Todos tenemos nuestros refugios, esos espacios sagrados que nos ayudan a vibrar en presencia cuando el cuerpo se siente eléctrico.
El refugio nos despierta, poniéndonos en un estado vibratorio de luz y conexión.
Tu alma sabe lo que realmente necesita para florecer.
Es fundamental que te escuches, que te sientas y que realices eso que tanto anhelas.
Las cosas que deseamos a veces se quedan en el aire, no porque no queramos, sino porque tememos hacerlas solos.
Despertate y anímate, porque cuando el impulso surge, se transforma en un hermoso reflejo de amor hacia ti mismo.
Imagino que en alguna ocasión se te despertaron las ganas de ir a tomar un mate, disfrutando de una tarde preciosa, pero quizás no te animaste porque justo nadie podía acompañarte.
¡Comienza a volar! Hoy tenemos alas para explorar y disfrutar.
Al principio, puede sentirse extraño e incómodo, pero luego ese acto se convierte en un placer que brinda calma y satisfacción.
Es en ese momento cuando la electricidad que te incomodaba se descarga en la acción que realizaste por ti.
Los refugios son esos lugares que te ofrecen serenidad; son las tribus que el camino pone en tu vida para que lo transites con alegría y amor.
Disfruta de tu presencia.
Disfruta de esa tribu que te activa y te anima dándote esa fuerza que tú ya tienes dentro.
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