Esmeray, esclava del viento

Esmeray, esclava del viento

Magga

09/12/2024

En un paraíso asiático, dentro de una cueva en la montaña, nació una niña a la cual llamaron Esmeray.

Vivía con su abuela, la chamana de la región. De sus padres nada se sabía.

Al nacer le había regalado un collar con una esmeralda, piedra que origina su nombre, para adornar su blanco y largo cuello de porcelana. Siempre le decía que al tenerla junto a su corazón, encontraría el equilibrio necesario para sobrevivir.

Con el paso de los años, Esme se convirtió en una adolescente poética, delicada e introvertida. Hipersensible. Siempre se encontraba contemplando los paisajes, rodeada de agua y muchas flores. Libre como un ave tras el compás del viento.

De mirada enigmática, con ojos pardos, le encantaba a todo aquel que la viera pasar, sobre todo flechaba a los hombres. Ella los desconocía por completo.

Tenía una figura espléndida, con una sofisticación distintiva, propia de una radiante diosa. Llevaba su cabello fuego, vibrante, con una trenza larga hasta la cintura.

Su gran sueño era recorrer el mundo, conocer nuevas culturas y poder relacionarse sanamente. Amaba conectar con la naturaleza y escribir, pero nada superaba su deseo de viajar y expandirse.

La encrucijada de su vida siempre fue elegir entre ser o no ser. Mostrar su esencia o ignorar al corazón, y seguir su instinto salvaje y feroz.

Decidirse por la transparencia atractiva o la agresividad conflictiva. Aceptarse como tal o rechazarse. Su peor crítico, ella misma.

Su belleza era inmensurable, pero tenía un gran defecto que la opacaba y era perceptible a mil millas; mostraba una hostilidad terrible y evitaba los afectos.

A veces se brindaba de más, placenteramente, quedando fusionada. Otras huía hacia el refugio escapando de los excesos para salvarse.

-La sangre me quema. El fuego interno no cede. Mi piel arde por las noches, me pica. El corazón se entumece. Siento un gran vacío. La prosperidad nunca llega. Mi propia existencia me destruye. Muero.

-A menudo suelo pensar que al mostrarme íntegramente, seré frágil y todo se derrumbará. Quiero ser amada, elegida. No puedo con esta soledad. Me desgarra el espíritu.

Ha perdido la esperanza al mirarse al espejo y no reconocerse. No logró verse a sí misma. El control le ganó la batalla.

Por las tardes iba al acantilado a ahogarse en llantos y a perforar la herida que brota por los poros. La acompañaban las lágrimas punzantes. Cerraba los ojos y soñaba con dejarse llevar por una fuerza suprema.

-Tengo un fuerte dolor en el pecho, como un inmenso bloqueo desencontrado, confundido y desolado. No doy más.

La diosa Esmeray, en un momento de reflexión, fue arrastrada por la deidad del viento hacia el fondo del acantilado. Inconscientemente, ella atrajo un viaje eterno que dio fin a su vida en la tierra. Un caudal de paz inundó su alma. Lo que tanto anhelaba.

Desde las profundidades de la luna, resplandece al brillo de la noche oscura y le da un significado positivo a la vida. En los árboles, se observan los destellos verde esmeralda.

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