Epílogo
Seis meses han pasado después del encuentro con el profesor Philips, seis meses de tranquilidad para organizar todo de nuevo y para volver a generar confianza de seguridad en los niños. Regresamos a las instalaciones principales, pero no todos con nosotros. Doña Dona y Alberto se quedaron en la casa del refugio y lo convirtieron en orfanato para los niños que eligieron quedarse con ellos. No los detuvimos; estaban muy asustados y más aún con lo que les había hecho Víctor a sus amigos y maestras. Atlas, Mónica, los gemelos, mi madre, Mary, Melissa, Tomás y Camila, aparte de seis jóvenes más y yo, por supuesto, nos habíamos regresado a las instalaciones. Logramos fortalecerlas y convertirlas en un lugar impenetrable; ya no nos esconderemos más; si el profesor quiere venir por nosotros, aquí nos encontrará.
Mi madre está muy recuperada, sonríe todo el tiempo y enseña a Mónica a controlar sus dones psíquicos. Mis hermanitos tan bellos se han convertido en la adoración de Melissa que corre tras ellos y los protege de cualquier insecto que se les acerca. Es muy adorable en realidad. Atlas está encontrando la paz que le faltaba al lado de nuestra madre, ese calor de madre que tanto le hizo falta y a alguien quien lo ponga en cintura cuando la rebeldía se apodera de él, algo muy aliviador para nosotros. Tomás y Camila se están volviendo más fuertes de lo pensado; juntos tienen una conexión admirable, y mi amada y querida esposa al fin recupera todos sus recuerdos, pero no es la misma de antes; es la que debió ser siempre si su pasado no la hubiera torturado tanto, y se hubiera aceptado como era desde un comienzo, y estoy muy orgulloso y feliz por ella.
La observo mientras entrena a los niños; su control y precisión.
Son sorprendentes; ella será quien nos llevará a la victoria algún día, ya que yo no podré estar junto a ella en esos momentos. El uso del transmutor causó que drenara todas mis habilidades y me convirtió en un hombre común y corriente; no me molestaría si supiera que el profesor y su repugnante hijo estuvieran muertos, pero no, y temo en dejar todo en manos de mi esposa y Atlas y eso no me deja de doler.
Me alegro en haber sido yo y no mi esposa; hay días en los que siento electricidad en mis manos, pero solo eso. Tal vez algún día vuelvan, tal vez no, pero no pienso en ser una carga para ellos. Hay que trabajar y mantener la economía de este sitio para que estemos preparados para cualquier golpe que venga más adelante. Río imaginando a Ana gritándome: idiota pretencioso. Pon tu culo en marcha y deja de llorar por los rincones; has algo con tu vida. Sí, Río de solo pensarlo, pero tendría toda la razón del mundo. No es momento de deprimirse, si no de actuar; no volveré a perder a Mary y no dejaré que mi familia esté expuesta nuevamente.
Capítulo 1
—¿Qué pasa, amor? Te veo más pensativo que de costumbre. Le preguntó Mary a Cris mientras salía de la ducha. —nada más pensaba en lo mucho que nos ha ayudado tu padre, y en el esfuerzo que ha hecho y que ya es hora de que regrese a la oficina. — Tienes razón; iremos… —No. Mary, iré solamente yo, tú te tienes que quedar aquí para proteger este lugar ahora que yo… Ella lo observó con mirada solemne y lo abrazó, tomando su rostro entre sus manos.
—Como tú digas, amor, pero ya te dije que para mí no importa ni a nadie de esta casa le interesa si tienes habilidades o no. —Pero no quiero ser una persona a la que siempre tengas que proteger. Ella le sonrió. —En la salud y en la enfermedad, Cristopher Wright.
Le dijo ella besándolo; Cris le sonrió y levantó la ceja al verla quitarse su bata y dejar su cuerpo expuesto, ese cuerpo que él amaba tanto, el cuerpo desnudo de su esposa. —¿Y si nos olvidamos de eso por ahora? Le dijo ella colocándose acostada en la cama; Cris no dejaba de recorrerla con la mirada mientras él se desvestía. Mientras él le recorría los muslos con las manos y le besaba los senos duros de placer, Mary lo observaba. —Lo único que me importa, Cris. Le decía ella entre jadeos. Es que estás aquí conmigo vivo, aquí a mi lado. Él paró un momento y la miró a los ojos y le hizo el amor como nunca esa noche.
Víctor estaba furioso desde el momento de que huyó de las instalaciones con su padre; todo este tiempo estaba planeando cómo recuperar a Mary.
—Quieres acabar con esa maldita obsesión que tienes con esa muchacha.
Le decía su padre mientras que Víctor sostenía unas pinzas. —No es obsesión.
Le dijo él apretando la mandíbula. —Como quieras, pero ya van dos ocasiones en las que esa mujer acaba con mis instalaciones, más te vale que la próxima vez hagas bien las cosas y busques otro lugar en donde retenerla. —Eso. Dijo Víctor sonriendo: Tenlo por seguro, esta vez no me engañarán tan fácilmente.
El profesor miraba a su hijo levantando una ceja. —La cuestión, Víctor Phillips, es que eres un idiota confiado, embrujado por el poder de esa mujer.
Le dijo mientras terminaba la última sutura. Listo, este ya está también. Veremos cómo evolucionan mis nuevas creaciones.
Las anteriores me decepcionaron, y Giro, ese sí, me dolió, pero pude ver los movimientos de esa chica y te aseguro que esta vez no ganarán tan fácilmente. Víctor miraba la cosa sobre la camilla. No era humana, pero tampoco un monstruo, pero le transmitía escalofríos.
—Eres afortunado de que tus habilidades de metamorfo me sean útiles. Le dijo su padre mirándolo seriamente. Si no, ya hubieras acabado como tu hermano Marcus. Víctor tragó saliva y dio media vuelta para retirarse de ese lugar.
—Me debes la vida, Víctor, no lo olvides, no me falles esta vez, quiero a esa mujer y a los gemelos de regreso y si haces eso bien te prometo que no lastimaré a tu amada… No mucho. Víctor giró la cabeza hacia él. —¿y Cristopher? preguntó seriamente. — Él ya no nos es de utilidad. Me di cuenta de que usaba el transmutor y lo hice especialmente para que solo Atlas lo portara.
Son idiotas; si él hubiera venido hacia mí con el aparato, es probable que hubieran logrado su objetivo, pero en fin, Cris ahora debe haber perdido todos sus poderes, así que haz lo que quieras con él, ya no me importa. Víctor salió del lugar con una sonrisa macabra en sus labios. —Espera, Mary, espera que pronto iré por ti y esta vez no tendré la compasión de antes; el tenerte no es una obsesión, como piensa mi padre; ahora es un reto que me he propuesto.
No te perdonaré que hayas jugado con mis sentimientos de esa forma; espera, Mary, que no falta mucho para ir por ti y al fin me desharé de ese Cris para siempre; espérame, Cindy Mary Collins, que tengo preparadas nuevas cosas divertidas a tu lado.
Mary caminaba por las instalaciones como de costumbre cada mañana. Observaba a los chicos que corrían de un lado a otro para llegar al comedor.
Se quedó parada un momento frente al árbol donde estaba la tumba de Ana.
—Cuánta falta nos haces, querida amiga.
Se dijo ella mientras le dejaba flores.
Una mano se posó en su hombro; ella no tuvo que voltear para saber que era Agatha. —Ella fue afortunada al haber conocido a personas como ustedes.
Le dijo con voz tranquilizadora. —Lo sé, pero no era su tiempo, aún le quedaba mucho por vivir, nunca se lo perdonaré a Víctor, juro que la próxima vez que lo tenga en frente no tendré compasión. —Sabes, dijo Agatha suspirando y tomando asiento en una banca. El día que me enamoré de Artur Philips, me alegré porque pensé que había encontrado una persona que me entendiera y le enseñara a Cristopher lo que era un padre. No sabía el despiadado ser que era; él solo buscaba mis dones y los de Cris. Él apenas era un niño de 10 años cuando lo apartó de mí, pero antes le mostró los horrores que me hizo. Nunca me voy a perdonar el no haber sido más valiente. Mary la observó impresionada por sus palabras; Cris nunca le había contado sobre su madre a fondo. —Cuando Víctor era pequeño, yo lo quise como un hijo.
A pesar de que me torturaban, tenía que encargarme de los más pequeños; tenían a Cris y no podía hacer nada para escapar. Mientras mi hijo estuviera vivo, acepté todo cuanto se me decía. Marcus fue muy especial para su padre, pero a medida que fue creciendo se fue dando cuenta de las atrocidades de este, así que terminó como sujeto de prueba también; Víctor siempre quiso hacer todo para complacerlo. Luego nació Atlas y yo sabía desde el momento que lo vi que él también iba a terminar igual, así que tomé valor para escapar, pero no lo conseguí. Cuando Cris tenía 16 años, al fin logré que escapara.
Eso me costó mucho, pero valió toda la pena. Él me prometió volver por Atlas y yo lo esperé siempre; esperé que regresara, pero al mismo tiempo tenía miedo. Sabía el odio que Cris le tiene a Artur y temía cada día que eso no lo fuera a destruir…
Ella volteó a ver a Mary suspirando. En fin, Mary, lo que te quiero decir es que la venganza nos lleva a tomar malas decisiones. Debes tener cuidado y pensar bien antes de actuar. —Entiendo lo que quieres decir, Agatha, pero son tantas cosas y que Cris haya perdido sus dones me aterra tanto; tengo miedo que ahora que está indefenso Víctor, lo… no podría vivir sin él. —Te entiendo, querida, yo también perdí mis dones, pero fue un sacrificio que hice por el bien de mis hijos y sé que Cris prefiere que fuera él y no tú, no te preocupes por él, va a estar bien, todos lo estaremos. Mary asintió mientras que Agatha se dirigía al comedor con los demás. No estará bien, Agatha, nada estará bien, Víctor nunca me va a dejar pasar lo que le hice. Se decía Mary mientras la seguía.
Capítulo 2
Mientras Mary desayunaba, observaba a los chicos que susurraban entre sí: Alexa, de 17 años, Kevin, de 20, Génesis, de 18, Ariel, de 17, Natalia, de 18 y Óscar, de 19. Esos eran los chicos que habían decidido venir con ella, aun sabiendo de las cosas que enfrentarían. No tenemos miedo, se habían dicho, habían mejorado en sus habilidades y eran buenos chicos.
Había un triángulo amoroso entre Kevin, Natalia y Óscar. Mary suspiró al recordar cuando ella también tuvo esa edad. Cris no estaba; se había marchado temprano donde su padre; ella quería verlo, pero no podía salir del lugar ahora. Ni Tomás se podía teletransportar dentro de la casa; todo estaba bien resguardado.
—¿En qué piensas tanto, mami?
Le preguntó Melissa a Mary. La niña últimamente se había vuelto más observadora de lo común y eso sabía su madre que era porque imitaba el comportamiento de su padre. —En nada importante, cariño, mejor dime, ¿los gemelos cómo se han comportado? Son bien rebeldes, se parecen a Atlas; anoche me arrojaron bolas de nieve en el rostro.
Dijo ella frunciendo el entrecejo y metiendo una tostada a su boca.
Pero ya verás, hoy me voy a vengar. Mary y Agatha rieron, los gemelos se encogieron de hombros y se miraron en complicidad. —Los niños ya están presentando habilidades fuertes, dijo Agatha con pesar en los ojos.
Mary la miró, notando su preocupación. Vendrán por ellos. Dijo cuando se marcharon correteando a Melissa. —No te preocupes; estaremos preparados y los protegeremos.
Dijo Atlas; Mónica y los demás chicos asintieron. Mary le sonrió. —Vez, no estás sola; todos aquí haremos nuestro mayor esfuerzo para cuidar a tus hijos; no hay de qué preocuparse, así que chicos, a prepararse porque el entrenamiento de hoy será más duro. Demuéstrenme lo que tienen. Les dijo Mary sonriéndole macabramente. Ellos rieron. — Esa sonrisa sí fue convincente. Le dijo Camila a Mary por su mente.
Ella no hablaba desde que sus padres la tenían encerrada junto con su gemelo Tomás.
Él había llorado de la emoción al saber que, aunque sea de esa manera, se comunicaba con Mary.
—Veremos lo que tienes, niña, y esta vez no te contengas. Le contestó ella.
Cris regresó a la casa después de la cena; cuando entró a la habitación encontró la cama cubierta con sabanas con sangre; casi le dio un infarto al ver a Mary acostada dentro de la bañera con el agua teñida de rojo; ella tuvo que salir desnuda para sujetar a Cris antes de que esté callera al suelo por la impresión.
—¡Santo Dios, Mary! Gritó, apretándola entre sus brazos. ¿Qué… qué sucedió? —lo lamento; estaba tan cansada que se me olvidó traer las sábanas al baño. Calma, respira, estoy bien. Cris respiraba cada vez más despacio, tratando de calmar los nervios. — El entrenamiento de hoy estuvo muy rudo.
Le dijo mientras se colocaba una bata. —Es mi culpa; le dije a Camila que no se contuviera y este es el resultado. Cris la observó, sujetando su rostro entre sus manos mientras tomaba asiento en la cama. —Sí, ya lo noté, casi muero de la impresión, amor, suerte que te recuperas, pero no te niego que sí me impresionó. Ella lo besó suavemente. —¿Estás bien, cómo te fue hoy?
—Es muy difícil hacer algunas cosas.
Antes con mis habilidades podía hacer el trabajo en cuestión de minutos y adelantar trabajos futuros; ahora es muy difícil trabajar a un ritmo normal. Le dijo mientras doblaba el cuello de lado a lado.
—Déjame trabajar a mí también, Cris, podría ayudarte. — Mañana traeré trabajo a la casa de nuevo y tú te encargarás. Ella lo abrasó por la cintura.
— No des más de lo que puedes; ahora tu salud es más importante, Cris.
Él la besó con más pasión y le quitó la bata. —Estoy muy tenso, ¿no quieres ayudarme? Ella le dedicó una sonrisa pícara. —Que no estoy yo para eso, para aliviar tus cargas, amor mío. Después de una larga noche de caricias, Cris dormía profundamente mientras que ella salió a recorrer las instalaciones.
Una vez en las mañanas, otra en las madrugadas, cuando no podía conciliar el sueño…
—Sé que estás ahí afuera, sal; no pienso despertar a todos ni abrir el campo de fuerza solo por ti. Le dijo Mary a una sombra que se ocultaba al otro lado de la verja. —Te has vuelto muy hábil, Mary, me detectaste demasiado rápido.
Ella sonrió. He practicado para el día que te haga pagar cada sufrimiento que le hiciste a Ana y a los demás niños. —Eres una hipócrita, Mary, ¿y el sufrimiento que tú me has hecho a mí? Ese quien me lo paga. Ella lo miró fijamente.
—admito que te utilicé, Víctor, pero eso no se compara con lo que le has hecho a mi familia; la deuda era solo conmigo, no con ellos. — Puede que tengas razón, Mary, pero a ti te tengo preparado otro tipo de sufrimiento.
Los ojos de Mary se agrandaron y su respiración se detuvo al ver la cabeza de Cris en las manos de Víctor. —Esto es lo que te mereces, amor mío; este será nuestro regalo de bodas. Dijo a carcajadas. Un dolor punzante se apoderó de ella como si la quemaran por dentro.
—¡Mary abre los ojos! Le gritaba Cris. Ella despertó de un sobresalto; la cama estaba con mucho vapor, las cobijas calcinadas y Cris en una esquina de la habitación con el brazo cubierto de humo. Una pesadilla, todo había sido un mal sueño. Pero ella volteó de nuevo hacia Cris, que se quejaba del dolor con Atlas. Ella se acercó para ver lo que había hecho; Atlas la fulminó con la mirada, lo que hizo que retrocediera.
—Amor, yo… perdóname, no me di cuenta de qué. — Está bien, no te preocupes, ya Atlas me curó y no siento dolores. — No mientas, dijo Atlas, Cris le dio una mirada severa y lo corrió de la habitación; él observó a Mary que lloraba de rodillas en el suelo. — Vi lo que soñaste y entiendo tu reacción, Mary, pero recuerda que ahora mi hermano no se puede defender, así que si no te puedes controlar, duerme en otra habitación. Y se marchó azotando la puerta. — Lo lamento. Cris, lo lamento tanto. Él suspiró y la abrasó.
