A veces pienso

No sé cuando empezó, mucho menos cuando terminará, es como si fuese un adicto, lo soy, en realidad lo soy.

¿Cuántas veces al día estaría bien? ¿Una? ¿Dos? ¿Pero serían de verdad? Los vagos pensamientos, esos que llaman intrusivos, no cuentan. Como cuando uno cruza alguna pista y ve un carro acercándose a máxima velocidad, aunque el semáforo ya esté en rojo, no le importa. Piensas entonces, ¿Hasta donde no le importará? y cuanto te importaría a ti interrumpir su objetivo. Tal vez todo eso sea un pensamiento, pero es intrusivo, no es real, te favorece la situación, al igual que en las estaciones de tren favorece su popularidad y lo hace un pensamiento normal. Probablemente muchos allí piensen exactamente en eso al mismo tiempo, pero no se animan, nadie lo hace, casi nadie, casi nunca, hasta que llega el valiente, o el cobarde, y fuese lo que fuese, demuestra a todos que él no solo piensa, realiza.

A veces el pensamiento se infiltra en tu rutina, en tu hogar, mientras cocinas y ves los cuchillos, comparas el filo de cada uno, con vergüenza porque sabes que lo que piensas esta mal. Te miras a ti y a los cables azules de tus muñecas, que llevan tu vida en sus pasillos. pero también piensas en el después, en quien seria la o él desafortunado en verte en ese estado, y tal vez por eso dejas de darle vueltas, solo por un rato, hasta que se te olvida que lo olvidaste.

Hay algo divertido en todo esto que estoy pensando, que lo hago mientras cruzo un puente, convenientemente, y veo al río Rímac ganar más y más fuerza, de una forma bella que me acelera el corazón, mientras que el sol pierde la suya a medida que se oculta, Divertido porque, entonces ¿todo esto que pensé es intrusivo? ¿se debe a que estoy en un lugar conveniente? pues no, porque yo mismo me encargo de transformar a esos intrusos en dueños de mi mente, así como ahora, abarrotándolos de detalles que generan una extraña sensación de satisfacción en mi. Pero yo amaba vivir, amaba estar vivo “¿Por qué yo? ¿Por qué a mí?” Pienso y pienso, lo hago mientras caigo, tan lentamente que puedo seguir pensando, como sigo haciendo ahora.