El pvto primer beso: el día que vomitaste mariposas

El pvto primer beso: el día que vomitaste mariposas

René Moya

03/12/2024

El primer beso no es cualquier cosa, es un puto terremoto en el pecho. Es esa mezcla de nervios, expectativa y miedo que te hace sentir como si fueras a vomitar mariposas.

Es estar frente a esa persona que te trae loco, intentando no parecer un completo imbécil, pero sintiendo que cada palabra que dices te delata.

Todo empieza desde antes, mucho antes. Desde el momento en que sabes que la vas a ver. Te bañas como si fueras a misa, escoges la mejor ropa que tienes (que en realidad no es gran cosa, pero haces el intento), y le echas más perfume del necesario, como si con eso pudieras esconder el miedo que llevas encima.

Y luego está el camino para verla. Cada paso se siente más pesado, como si el mundo entero conspirara para hacerte llegar tarde o peor, para que te arrepientas y te des la vuelta.

Pero no, ahí vas, con el corazón en la garganta y el estómago hecho un nudo.

Cuando por fin la ves, el tiempo se detiene. Ahí está, con esa sonrisa que te parte el alma y esos ojos que te leen hasta los pensamientos más sucios.

Te saluda y tú intentas actuar casual, como si no te temblaran las putas piernas, pero en el fondo sabes que estás a un segundo de colapsar.

Y luego, el momento. Ese instante en que te das cuenta de que va a pasar. Se acercan, las palabras empiezan a sobrar, y lo único que escuchas es el tamborazo de tu corazón, como si todo el barrio pudiera oírlo.

Te preguntas si tu aliento está bien, si tus labios están secos, si estás haciendo algo mal… pero ya no hay vuelta atrás.

El beso es un chispazo. Es como si el mundo entero se apagara y solo existieran ustedes dos. Es el choque de tus nervios con su ternura, de tus dudas con su certeza.

Es sentir que por primera vez en tu vida algo tiene sentido, aunque sea solo por unos segundos.

Y cuando termina, abres los ojos y todo sigue ahí: el mundo, el ruido, la gente. Pero tú ya no eres el mismo. Ese beso te dejó marcado, como un tatuaje invisible que llevarás para siempre.

No importa si después las cosas no salieron como querías, ese primer beso es único. Es la prueba de que en algún momento fuiste valiente, aunque estuvieras cagado de miedo. Es el recuerdo que te dice que el amor, con todo y sus desmadres, vale la pena.

Así que, si alguna vez sientes que el mundo te está aplastando, recuerda ese beso. Porque en ese momento, por muy breve que haya sido, el universo fue tuyo.

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