—No le hagas caso a Atlas, ya sabes cómo es de sobreprotector, en eso nos parecemos mucho. Oye, mírame.
Le dijo tomando su mentón para levantar su mirada. Estoy bien, no te preocupes. Ella lo miró con los ojos húmedos y su brazo ya estaba sano, sin cicatrices. —¿Me contarás qué soñaste? Ella le contó la terrible pesadilla y él solo la escuchó. —Entiendo, cariño, pero no pasó nada; estaré bien, te prometí que no me pondré en riesgo y así será, no te angusties. Ella lo abrasó con todas las fuerzas y él no la soltó hasta que se quedó nuevamente dormida; Atlas le había colocado un campo de fuerza alrededor mientras dormían a Cris y Mary no pudo contener las lágrimas cuando abrió los ojos por la mañana al ver a Cris protegido de ella, su esposa, la persona que jamás le haría daño, pero sí lo había hecho sin querer, pero lo había hecho y no permitiría que volviera a pasar.
Mary había estado muy decaída toda la mañana y pospuso los entrenamientos con los chicos. Les había dicho que ellos entrenaran solos. Atlas quería hablar con ella para disculparse por lo que le había dicho, pero antes de que este dijera algo, ella le había sonreído y le dijo que lo entendía y que no había nada que perdonar. Cris regresó más temprano y traía una carga de trabajo que depositó en el escritorio donde ella lo esperaba. — Mi madre me dijo que no desayunaste hoy, y que tampoco habías almorzado. No he tenido apetito. Cris, ¿este es todo el trabajo? Él la observó frunciendo el entrecejo. —Amor, mírame. Tienes que comer, no puedes estar así, ya te dije que no importa, no es la primera vez que pierdes el control, ya hemos hablado de eso. Lo sé, pero antes por lo menos te podías defender y ahora… te pude haber matado. Cris, eso me duele tanto.
— Cariño… Ya está bien, te entiendo, pero te pido que no te deprimas por eso; tomaremos más precauciones y estaré bien. Ahora te traeré la cena y comeremos juntos mientras te explico, sí. Ella le sonrió y asintió. Después de comer a regaña dientes, Mary fue a acostar a Melissa, les dio una ronda a todos los alrededores y se le hizo una arcada al ver el lugar de su pesadilla, al imaginar la cabeza de su esposo en las manos de Víctor. ¡Mary estás bien! Le gritó Mónica mientras le recogía el cabello para que vomitara. — No le digas a Cris.
Fue lo único que pudo decir acercándose a la fuente para lavarse. —¿Este es el lugar de tu pesadilla, verdad? Atlas me lo contó y me lo mostró; de verdad te entiendo; fue horrible. Yo también tengo miedo de que capturen a Atlas y no lo vuelva a ver nunca. Mary la observó mientras se preparaba para otra arcada, pero logró contenerla. —Nadie. Dijo jadeando. Nadie va a salir herido de nuevo, Mónica; eso te lo juro. — Entiendo los planes que tiene el profesor Mary. Dijo Mónica mirando hacia la tumba de Ana. Pero no comprendo a Víctor: él era feliz aquí con nosotros y Atlas es su hermano. ¿Por qué no solo se quedó junto a nosotros? — Es mi culpa. Mónica. Dijo Mary acomodándose el cabello en una trenza. Cuando estuve recolectando la información que me pidió Atlas, estuve pasando por un conflicto con Cris.
Él y yo peleábamos todo el tiempo y admito que tuve más culpa yo que él por mi necedad. En fin, encontré en Víctor consuelo; él me escuchaba y era muy atento conmigo. — ¿Entonces, lo que vio Atlas en tu mente era cierto? — No. Mónica, lo que vio Atlas fue una ilusión de Víctor. Yo jamás traicioné a Cris de ese modo, pero sí lo traicioné porque me empecé a sentir tan bien con Víctor que lo engañé; le hice creer que estaba enamorada de él para obtener más información acerca de su padre cuando me enteré de que también era hijo del profesor… Claro, yo no sabía que él también al mismo tiempo me estaba manipulando, pero lo engañé y él me odia por eso.
El tiempo que estuve retenida por él, hizo todo lo posible para que su padre no me hiciera daño y se portó bien conmigo, pero este último engaño jamás me lo va a perdonar y vendrá por toda esta vez. — ¿Cris lo sabe? Preguntó Mónica parpadeando. Mary asintió. ¿Esta vez vendrá por ti, no es así? — Me temo que sí y quiero que me prometas algo, Mónica. Protegerás a Cris, pase lo que pase; temo que Víctor lo use para torturarme. Te lo juro, Mary, duerme tranquila, no le quitaré los pensamientos de encima a Cris. — Confió en ti, Mónica, aparte de mí y Atlas, tus habilidades son muy fuertes y no permitas que yo misma me salga de control; protejan a Cris aunque sea de mí misma. Dijo Mary mirando ese lugar antes de retirarse a descansar por el día de hoy.
Capítulo 3
Mary había dormido en otra habitación; Cris había chasqueado la lengua en desaprobación, pero ella lo convenció hasta que las pesadillas cesaran. Se despertó nuevamente con la ropa empapada de agua y con un frío glacial; había congelado toda la habitación y alrededor de su cama había picos de hielo que sobresalían hacia arriba. Se llevó las manos al rostro de solo pensar que Cris hubiera quedado atravesado por esos picos. —¿Quieres que haga algo? Le había dicho Atlas mientras desayunaban. Te veo cansada, Mary; deja que Mónica te quite esas pesadillas de la mente. — Ya lo hice, Atlas. Dijo ella mirando a Mary preocupada. Pero no funciona; la mente de ella es más fuerte que la mía y se defiende sola. —Dejen de verme así todos, estoy bien. Dijo Mary enfadada y levantándose del comedor.
Se dirigió al campo de entrenamiento para practicar sola; talvez si agotaba su poder un poco, funcionaría la propuesta de Atlas. Era una lluvia de elementos en ese lugar; el fuego, el agua, la tierra y el aire danzaban juntos; se complementaban organizadamente; era un espectáculo para todos los que observaban por las pantallas fuera de la arena. No había descontrol alguno. Mary se movía en armonía con su poder y estuvo por cinco horas tratando de agotarlo. Jadeaba y comenzaba de nuevo hasta que llegó Cris para detenerla. ¡Mary, ya basta, es suficiente! Le dijo Cris por el comunicador; ella no lo escuchó o no quiso escucharlo; Cris entró a la arena, pero cuando Mary lo miró, recordó todo de nuevo y unos picos de hielo salieron despedidos hacia él. Mary, al darse cuenta, corrió como un rayo y se interpuso cubriendo a Cris con su cuerpo. Estaba tan cansada que no logró poner el escudo y los picos se incrustaron en su espalda, haciendo que se desplomara inconsciente.
Cris le gritaba a Atlas y la llevaron a la clínica. Natalia y Óscar, que poseían dones curativos, la atendieron, ya que la sangre no paraba. Se había agotado mucho y eso hacía que no pudiera curarse. — ¿Está bien, hijo? Escuché lo que había pasado. Estaba tomando una siesta con los gemelos. Cris tomaba la mano de Mary, inconsciente en la camilla. —Está mal, madre, Mary está muy mal y no hablo de sus heridas que sé que sanarán, hablo de su alma y no puedo ayudarla.
—¿Sabes lo que decía Artur? Él decía que el mejor método de tortura que infligía en sus víctimas era la tortura psicológica, el miedo que te creaba, y eso era lo que más disfrutaba. Eso le pasa a ella, tiene tanto miedo a que te pase algo y siente que ella misma es un peligro para ti. —Qué puedo hacer madre para que entienda que ella no me puede hacer daño y que no tengo miedo.
—Me gustaría decírtelo, cariño, pero la realidad es que ella sí puede hacerte daño si no controla su temor, y mientras que Víctor esté ahí afuera, el miedo de ella no va a parar. Cris apretó la mano de Mary y ella abrió los ojos. —¿Amor, cómo te sientes? Ella lo miró angustiada, pero cuando trató de moverse le dolía el cuerpo entero. —Espera, cariño, no te muevas; yo estoy bien, me salvaste, pero a ti te fue mal, así que descansa, sí. Ella sintió mientras le recorrían las lágrimas por la mejilla. —Llamaré a Mónica para que le implante un sueño bonito. Dijo Agatha. —Gracias, madre, así mientras me encargo de hacer algo muy importante. Dijo Cris dándole un beso a Mary y retirándose de la habitación.
—Ya se me acabó la reserva de ADN que tenía de Mary y Agatha, necesito a esa mujer Ya, Víctor, me oíste. Los gemelos todavía son muy pequeños para extraerles lo que necesito. Tus células me sirven, pero las de ella son inigualables. Los soldados aún no están listos, padre; esta vez no podré entrar tan fácilmente ni con el brazalete. Tengo entendido que han reforzado bien ese lugar y sellaron los túneles de escape. —Maldición Haz lo que puedas, pero quiero a esa mujer ya, o por lo menos trata de extraerle sangre para que él despierte sin ningún problema. Usa su miedo, hijo, usa su temor, usa su debilidad, usa lo que sea, pero haz algo o tendré que hacerlo yo y créeme que si lo hago a mi manera no quedará nada de ella que puedas disfrutar. —Padre no. Espera, lo haré. Te prometo que esta semana tendrás lo que necesitas, pero no lo mandes a él, todavía no. Le contestó Víctor asustado y tragando seco. —Bien te doy esta semana, pero sí no… Dijo el profesor retirándose del lugar. Víctor pateó el taburete con ira. —Maldición, Mary, esto va a retrasar mis planes, este viejo ya me está… calma Víctor, calma; no es algo que no pueda solucionar con una llamadita. Dijo mientras silbaba y tomaba sus cosas.
Mary había dormido toda la tarde y toda la noche en la clínica; no había tenido pesadillas; estaba más relajada que de costumbre. Mónica sonrió al lado de ella. —Logre entrar. Le dijo la chica orgullosa. Esta vez fue fácil; estabas bien apaleada. Mary sonrió. Gracias, logre descansar, muchas gracias. ¿Y Cris? — Salió; tal parece que tenían una junta en donde no sé qué. — Bien, desayunaré y me pondré a trabajar en el despacho por si se ofrece algo. — Mami, despertaste. — Sí, cariño, disculpa que no te di las buenas noches. — Está bien, papi, me dijo que estabas malita; no importa, ven, vamos a comer. La abuela hizo una comida terrible, pero las chicas la arreglaron. Todos contuvieron la risa mientras que Agatha apenada se disculpaba. —¿Cómo te sientes hoy, hija? Bien, Agatha, muchas gracias por haber entrenado bien a Mónica. — Ya no sigas, dijo Tomás, que el ego se le infla. Camila le dio un codazo y sonrió. —Me alegro de que estés bien. Todos estábamos preocupados y más; Cris casi no durmió en toda la noche vigilándote. Le dijo Camila de mente a mente. Mary solo le asintió y se despidió para trabajar en el despacho.
Estaba concentrada cuando el teléfono sonó. Los únicos que tenían ese número eran los de la casa de seguridad, los de esa casa y su padre. Ella había hablado hace tres días con doña Dona y todo estaba bien, así que podría ser Cris o su padre. —¿Bueno, quién habla? Dijo ella alegremente. —Sabes, cariño mío, tu habitación está llena de muchas fotografías; deberías ahorrar en marcos. La respiración de Mary se aceleró. —¿Víctor eres tú? —así es, necesito que vengas a la casa de tu padre si no quieres que le pase algo al viejito. —No. Espera, no le hagas daño, Víctor, estaré ahí pronto, pero no lo dañes. — Bien, pero ven sola, tengo vigilado el lugar y si veo a alguien que no seas tú, ya sabes.
Mary salió como un rayo y buscó a Camila. —Te pediré un favor y no me preguntes por qué, Camila, pero es de vida o muerte, ¿puedes ayudarme? Ella asintió al ver a Mary tan agitada. Necesito que te hagas pasar por mí y te quedes en el estudio, solo hasta que vuelva. ¿Podrás hacerlo? —Está bien, pero si Cris viene descubrirá que no soy yo. Cris viene en la noche. Espero estar de regreso para entonces. Solo iré a la casa de mi padre por unas cosas y no quiero guardaespaldas, me entiendes. — Está bien, yo te cubro. Mary le agradeció a la chica y salió sin que la descubrieran. Camila tomó su lugar en la silla del estudio y nadie que no se le acercara sospecharía que no era ella.
—tardaste demasiado, querida mía. Le dijo Víctor cuando se encontraron en su habitación. Mary jadeaba del cansancio; había corrido como un rayo; era más rápida que en un auto. —Dónde… donde está mi padre desgraciado. Le dijo mirándolo con odio. —Tu padre ahora está, si mi comunicación no se equivoca; está en una reunión junto con tu esposito, así que no está aquí. Una trampa. Había caído en una trampa, pero respiró aliviada de que su padre estuviera a salvo.
—Bien. Dijo ella. Así no tendré que contenerme cuando te haga cenizas. — No. Mi amor, ¿crees que te llamaría sin tener una protección de respaldo? Estaré loco si no. Verás si está donde te dije, pero uno de mis hombres los tiene en la mira, así que si no quieres que tu padre y Cris salgan lastimados, me vas a escuchar. Mary bajó las manos que comenzaban a encenderse. —¿Qué mierdas quieres? — Huy, esa boquita; solo quiero un poco de tu sangre, cariño, mi padre la necesita. Mary levantó una ceja y sonrió. —Déjame entender, ¿me pusiste una trampa para salir de mi lugar seguro con mentiras y lo único que quieres es mi sangre? ¿Estás jugando conmigo o qué? — Sí, eso suena estúpido si lo dices de esa manera, pero eres muy fuerte y todavía no tengo los medios para atraparte, cariño, así que me tendré que esperar hasta que esté más preparado. Ella lo observó incrédula. Él se acercó a ella levantando las manos. —Solo serán unos frascos, Mary y me iré. Ella lo miraba fulminantemente. Le extendió el brazo para que extrajera la sangre. —Tan fácil que sería que acabaras conmigo ahora, no es cierto. Le dijo Víctor mientras le extraía la primera jeringa de sangre. — Es triste saber que Cris ya no tiene dones; me hubiera gustado batirme en duelo con él, pero disfrutaré arrancándole cada extremidad del cuerpo uno por uno.
Mary se estaba conteniendo mientras que Víctor sonreía maliciosamente.
—Y lo más importante que debes saber, Cindy. Mary Collins: Es que esta venganza la disfrutaré poco a poco. Mientras tú estás resguardada en tu casita, piensa siempre que hay un arma apuntando al corazón de tu esposo y que si se lo pudiera lo romperías como tú lo hiciste con el mío. Mary comenzó a temblar cuando este le sacó la última jeringa con sangre. —Hasta pronto, preciosa, le dijo Víctor besándole los labios que ella mantenía apretados para no vomitar. —Listo, reúnanse en el lugar designado; ya tenemos lo que buscábamos; retiren a los francotiradores del lugar. Hasta luego, cariño, y recuerda pensar en mí siempre que mires a tu querido Cris. Mary calló sobre la cama cuando Víctor desapareció de la habitación.
Capítulo 4
Cris había llegado a la casa una hora antes, observó a Camila por la ventana del estudio pensando que era Mary y la saludo, después se fue a duchar. Camila estaba nerviosa ya habían pasado tres horas y Mary no aparecía todavía, Tomás seguramente la debía de estar buscando. Se escucho un revuelo en el salón todos corrían hacia el estudio Camila se paralizó cuando todos entraron hablando al mismo tiempo. —¿Qué está pasando? Gritó Cris bajando las escaleras abriéndose paso al estudio. —es Camila no aparece por ningún lado, ya pasaron tres horas desde que no la he visto. Dijo Tomás entre sollozos. Camila miró la preocupación de todos y automáticamente se volvió a transformar en ella, cris la observó sorprendido y callo al sofá, Tomás se le abalanzo para abrasarla. —¿Camila donde…donde esta Mary? Fue lo que dijo Cris con dificultad. Ella le contó mentalmente a Mónica lo que había hecho y el favor que le había pedido Mary. Cris quedó pensativo un momento. —Tomás, salgamos y me llevas directo a la casa de mi suegro. —¿quieres que te acompañe? Le preguntó Atlas también preocupado, Cris lo miró y asintió.
