Eres inquieta, azarosa criatura del tiempo,

Con siluetas azul celeste, besas los labios del cielo.

Y engulles el sol con tus brazos que fluyen desde el crepúsculo y el Averno.

Prisionera de la luna, te dejas transformar por su tacto,

Y en cada cambio, renaces con un fuego gélido multicolor

Que al alma puede compararse, en su belleza, angustia, estruendo y dolor.

La gran ola de Kanagawa manifestó admiración y terror;

Sin embargo, vivirte es el furor del horror.

Cloro y sodio se vierten en mi garganta,

Que son la anatomía que nos atraviesa

Con un latir unísono de un solo corazón;

Turner lo padeció y representó.

Fuerza invisible que no puede ser contenida.

Remolinos de átomos volátiles te crearon en este ditirambo,

Y en tu ordenado caos, sembrando una belleza terrible

Que se esfuma con el vuelo de las golondrinas.

La morfología de tu nacimiento y defunción son el mismo acto:

Un ciclo eterno de creación y destrucción,

Donde eres cataclismo y arte para los ojos que te viven,

Más que admirar.

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