PODER, SACERDOCIO, IGLESIA Y CONTEXTO DE ABUSOS, ¿En qué modo se pervierten estos cuatro elementos?
Esta problemática de perversión
la nombrare como una Traición estructural de la confianza a quienes forman parte de la Iglesia y la sociedad. Así aparece en título de la revista Concilium, junio 2004, n-306. En mi opinión, la perversión surge de una pérdida de identidad de los lideres de la Iglesia que lleva a una falta de conciencia sobre las consecuencias de nuestros actos y decisiones. A esto se añade una formación humana, teológica y espiritual insuficiente. Otros problemas incluyen la falta de apoyo en los diversos procesos de la vida, la ausencia de una cultura de responsabilidad, métodos de gestión y gobernanza autoritarios, y ambientes inseguros que pueden crear condiciones propicias para dinámicas abusivas..[1]
La consecuencia más dolorosa es el abuso en sus diversas formas, que ha dañado la comunión de los fieles y ha infligido una herida profunda y dolorosa. Según el artículo de Rainer Bucher, a pesar de la secularización y los distintos procesos históricos que han resultado en una menor participación en la fe católica, persiste un debate abierto sobre cómo abordar los problemas actuales que afectan la misión de la Iglesia de santificar, gobernar y orientar el proceso de curación de las almas.
Enumeraré las maneras en que se han corrompido cada uno de los cuatro elementos mencionados aquí.
El poder según la reflexión de Andrea Idalsoaga, nunca debe ser entendido como un honor y dignidad, sino siempre como un servicio a imagen de Cristo Rey que sirve desde la cruz entregándose completamente por amor a cada uno de nosotros. Para Rainer Bucher , es sacrificar la propia vida por la salvación del rebaño.
El sacerdocio: la actual crisis de credibilidad es otro modo que afecta a la Iglesia; los abusos sexuales cometidos por sacerdotes pervirtieron el poder pastoral que acompañaba desde la cuna hasta la sepultura: dice Rainer que estos pastores no se sacrificaron por el rebaño, sino que sacrifican una parte de este para su propio beneficio.
La Iglesia, según Rainer, es una institución en ruinas que ha experimentado dinámicas de cambio en su estructura fundamental. Sin embargo, en mi opinión, sigue siendo muy evidente la cuestión de la legítima autoridad para tomar decisiones finales en muchos aspectos de gobierno, administración y acompañamiento espiritual o sacramental. En mi opinión, la perspectiva que presenta el Catecismo Romano ha llevado a una sacralización demoníaca, originando nuevas formas y condiciones para el abuso de conciencia. Según Andrea Idalsoaga, el victimario se define como aquel que busca conquistar, controlar y dominar de manera sistemática la conciencia de su víctima. El abusador persigue su beneficio personal, camuflándolo como un bien para su discípulo.
Contexto de abusos:
La situación presenta problemas claros en múltiples áreas: el daño a las víctimas, las estrategias de encubrimiento de los perpetradores, el secretismo, los sobornos, la renuencia a indemnizar a los afectados y la ausencia de medidas para ofrecer apoyo, reparación y justicia. La falta de ánimo o valor para enfrentar situaciones difíciles. Rainer afirma entorno a este tema que allí donde se abusa de los niños, se proclama a un Dios de la pusilanimidad (sexual) y del desnivel de poder en las relaciones íntimas humanas; se anuncia a un Dios que despacha a los niños con la frialdad de la proximidad simulada y con experiencias que son difíciles o imposibles de asimilar.
Cuando los pastores abusan de los niños, proclaman a un Dios que permite todo a las autoridades, incluso lo prohibido, que hace depender el amor y la solicitud de la docilidad y de que se le ofrezca una víctima. Cuando el pastor abusa de los niños, representa al Dios seductor de la arbitrariedad despiadada. El abuso sexual en el contexto de la pastoral constituye la oposición a ésta, pues forma parte de la derrota de Dios en el seno de su propia Iglesia. Para concluir este punto según Andrea Idalsoaga, afirma que el objetivo del agresor es la dependencia del otro(a), quien pasa a ser un objeto para el abusador. Este abuso implica en la victima una pérdida de la libertad, confusión y enajenación de sí mismo y de la experiencia con otros.
[1] El término «perversión» no se utiliza en el DSM-5-TR. Sin embargo, el manual aborda comportamientos y trastornos que podrían considerarse desviaciones de la norma en contextos clínicos. Por ejemplo, los trastornos parafílicos incluyen comportamientos sexuales que pueden causar malestar o daño a uno mismo o a otros.
Autor: Freddy de Jesús ARAUJO A SchP.
ITER- PREA CULTURA DEL BUEN TRATO Y PREVENCIÓN DE ABUSOS
Pbro. Lic. Lucas E. Smiriglia
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