Cuando Cris llegó, él sabía que nadie ocupaba la casa, ya que su suegro se había quedado en el hotel por la convención y no había empleados en la casa. Fue directamente a la habitación de su esposa, mientras los demás buscaban por la casa. Cris encontró a Mary hecha un ovillo en la cama y no paraba de temblar; sabía que no podía acercarse, pero no le importó. —¿Mary, cariño, te encuentras bien? Le dijo con dulzura; ella levantó la vista y lo miró a los ojos, negando con la cabeza. —Hay amor, esto ya debe de parar, no puedes seguir así. Le dijo él acariciándole el hombro; ella se levantó de un sobresalto y fue directo al baño a vomitar. Cris no entendía lo que pasaba. Atlas y Tomás casi derribaron la puerta cuando entraron corriendo.
—Cris, estuvo aquí; Víctor estuvo aquí con ella. Dijo Tomás jadeando. Atlas asintió. Cris abrió los ojos como platos y fue directo hacia Mary, que terminaba de acomodarse frente al escusado. —¿Mary dime, te hizo algo, habla por favor que sucedió? Ella no dijo nada. Solo lo abrasó y no dejaba de temblar. —¿Atlas? Dijo Cris y este se metió en la mente de Mary; cuando terminó, Cris lo observó pálido del susto. —Qué viste, Atlas, dime. Atlas pasó la vista hacia Mary, que seguía temblando y se agachó para poner una mano en su espalda. Ella lo observó y sus ojos decían todo; había comprensión y decisión. —No te preocupes, desde ahora yo lo acompañaré a todos lados y te juro que no les pasará nada a ninguno de los dos. Le dijo Atlas. Los temblores cesaron y ella se incorporó, secándose las lágrimas, y abrazó a Atlas. Él le sonrió: —No puedes hacerte la fuerte todo el tiempo, Mary. Le dijo acariciando su cabeza. —Me puedes decir que pasa Atlas. Dijo Cris enojado. Luego le dijo él, luego te digo: ahora llevemos a tu esposa a casa. Él lo observó con el entrecejo fruncido y suspiró. —Está bien, Tomás, vámonos.
Mary se encontraba dormida junto a Melissa, que le acariciaba los rulos del cabello. Los gemelos también se habían acurrucado alrededor de ella. — Ahora sí, Atlas dime lo que pasó. Atlas le contó lo que ella había vivido; Cris se fue para atrás de la impresión. — Nuestra madre tenía razón; la están torturando mentalmente, están jugando con su fortaleza. — Tenemos que demostrarle que tú y su padre estarán fuera de peligro. Cris, ella no puede seguir así, no es bueno para todos. Podría lastimarnos y lastimarse a ella misma o podría cometer una estupidez como entregarse con tal de que a ti no te hagan daño. Cris negó con la cabeza, horrorizado de pensarlo siquiera. —Entrégame el brazalete, Cris. Dijo Atlas mirándolo a los ojos. Solo yo lo puedo usar sin consecuencias y me siento fuerte para portarlo.
— No te lo daré, Atlas, lo escondí porque miré las intenciones de Mary en sus ojos; ella no dudaría en usarlo. No quiero que termine como yo. Atlas golpeó la mesa con las manos. —Esto se trata de tu seguridad; maldita sea Cris, ya vas a comenzar como ella, escondiendo ese aparato de nosotros; sabes que soy el indicado para usarlo; me pertenece. Cris observó a su hermano sin inmutarse. Entrégamelo, Cris, así Mary estará más tranquila y yo también al saber que te estoy protegiendo. Lo pensaré y te diré más tarde. Atlas, ahora vete, quiero estar solo Atlas suspiró y se retiró del estudio. Cris se reclinaba en la silla analizando las cosas. Qué bajo has caído, desgraciado, infeliz. Se dijo pensando en lo que le haría a Víctor si pudiera.
—Ten, padre, la sangre que me pediste; la verdad no fue tan difícil obtenerla, pero sí arriesgado. — Vez, no eres tan inútil como pensaba; ahora podré terminar y cuando esté listo iremos por nuestras presas. ¿Habilitaste la parte de abajo para nuestra invitada especial? — Por supuesto, padre, estará lista pronto para ocupar ese espacio; debiste haberla visto, temblaba como cachorrito. — La tortura mental es lo más eficiente para debilitar a un oponente; ten eso en cuenta; además, se goza bien sabiendo que no te podrá olvidar mientras piense en lo que puede hacer. Víctor miraba con repugnancia las creaturas en sus cubículos, desprendía mucha energía y se puso a pensar si de verdad era buena idea soltarlas al mundo. Mientras Víctor caminaba por las nuevas instalaciones, recordaba la noche que había pasado con Mary y por más que la quería odiar, no podía y eso le frustraba. —El día que Cris estuviera muerta sería toda suya, se decía entre sonrisas. — Sentí algo diferente en ella, tanta vulnerabilidad no me gustó; esa no es la Mary que yo quiero, conmigo no será así, conmigo volverá a ser la implacable mujer que conocí, no ese remedo de dolor y sufrimiento.
Mientras que Cris se dirigía a ver a su esposa, Melissa corrió hacia él dando brinquitos y tarareando una canción. —¿Qué llevas ahí, pequeña cantora? Le dijo él sonriéndole. —Son chocolates para mi hermanito. Dirás hermanitos, pero mis hermanos vendrían siendo tus tíos, cariño. Le dijo él acariciando su cabeza. Ella ladeó la cabeza y siguió dando brinquitos hasta que llegaron a la habitación. Agatha estaba junto a Mary que no paraba de llorar y Natalia le tomaba los signos. —¿Qué pasa aquí? Dijo Cris casi sin color en el rostro. Mary lo miró pálida como el papel y él se arrodilló frente a ella. —¿Qué te sucede porque te examinan, estás bien? Agatha sonrió y Mary comenzó a llorar de nuevo. Cris miró a su madre. —Tu esposa está esperando un bebé, es por eso que está así. Le dijo ella sonriendo. Felicidades, hijo. — tiene aproximadamente tres semanas, dijo Natalia. Y todo está bien por ahora. Cris cayó al suelo cubriéndose la boca con las manos. —Esto es… Pero miró a su mujer con el rostro de preocupación, y su expresión también se tornó seria.
—¿Qué pasa, dijo Agatha, no te hace feliz la noticia? —No se trata de eso, madre, es que ya hemos perdido dos embarazos y… —Ahora entiendo, pero no hay tercero que falle. Le dijo ella tomando el rostro de Mary en sus manos. —Te entiendo perfectamente querida. A mí me pasó varias veces, pero tienes que ser optimista y no te rindas. Ahora tienes que estar bien, comer a las horas y nada de estrés. Deja eso para los hombres, tú relájate y yo te ayudaré para que mi nieto crezca sano y fuerte como sus padres. Ella le sonrió y abrazó a Cris. —Todo va a estar bien, cariño. Esta vez sí. Ahora quiero hablar a solas contigo. Ella asintió y salieron al jardín a caminar. —¿Estás más tranquila? Mary asintió. Bien, hablé con Atlas y me contó todo. No quiero que te preocupes; desde ahora Atlas me acompañará a las reuniones y estará pendiente de tu padre también. Él nos cubrirá con su campo de fuerza y estaremos bien para que estés tranquila y te concentres en nuestra familia.
Le dijo tocando su vientre. Mary, estoy un poco enojado contigo; caíste muy fácil en una trampa de Víctor. Tienes que averiguar antes de actuar y pedir ayuda. No actúes tú sola.
— Lo lamento. Cris, estaba asustada y pensé que mi padre de verdad corría peligro. — Amor, no dejes que jueguen con tu mente, con tus debilidades. Eso es lo que quieren, no les des ese gusto. Entiendo lo que me dices, Cris, pero ponte en mi lugar, si supieras que corro peligro todo el tiempo y podría morir en cualquier momento que harías. Cris la observó y un dolor punzante se apoderó de él. —Está bien, entendí, pero te aseguro que tomaremos todas las medidas y te prometo mientras este fuera que te llamaré cada hora si te parece. Eso sería bueno para mí. Dijo Mary abrasándolo. Lo bueno de estar embarazada es que puedo comer lo que quiera sin tener miedo en perder la figura. Dijo sonriendo. —Esa es la actitud, mi amor, y si es niña le pondremos Ana como primer nombre. A Mary se le hizo un nudo en la garganta. —Eso me gustaría.
Capítulo 5
Mientras estaban en la cama, Cris trató de que su esposa olvidara todo sufrimiento; mientras le acariciaba el pecho con sus manos le recordaba que todo iba a estar bien, mientras rozaban piel con piel, le repetía que aquí iba a estar siempre para ella y mientras empujaba más y más contra ella entre sus piernas le susurraba al oído que la amaría toda la vida. Sus ojos eran la viva imagen del deseo y el amor, y eso fue todo lo que le bastó a Mary para ser feliz, aunque sea ese momento. —Quieres que desayunemos juntos. Le preguntó Mary a Cris mientras se terminaba de vestir. —Me gustaría cariño, pero voy tarde para la junta con tu padre. Ella lo vio poniendo su mirada sombría. — No te preocupes, Atlas, ira conmigo. Mary asintió y le dio un beso para despedirlo.
Después del desayuno, Mary le estaba dando clases a Melissa en el estudio mientras que trabajaba. —Te estoy observando, niña. Dijo su madre mientras que Melissa solo hojeaba las páginas. —Estoy aburrida, ya no quiero, mami. Lo lamento, vas muy atrasada y tienes que ponerte al corriente. —¿Puedo salir un momento a jugar con los gemelos? —termina esa hoja y sales. Sonó el teléfono. Mary lo contestó sonriéndole a Melissa. —¿Cris? — Hola, cariño, estoy llamando para que estés tranquila, estamos bien y tu padre te manda saludos. — Gracias, amor, eso me tranquiliza y no le menciones lo del bebé todavía hasta que esté más avanzado. — Yo se lo quería decir, pero está bien como digas te amo. — Quiero ir a ver al abuelo. No lo he visto en mucho tiempo. — Pronto te llevaré, Melissa, ahora termina.
El teléfono sonó de nuevo. —Cris, ya te dije que no le diré a mi padre del bebé hasta que… —¿Bebé, cual bebé? —Víctor, ¿qué demonios quieres?
— saludarte, cariño, nada más, para que no te olvides de mí. Ahora dime, ¿estás embarazada, Mary? — No es algo que te importe. Melissa, ve a jugar con los niños; seguimos después. Le dijo Mary a la niña para que no escuchara la conversación. —Pero mami, no te puedo dejar sola con ese señor, mi papi me dijo… —Melissa, en haz caso, por favor, estaré bien; solo es por teléfono. La niña salió del estudio a zancadas y cruzando los brazos, pero no se marchó del todo; se quedó haciendo guardia en la puerta. — Ahora dime qué demonios quieres de mí. — Nada en particular, solo decirte que ese intento de mandar a mi hermano para vigilar a tu padre y Cris no te va a funcionar. Los estoy viendo en este momento y créeme que si te digo que será un placer cuando le lleve a Atlas a mi padre.
Mary suspiró. —Ya dime Víctor, qué quieres para que nos dejen en paz.
—Venganza Mary, eso es lo que busco: justicia. Si todavía no te puedo tener, no te voy a dejar tranquila hasta que sufras como lo estoy haciendo yo.
— ¿Quieres que admita que me equivoqué? Sí, lo lamento, lo hice; no debí jugar contigo, pero tú también me estabas manipulando… —al principio sí. Pero luego paré; hasta consideré traicionar a mi padre por ti, Mary, y tú me fallaste. Ahora no me detendré. A mí no me importa nada más que sacar a Cris de tu vida y llevarte conmigo. Lo demás, no me importa que mi padre haga lo que quiera con los demás, yo solo te quiero a ti.
—No tiene sentido, Víctor, escúchate. Le dijo Mary con la voz entrecortada.
—Si de verdad estás embarazada, cuídate, Mary, porque mi padre me dará lo que le pida cuando le entregue un hijo tuyo. Víctor colgó y Mary se quedó unos minutos con el teléfono en las manos. —¿Por qué? Ya no quiero más… no más.
Cris corría a toda prisa, mientras Mónica, Atlas y Melissa corrían tras él. Melissa le había contado que Víctor había hablado por teléfono con ella y ella había salido corriendo para encerrarse en la habitación. Cris entró siendo protegido por Atlas, pero Mary estaba sentada en la cama tranquila.
—¿Amor, está todo bien? Claro, dijo ella sonriendo entre lágrimas, ahora todo va a estar bien. Mary arrojó a todos hacia fuera con su mente y selló la puerta. Atlas golpeaba la puerta y Mónica gritaba el nombre de ella; pero nadie pudo abrir. Mary colocó un escudo alrededor de la habitación tan fuerte que nadie pudo atravesarlo. Cris le sonrió a su esposa. —¿Así que este era el plan encerrarme para que nadie me hiciera daño? Ella lo observó y lo abrasó. — Lo lamento, amor, ya no puedo más con esta angustia. Víctor me llamó y me dijo que te tenía en la mira y que se iba a llevar a Atlas también. No lo puedo exponer a él. Cris observó a su esposa con ternura y un poco de preocupación. —Mary, no puedes encerrarme para siempre en este lugar y lo sabes. No es para siempre, amor; es hasta que mande al otro mundo a ese desgraciado y a su padre, o hasta que le dé lo que quiere, con tal que te deje tranquilo lo que pase primero, le dijo saliendo de la habitación.
Cris se quedó congelado al escuchar esas palabras. ¡Mary recapacita, no me puedes dejar aquí! Gritaba Cris golpeando la pared invisible que lo apartaba de la salida. — Esto es ridículo; saca a mi hermano de ese lugar. Le dijo Atlas mientras ella serraba la puerta. Mónica la miraba triste y Melissa solo le tomó la mano. Ella lo volteó a ver con la mirada gris. — No traten de deshacer ese campo, es muy fuerte; solamente pueden entrar y salir ustedes, Tomás. Camila, tu madre y Óscar, pero Cris no podrá salir. — ¿El embarazo te volvió demente, Mary, acaso? — Lo lamento, pero ya no puedo vivir así, y no te expondrás tú también. —Pero…—déjala Atlas. Dijo Cris desde el otro lado de la puerta. Ya recapacitará.
—¿Recapacitar, y ahora que también secuestrarás a tu padre? —eso no te interesa. Le dijo ella bajando las escaleras y caminando hacia donde estaba Tomás, observando el escándalo, al igual que todos. —Mami, decía Melissa todavía prendida de sus manos. Sé que es para que mi padre esté a salvo, pero… Ella la miró y le sonrió. —No te preocupes, ahora vamos a visitar al abuelo y tú me harás un gran favor.
Mary, Tomás y Melissa llegaron a la casa de su padre, quien los recibió con gusto. Mary le explicó a su padre que corrían peligro y que quería que se fuera lejos un tiempo y se llevara a Melissa con él por su seguridad. —Ella te cuidará. Le había explicado que su padre hace un tiempo sabía de los dones de Mary y lo que ella y su marido hacían por esos niños. Su padre se separó y tomaron sus cosas; Tomás los transportó a un lugar secreto que solo ellos conocían. Luego regresó con Tomás a la casa y le borró los recuerdos del lugar para que no se lo contara a Cris. —¿Qué has hecho, Mary? Le preguntó Cris mientras se preparaba para dormir.
—Estoy haciendo algo, Cris, por el bien de nuestra familia y tú no lo ves. Sé que saliste con Tomás y mi hija, pero solo regresaron ustedes dos. ¿Dónde está Melissa? — Ella está a salvo junto con mi padre en un lugar seguro; no tienes por qué saberlo; están bien. — Amor, de verdad, de verdad, quiero entenderte, pero por favor no vayas a cometer una locura. Piensa en nuestro bebé. Ella se colocó en la cama, arropándose con la manta. — Por qué pienso en él es que hago todo esto, Cris; no quiero estar estresada pensando que en cualquier momento te puede pasar algo a ti o a mi padre o mi hija; necesito estar tranquila para que este bebé nazca, entiende. Cris se quedó sin palabras; no pudo decirle nada contra eso. Solamente la abrasó mientras dormía y esperó que en algún punto recuperara la cordura.
