La travesía hacia el pueblo encantador
Después de tres días mágicos en Guadalajara, nuestros corazones seguían latiendo con fuerza, llenos de ilusión por lo que vendría. A primera hora, tomamos el tren rápido con destino a Valencia, un trayecto que parecía más corto gracias a las risas y las miradas cómplices que intercambiábamos. Pero el verdadero encanto del día nos esperaba al llegar a un pequeño pueblo escondido en la Comunidad Valenciana, un lugar tan pintoresco que parecía sacado de un cuento de hadas.
Apenas dejamos nuestras maletas en la casa que habíamos alquilado, decidimos salir a explorar y, por supuesto, abastecernos. Llegamos al supermercado y, entre pasillos llenos de productos locales, yo no podía ocultar mi emoción. Tú me mirabas divertida mientras yo llenaba el carrito con todo lo que creía que podríamos necesitar: frutas, panes, quesos, embutidos, dulces, y hasta alguna botella de vino. “No quiero que nos falte nada”, repetía yo, con una sonrisa que no podía contener. Sin darme cuenta, parecía que estábamos comprando comida para una familia entera de seis personas.
El verdadero reto comenzó al salir del supermercado. Con seis bolsas llenas a rebosar y sin un taxi a la vista, emprendimos el camino de regreso a pie. ¿Te acuerdas de nuestras risas? Caminábamos por las calles empedradas del pueblo, tratando de no dejar caer nada mientras las bolsas se nos clavaban en las manos. El sol empezaba a bajar, bañando todo con un tono dorado, y en ese momento, incluso las incomodidades parecían parte de una aventura perfecta.
Aunque el camino fue un poco caótico, cada paso estaba lleno de amor y complicidad. Cuando por fin llegamos a la casa, exhaustos pero felices, nos sentamos juntos en la cocina, desempacando nuestras «provisiones» con la satisfacción de haber conquistado el día. Cocinamos algo sencillo pero delicioso, y mientras cenábamos, no podía evitar pensar en lo afortunado que era por compartir ese momento contigo.
Ese día, como todos los que paso contigo, fue una mezcla de risas, pequeños desafíos y, sobre todo, la certeza de que no importa dónde estemos o qué hagamos, siempre será perfecto si estoy a tu lado.
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