El dolor ante la pérdida de un amor que se creía eterno y termino siendo efímero. La angustia producto de una separación inevitable. El miedo frente al cambio de una vida de la que hacías parte, pero en la que hoy ya no estas. El sueño de transitar la vida juntos, tomados de la mano y que terminó dejándome con las manos vacías.

Dolor, dolor, dolor. Parece ser que eres tú quien me tira del pelo cuando trato de abrazarme a la felicidad. Dolor, eres tu el mayor maestro y compañero. A veces me engaño creyendo que desapareciste, pero de pronto, cuando menos lo espero, me sorprendes entrando a raudales dentro de mi ser. No pides permiso ni avisas, solo vienes a mi para hacer un poco de destrozo y recordame qué sigues aquí.

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