—Ya pasó una semana. Mary, ¿hasta cuando vas a mantener a Cris encerrado? Le preguntó Mónica mientras desayunaban. Todos voltearon a verla y ella suspiró y siguió con lo suyo sin mirar a nadie. —Déjala tranquila. Mónica, es claro que ya perdió la razón. Le dijo Atlas. Ni siquiera nos ha dicho en donde está Melissa. Mónica hizo un gesto de dolor, pero ignoro las palabras de Atlas. — Ya le llevé el desayuno a Cris, está un poco resfriado; ¿Óscar, puedes verlo después? Le dijo Agatha tomando asiento junto a Mónica. —Los niños extrañan a Melissa. Mary, si me pudieras facilitar su número para que hablen con ella de vez en cuando. Mary la observó bajando sus cubiertos. — No es posible; cuando ellos llamen, yo te la comunicaré para que los niños hablen con ella. Atlas rio burlonamente. —Hasta cuándo vamos a soportar esta actitud, Cindy. Le grito Atlas. Ella sabía que solo la llamaban así cuando estaban molestos. Se levantó de la mesa, golpeando con los puños esta. —¿Hasta cuándo? Hasta que me deshaga de tu maldito padre y hermano, eso es lo que quieres oír, Atlas, hasta que no existan más y dejen de correr riesgo ustedes o hasta que decida que para evitarles más dolor tenga que sacrificarme a mí misma con tal de mantenerlos seguros. Él abrió la boca, pero no pudo decir nada, no. Al verla con la mirada agachada y con lágrimas cayendo por su rostro… —Lo considere, considere entregarme para que no los buscaran, pero ahora que estoy embarazada no tuve el valor y… Atlas apretó la mandíbula. —Lo… Lo lamento, Mary; no era mi intención. — Haré lo que sea para cuidarlos, aun si terminan odiándome. Dijo ella saliendo del comedor.
Capítulo 6
Mary entró a la habitación, respiró profundo y miró a Cris sentado en el balcón. —¿Mala mañana? Le preguntó sonriendo. —No te imaginas, dijo ella abrasándolo. — Estaba pensando, Mary, que debemos tomar unas vacaciones en una playa para relajarnos, que te parece. — Nada me gustaría más que eso, amor, ¿estás muy caliente, te sientes bien? Cris tenía las mejillas rojas y su temperatura no bajó de los 40 grados. Mary trató de curarlo, pero no pasaba nada. Llamó a Óscar y Natalia, pero tampoco le bajaron la fiebre. —¿Qué pasa, Mery? Le preguntó Atlas; ella se encogió de hombros. —No lo sé, no es una fiebre común; nuestros dones de curación ya lo hubieran curado. —Es parecida a una que le dio de pequeño antes de manifestar sus dones. Dijo Agatha recostándose a su lado para acariciarle el cabello. —¿Crees que regresen? Preguntó Mónica. — Decía que sentía electricidad en las manos; yo creo que es probable que estén regresando poco a poco. Mary observó a su marido dormido en la cama y se llevó una mano al pecho, pidiendo que eso fuera posible.
Víctor se encontraba furioso y pateaba los árboles maldiciendo. —¿Y a ti qué te pasa? Le preguntó, Rex, que se encontraba con los brazos cruzados recostado en un árbol. — Es Mary; escondió a su padre y a Cris; ahora no podré hacer que sufra antes de atraparla. Él lo observó entrecerrando los ojos. —Padre, tiene razón, estás obsesionado con esa mujer. —Vete a la mierda, tú también me vas a salir con eso, no es obsesión, es venganza; quiero que sufra antes de que sea mía. —El problema empezó cuando, padre, te eligió a ti para ir por ellos; si yo lo hubiera hecho desde un principio, esto no estaría pasando, niño. Víctor fue hacia él con las manos en los bolsillos.
—Y como pensabas hacerlo desde tu camita, él no iba a arriesgar a su hijo favorito. Rex le sonrió macabramente. —¿Celos hermano? Víctor chasqueó la lengua. — Nunca tuve celos de ti; ya sabía que entre tú y Marcus mi padre te elegiría siempre; me alegré al saber que había elegido a Marcus como sujeto de pruebas y no a ti; debo de admitir que tu poder me aterra más que el de Mary. —¿Es por eso que no quieres que Padre me envíe a mí para capturarla? Víctor lo observó intranquilo. — ¿Si eso llegará a pasar, me juras que no le harás daño? Rex miró a Víctor pensativo por un momento.
—Claro, hermanito. Le dijo sonriendo y acariciando su cabello. Te prometo que no la mataré, pero no te aseguro que no salga dañada si opone resistencia. Víctor se apartó de él frunciendo el entrecejo. —Con eso me basta, que bueno que elegiste otro corte de cabello. Le dijo Víctor ladeando la cabeza. Te parecías mucho a Marcus antes, y la verdad, no soporto ver su rostro. — Somos gemelos que esperabas, pero este me favorece más; mi padre me mostró los videos de esa mujer; es impresionante; ya quiero conocerla.
Es aburrido no tener con quién demostrar todo mi poder y tengo la impresión de que me voy a divertir mucho con Mary; su sangre es tan poderosa que logro despertarme de mi coma. Tranquilo, hermanito, no pongas esa cara, mi interés en esa mujer solamente es aprender y si le absorbo todos esos poderes que tiene… Decía Rex moviendo los dedos sobre sus brazos. —Eso no la matará. — NO. Solo la dejaría sin habilidades o pocas, ya que es muy fuerte y no creo poder soportar tanto poder, pero veremos; en fin, padre quiere hablar con nosotros ahora mismo. —¿Todo está listo? Preguntó Víctor. —así es, dijo Rex con una sonrisa amplia. Es hora de que disfrute este mundo de nuevo.
Cris despertó después de haber dormido todo el día y la noche. Su esposa estaba a su lado. Adormitaba en el sillón junto a la cama. Él le sonrió al verla tan tranquila. —¿Cris, como te sientes? Dijo ella frotándose los ojos. — Bien, un poco desorientado, pero ya no tengo fiebre, es lo bueno. Ella lo observó. —¿Sientes algo nuevo o diferente? — No, cariño, a qué viene esa pregunta. Mary suspiró.
—No es nada, solo me preocupaba, vamos a desayunar. Cris levantó la ceja.
—¿Me sacarás de este lugar? Ella se puso de pie abrasándolo. Extendí el campo a toda la casa, así que no podrás salir, Cris, puedes ir donde quieras menos al exterior. Eres cruel con tu marido, Mary. Dijo a Cris y la besó. Bajaron juntos al comedor y todos estaban contentos al ver a Cris junto a ellos.
—Así que la paranoia de la señora cesó. Dijo Atlas sonriendo. —Es más grave de lo que crees, hermano. Le contestó Cris. —Cariño, deberías de ir a la arena de entrenamiento con Tomás para que entrenes un poco; no debes descuidar tus funciones físicas. Cris la miró confundido y ella le hizo una mueca con los ojos a Tomás. —Sí, Cris, deberías mantenerte en forma para bajar esa panza cervecera. Atlas dejó salir jugo por las fosas nasales y todos rieron. Mary miró a Tomás y este se encogió de hombros. —¿Dices que estoy gordo y panzón? Cariño de verdad. —No, amor, no estás gordo, pero es bueno que no te descuides; ve con Tomás y gánales a unas luchas; así te mantendrás distraído. —¿O no puedes conmigo, viejito? Lo desafío tomas. Cris se puso de pie y tomó al niño del brazo. —Ya veremos quién es el viejo. —Esto no me lo pierdo —dijeron los demás y fueron tras ellos. Mónica, Atlas y Agatha miraron a Mary que sonreía. —¿Y tú qué pretendes? Le preguntaron. —Mientras dormía Cris, trate de acercarme a él para dormir juntos, pero me arrojo fuera de la cama. —Espera, ¿quieres decir que te desplazo de su lado? Dijo Atlas abriendo los ojos más y más. Mary asintió con su sonrisa más amplia. —Están regresando; sus dones regresan. Se los dije, fue lo que dijo Agatha sonriendo.
—¿Alguna idea? Le preguntaba Víctor a su padre mientras que este lo miraba de reojo. —Sí, estuve pensando en varias, tenemos que hacerlo ahora mientras Cristopher se encuentra frágil. —Pero, ¿cómo los sacaremos de ese lugar? Preguntó Rex curvando los labios. El profesor le, dedicó otra sonrisa macabra a sus hijos y chasqueó los dedos. Dos criaturas que no parecían humanas del todo ingresaron al lugar con una jaula para osos. Víctor tragó en seco al ver lo que estaba dentro de ella. —Pero padre… cómo. —¿Cómo? Pues haciendo tu trabajo a veces pienso, hijo, que tú te contienes demasiado; estás tan segado por esa mujer que no haces lo que tienes que hacer. Víctor dirigió la vista hacia Rex. —¿Lo sabías, es por eso que estabas muy tranquilo? —claro que lo sabía, hermanito, yo personalmente la traje aquí, es muy fuerte la condenada, pero logré domarla absorbiéndole los dones. Víctor lo miró parpadeando. —¿Está muerta? Rex puso en blanco los ojos. —Por supuesto que no, solo dormida, le dimos un sedante fuerte; seré lo que quieras hermano, pero no asesino niños indefensos, y como está belleza, ¿es muy linda? no. Se puso frente a su abuelo como escudo y no vi ni una gota de temor en sus ojos.
¿Me la puedo quedar cuando termine esto? Sería una buena colega. —Ya dejen de hablar estupideces, Víctor, encárgate de la hija de esa mujer, enciérrala y ponle una trampa. Que Rex te ayudé, no es que no confié en ti; es solo que te pones muy idiota al estar cerca de Mary. Víctor no dijo nada, se acercó a la jaula y sacó a Melissa en brazos; la llevó a una habitación en un lugar apartado del laboratorio principal, un lugar que había preparado exclusivamente para retener a Mary. Rex miraba a la niña mientras dormía tranquila y acariciaba su cabello. —¿Y tú desde cuando tan paternal? Le preguntó Víctor. Él sonrió suavemente y Víctor frunció el entrecejo pensativo. —Como sea, esto es perfecto; podremos atraer a Mary; ¿no me gustaría sacrificar a la pequeña, pero si no tenemos de otra? Se decía Víctor pensativo. Rex se puso de pie rápidamente y tomó a Víctor por el cuello, azotándolo contra la pared. —Si le pones una mano encima a Melissa te mato. Le dijo Rex furioso; luego lo soltó; Víctor se tomaba el cuello confundido. —Qué demonios te pasa. Le gritó jadeando. ¿Qué más te da lo que le pase a esa niña? Rex regresó al lado de Melissa y continuó acariciándole el cabello. Víctor lo observó y luego a Melissa, y abrió los ojos como platos.
—Hijo de… ¿Ella es la hija de esa mujer, verdad? Ya decía yo que su cara y su cabello me parecían familiares; esa niña es la hija de tu novia, por la que quedaste en coma. ¿No es así? —Así es, dejé a la niña en ese convento para que la cuidaran. Yo iba a regresar por ella después, pero su madre me encontró antes y… tú ya sabes. Rex sonrió apesarado. La amaba tanto, pero estaba loca, las drogas la enloquecieron y estaba fuera de control. Melissa solo tenía dos años cuando la abandoné. —Bueno, eso es una novedad, hermano, pero no te tienes que hacer cargo por la hija de otros; además, ahora es hija de Mary y ella fue feliz… Ya deja de mirarla así, no podré cumplir con el plan si la sigues mirando como si fuera tu hija. —La miró de esta manera, Víctor, porque ella sí es mi hija. —¿Espera, biológica dices? —así es, si padre se enteraba me la quitaría; es por eso que no le dije a nadie. Rex se puso de pie y miró a Víctor a la cara frente a frente con la mirada más macabra que Víctor jamás le había conocido. —Y espero que siga siendo así, me escuchaste, él no se puede enterar de que Melissa es mi hija y tú te vas a encargar que no le pase nada o el que me las pagará serás tú. Víctor observó a la cama y llevándose las manos a los bolsillos suspiró. —¿Con qué una sobrina no es así? No creo que yo le sea de su agrado, pero está bien, Rex; te ayudaré a mantenerla a salvo al cabo que lo que nuestro padre quiere no la incluye; pero a cambio dame la vida de Cris y yo mantengo a salvo la de tu hija. —Eso no será problema, haz lo que tengas que hacer para atraer a esa mujer y de lo demás me encargo yo. —De verdad hermano, que sabes fingir bien delante de mi padre, yo no tendría el valor para hacer tal cosa. Dijo Víctor retirándose de la habitación. Espera un momento. ¿Qué pasó con el padre de Mary? Rex le sonrió sin apartar la mirada de la niña. —Cómo ignorar las súplicas de un ángel. Fue lo único que contestó.
Capítulo 7
Mary miraba por los monitores los entrenamientos de Cris y Tomás. Nada. Cris no presentaba nada de poder, tal vez lo hacía inconsciente o tal vez se estaba reprimiendo. Mery se lo preguntaba los tres días que había esperado en ver algo, alguna señal. Respiró profundo y se marchó al estudio a seguir con el papeleo; su padre no le había llamado esa semana y eso le pareció un poco extraño, ya que habían quedado en que le marcaría sin falta. Atlas abrió la puerta del estudio bruscamente. —¡Mary, ven rápido a la sala! Le dijo entre jadeos. Ella se paralizó un momento antes de seguir a Atlas escaleras abajo; su padre se encontraba sentado y todo vendado en la esquina del salón. Se llevó una mano al corazón y le dio miedo preguntar lo que su corazón ya le había contestado. —¿Papá, donde está mi hija? Cris corría cansado y jadeando por el entrenamiento.
—¿Qué pasa, Harry, donde está Melissa? —Lo siento, hija, ella y yo estábamos paseando un momento cuando un hombre nos atacó, ella se puso en frente para protegerme, pero unas cosas horribles, unas criaturas me capturaron, ella peleó con esas cosas y las detuvo, pero ese hombre apareció de la nada y Melissa ya no pudo usar su poder, era como si se lo hubiera quitado, casi me mata, pero la niña le suplicó que no lo hiciera y se la llevó dejándome herido. Unas personas me ayudaron y cuando estuve mejor para volar tomé un vuelo de regreso y acabó de llegar. Mary estaba pálida. Calló al suelo sin expresión. Miró a Cris que apretaba la mandíbula y los puños. —Es mi culpa, todo esto es mi culpa. Se decía ella en susurros. —No, hija, lo único que querías es protegernos; esto no es tu culpa. —El teléfono del estudio sonó; Mary corrió hacia arriba para contestar.
—¿Tú la tienes verdad, desgraciado? Dijo ella con voz amenazante. —Buenas tardes, cariño; sería lo adecuado en estos casos. Dijo Víctor riendo entre dientes. Melissa gritaba por el otro lado de la bocina. —Espera, no le hagas daño, por favor; Víctor es solo una niña, por favor. —Así me gusta más relajadita, Mary. Cris ingresó en el estudio y serró la puerta. —¿Es él, verdad? Le preguntó a Mary sin expresión en su rostro. Ella asintió. Dame el teléfono. Ella se lo entregó casi entre lágrimas. —Víctor, el trato será entre tú y yo; deja a mi hija y a mi mujer fuera de esto, que quieres para soltar a Melissa. —Tú ya no me puedes ofrecer nada, Cris, bueno, sí, dame tu vida a cambio de tu hija. —¿Y tu padre? —esto no tiene nada que ver con mi padre; lo único que quiero es que tú desaparezcas, tu vida y Melissa regresa con su madre. Cris Río, y tú crees que me engañas; yo no caeré en tus trampas. Víctor, déjate de juegos y dime qué deseas.
