Hoy sentí la tristeza mas dulce del mundo, si te soy sincero jamás pensé que la podía sentir.
Y todo empezó de la manera más casual de mi día.
Con un café!
Un café que me embriagaba con su aroma, casi de inmediato llegó esa sensación de necesitarlo de querer beberlo y poder por un momento, en abrir y cerrar de ojos, ser felíz!
Pero sabes que fue lo raro, que esa felicidad tenía un sabor muy ligero a tristeza casi, casi imperceptible.
Casi de inmediato mi mirada quedó fija en el cigarrillo que había decidido encender según yo para desestresarme, una de las excusas más tontas que he dicho.
Pero al ver que se consumía, incluso sin fumarlo, supe que el tiempo no se iba a detener, que el café se enfría que el cigarro se acaba y que por más que queramos que dure un poco más.
Eso no va a pasar.
Llegué a amar tanto el sabor del café, que no importa la hora o el día, siempre disfruto de el, por que en cada sorbo del mismo, bebo un poco de ti.
No logré olvidar el perfume de tu cuerpo ni el sabor de tus besos.
Tus recuerdos me generan más taquicardia que todas las tazas de café del mundo.
Cómo no amarte incluso en tu ausencia, si cada mañana te vuelvo a recordar con cada café.
Si en algún momento de la vida llegas a leer esto, recuerda solo una cosa, tu eres mi café.
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