~Está acabado, tiene la misma mirada. ~ Es lo que pensé mientras veía a la persona parada al otro lado de la barandilla.
Su mirada se veía tan cansada y vacía. Pero aún así, parecía tener miedo.
~ Que… tristeza…
– Oye… – Le hable después de un momento; sin pensarlo mucho. A lo que, este volteó hacia mí sin mucha sorpresa; al parecer ya había tenido en cuenta que quizás, alguien lo alcanzaría a ver. – Antes de que te vayas, déjame darte un abrazo. No pienso detenerte, no pienso hacer que cambies de opinión; solo… déjame darte un abrazo.
Este se sorprendió más por mis palabras, que por el hecho de que lo había descubierto; pero, quizás, algo debió sentir que no dijo, o hizo nada por impedirlo.
Dando un par de pasos llegué hasta la barandilla y levantando mis brazos, lo abracé tranquilamente desde el otro lado.
…
– Lo hiciste bien, lo hiciste bien hermano.
Pasaste por mucho, y aguantaste muchas situaciones. Me siento orgulloso… Mientras yo siga viviendo, tendrás mis respetos.
Ya… no tienes que preocuparte por nada. Has lo que creas correcto…
…
Lo abracé un pequeño rato más, y entonces me alejé de él, dando unos cuantos pasos hacía atrás mientras lo veía.
– Gracias… – Pronuncio esa última palabra entre lágrimas, y una sutil, pero amable sonrisa. Y entonces, saltó…
Gente que se había percatado de la escena, venía corriendo hacia el, pero, nadie alcanzó a tomarlo…
Me di vuelta, y seguí caminando.
Pero por unos cuantos pasos una mano me detuvo por la espalda.
– ¡¿Que mierda acabas de hacer hijo de puta?, ¿por qué no lo detuviste?, lo tenías entre tus brazos! – Gritó la persona con enojo, mientras tomaba mi ropa con fuerza.
– “Lo tuve”. Ya no se puede hacer nada. – Respondí.
Me dio un golpe en el rostro el cual hizo tambalearme hacia atrás un par de pasos; chocando así, con la barandilla y el suelo.
– ¿Qué mierda te pasa? ¡Alguien acaba de suicidarse y pudiste evitarlo! – Siguió insistiéndome mientras varias personas observaban en silencio.
…
-Sabes… a veces, la muerte no es el final de todo, para algunos, puede ser el comienzo de la verdadera paz.
No todos vivimos en la misma jodida burbuja de sueños y esperanzas, algunos simplemente no tenemos eso, no podemos tenerlos… No todos somos iguales, ¡así que dejen de juzgar a alguien si no saben nada de su vida, sufrimiento, o por qué decidió tomar ese maldito camino! – Grité esas últimas palabras, mientras me apoyaba del barandal para levantarme. Seguido a ello, me limpié la sangre de la nariz y me di la vuelta para seguir mi camino.
– Estas enfermo, quizás tú debiste ser el que muriera.
Escuché a mis espaldas.
…
– Créeme, no hay nadie más que comprenda eso mejor que yo.
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