—Bueno, lo tenía que intentar, sabes lo que quiero, Cris, a Mary y a los gemelos y verte muerto, por supuesto, eso es lo que quiero. —Estás loco, obsesionado. —¡que no es obsesión! Grito Víctor y se escucharon los gritos de ayuda de Melissa al fondo. Si no vienes tú y tu esposa a rescatar a su hija a la dirección que les daré mañana, la torturaré hasta que ese cuerpecito ya no se mueva, dijo Víctor y colgó el teléfono sin antes dejar que Cris escuchara los gritos de Melissa que se escucharon hasta donde estaba Mary sentada. Ella comenzó a llorar y Chris se quedó paralizado con el teléfono en la mano. —Ve a bajo por favor. Le ordenó Cris a Mary con la voz más fría que ella jamás le había escuchado. Cuando ella bajó las escaleras, una explosión estallo todo el estudio y miles de astillas cayeron.
Apenas le dio tiempo a Atlas en cubrir a todos con su campo de fuerza. Mary saltó hacia arriba, ya que parte de las escaleras no estaban, y le gritó a Cris; este estaba cubierto por su escudo sobre el poco suelo que quedaba en pie. Él la miraba jadeando con los ojos bien abiertos; ella se acercó poco a poco y negó con la cabeza; él cerró los ojos y suspiró. Ella cubrió el lugar con hielo para apagar las llamas y regresó abajo junto a Cris. —Qué bueno que estén bien, discúlpenme; no me pude contener. Atlas, entre lágrimas, lo fue a abrasar junto a Mónica, Tomás y Camila. Él les sonrió y luego los miró seriamente ellos asintieron, miró a Mary luego a su vientre. —No. Ni lo pienses. Dijo ella, yo también voy con ustedes. El suspiró. Entonces tendremos que armar un buen plan y bien sólido, ya que solo tendremos esta oportunidad. Atlas, sígueme; te entregaré el brazalete.
—Ya era hora. Dijo este sonriendo. —Oscar esta revisando a mi padre ¿Qué aremos Cris? —es claro que es una trampa, a el no le conviene hacerle daño a Melissa por ahora así que quédate tranquila. —pero la escuchaste gritar estaba desesperada. —esa no era nuestra hija Mary, estábamos tan conmocionados que no nos detuvimos a pensar un momento, pero al final me di cuenta que esa no era Melissa; ella no hubiera gritado así. Es claro que a quien quiere es a ti, no te expondré ni a nuestro bebé pero tenemos que hacer algo para que baje la guardia y ganar tiempo.
—¿tienes un plan verdad? Cris le sonrió. Es un poco arriesgado pero si sale bien…—pero ellos tienen criaturas escuchaste a mi padre. —tal vez dijo Cris riendo más ampliamente, pero no tienen a alguien tan maravillosa con ellos. Mary sonrió. —ahora entiendo, ¿crees que él aceptará. —tendrá que hacerlo, es nuestra única oportunidad amor.
Tomás se encontraba dando vueltas por la habitación de un lado a otro. —no. definitivamente no lo acepto. Dijo este sacudiendo las manos. Atlas se encogió de hombros. —se los dije se iba a poner como loco. —así. Porque no mandamos a Mónica a ver cómo te pones. Le gritó este. Atlas le sacó la lengua. —ya basta, es en serio Tomás, solo Camila lo puede lograr. —¿tú estás de acuerdo con esto Mary? Le preguntó Tomás sentándose a su lado.
—claro que no, pero no dudo de las capacidades de tu hermana y es muy rápida cambiando, ha mejorado demasiado. Tomás miró a su hermana a los ojos. —pero si le pasa algo yo me muero. Ella le colocó una mano sobre el hombro. Y luego Mary lo toco a él proyectando las palabras de ella para que Tomás la escuchara. —estaré bien hermanito, soy muy fuerte y estoy más que lista ¿acaso no te lo he demostrado? —a Tomás se le hizo un nudo en la garganta y las lagrimas cayeron de sus ojos. —hace años que no escuchaba tu voz. —Mary y yo emos practicado para poder hablar con tigo. No hay tiempo Tomás, tenemos que pensar en Melissa y el bebé ahora. Él la abrasó. —esta bien que lo haga, pero hay que repasar bien el plan no quiero errores, dijo secándose las lágrimas. —bien, dijo Cris solo hay que esperar que llamen y comenzaremos. —¿pero no le diremos a Agatha de esto? Preguntó Mónica.
—no hay que preocupar a mi madre con esto. Dijo Cris. Ella y los niños estarán bien en la casa del refugio hasta que los gemelos aprendan a controlarse, ella les enseñará y no hay manera de que los encuentren en ese lugar, así que mantengan sus metes protegidas se los pido a todos.
—¿De dónde sacaste esos gritos, Víctor? Le preguntó Rex mientras le preparaba un emparedado a Melissa. —Grabaciones, a mi padre le encantan. —¿Y sabes en donde los citaremos? No puede ser aquí, si destruyen también este lugar, ahí si te mata, padre.
—Tienes razón, estaba pensando en el anterior laboratorio, es un lugar que ya conocen y será más fácil. —Bien, arregla todo para mañana y mientras le daré de comer a la linda Meli. —Mi padre dijo que me ayudaras y yo estoy haciendo todo, Rex. —A ti es quien le interesa esto y a mi padre, lo que yo buscaba ya lo tengo, así que solo me encargaré de lo que me toca, no molestes. Maldito, infeliz, decía Víctor mientras se alejaba. —Hola, preciosa, ya despertaste.
Te traje un emparedado de jalea y maní, espero que te guste. Le dijo Rex a Melissa, colocando el plato en la mesita de noche. La niña se apartó, colocándose al otro lado de la cama. Lo miraba con odio. —No te asustes, Melissa; no te haré daño. —Lastimaste a mi abuelo y me secuestraste; aparte de que estás con Víctor, él mató a mi tía Ana y mis amigos, ¿cómo quieres que te crea que no me aras daño? Le dijo ella a la defensiva. —Está bien, te entiendo y tienes toda la razón; eres una niña muy lista al igual que tu madre. Le dijo Rex sonriendo suavemente como recordando algo. —Mi mami y mi papi vendrán por mí y te harán daño, tanto que no regresarás por más. —Él no es tu padre y ella no es tu madre, Melissa. —Sí, lo son, gritó ella. Ellos me adoptaron y me cuidaron y siempre han estado para mí. Me cuentan cuentos antes de dormir y no dejan que nada me pase. Rex la miró triste, pero no dijo nada.
—Come o tendrás hambre a media noche; te traeré jugo. —¡No lo quiero; llévame con mi familia! Le gritaba ella. Llévame con mi papi. —¡Él no es tu padre, ya te lo dije; tu padre soy yo! Melissa abrió la boca, pero la serró al ver que Rex regresaba a la cama y tomaba asiento. —Tu padre soy yo, volvió a decir, agachando la cabeza con la voz entre cortada. Solo quería protegerte de mi padre, por eso te dejé en ese lugar. Planeaba regresar por ti, pero tuve un accidente y estuve dormido por muchos años hasta que me desperté hace poco. Cuando supe que el hijo de Agatha te había adoptado me alegré; siempre me había caído bien y sabía que no te iba a hacer daño, pero… Pero eres mi hija. Melissa ladeó la cabeza y miró a ese hombre grandote y fuerte llorando frente a ella… —Sí, de verdad eres mi papá; ¿me dices cómo era mi madre? Le preguntó ella, acercándose un poco. —¿Tu madre? Preguntó Rex levantando la cabeza. —Sí. Yo no sé cómo, pero la recuerdo bien, me acuerdo de su rostro y de su pelo. Rex sonrió y sacó una fotografía de su cartera.
—Haré algo mejor, dijo, te la mostraré. Melissa se acercó poco a poco curiosa por la fotografía en las manos del gigante. En ella estaba Rex, una mujer de cabello rizado y rubio castaño con los ojos azules y un lunar cerca de su nariz. Cargaban una niña de un año. A la niña se le iluminaron los ojos al ver a su madre. —Sí. Ella es mi mamá, ese es su lunar y esa soy yo. Le dijo a Rex contenta. Luego subió la mirada hacia Rex. —Entonces si eres mi papá. Le dijo sorprendida. Él asintió sonriendo. Ella retrocedió dos pasos. —Aun así, estás con las personas que matan a niños como yo, eres malo y le quieres hacer daño a mi madre. Le dijo apretando las manitos en un puño. No te lo voy a perdonar si le haces daño a mi familia. Jamás te voy a querer. Si de verdad me quisieras me dejarías con las personas que me cuidan y no con el profesor que convierte a personas como nosotros en experimentos. Rex la miró sorprendido por la valentía de su hija. —Pero yo… Víctor lo interrumpió antes de que terminara de hablar. —Come, Melissa, por favor, come, dijo este antes de retirarse. Melissa tomó la fotografía de la cama cuando Rex serró la puerta y sonrió, luego tomó su emparedado y entre sollozos dijo con su voz cantarina: —Está rico.
Capítulo 8
—Bien, ya repasamos el plan toda la noche, ahora a concentrarnos; no tardan en llamar. Decía Cris sonriendo. Los demás tienen que estar pendientes en el cuarto de controles para desactivar el escudo en cuanto nos miren afuera. —Amor, ¿segura que lo puedes hacer? —claro, dijo Mary, es pan comido. El teléfono sonó y Cris contestó. —Bien, Cris, escucha, porque sé que eres tú. Claro, nos encontraremos en el lugar del antiguo laboratorio que ustedes destruyeron. En una hora, te daré a la niña; si te entregas, Cris, no puedes hacer nada. —Está bien, Víctor, ahí estaré y no le hagas daño a Melissa y te advierto nada de trucos y podrás hacer conmigo lo que quieras. —Bien, es un trato. Dijo Víctor colgando. Listos, tenemos una hora; Tomás empieza el plan; será en el lugar que destruimos hace unos meses. Es mejor, me lo esperaba, Mary, sabes qué hacer ahora. Todos en sus puestos. Atlas, Tomás, Mary, Camila y Cris salieron fuera del campo de protección. Él los transportó al lugar; había un enorme cráter en medio de la montaña donde había estado el laboratorio. Cris suspiró recordando ese día. —¡Mami! Escucho que gritaban en el centro del cráter. Se acercaron y Cris se quedó impresionado al ver a Marcus al lado de Víctor, y sostenía a Melissa en los brazos. —¿Marcus? Dijo Cris con sorpresa. Rex, Río. —No soy él. Dijo con su voz gruesa. Me llamo Rex y Marcus era mi gemelo. Tú debes ser Christopher, has crecido. Tú no me recuerdas, pero yo sí te recuerdo a ti. Te miraba a través del vidrio cuando padre experimentaba contigo; siempre me impresionó tu fuerza ¿y Agatha? La extraño mucho. Fue una buena madre. —Ella no te menciona. Le dijo Cris sonriendo. —Por supuesto que no, creyó que había muerto al igual que muchos. —Bien, ahora entrégame a mi hija. Ya estoy aquí, los dos estamos aquí, dijo mirando a Mary con lágrimas en los ojos. —¿Y qué pasa, cariño, tú no dices nada? Le preguntó Víctor a Mary. —Solo siento ganas de atravesarte la garganta. Dijo está con odio, y unas llamas salieron de sus manos. Víctor tomó a Melissa. —Cuidado con lo que haces, Mary. Ella dio un paso hacia atrás. —Atlas, hermanito, ¿no quieres venir con nosotros, así conocerás a Rex? Es encantador. Atlas chasqueó la lengua. —No me llames así, solo entrega a la niña y déjate de juegos. Dijo este cruzando los brazos y con gesto de desdén. Rex rio a carcajadas. —Este sí parece familiar mío, no como tu gallina. Le dijo a Víctor. —Ya basta, gritó Víctor. Melissa se retorcía en sus brazos y lo estaba pateando. —Suéltame tonto. Le gritaba la niña; Rex solo se reía. —No es gracioso, idiota, tómala. Le dijo Víctor y Melissa lo mordió. Él la soltó para correr hacia Cris.
—Papi, gritó ella. No vengas; es una trampa. Cuando ella corrió al centro del cráter, unas criaturas salieron del suelo. Una de ellas estaba a punto de atacar a Melissa, pero Rex la detuvo antes de que la mordiera. ¡Atlas!, gritó Cris y él estaba sujetando a Melissa y en otro segundo estaba con ellos ahí mismo. Rex miró a la niña aliviado y una de las bestias le mordió el brazo… ¡Papi! Volvió a gritar Melissa y Rex sabía que no era a Cris, así que tomó la bestia entre sus manos y de un parpadeo la despedazo. Las bestias estaban descontroladas; no reconocían a Víctor ni a Rex; se fueron contra los chicos. Mientras Tomás resguardaba a Melissa, Cris peleaba con una, su poder no había regresado del todo, pero se defendía. Atlas acabó con cuatro de un solo golpe. Víctor aprovechó la confusión y fue tras Mary, pero para su sorpresa no era ella; era Camila que se había vuelto a transformar. —Me engañaron, gritó Víctor. Camila se transformó en Tomás y mandó a volar a Víctor de un golpe.
—Debemos irnos, gritó Atlas. —No podemos dejar estas criaturas vivas: pueden lastimar a las personas. Le gritó Cris. Tomás lleva a tu hermana y a Melissa a casa; nosotros acabaremos con estas cosas. Le ordenó Cris. Tomás asintió y tomó a las dos y desaparecieron. —Muy bien, dijo Atlas tronándose el cuello, hora de la diversión. Cris levantó las cejas al ver a su hermano acabar con esas bestias como si fueran mosquitos. Observó delante de él a Víctor convertirse en águila para salir huyendo; pero en eso una bola gigante de hielo lo golpeó y lo hizo caer. —¡Mierda! Dijo Cris y corrió donde se encontraba Mary. Iba directamente hacia Víctor. —Amor no vale la pena. Le dijo Cris, ya basta, no te puedes arriesgar; Melissa ya está a salvo. —No puedo, Cris, ahora que lo tengo aquí frente a mí no lo puedo dejar ir. Cris observó a Atlas que había acabado con el último de las bestias. —¡Saca a Mónica de aquí! Le gritó a Atlas; él rápidamente la tomó del brazo sin preguntar se desvaneció con ella. Cris buscaba a Rex, pero no lo veía por ningún lado. Luego observó los ojos de su esposa llenos de odio; Víctor estaba en el suelo. —¿Vas a matarme? Le dijo él sonriendo. —Tú qué crees —le contestó ella con la voz vacía de expresión. —Te convertirás en una asesina. Mary no dijo nada. —Amor, lo haré yo. Dijo Cris. ¿Me escuchas, lo haré yo? Ella lo observó y se relajó un poco. Víctor sonrió con malicia. —¿No te han dicho que no hay que bajar la guardia? Dijo él y unos picos de hielo atravesaron el abdomen de Cris, este gritó de dolor y Mary abrió los ojos y elevó a Víctor mientras rompía sus huesos uno por uno. Alguien la tomó de los hombros y Mary dejó caer a Víctor al suelo. —Suéltala. Decía Cris casi sin aliento. Atlas apareció en ese momento y golpeó a Rex con tanta fuerza que lo mandó a volar. Tomó a Mary y Cris y se los llevó de ese lugar. Rex río limpiándose el rostro. —Sorprendente. Dijo mientras levantaba a Víctor del suelo. —Eres patético, le dijo él mientras lo sanaba. Al entrar a la casa, Mary, Óscar y Natalia curaban a Cris, quien seguía sangrando menos. Mary respiraba con dificultad, así que tuvo que parar de ayudar a Cris. —¿Estás bien, le preguntó el preocupado? —No lo sé, le contestó ella, me siento extraña, creo que ese Rex puede absorber los poderes. Sentí como mi poder se salía de mi cuerpo. Cris se incorporó más preocupado. —¿El bebé? Mónica se acercó a Mary. —El bebé está bien, no te preocupes. Él asintió; Melisa se acercó a ellos. ¿Lo mataron? Les preguntó con su voz quebrada. —¿A quién? Preguntó Cris. —A Rex dijo ella frotándose las manos. —No cariño, él está vivo. A ella le cambió el semblante y abrasó a sus padres. Mary la observó extrañada por la pregunta; luego miró a Cris. —Luego te cuento, le dijo él sin hacer ningún sonido con los labios. Ella sintió y abrasaron a la pequeña.
