Ella una chica que se enamoró por un retrovisor, donde no tenía en mente que su mirada le cautivaría.
Y que se enamoraría de su alma.
Ella venía de una vida atrás, donde no solo dejaba a su familia, sino que tenía ganas de olvidar una ilusión, una obsesión.
Es por eso que llego a aquel lugar, y aun así no sabía que era real. Sentía que era pasajero y volvería a la realidad.
Pero lo real solo estaba sobrevalorado, y aquel día nunca imagino que sus deseos se volverían realidad.
Pero nada más fuera de lo irracional.
Empezando a querer vivir, y no sobrevivir.
Empezando a solucionarse la vida sin miedo a lo que los demás dirán, a sentirse en paz y más a quererse sin mirar a nadie más.
Pasaron días y solo pensaba en ella, pasaban horas y quería un mensaje de ella.
Nunca llegaría lo que más quería, nunca volvería a escribirle.
Sabía que debía dejarla ir, sabía que ilusionarse era solo de ella, sentía que se estaba volviendo loca por pensar en ella.
Poco después todo empezó a mejorar con el trabajo, pero sentía que no del todo estaba bien en su vida, sabía que lo malo no era estar ausente.
Era creer que no sentía nada.
El tiempo pasaba y no se consolaba, deseaba olvidarla y tener que pensar en alguien más, conversaba con los demás, y a la vez no volvía a estar en soledad.
Como mentirse, al estar feliz, si en semanas un mensaje de ella aparecía y una sonrisa en ella se veía.
Miraba al cielo y la luna la deslumbraba. Hablaba con ella y pedía concejos, pedía la respuesta que sabía, pero que no se atrevía.
Le costó mucho creer que le superaría.
Le costó mucho saber que no sería única.
Hasta que un día volvió apareció ella.
Tanto pedir, pensar en alguien más, olvidarla, arrancarla de su mente.
Ahí es donde se equivocó, se equivocó tanto que no se dio cuenta de que sus deseos se volverían realidad. Aquella realidad que hoy en día no puede borrar.
Se volvió a ilusionar. Al principio solo sentía curiosidad, algo pasajero y sin mirar más allá.
Paso de un gusto a volverse a obsesionar, a volverse a irritar.
Quería saber de ella, y saber cómo era.
Sabía que no debía, pero aun así lo pedía.
Creyó que se le pasaría, pero un día llego aquella noticia.
¡Pasaría más tiempo con ella!
Su vida dio un giro de 180º, volvió a tener miedo, pero a la vez, a tener ganas de querer.
Cuantos días pasaron para que ella reaccionara, e intentaba no hacerlo.
Pero cada día que la veía sonreía, cada día que le hablaba estaba mejor, cada segundo que pasaba a su lado se sentía completa, sabiendo que todo sería un error, en aquel momento sentir tal emoción.
Con confianza se acercó, a tal punto que volviera a caer, que la vida la volviera a tumbar y que sus ganas de olvidar volvieran más fuertes que la última vez.
Ella se sentía atraída por ella.
No se imaginaba que eran como imanes.
Sabía que no debía buscarla y menos abrazarla, sabía que era lo correcto, pero, aun sabiéndolo, sus sentimientos no le ayudaban.
Ella no se imaginaba las consecuencias, simplemente seguía a sus deseos.
Pero como era de esperar, ella por fin toca fondo un día que estuvo a punto de mostrarle sus sentimientos.
Sabía que lo que había hecho, era lo que no debía hacer desde un comienzo.
Aquel día hizo clic, y sus sentimientos fueron encerrados.
Ya no era como antes, dejo de preguntarle, el cómo está y si ya había comido, le costó demasiado el primer día, tenía ansiedad.
Quería que la vida no fuera así, pero puso pie firme, decidió no saber más. Alejarse y tan solo ignorarla.
Una semana paso, y no se desmoronó. Siguió al siguiente día, y se sintió mejor, sabía que no debía ignorarla, pero tenía que hacerlo, para pasar página.
Vuelve a ser amable pero diferente con ella, diferente, no de manera arrogante. Diferente de manera, de no correr hacia ella, de saber que ella sin ella está bien, y que es lo que ella quiere. Que merece ser feliz con quien quiera, aun sabiendo que no será de ella.
Por fin logra verla como siempre mira al cielo, así que le llama su luna, aquella que solo observa y la deslumbra, pero que es inalcanzable y que no puede más que verla cada noche, por un par de minutos.
Aún le cuesta mucho, pero menos de lo que antes le costó.
Hoy en día se da cuenta de que le ama y que se ama, que es mejor no voltearla a ver como mujer, sino como conocida, como amiga, como hermana.
Y por esas razones espera con el alma que sea feliz, que sonría y que ojalá encuentre a su alma gemela.
Lo necesita y espera.
Ella no es para ella, y más por ser ella, es por la familia de ella.
Ahora espera que amarla no sea pasajero, y que se sienta feliz, con verla feliz.
Sabe que no tiene oportunidad con ella, pero sabe que es mejor, así que alejarse y tener que creerse que nunca le conoció.
Le abrazo como si fuera la primera vez. Como una vieja amiga.
Hoy en día no le escribe para saber de ella, y se siente bien entre ratos. Porque sabe que con ella aún sueña y que la siente a su lado.
Dormir con ella no es tan malo, tenerla de frente no es tan cruel, sabe que lo único cruel es pensar en exceso, con alguien que nunca la miro como ella a ella por aquel retrovisor.
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