La Promesa Bajo el Azul Eterno

La Promesa Bajo el Azul Eterno

Astra X

05/12/2024

La promesa en el Oceanogràfic

El 19 de agosto de 2022 marcó nuestro primer paseo juntos por Valencia, una ciudad que desde el primer momento nos envolvió con su magia, pero sobre todo porque estabas tú a mi lado. Aún recuerdo cómo, al bajar del tren y caminar juntos por sus calles, algo en mi interior me decía que eras tú. A pesar de que apenas habían pasado cinco días desde que nuestras vidas se cruzaron, mi corazón lo sabía con certeza: eras la otra mitad que Dios había guardado para mí.

Esa conexión inexplicable, ese sentimiento que se iba haciendo más profundo con cada sonrisa tuya, me llevó a tomar una decisión importante. Mientras paseábamos y admirábamos la ciudad, mi mente solo podía pensar en un futuro contigo, en construir una vida juntos. Quería que este día fuese inolvidable, el inicio de un capítulo eterno.

Decidí que debía buscar algo especial, algo que simbolizara lo que empezabas a significar para mí. Con sigilo y emoción, me aparté por un momento y entré a una joyería cercana. Elegir el anillo no fue tarea fácil; tenía que ser perfecto, como tú. Cuando lo tuve en mis manos, mi corazón latía con fuerza, sabiendo que estaba a punto de dar un gran paso.

El lugar ideal no tardó en revelarse: el Oceanogràfic. Allí, entre la inmensidad del agua y la serenidad de los peces nadando a nuestro alrededor, todo se sentía mágico, como si el universo entero conspirara para hacer de ese instante algo eterno. Caminamos de la mano por sus pasillos, maravillándonos con cada rincón, pero yo tenía mi mente fija en el momento perfecto.

Llegamos al túnel submarino, rodeados por el azul profundo del océano, y me detuve. Te miré a los ojos, esos que desde el primer día iluminaron mi mundo, y tomé tu mano. Con el anillo en la otra, me arrodillé y, con la voz temblorosa por la emoción, te dije:

— Amor, desde el momento en que te conocí, supe que eras especial, pero hoy estoy completamente seguro de que eres la mujer que quiero a mi lado para siempre. ¿Quieres ser mi otra mitad, mi compañera para el resto de nuestros días?

Tus ojos se llenaron de lágrimas y, con una sonrisa que jamás olvidaré, dijiste que sí. Nos abrazamos mientras el agua nos envolvía como testigo de nuestra promesa. En ese instante, supe que mi vida acababa de cambiar para siempre.

Ese día no solo fue nuestro primer paseo por Valencia; fue el día en que sellamos un amor destinado a durar una eternidad.

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