El tiempo es distante,
entre más sucede menos asombro,
en la niñez lo más diminuto era apasionante,
lo insignificante no existía, la magia a la vista.
La juventud trajo estragos de realidad,
la realidad no asombra lo suficiente,
escasos pasos en el camino parecen importantes,
el asombro es tenue y arrogante pero se encuentra.
En el paso de la adultez, el asombro no llega,
no es suficiente, lo nuevo es apenas una mirada discreta,
lo usual es insignificante, la realidad mató la magia,
el asombro no llega, la imaginación se esfumó,
se perdio en la rutina y la magnitud del caos,
con temor a crear, y admirarse.
El asombro no se despide, solo pide tregua,
lo usual es real pero es vibrante, lo fascinante sucede,
sucede cada día, y cada día el tiempo se sigue alejando.
Asombrarse no es un delirio del pasado,
es una agonia del presente y un anhelo del futuro,
es la emoción de vivir en la realidad punzante,
los problemas la alejan pero no como al tiempo,
devuelve a tu mirada el asombro.
OPINIONES Y COMENTARIOS