La parca no es alguien que simplemente aparece, como quizá podríamos creer. Ella está entre nosotros, y junto a sus pasos, sin darnos cuenta vamos cayendo lentamente.
Nunca habla con nadie, y todos intentan huir de ella, pero ella no puede más que seguir ahí.
La parca siempre está sola.
En otro lugar del mundo, la vida de Noah está hecha pedazos. Carente de amor y esperanzas, la busca entre la multitud.
Encontrarse sería un mutuo consuelo, mas siempre parecen haber contratiempos. La conversación que desean nunca llega, aunque saben que sus destino tarde o temprano les obligará a hacerlo.
Todos buscan un complemento. El frío de la parca quiere encontrarse con el calor de Noah, la conversación que callan espera surgir del silencio que les caracteriza, e incluso las esperanzas perdidas toman un nuevo sentido ante los ojos de alguien que no es uno mismo.
El destino tarde o temprano se cumple, y las emociones tarde o temprano desbordan.
La parca y Noah se sonríen, y logran hablar de las cosas que nunca llegan a salir a la luz desde lo profundo de ambos corazones.
La parca está triste, y Noah también, pero después de tanto, el simple apoyo que se tienen les hace sentir en sus mejores momentos.
Comienzan a salir. Están cada vez más cerca, pero aún no se han atrevido a tocarse. Aún sin el tacto saben que sus corazones laten al unísono.
La desesperanza brillando pareciera desvanecerse. Es una escena encantada. Está todo dado para obtener un romance perfecto.
Y entre tanto que se ha experimentado, logran al fin expresar su amor con un beso.
Pero la parca siempre está sola.
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