Un remiendo al corazón de Alejandra
Freddy de Jesús ARAUJO A SchP.
PREA en Cultura del Buen Trato y Prevención de Abusos en la Iglesia.Recorrido Histórico de la Crisis Eclesial Actual.
14-10-2024
En mi segundo día en el taller, al caer la tarde, ya habíamos guardado todas las herramientas de trabajo, y el Maestro estaba sentado en un pequeño banco de madera, jugando con una perrita que nos habían regalado.
De repente, desde un carro en movimiento, alguien arrojó un objeto que golpeó la puerta del taller. Me acerqué rápidamente para ver qué era: un cuadro con una imagen borrosa, el Maestro se acerca y dice: levántelo con cuidado porque el lienzo está roto.
Nos preparamos para colocar el cuadro sobre la mesa de trabajo. Con cuidado, comienzo a limpiar el lienzo y noto que la imagen revelada es la pintura de un corazón.
El Maestro observa la imagen y comienza su tarea, lo primero que hace es pronunciar el nombre de la dueña del cuadro, dice:
– Se llama Alejandra, su corazón está roto y manchado. Fue víctima de abusos por un familiar durante su niñez y luego cuando ingresó a la vida religiosa por un sacerdote. Una hermana de comunidad que cumplía el rol de superiora se negó a creer en su denuncia por lo cual tuvo que dejar su vocación para ir en busca de ayuda. Es una realidad muy dolorosa la que vivió Alejandra.
-«Freddy, busca el hilo de color rojo y la aguja plateada para que repares la tela. Usa el material que sobra de las esquinas del cuadro para el remiendo. Mientras tanto, YO , prepararé las pinturas para restaurar la obra a su color original.»
-Me preparo para reparar la gran fisura en el corazón de Alejandra, lo hago con delicadeza y atención. Estoy alegre de ser parte de la historia de una joven que ha llegado de sorpresa a nuestro taller.
El hilo de color rojo simboliza mi actitud de escucha y respeto hacia su historia. La aguja de plata representa los testimonios de tantas personas que han curado sus heridas, y cada puntada sobre la tela une discretamente el remiendo. El lienzo es el apoyo de las instituciones de salud mental que han cooperado en su proceso de recuperación.
Finalizo mi tarea de colocar el remiendo y el Maestro se queda a solas con la obra. Tiene en su mano la paleta de pinturas preparada, va aplicando con delicadeza cada color sobre el lienzo, le noto con una mirada atenta y compasiva
El Maestro dice con alegría:
-la obra está terminada, mañana la llevaras a su dueña, será un día maravilloso para ella.
Las luces del taller se apagan y nos disponemos para regresar a casa y reparar fuerzas para seguir.
Al día siguiente, me subo a mi bicicleta con el cuadro bien asegurado en la parrilla y pedaleo hacia la casa de Alejandra. Para mi sorpresa, vivía a solo unas cuadras del taller. Llego, toco el timbre y aparece su mamá, quien me saluda diciendo:
-¿En qué le puedo servir jovencito?
Yo le respondo:
-Mucho gusto, soy Freddy, trabajo en el taller de restauración del Maestro Miguel Ángel.
-¿Se encuentra su hija Alejandra?
Me responde:
-Mucho gusto, soy Elena, mamá de Alejandra.
-Si, ella está en casa, pero desde que salió del convento de las monjas hace unos meses no desea atender a nadie. Ni sus amigas logran hablar con ella.
-Solo asiste al centro de terapias los miércoles y viernes, y después se encierra en su habitación a llorar.
Yo le contesto:
-Señora, ¿usted le podrá entregar este cuadro, que le enviamos desde nuestro taller?
Ella dice:
Si, claro, quizás ella se anime a retomar la pintura, es una actividad que le ayuda mucho.
-Bueno Señora ya me tengo que ir, gracias por aceptar el cuadro, seguro que su hija se alegrará de contemplar la obra restaurada.
-Hijo, ¿Cuánto le debo por la restauración del cuadro?
-El Maestro dijo que no cobraría nada.
-Gracias Hijo, no entiendo mucho porque ella mandó a restaurar este cuadro, además está hermoso, no sé quién lo pintó, pero quedó muy bien.
Yo respondo:
-Nosotros tampoco entendemos, solo sabemos que el cuadro llegó al taller de una manera muy extraña.
En ese instante sale una joven y desde el pasillo de su casa, al ver el cuadro en manos de su madre, sale corriendo, lo toma en sus manos, se queda contemplando la obra en silencio, las lágrimas caen de su rostro, mira al horizonte con alegría, suspira profundo y dice:
-¡Mi corazón ya está curado, han colocado un remiendo de redención, han restaurado su color original!
-Mamá este cuadro lo pinté cuando era muy niña, pero después de sufrir tanto decidí tirarlo a la basura.
-No entiendo cómo ha llegado nuevamente a mis manos, no voy a preguntar porque estoy segura que es obra de Dios.
-Desde ahora voy a crear una escuela para personas víctimas de abuso que se llamará SAN ARTE.
Su mamá le abraza llorando y le dice:
-Hija, Jesús de Nazaret y su Espíritu Santo sigue actuando en todas las personas del centro de terapia, ellos te han ayudado a sanar las heridas del corazón. Esta maravillosa obra de arte restaurada es un reflejo del amor. Seguro fueron ellos los que mandaron a remendar y pintar el lienzo.
-Mamá, estoy contenta, voy inmediatamente a terminar mi pintura que hace años deje en el rincón del olvido. Es mi propia imagen redimida mirando a la luz en medio de las flores que tanto me gustan.
Yo me retiro, pedaleo mi bicicleta con alegría y satisfacción interna. He sido testigo de la alegría, solo traigo a mi memoria el rostro de aquella joven llena de ilusión al ver su obra redimida. Soy parte de su historia, soy parte de la historia de la Iglesia que acompaña.
«EL acontecimiento será nuestro guía interior» (Enmanuel Mounier)
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