—Estás hecho un despojo. Le dijo Rex a Víctor. Sabes que ahora, si, padre te mata, acabamos con la mitad de sus criaturas de caza y aparte de no traerle a Mary, perdimos a Melissa. Víctor lo miró con rabia mientras hacía muecas de dolor.
—A la mierda con mi padre, ya estoy harto de él y de sus inventos; ese viejo lo único que hace es estorbarme en lo que quiero hacer; ¿no sé por qué estás tan sonriente si se llevaron a tu hija? —Pues querido hermano, la diferencia entre tú y yo es que yo sé pensar con la cabeza, en cambio, tú piensas con lo que tienes entre las piernas. La energía que le absorbí a esa mujer me va a servir más adelante; por Melissa no te preocupes, ella solita vendrá a mí. —Eres un maldito, donde estabas, Mary, por poco me mata. —Estudiaba al enemigo, hermano, además, te salvé, no te quejes. ¿Qué quieres hacer? Es verdad cuando te digo que si padre se da cuenta… demonios, ya lo sabe y se dirige hacia aquí. Víctor se levantó del sofá con dificultad. —Bien, no queda de otra, mátalo. —¿Estás seguro? Es nuestro padre. —Él nunca fue nuestro padre Rex; nos trató como creaciones a las cuales utilizar, ¿recuerdas al doctor Frankenstein? Su creación terminó aniquilándolo porque se reveló, pues eso haremos ahora al revelarnos ante nuestro creador. Solo tú tienes el poder para aniquilarlo por completo, Rex, tú y Atlas, así que hazlo. Rex se encogió los hombros y sonrió. —Bien, hermano, seré el monstruo de Frankenstein, así probaré los exquisitos dones de Mary. El profesor se acercó a ellos furioso, pero antes de que pudiera decir una palabra, Rex lo envolvió en un campo de fuerza y poco a poco serró su puño hasta convertir a su padre en polvo rojo de sangre.
……..
A la mañana siguiente, todos estaban alegres por el regreso de Melissa; ella contenta abrazó a su abuelo, agradeciendo que estuviera a salvo. Cris no dejaba de observar a la niña, mientras que Mary no dejaba de observarlo a él. —¿Al fin me dirás lo que pasó? Le preguntó ella mientras estaban en el dormitorio.
—¿Con que? Preguntó Cris mientras se acomodaba en la cama. Estás muy atento a Melissa desde que llegamos de rescatarla; me dijiste que me contarías luego, pero te dormiste. Cris suspiró mirando el techo de la cama. —Cuando estábamos en ese lugar, Melissa estaba en los brazos de ese Rex, pero se miraba relajada; cuando la tomó, Víctor comenzó a inquietarse; luego, cuando la criatura casi la muerde, Rex la salvó y… Cris hizo una pausa para sentarse. La mirada que él tenía de Mary era de miedo, miedo auténtico cuando la vio en peligro; después, cuando la bestia esa lo atacó, ella gritó, papi, pero no fue a mí, se lo dijo a él. —¿Qué es lo que quieres decir, Cris: a nuestra hija le dio el síndrome de Estocolmo? Seguramente te lo dijo a ti, pero en la confusión, y con lo de ese Rex no les convenía que le pasara algo a ella, debes relajarte, Cris.
Cris la miró por un largo minuto y luego sonrió. —Creo que tienes razón, es solo que estaba muy preocupado por ella; a propósito, ¿cómo sigues tú? —Mis fuerzas no son como antes, absorbió una gran cantidad, pero estaré bien. Lo mismo le pasa a Melissa, no te preocupes, regresarán tarde o temprano. Ahora solo estaba preocupada por ti, pero ya que los recuperaste me siento aliviada. —Bueno, no están al máximo, pero van bien. Ese Rex es extremadamente peligroso. Tenemos que tener cuidado con él. —Lo que me da rabia es no haber acabado con Víctor en ese momento. Le dijo ella apretando los puños. Cris rio entre dientes. —Tú tranquila, lo dejaste bien lastimado; no creo que quiera venir por más en un tiempo. ¿Sabías que Marcus tenía un gemelo? —él me mencionó en una ocasión que tenía otro hermano pero había muerto. Tal parece que su novia se volvió loca de tantas drogas que su padre le dio para aumentar sus poderes, así que ella se reveló y terminó con la vida de los dos.
—Entiendo, no es algo que quieras contar; tal parece que muerto no estaba; pero Atlas demostró un gran control con el transmutor. Fue sorprendente. Decía Cris sonriendo. En eso la puerta se entreabrió y Melissa asomó la cabeza. —¿Puedo hablar con los dos, por favor? Dijo ella con su voz entrecortada. Cris y Mary miraron a la niña intranquilos, pero asintieron. Ella se acercó con la fotografía en sus manos, se acomodó en el centro de la cama y le mostró la fotografía a Cris, quien al verla se paralizó. Mary se la rebató de las manos y se llevó una mano a la boca cuando la vio. —¿Quién te dio esto, Melissa? Le preguntó Cris. —Rex me la mostró; me dijo que yo era su hija. Cris y Mary se miraron fijamente y luego a la niña, que comenzó a contarles lo que le había dicho Rex. —¿Y tú, mi amor, qué piensas de eso? Le preguntó Mary a la niña. —Yo estoy feliz de tener una fotografía de mi mamá, pero le dije a ese señor que si los lastimaba a ustedes no lo querría, se portó muy bien conmigo y siempre estaba cuidándome de los soldados y de Víctor…
La niña sacudió la cabeza. Ahora ustedes son mis padres y yo los amo y no quiero vivir lejos de ustedes, pero… sentí tristeza cuando él lloraba y me contaba de mi mamita; si tan solo fuera buena persona, pero está con los malos. —Está bien, cariño, te protegeremos siempre de quien sea; me escuchas, deja que tus padres se encarguen de este asunto, Melissa, y te prometo que será lo mejor para ti. La niña asintió. —Yo creo que él puede cambiar, papi, no le hagan daño, por favor. Mary le sonrió y le dio un beso en la frente. No te preocupes, Melissa, nunca haría nada que te lastimara; ahora ve, tengo que hablar con tu padre. La niña salió de la habitación más tranquila, lo contrario a Mary y Cris, que solo esperaron a que esta serrara la puerta para que comenzara el dolor en sus corazones. —¿Vendrá por ella, no es verdad? —así es Mary, sabía que algo no estaba bien… Decía Cris apretando los dientes. No se la entregaremos; ella es nuestra hija y sabes lo que pasaría si cae en manos de su padre; por más que quisiera protegerla, no podrá hacerlo; por el bien de ella tenemos que… —Pero le prometimos que no lo lastimaríamos. Cris sonrió despectivamente. —Tú se lo Prometiste, yo no he dicho nada, no dejaré que se acerque a mi hija; Melissa es mía, yo la rescato, yo la cuido, ella es mi hija y no se la llevará. Mary asintió: Esperemos no llegar a eso, Cris, si es verdad que él la quiere, creo que no querrá que corra peligro y hará lo correcto. Cris suspiró. —Tienes razón, me dejo llevar por los celos. Mary sonrió. —Ven, papá Oso, te mostraré un poco de cariño para que te relajes. Cris levantó la ceja mientras Mary alargaba sus uñas y afinaba su mandíbula, dejando ver unos colmillos al sonreír. —Bien, vamos a jugar a la vampiresa, eso me gusta. Dijo él tomándola de la cintura. —Esta vampiresa está hambrienta y ahora te haré olvidar todo por una noche, mi amado.
Capítulo 9
Víctor reía mientras daba instrucciones nuevas a las tropas que estaban a sus órdenes, ya que su padre había desaparecido para siempre a manos de Rex. Él sabía perfectamente cómo actuar con ellas, ya que era quien se encargaba de los experimentos junto con el profesor, así que conocía el funcionamiento del lugar. —¿Y tú, a donde crees que vas? Le preguntó Víctor a su hermano. Este giró hacía él. —Y desde cuando tengo que darte explicaciones a ti, Víctor, ya tienes lo que querías, me deshice del estorbo para que consiguieras tu objetivo; yo haré lo que me dé la gana, así que no te interpongas en mis asuntos. Víctor relajó la mirada. —Haz lo que quieras, Rex, solo no te olvides que tenemos una misión. Me prometiste ayudar. —Te ayudaré, hermano, pero mientras tanto déjame arreglar unos asuntos, tú haz lo que tengas que hacer y cuando me necesites ahí voy a estar. Dijo este dirigiéndose a la salida. —Qué fastidio. Dijo Víctor regresando a sus labores: Más me vale dejarlo tranquilo o, si no, terminaré como el viejo, que haga lo que quiera por ahora hasta que todo esté listo.
—Ya pasó una semana, hija, tengo que regresar a la casa. —No, papá, trabaja desde aquí como hasta ahora; el estudio ya va a estar listo pronto; no quiero que te pase nada. —No insistas, Mary, es mi casa, son nuestros negocios, no los puedo dejar, además, Cris regresará a trabajar conmigo, él me protegerá. Mary miraba a Cris y este asintió. —Harry ya tomó la decisión, cariño, yo me ocuparé de él. Ella suspiró y le dio un beso en la mejilla a su padre; él la abrazó y también a la pequeña Melissa. —Quédate tranquila, Tomás Atlas y yo lo dejaremos en su casa y revisaremos para que nada esté fuera de lugar antes de regresar.
—Bien, padre, cuídate.
Mary estaba ayudando con la reparación del estudio, cuando bajó las escaleras observó a Rex sentado en la silla del salón. —¿Es una residencia muy bonita? Dijo él poniéndose de pie; ella se paralizó al pie de la escalera al ver a Melissa que venía entrando por la puerta, encontrándose frente a él. La niña no se inmutó para nada; al contrario, lo miró seriamente. Él se acercó y Mary de la nada ya estaba junto a Melissa. —¿Qué haces aquí, cómo lograste entrar? Dijo ella con la respiración entrecortada. —tranquila, Mary, vine en son de paz; traigo un regalo para mi hija, hoy es su cumpleaños. —¿Mi cumpleaños? Dijo la niña saliendo de detrás de su madre. —así es. Dijo Rex sonriendo. —Pero falta un mes para mi cumpleaños. —seguramente te lo celebran ese día, pero hoy es el día en que naciste, princesa; es por eso que te lo he traído. La niña miró a su madre y ella miraba a Rex con los ojos entrecerrados. Luego miró a Rex de nuevo. —¿No has venido a hacerle daño a mi familia, verdad? —claro que no, hija mía, solo te he venido a felicitar y decirles la fecha correcta para que los siguientes cumpleaños los celebren bien. La niña volvió a mirar a Mary; esta le asintió con la cabeza y ella sonrió dirigiéndose a la gran caja en la mesa. Los ojos se le iluminaron al sacar el enorme peluche de unicornio de la caja. —Es hermoso, Rex. Gracias.
Dijo está contenta. Mira, mami, lo que me regaló: un unicornio. —Está, bella hija, porque no se lo muestras a Camila, voy a hablar con Rex un momento. —Sí. Pero tú no le hagas daño a mi mamá; estamos esperando un bebé y no se puede destrenzar. Rex río, llevándose una mano a su boca. —Es estresar, cariño, y no te preocupes: no pasará nada. La niña asintió y salió dando brinquitos. —Ven conmigo, dijo Mary. Rex la siguió hasta el despacho de abajo. Ahora sí, dime en realidad, ¿qué pretendes y cómo entraste a este lugar? Rex se encogió de hombros, recostándose sobre la pared. —Ya te lo dije, no pretendo nada, hoy solo estoy aquí por el cumpleaños de mi hija; ¿y cómo logré entrar? Fue sencillo; te habrás dado cuenta de que no soy tan normal como los demás dotados. —Así es, lo noté, ¿qué pretendes con mi hija?
—Nada, por ahora solo quiero que Melissa sea feliz y si ella decide vivir conmigo yo… —¿Vivir contigo? Crees que la expondré a los experimentos de tu padre; estás demente si crees que te la entregaremos tan fácilmente. —Padre murió, yo mismo lo maté. —¿Eso es verdad? —A Víctor le estorbaba y seguramente después de nuestro fracaso la semana pasada él lo hubiera matado, así que nos adelantamos. —Entiendo. Dijo Mery; era la imagen de la relajación; en su rostro no había expresión alguna. Tu hermano… —No, él no sabe que estoy aquí y que puedo entrar y no lo sabrá mientras mi hija no corra peligro. Rex comenzó a pasearse por la habitación. Mira, querida Mary, mi único interés es que mi hija esté sana y salva. Seguramente ella ya te contó todo.
Lo que pasa entre mi hermano y ustedes a mí no me interesa, no estoy ni en su contra ni a favor, soy… eso que llaman neutral. Mientras ustedes le sigan proporcionando seguridad a Melissa, no les haré daño, pero si corre peligro a su lado, me la llevaré, es así de sencillo. Dijo levantando los hombros. —Entiendo, no eres nuestro enemigo, pero tampoco nuestro aliado, no estás a favor de Víctor, pero tampoco en contra. —Así es linda, Mary. Rex se acercó a ella poco a poco hasta acorralarla contra la pared; ella tragó en seco, pero no se resistió. —Pero lo que me intriga, linda Mary. Dijo él tomándole el rostro con la mano. Es tu gran poder; pude sentirlo y de eso me alimento; nunca había sentido a alguien tan poderoso como yo y eso me tiene fascinado. Mary sonrió. —Buscas un contrincante digno, ¿no es así? Rex le sonrió también.
—Ahora sé por qué mi hermano está tan obsesionado contigo; eres fascinante. Rex se iba acercando más hacia los labios de ella cuando Cris casi tiraba la puerta. —Suéltala. Le dijo Cris con una voz espectral. —solamente charlábamos. Dijo éste sin quitar la mirada de Mery. —No te lo voy a repetir, aléjate de ella. Volvió a decir Cris, haciendo temblar la habitación. Rex se apartó de Mary levantando las manos.
—Está bien, cálmate, no querrás hacer más reparaciones; además, ya me iba solo, le traje un regalo a mi hija, ¿no querrás que le arruinemos el cumpleaños peleando, verdad? —Cris, basta. Dijo Mary y este se apartó de la puerta para que Rex saliera. —Nos vemos pronto, querida Mary. Dijo éste humedeciéndose los labios con su lengua. A Mary le dio un escalofrío en la nuca. —Atlas, asegúrate que se vaya del todo y déjenme solo con mi esposa, dijo Cris. Atlas asintió, él y Tomás salieron y Cris cerró la puerta.
Mary suspiró y cayó al sillón, esperando los reclamos de Cris, pero este, lejos de enojarse, se abalanzó hacia ella para abrasarla. —Me asusté demasiado, pensé que… que. Mary lo observó sorprendida y Cris temblaba. De verdad estaba asustado. —Estoy bien, Cris, también estaba aterrada, pero sabía que no haría nada mientras Melissa estuviera cerca. —¿Cómo logró entrar? Mary negó con la cabeza y le comenzó a mostrar todo lo que había hablado con Rex. Cris meditó por unos minutos. —Si es verdad que el profesor murió, eso no nos debe de aliviar; Víctor quedó a cargo de todo. —Así es, pero podemos estar tranquilos de que no se harán más experimentos en niños. A Víctor nunca le agradó eso. Dijo Mary suspirando de alivio. Cris la miró fijamente.
—¿Por qué me miras así, Cris? —tienes un imán con esos hermanos, primero Marcus, luego Víctor y ahora ese tal Rex. —Qué cosas dices, Cris. —Sabes, no los culpo, eres como dijo Rex, eres fascinante. Mary se sonrojó. —Deja de decir tonterías y mejor piensa que haremos. —Nada por ahora, si es verdad lo que él dijo, no corremos riesgos en cuanto Melissa esté con nosotros, pero está loco si cree que le daré a mi hija. Cris caminó hacia la puerta. —¿A dónde vas, Cris? Dijo Mary tras él. —A comprar un pastel para mi hija, hoy es su cumpleaños y también unos regalos y le haremos una pequeña celebración, que se cree que yo no puedo hacerme cargo de mi pequeña. Mary lo observó y comenzó a reír sin parar. Está bien, papá Oso, yo te ayudo. Dijo mientras lo miraba refunfuñar.
