotros mismos, no conocemos nuestros gustos, nuestros pasatiempos y todo lo que en ese momento nos convertimos es una neblina de lo que en realidad somos.
Y eso te pega tan duro que la traición y engaño pasan a segundo plano en el momento que queremos cambiar, tal vez en el momento desconfiamos de las personas pero cuando conoces a esas personas que no te juzgan por lo que eres, ni por tus gustos, ni por nada, tu corazón sabe que esas son las personas correctas, pero en el momento en el que cometas un error no se ríen de ti, sino que te apoyan y saben que todos cometemos errores.
Esas personas te hacen descubrirte a ti mismo, cuando te descubres hay veces que piensas que no eres bueno en nada pero cuando menos te lo esperas, esas personas hablan de ti a alguien y le empiezan a enumerar todas tus cualidades y pasatiempos, es ahí donde te das cuenta que haces muchas cosas, que sí vales, que sí eres suficiente y que esas inseguridades del pasado, ahora son fortalezas.
»Ser o no ser, esa es la cuestión» escrita por Shakespeare en la obra el »Príncipe de Dinamarca, se pregunta si es mejor vivir o morir y contempla ambos lados de la cuestión. Por un lado, morir sería una liberación de los tormentos de la vida, pero también es algo desconocido que podría ser peor que vivir.
En este caso morir sería seguir siendo algo que no eres realmente, vivir dependiendo de las personas, seguir criticando la vida de los demás que muy en el fondo deseas tener y simplemente seguir viendo como los demás cumplen sus sueños mientras tú estás de espectador.
Y por el contrario vivir es cambiar y encontrarte, vivir siendo independiente y tener tu propio amor propio al saber que no necesitas que alguien te ame para vivir tranquil@, también sería como vivir tus propios sueños que un día los veías imposibles de cumplir y que ahora estás viviendo en ellos en carne propia, cumplir tus propias metas, vivir experiencias nuevas y no estar de espectador sino de protagonista.
Ser la diferencia no hace que seas raro, haces que seas especial, que no te dejas engañar fácilmente y que sabes que la única persona que conoce tu pasado, tus insomnios, tus problemas, tus sufrimientos eres solo tú porque mientras las demás personas hoy te critican, ellos no saben todo por lo que pasaste y ahora eres consiente de que esos sufrimientos, problemas, noches de insomnio no impidieron ser la persona que eres ahora.
Así que… ¿Prefieres seguir siendo espectador o prefieres convertirte en protagonista?
OPINIONES Y COMENTARIOS