A veces no tengo manera de salir de la penumbra

que merodea allá por donde paso,

siempre entorno a mí sin yo llamarle.

Llega cabizbaja, como si le diera vergüenza ir a mi lado.

¿Y entonces por qué me sigue?

Busco desde mi mundo maltrecho,

otros mundos mejores a ver si existen.

Mi destino y la inspiración hace tiempo que tienen un trato.

Ya raramente se asoman por la ventana de la habitación donde suelo escribir.

Mi destino dice se aburre porque ya conoce el final y que rece,

que siempre ayuda.

Mi inspiración, que son escusas que me sirven para no saltar los abismos que pone la vida delante.

La fuerza de la creatividad no vine del cielo,

ni viene de mis quejas rutinarias y aprendidas hasta odiarlas.

El cielo es poco asiduo a bajar a la tierra a resolver nuestros problemas, y mis quejas, están ahí, en un coro,

moviendo los labios para que parezca que cantan

sin saberse la canción de todos los días.

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