Capítulo 10
La pequeña fiesta improvisada que le había dicho Cris que le haría a Melissa resultó ser más un carnaval; Melissa estaba muy feliz y reía sin parar. —Eres un padre increíble. Le dijo Natalia a Cris mientras miraban a la niña bailar con Mary. —Es lo menos que se merece; no te he agradecido, Natalia, lo mucho que has hecho por nosotros; tú y Óscar se han vuelto muy esenciales; gracias por habernos acompañado. Ella lo miró sonrojada. —No… no tienes nada que agradecer; yo debería de agradecerte lo que as echo por mí y mi primo Ariel; si no nos hubieras salvado, no sé en donde estaríamos ahora; es lo menos que podemos hacer. Cris sonrió y le dio una mirada de agradecimiento. —Sé lo que pasa entre tú Kevin y Óscar, tienes que parar con esos dos, no se han llevado bien y eso no es bueno para nadie. Ella lo miró rápidamente. —¿Qué? Eso no es verdad, yo trabajo junto a Óscar, siempre mejorando nuestras habilidades de curación, solo somos amigos, y con Kevin… yo sabía que le gustaba, pero lo rechacé, luego Óscar se me declaró y Kevin escuchó todo, se molestó mucho, pero yo le dejé las cosas claras a él también, somos amigos, pero cada que ellos están junto a mí tratan de impresionarme y es algo incómodo… Dijo ella suspirando. —Ahora entiendo, si quieres puedo hablar con los dos. —Oh, no, Cris, ya se les pasará, además Kevin es mayor dos años y él tiene que madurar y Óscar ya sabe que no le puedo corresponder. Cris la miró ladeando la cabeza. ¿Acaso te gusta alguien más? Ella se sonrojó. —No es eso, gracias por escucharme, Cris, ¿quieres pastel? —Cris rio. Sí por favor.
—Natalia es una linda chica y sabrá cómo manejar las cosas, Cris, son cosas de mujeres, déjala, no te entrometas, Kevin es muy celoso, pero comprenderá tarde o temprano. Le decía Mary a Cris después de que este le contara todo.
—Tienes razón, yo nunca fui muy celoso, así que no comprendo a Kevin, pero sí tú lo dices. —Tu nivel de celos es muy bajo, Cris, en cambio, yo sí me considero alguien demasiado celosa y yo sí no te lo perdonaría, Cristopher. Cris rio nervioso. —¿Crees que yo me atrevería a engañar a alguien tan maravilloso como tú, Cindy Mary? Eres excepcional; jamás se me pasaría por la mente.
—Eso espero, no pretendo ser viuda tan joven. —Amor, qué cosas dices. Cambiando de tema, hay que hacer algo en caso de que Rex se aparezca de nuevo. —Esperemos que lo que dijo sea cierto, Víctor no ha atacado todavía, así que debemos de suponer que decía la verdad. ¿Te ha dicho algo Melissa?
—No, se quedó profundamente dormida abrazando ese peluche; quedamos en que no nos esconderíamos más y pelearíamos por nuestra libertad, amor, así que eso haremos. El profesor ya no está y Víctor no será un obstáculo fuerte; si Rex decide pelear con él, ese sí será un gran problema para nosotros. —Estaba pensando en mandar a Melissa con mi madre y… —No. Él la buscaría, y pondríamos en riesgo la seguridad de tus hermanos. Mejor que permanezca aquí y eso nos puede dar la ventaja sobre Rex. —¿Mary, quieres usar a nuestra hija como escudo? —No. Pero es lo que nos toca por ahora hasta saber bien cuáles son sus verdaderas intenciones. —Esas, ya las sabemos, quiere tener una batalla épica contigo. —Entonces la tendrá; cuando nazca nuestro hijo la tendrá. Cris no dijo nada. Había aprendido que nada podía sacar de la cabeza de su esposa la idea que se estaba gestionando ahí.
—Te escuché el otro día hablar con Cris Natalia. Dijo Génesis antes de acostarse en su cama; Natalia suspiró y se acostó en la suya. —Solo hablábamos de los chicos. Génesis se acercó a ella y la miró al rostro, casi pegando las narices. —¿Entonces por qué te sonrojas? —Que dices, no estoy… deja de imaginar cosas y ya duérmete. —¿Es verdad lo que dijiste de Óscar? Tú no… bueno, no te gusta. —Claro que no, amiga, siempre he sabido que te gusta a ti; no te haría nada que te entristeciera. Génesis le sonrió. —Eres muy buena y linda, Natalia, por eso no quiero que te metas en problemas con Mary. —¿De qué hablas, por qué habría problemas con mi maestra? —No te hagas, desde hace mucho sé que te gusta Cris, él está casado y Mary está esperando un hijo suyo, no la incomodes. Natalia se puso de pie rápidamente y le tapó la boca a su compañera de habitación. —No vuelvas a repetir eso, alguien podría oírte y pensar otra cosa. —¿Acaso dije algo que no fuera cierto? Natalia bajó la cabeza. Te pusiste triste cuando él estuvo enfermo, le pedías a Agatha que te dejara llevarle la comida, te preocupas cada vez que sale y no regresa a tiempo; esas cosas las noto amiga y, si yo lo hago, otra persona también puede darse cuenta. —Lo sé y lo lamento, no puedo evitarlo. Desde la primera vez que lo vi me gustó mucho y cuando supe que era su esposo y el padre de la pequeña Melissa, pensé que iba a olvidar eso, pero no pude y todavía cuando estoy cerca de él me palpita el corazón rápido. Es muy amable conmigo y… —Cris es muy amable con todos, Natalia. Génesis suspiró. No le diré a nadie de esto, pero tienes que dejar de pensar en Cris de esa manera. Puedes meterte en problemas o peor, a él. —Gracias, Ness, te lo prometo.
—Tú eres el idiota que no sabe por dónde ir, Kevin. —Mira quién habla; si no te apartas de mi camino, te juro que no te quedarán fuerzas para sanarte, flacucho. —Ah, sí, ¿quieres una demostración de lo que puedo hacer? —claro, ahora en la arena y veremos quién es más fuerte de los dos. Todos corrían por los pasillos a los monitores de la arena. Natalia estaba mirando cómo Kevin y Óscar peleaban de nuevo. —¿No los vas a detener? Le preguntó Génesis angustiada. —No. Esta vez no me entrometeré entre ellos; que Mary Atlas o Cris se encarguen, ya me tienen cansada. Dijo ella apartándose del lugar. La pelea se estaba saliendo de control; Óscar era fuerte y peleaba bien gracias a los entrenamientos con Tomás, pero no se le comparaba a Kevin. Este lanzó a Óscar contra unas rocas, pero Óscar se regeneró casi de inmediato; aunque ya jadeaba por el cansancio, no dejó que Kevin lo notara. Kevin levantó una pared de rocas y las hizo estallar dirigiéndolas como proyectiles hacia Óscar; este esperó el impacto y dolería mucho, se dijo, pero un campo de fuerza las detuvo y vieron hacia la entrada donde estaba Atlas con los brazos cruzados.
—Otra vez ustedes dos, les gritó el enojado, ya son tres veces esta semana. Kevin le chasqueó la lengua. —No me hables así, soy mayor que tú. —Sí. Así es, mayor que yo, eres mayor que todos, aparte de Mary y Cris, y te comportas como Melissa cuando le da un berrinche; pena te debería de dar. Kevin dio un paso adelante, apretando los dientes. —Óscar comenzó y no podía dejarlo pasar sin darle una lección. —¿Una lección y pretendías matarlo? Esos proyectiles iban muy rápido; lo pudiste lastimar seriamente. Atlas suspiró. Mary y mi hermano ya tienen muchos problemas con lo de Víctor y Rex para que tengan que ocuparse de dos idiotas peleándose por una chica. —Eso no… se apresuró a decir Óscar. —¿Eso no qué? Todos sabemos que siempre pelean por Natalia, pues miren, a ella no le importa, está tranquila en sus labores y ustedes como un par de idiotas matándose. —¿Qué tiene esa chica, acaso le sale alcohol de los pezones? Sí, es hermosa, pero eso no justifica su…
Ya me cansé; si los vuelvo a ver discutir, los mandaré a la casa de seguridad a ambos entendido. Los chicos asintieron al mismo tiempo y salieron a zancadas molestos de la habitación. Atlas se dio la vuelta y Mónica lo miraba con unos ojos aterradores. —¿Qué fue eso de alcohol en los pezones y hermosura, querido novio? Atlas se puso pálido. —Amor, no quise decir eso, es solo que me molesté, no… ya cambia esa cara. —No te vuelvas a expresar así de una mujer Atlas o ya verás. Dijo ella haciéndose invisible de nuevo. —Voy a matar a esos idiotas. Pensó Atlas mientras buscaba a Mónica por todos lados.
Mónica corría de una habitación a otra junto a Natalia, Melissa estaba en el dormitorio de Cris y sostenía la mano de su padre. —Mami va a estar bien. Le decía este no tan convencido. —Cris, si no vas a ayudar, sal de la habitación y saca a la niña de aquí. Le gritó Mónica que traía una jarra con té en las manos. Cris frunció el ceño, pero salió. —Tu novia está demente, le dijo a Atlas mientras salía. —Dímelo a mí, el otro día me dio una regañadita de miedo y prácticamente dormí en el sillón. Cris y Melissa rieron: —¿Mary va a estar bien? —eso espero. Ha estado vomitando tres días seguidos, casi no come porque todo lo desecha; espero que el té que mandó a preparar nuestra madre ayude porque no sé qué más podré hacer por ella… Atlas le colocó una mano en la espalda.
—Estará bien, las chicas son hábiles y esto le pasa a todas las embarazadas; no te angusties. —Lo sé, es solo que no me gusta verla de esa manera. Gracias por ocuparte de las cosas aquí. Me dijeron que pasó otro incidente entre Kevin y Óscar. Atlas se frotó la cien.
—No te preocupes por esos dos, ya me encargué. —Pobre Natalia y lo peor es que ella no tiene la culpa; es una jovencita muy hermosa y amable es de entender que tenga pretendientes. —Ten cuidado, Cris, en decir eso, lo mismo quise decir yo y terminé en el sillón, Mónica se puso algo celosa. Melissa miraba a los dos que reían confundida; no sabía de qué hablaban, así que cruzó las manos e infló los cachetes en una mueca. —No me gusta que hablen de cosas que no entiendo. Les dijo zapateando. Mi mamá es más hermosa que ella y Mónica también. Luego salió corriendo hacia la habitación. Atlas miró a Cris. —Vez lo que te digo, los celos en las mujeres están programados desde pequeñas.
—Cris, Mary está descansando, al fin se le quitaron las náuseas; déjala descansar por hoy; está agotada, está en las nueve semanas de embarazo, así que pronto terminarán los malestares. Le dijo Natalia mientras él trabajaba en el estudio. Cris la observó y asintió; estaba mirando cada facción de la chica y se preguntaba porque le había llamado la atención a Kevin. Lo entendía de Óscar; eran de la misma edad, ¿pero Kevin? Natalia era hermosa de verdad con sus ojos grandes de un color azul profundo, su cabello rubio castaño que caía en cascadas por su espalda y también estaba bien proporcionada para su edad; parecía de 24 años y era muy buena, amable y servicial; seguramente eso le había atraído a Kevin. Sabía que otros chicos la miraban también, pero no se atrevían a declararse, ya que le temían a Kevin. El único que lo enfrentaba era Óscar. Cris sonrió; para él, Mary era la más bella del mundo.
—¿Pasa algo, Cris, por qué me miras así? Le dijo Natalia apenada. —No es nada Nati solo pensaba, dormiré en otra habitación hoy para que mi esposa descanse. Espero que ya hayas dejado todo claro con esos dos; escuché que habían vuelto a pelear y eso sabes que no es permitido, a menos que sea entrenando. Ella lo miró avergonzada. —Sé que no es tu culpa, no pongas esa cara, ya Atlas se encargó de esos dos, gracias por lo que haces por Mary, es todo. Le dijo Cris sonriendo y regresando al ordenador. Ella lo miró por unos segundos y se retiró.
Natalia caminaba a zancadas por el pasillo buscando a Kevin; se miraba furiosa; lo encontró sobre la fuente. —Eres un idiota, Kevin, por tu culpa siempre termino en problemas con Cris; deja de celarme, ya te dije que no me interesas ni tú ni nadie. Él se acercó a ella con la misma cara. —Y por qué me reclamas solamente a mí, Óscar también tuvo la culpa. —Óscar sabe muy bien; trabajo con él todo el día y sabe cuál es su lugar a mi lado; tú eres el que lo provoca por qué es el único que no tiene miedo de decirte las cosas. Kevin chasqueó la lengua. —Está bien, Nati, si es lo que quieres, ya no molestaré a tu amiguito, pero no me pidas que deje de quererte porque eso no lo puedo hacer de la noche a la mañana. Ella cambió la expresión a una más tranquila. —Te agradezco tus sentimientos, Kevin, pero yo he sido muy clara contigo. —Lo sé, pero aquí estaré cuando te des cuenta de que eso que quieres no puede ser. —¿A qué te refieres? —Crees que no me he dado cuenta de que te gusta Cris. Todos los chicos lo saben; eres muy obvia, Nati. Ella tragó en seco. —Eso no es verdad, lo que siento por Cris y Mary es agradecimiento solamente. —Como tú digas, Nati, engáñate a ti misma si quieres, pero a mí no me engañas. Le dijo Kevin dejándola sola.
Capítulo 11
Cris caminaba hacia su habitación cuando encontró a Natalia llorando. —¿Nati, estás bien, puedo ayudarte? Ella solo lo abrazó y lloró en su pecho; él le acarició el cabello para consolarla.
—¿Quieres hablar? Le preguntó Cris. Ella asintió y fueron a su habitación. —Entiendo, dijo Cris ofreciéndole chocolate caliente. Kevin a veces puede ser muy rudo y es muy terco. No lo conozco tanto como tú. Con todo lo que pasó con Mary, no he estado pendiente de sus problemas. Discúlpame, me comprometí en protegerlos, pero eso también incluía emocionalmente. A veces se me olvida que tienen problemas comunes como todo adolescente y…
Natalia se puso de pie rápidamente. —No tienes por qué disculparte, Cris, has hecho mucho por nosotros y sabemos que no ha sido fácil. Ana fue nuestro apoyo siempre, y ahora que no está es normal que veas esto como nuevo, pero estas cosas siempre han estado ahí. No quiero que te culpes. Le dijo acercándose más a él. Eres una gran persona y yo… Yo te quiero mucho. Dijo ella abrasándolo. —Gracias, pequeña, también te quiero así como a todos y estaré más pendiente de ustedes desde ahora. Natalia levantó la cabeza hacia Cris. No. Cris, no me refiero a eso, yo de verdad te quiero. Le dijo y le dio un beso en los labios.
Cris la apartó por los hombros. —Natalia ¿Qué dices? Sabes que esto es… Nati, será mejor que te vayas y sácate esa idea de la cabeza; Mary es mi esposa y no quiero alterarla por ahora; tú eres como una hermana para mí, al igual que tus compañeros y no quiero que lo vuelvas a repetir. Le ordenó Cris enojado. Ella salió de la habitación corriendo y Cris casi la detuvo para disculparse por haberle gritado. —Lo que me faltaba. Dijo Cris cayendo hacia atrás sobre la cama.
—Nati ¿Qué tienes? Le preguntó Génesis a su amiga que entraba llorando a la habitación. —Cometí un error y ahora Cris va a odiarme. —¿Qué has hecho, Nati? —le confesé que me gustaba y se disgustó, me gritó y me sacó de la habitación.
—Y qué creías que iba a pasar, está casado y ama mucho a Mary, estás loca, con suerte no te manda a la casa del refugio. —¿Crees que lo haga Génesis? Si me corre de aquí, yo me muero. —Está bien, tranquila; yo hablaré con él mañana y le diré que estabas, no sé, confundida y te diste cuenta de que fue un error.
—Sí. Por favor, hazlo, no puedo verlo a la cara. —Bien, ya duerme y tranquila; todo va a estar bien.
Temprano en la mañana, Cris salía a las oficinas pero Génesis lo abordó.
