Basta una décima parte de mi alma para hundir a cualquiera.
Puedo sentir emociones ajenas, pero no repartir dolor y pena.
Ahógate en miseria, tristeza y rabia, sufre mi condena.
Que, como veneno, en mi interior se almacena.
El antídoto, está en creer, que uno puede vencer.
Aquellas batallas perdidas que atormentan al anochecer.
Sucumbe al veneno y déjate mecer.
En sus brazos, apenado, pues creíste poder vencer.
Pero debes perecer.
Y al renacer.
Encontrarás la manera de no volver a caer.
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