Un viernes normal parecía todo transcurría según la rutina ya establecida, pero en horas de la tarde alrededor de las 5:00p.m; un monstruo silencioso la visitó de nuevo, ella no sabía que lo provocaba. Ella sintió como el aire le faltaba de a poco, intento esquivarlo y hacer otras cosas para no prestarle atención, fue inútil, recurrió al único lugar donde se sentía a salvo; su cama ahí parecía el único lugar seguro donde ese monstruo llamado depresión parecía no llegar. Era algo inefable.
Olivia ya llevaba varios años luchando, el la acompañaba desde mos 13 años, antes ella no era capaz de entender que era lo que sucedía pero con el pasar de los años ya todo tiene una explicación.
No lograba ponerse en pie, ignoraba todas las llamadas y los mensajes porque era mucho más simple que estar dando explicaciones a personas que solo opinaban de como ella tenía que salir de eso, dándole consejos que » según ellos, ella no había intentado aún «. Pero ella tenía a alguien que parecía entenderla mejor que nadie su hermosa gata la cual bautizó como Luna porque ella era de un color gris, esponjosa y tenía una marca en la frente, lo que Luna no sabía era que ella había salvado a Olivia, porque el día que ella llegó maullando a la puerta del apartamento, ya Olivia tenía su cuerpo lleno de marcas por todo su cuerpo donde la sangre escurrida sobre su piel y ella ya tenía todo listo con las pastillas que se iba a tomar. Olivia le había llorado a Dios por una señal y la llegaba de Luna a su puerta ese día, fue la señal que ella estaba esperando.
Volviendo a ese viernes, se tumbo en la cama muy temprano y pasaron los días, ella de nuevo estaba en el abismo, pero era diferente, ella lo sabía, su melancolía, su pesar, su corazón tenía un desconsuelo muy desconocido al que ella estaba acostumbrad.
El miércoles siguiendo tomo un baño de agua bien helada, ma música a todo su volumen, se sentó desnuda dejó que el agua bajara todo su cuerpo las lágrimas se confundían con el agua, la mano le templada pero ella estaba dispuesta acabar con todo, con el cuchillo en su mano derecha, hizo el primer corte, era increíble como el dolor del alma era más poderoso que el dolor físico, hizo el siguiente corto, su sangre y el agua se hacían una sola.
Afuera estaba su amiga llamando a la puerta, busco la llave e escondida, corrió al verla, llamo a los paramédicos, y en su último suspiro logro decir, cuida a mi hermosa Luna.
Fue su último latido, su último suspiro. Olivia quedó con una leve sonrisa en el rostro y con una lágrima cayendo por su mejilla.
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