Alay eclipsada

Alay eclipsada

Magga

09/12/2024

Alay era una chica de ciudad, amante del invierno y enemiga de las luces del día. Se pasaba los días durmiendo y ocultándose en el interior de su casa. Por las noches en su esplendor como un jazmín.

En su vida todo era impermanente, inestable y confuso. Siempre aturdida. Sus elecciones se basaban en blanco o negro, no existían los grises ni las sombras.

Estaba fascinada por el aroma del café y los maravillosos libros que leía, ignoraba la calidez solar de los paisajes naturales.

Vivía completamente enojada, malhumorada con la estación del verano. La culpaba por las alergias y los brotes en la piel, los desvanecimientos del cuerpo y rechazaba con dolor al padre sol.

En su aburrimiento, se desentendía de sí misma, disociándose y buscando enardecidamente la felicidad como si quisiera descubrir rápidamente lo agradable que tiene la vida para ofrecerle.

El último verano fue uno de esos que queman fuerte, donde el astro brillante raja la tierra y la invade de fuego rojo vivo. Muy caluroso, desquiciante, insoportablemente agotador.

Fue entonces, cuando ocurrió lo inesperado, en medio del caos, ella se enamoró de un hombre cuya estación preferida era el verano y revolucionó sus ideas dando un giro sorprendente.

Empezó a salir por las tardes a caminar y disfrutar del río caudaloso, compartía todas sus hazañas con él. Se dejaba llevar por la naturaleza, fluyendo con el agua y el viento, con la luminosidad que acariciaba su alma.

Una tarde junto a él, paseaban por la costanera de la ciudad cual turistas sorprendiéndose de cada rincón y vieron una playa bajo las escalinatas con vista a un puente inmenso, creando una postal maravillosa rodeada de agua y arena.

Se espejaba todo lo agradable y único de la vida, ella entendió lo bello que había allí afuera esperándola. Fue épico.

Finalmente, descubrió que el sol tiene un poder mágico, como el de una majestuosa estrella inspiradora; que al acercarse a él aumentaba su confianza y seguridad, llenando su vida de una fuerza radiante unida a su vientre.

Desde ese momento su apogeo vital es en el verano, donde ella conecta con su esencia.

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