Ten cuidado con las tentaciones del diablo, andan por todos lados, en las situaciones más insospechadas, en las personas más amigables, en las miradas más inocentes, en las palabras más amables, en los abrazos más cariñosos.
No pienses en casualidades, no existen, simplemente te agarraste a ese clavo ardiendo, no te diste cuenta que con esa situación te ibas a estrellar, no sentiste que te ibas muriendo por ese camino que parecía una solución y solo, era una prueba más, en la que te tocó perder, en la que me toco perder, otra vez.
Y ellos, siempre son inocentes, siempre se lavan las manos, se ofenden con tus explicaciones; porque su tiempo es muy valioso, pero el tuyo no; y tu eres quien se queda perplejo, aturdido, hundido; tu eres quien pierde siempre, tu eres quien ha perdido la esperanza, le fe, la confianza.
Así que ahora, vuelve un paso atrás, comienza de nuevo si no te funcionó, vuelve a tu punto de partida, solo tú, sin esperanzas en nadie, sin fe en nadie, sin volver a vender tu confianza; porque cansa tanto engaño, tanto orgullo, tanta poca empatía y tan poca compasión; cierra tu puerta, no dejes entrar a aquellos que intentan dañar tu confianza, no dejes entrar a aquellos que se mueven por su propio interés, no dejes entrar en tu corazón al falso cariño.
¡Ciérrale tu puerta al diablo!
¡Cuidado!
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