—¿tienes un momento Cris quiero hablar contigo de algo importante? Cris asintió y hablaron en la sala de estar. —Natalia me contó lo que pasó anoche, llegó llorando a la habitación, está arrepentida Cris, ella no quería hacerlo y tiene miedo que la, saques de la casa. —¿no la sacaré de la casa? Pero lo que hizo no fue correcto Ness. —lo sabe Cris, sabe que no debió besarte ni confesar que te quería pero… —¿Quién te besó Cris? Dijo Mary desde el pie de la escalera. —amor, no es nada solo un mal entendido, ¿no es así Génesis? —si Mary, esto no volverá a pasar. Dijo está retirándose. —Cris temblaba al ver a su esposa dirigirse hacia él. —¿me contarás ese mal entendido Cris? O quieres que yo lo averigüe por mi cuenta. Cris suspiró y le contó lo que había pasado.
—cariño no me veas así, te juro que no hice nada, ella está confundida ya se le pasará, sabes que soy incapaz de hacer algo así y menos con mis alumnas por dios. —¿y no te parece atractiva Natalia? le preguntó ella entreserrando los ojos. Por supuesto que no, es una joven adorable pero… vamos amor ya deja de imaginar cosas, estás calentando la habitación y ya gastamos demasiado en reparaciones. Mary suspiró. —está bien Cris te voy a creer y más le vale a esa niña comportarse.
—yo me porto bien, dijo Melissa que bajaba las escaleras dando brinquitos. Mary rio. —No tú, amor me refiero a Nati. —¿ella se porta muy bien también? Papi dijo que es hermosa y amable. —hay, cariño no me ayudes. Le dijo Cris a la pequeña cargándola en los brazos. Mary le sonrió a la niña. —Ah, sí. ¿Eso dijo tu padre? no me digas. —sí, Atlas también y por eso Mónica lo mandó a dormir al sillón.
—bien cariño ya me voy a trabajar dale un beso a papi y pórtate bien. Le dijo Cris a la niña mientras salía a toda prisa por la puerta, Tomás lo estaba esperando.
—¿Qué pasa Mami, porque miras a papi así, dije otra imprudencial? —es imprudencia, y no te preocupes cariño, no has dicho nada malo. Le contestó Mary a la niña sin dejar de ver a Cris alejándose.
—tal parece que llegué en un momento muy divertido, dijo Rex sentado tras Mary. ella dio un sobresalto y tenía unas dagas de hielo en las manos. —no mami es mi padre. Dijo Melissa de repente. la cara de Rex se iluminó al escuchar a la niña llamarlo papá, se dirigió hacia ella sin quitarle la mirada y atravesó el campo de fuerza de Mary como si no existiera, tomó a la niña en brazos y esta le sonrió y lo abrasó. Mary se tranquilizó y suspiró profundamente ya que sentía que las náuseas regresaban. —ni si quiera preguntaré como entraste. Le dijo Mary guiándolo al estudio con la niña aun en brazos. Atlas apareció en la puerta pero Mary le dijo mente a mente que no había peligro pero que estuviera alerta por cualquier cosa.
—toma, chocolate. Le dijo Mary ofreciéndole una taza. —lo hizo Mónica es muy rico. Dijo Melissa tomando el de ella. —¿Cómo has estado pequeña? Preguntó Rex con su mirada dulce y le entregó una cajita con moño rosa. Ella le contó sobre la fiesta que le hizo Cris y que se había divertido mucho, Rex sonrió y le acarició el cabello. Mary los miraba desde el escritorio haciendo sus deberes
—me permites hablar con Mary un momento Meli a solas. —si. Le iré a enseñar a Camila el collar, está hermoso gracias papá. Rex le dio un beso en la mejilla y ella salió tarareando del estudio.
Rex cambió la expresión a una más seria. —¿no es una competencia sabes? le dijo él. —Cris lo sabe, es tan solo que la ama mucho, es normal que sienta celos de padre. —está bien no vine a hablar de eso, Víctor ya está planeando atacar este lugar, esta semana empezará y vendrá con todo. —¿y porque me lo dices? no estas de nuestro lado según se. —no lo hago por ustedes, es para que protejan a mi hija de cualquier daño. —está bien Rex de todas maneras no pretendo poner en riesgo a mi hija, en eso estamos de acuerdo, pero dime ¿pelearás contra nosotros? —le prometí a mi hermano que mataría a tu marido y te entregaría a él, se miraría sospechoso que no hiciera nada ¿no crees?
—si. Pero si ese es el caso necesitaremos toda la ayuda posible y Melissa será una niña pero posee un poder increíble que no dudaré en usar si se necesita.
—Rex se puso de pie rápidamente y fue hacia Mary pero esta lo detuvo antes de que la tomara por los hombros. —mi hija no es un arma. —lo sé, nunca nos hemos considerado armas, pero defenderemos nuestro hogar y créeme cuando te digo que Melissa no se quedará escondida mientras nosotros peleamos. El la miró seriamente y suspiró antes de soltar sus manos. —lo sé, ella seguramente es así. Rex tomó a Mary de la mano y ella sintió como su poder se llenaba por completo. —te lo regreso Mary, pero solo es para que puedas defenderla a ella, también se lo regresaré a ella, así podrá defenderse.
No te confundas, si bajas la guardia me desharé de Cris y no permitiré que mates a mi hermano, él no representa ningún peligro para Melissa; pero esas criaturas están fuera de control y son demasiadas, más de las que viste aquella vez y otros mutantes que padre dejó, Víctor viene con todo está vez. —comprendo Rex, pero tu hermano a mis ojos ya está muerto. —yo me encargaré de cuidarlo a él tu cuida a tu hombre, Víctor es lo único que me queda de mi madre y lo quiero mucho, es un idiota incorregible pero lo quiero. Mary rio. —eso decía Marcus de él, lo amaba porque era todo lo que le quedaba de su madre.
—ambos le prometimos antes de que muriera que lo cuidaríamos y no permitiríamos que padre lo usara como a Marcus, padre la amaba mucho es por eso que no lo trató como a los demás y a mí tampoco, pero Marcus se reveló y yo estaba tan enamorado de la madre de Melissa, hice todo lo posible para protegerla olvidándome de lo que le pasaría a él y a Víctor. Mary rio. —pero henos aquí, no te importa destruir este recinto donde muchos jóvenes están protegidos de monstros como tu padre. Le dijo Mary levantando los hombros. Rex sonrió. Si logras acabar con mi hermano a pesar de mi protección te aceptaré como rival Mary, pero hasta que no ocurra eso esperaré nuestra valiosa batalla juntos.
—sabes que estoy esperando un hijo y no lo pondré en riesgo por esa fantasía tuya, después que mi hijo nazca podrá ser. Ahora solo mantendremos a tu hermano a raya, que se sienta acorralado y cuando el momento llegue yo misma me desharé de él aunque tenga que pasar por ti. Una arcada hizo que ella corriera al bote de la basura para vomitar el desayuno. Rex la observó riendo.
—no olvido eso, ¿estas bien? Ella respiró hondo y se aferró del escritorio. —¿tú que crees? Rex puso en blanco los ojos. —¿me permites hacer algo? Dijo el extendiendo la mano. Mary lo miró con desconfianza pero asintió. Rex puso su mano en su estómago y un flujo de alivio la recorrió. —¿mucho mejor? —si. Dijo ella sorprendida ¿Cómo lo lograste?
—Es algo que hacía con la madre de Melissa, ya se acabarán las náuseas te quiero bien concentrada para la pelea. Me despido de Mi hija y nos vemos en unos días Maravillosa Mary, Ah, por cierto, si tu esposo te es infiel no me será difícil deshacerme de él. Mary cambió la expresión de su rostro y se tocó el vientre. Tampoco yo. dijo, ella sonriendo.
Todos estaban en el salón; Mary le contó a todos lo que Rex le había contado acerca de la batalla. Cris caminaba por el salón pensando en una estrategia.
—Óscar y Nati pueden proyectar su curación para los que no tengan escudos. Dijo Cris mirando a estos. Nati le dedicó una sonrisa y Cris sintió los ojos de Mary mirándolo por atrás. Se aclaró la garganta. Bien, Atlas, tú puedes usar el brazalete con voluntad, así que estaremos bien si eliminas a las bestias para aminorar la cantidad. Génesis y Kevin y Melissa pueden atacar desde adentro del escudo sin problema, ya que su poder traspasa por la tierra. Alexa y Ariel les pueden ayudar combinándolos, así como les enseñó Tomás. Camila y Mónica estarán fuera conmigo y Atlas. Practicaremos la coordinación estos días y… Mary se afinó la garganta antes de hablar. —Creo que te olvidaste de mí, Cris. Dijo ella seriamente. —¿Te sientes bien para pelear? No te quiero exponer.
—Estoy embarazada, no enferma, además estoy bien, Rex me curó las náuseas, quién sabe cómo, pero puedo pelear y tengo todo mi poder al igual que Melissa. —Bien, pero lo harás desde adentro; el plan es debilitarlos, no acabar con ellos dos, solo con las criaturas y bestias. —Mary chasqueó la lengua; estás loco si crees que me quedaré adentro. Viene a matarte a ti y tengo que cuidarte el trasero. Ya que te distraes fácilmente. Dijo ella mirando a Natalia a los ojos. Esta bajó la mirada. —Bien, como quieras, no ganaré contra esta discusión, al parecer; solo protégete bien. Bueno, es todo, a descansar que mañana practicaremos todo el día. —Sí. Gritaron al unísono todos y se dispersaron. Tomás iba directo a Cris, pero este lo vio antes. —No. Tomás, Camila peleará afuera y no diré nada más. Camila sonrió y le asintió, llevándose a Tomás que iba murmurando. —No me gustó la forma en la que dijiste eso, Mary. Le dijo Cris. —¿Qué cosa? dijo ella.
—Qué van a pensar los demás, ¿qué me ando revolcando con una jovencita en toda la casa? Hasta Kevin me ignoró; sepa Dios, qué película se hizo en la cabeza. Mary suspiró. —Porque te enojas, si es verdad que nada pasó, no tienes que reaccionar de esa manera. —Hay, Cindy, a veces tú me… sacas de quicio. Ella lo observó y respiró profundo. —Sí, está bien; lo admito. Me pasé un poco, pero estaba celosa y no lo pude evitar. Discúlpame. —Tienes que confiar en mí, Mary, yo pasé por esto con Víctor y siempre confié en ti, nunca dudé y tú misma me confesaste que estuviste con él y comprendí que lo isiste para salvar a mi madre y a ti. Yo he tenido muchos motivos de estar celoso, pero aun así no lo hice porque confié en ti y todo tenía una explicación. Mary comenzó a llorar.
—Tienes toda la razón, Cris, lo lamento tanto; perdóname. —Está bien, boba, ven, descansemos y mañana te daré tu castigo en la arena. —Ella le sonrió. ¿También castigarás a tu hijo? —tramposa. Dijo él abrasándola.
Capítulo 12
Cris y Mary miraban a su hija pelear junto con los demás; la coordinación de la niña era admirable y sonreían al saber que se podría defender sola en caso de no estarla vigilando. —¿Viste mami? Soy muy fuerte. —Eso veo, cariño, eres más fuerte que tu padre. Dijo Mary guiñándole el ojo; ella rio. —Lo que me da miedo son esas cosas; parecen perros gigantes y sin piel; tenían unos colmillos grandes; pero podré con ellos de lejitos. Dijo la niña regresando a la arena. —La niña tiene razón, esas bestias eran horribles, pero no será nada que Atlas no maneje. Ve a descansar un poco, Mary; yo seguiré con el entrenamiento. Ella asintió, alejándose a su habitación, se tomó tiempo en la ducha y durmió un poco. Cuando abrió los ojos, escuchó a Kevin discutir en el pasillo con Génesis.
—¿Vamos y tú crees que él no la besó también? Nati es hermosa y no creo que solo la haya sacado así de la habitación; además, por una falta a sí de grave ya la hubiera mandado a la casa de seguridad, pero la sigue teniendo junto a él.
—Estás loco, Kevin, sabes que Cris es incapaz de hacerle algo así a Mary. Nati se equivocó y asumió la responsabilidad. —Pero es que no desconfío de Cris; es solo que… es hombre y sabemos que mientras ella esté cerca de él no va a ser feliz. —¿Quieres que la alejen de nosotros? —Si eso le ayuda a su obsesión con Cris, pienso que será lo correcto.
—Por favor, Kevin, no molestes a Mary con eso; Natalia se mantendrá alejada de Cris. —A mí me parece que busca cualquier excusa para acercarse y él… yo sé que es buena persona, pero si sigue junto a ella, algún día puede tropezar. Dijo él marchándose por el pasillo.
Mary analizaba lo que había escuchado; bajó al despacho y llamó a Natalia; ella respiró profundo antes de entrar y estaba preparada para lo que fuera.
—¿Me dijeron que querías hablar conmigo, Mary? —entra y cierra la puerta, toma asiento. Esta plática estaba pendiente entre nosotras desde hace mucho. Le dijo Mary cruzando los brazos y sin expresión. Estoy enterada de lo que has hecho y no me parece correcto. ¿Qué tienes que decir a eso? —Sé que me equivoqué a acercarme de esa manera a tu esposo, te falté el respeto a ti y a él y estoy apenada; pero no me disculpo por estar enamorada de Cris y no lo haré. Mary hizo una expresión de disgusto y chasqueó la lengua. —Los sentimientos que guardas hacia alguien no me corresponde a mí arrebatártelos, pero Cris es mi esposo y lo ha sido por casi cuatro años y antes de eso fue mi novio. Comprendo que lo quieras, pero entiende que no puedes seguir insinuándote frente a él por respeto hacia mí. Natalia. Mary respiró más tranquila. Esto haremos; después de la pelea te irás con Agatha a la casa del refugio. Natalia se levantó del sillón sorprendida. —No puedes hacer esto, no me quiero ir.
—Puedo, Natalia, claro que puedo y esa es mi última palabra. —Lo haces porque soy una amenaza para ti; crees que Cris terminará enamorándose de mí. Mary estaba enojada. Se acercó a ella sin pensarlo. —¿Te escuchas niña? Lo que dices está fuera de lugar; solo quiero mantenerte a salvo de tu locura. Cuando te quites esas ideas de la cabeza regresas y listo, pero por ahora márchate. —No es justo, tú engañaste a Cris con Víctor y he visto cómo coqueteas con Rex, pero él me trata con cariño y te pones así, eres una hipócrita, Mary. —Natalia, te recomiendo que te marches ahora de mi vista, no sabes lo que dices. Dijo Mary apretando los puños, conteniendo el poder que estaba a punto de estallar. —Me marcharé si el mismo Cris me lo ordena, pero no dejaré de quererlo aunque me marché. Atlas ven rápido. Dijo Mary con la mente; él apareció en un segundo en la habitación y sacó a Mary al patio trasero en otro segundo donde ella estalló en un remolino de llamas.
Cris salió a toda prisa; ella estaba jadeando en el suelo con las manos al rojo vivo sobre el pasto quemado. —¿Cariño, estás bien? Le preguntó Cris cayendo frente a ella. —Saca a esa chica de mi casa ahora mismo, Cris, le dijo ella con la respiración agitada. Sácala y que tu madre se encargue de enseñarle principios; que Tomás o Atlas la lleven, pero ya no quiero verla en esta casa. Cris estaba muy confundido; miró a Atlas y este le mostró lo que había pasado. —Como tú digas, Mary. Cris tomó a Natalia de un brazo y se dirigió a su habitación. —Tienes una hora para empacar tus cosas y despedirte de los chicos, Natalia, luego Atlas te llevará con mi madre; estarás bien ahí; los niños necesitan a alguien como tú. —Por favor, Cris, no me alejes, no me quiero ir. Cris la miraba con enojo. —Lo debiste de haber pensado antes de insultar de esa manera a mi esposa; estoy tan decepcionado de ti. Te dejé pasar lo anterior porque pensé que era un capricho y ya se te pasaría, pero hoy llegaste muy lejos y eso no lo puedo permitir.
—No. Cris, te prometo que no va a pasar de nuevo, pero no me alejes de mis amigos, no me quiero ir. Decía ella aferrándose a él y llorando. Cris estaba muy triste y quería consolarla; pero solo levantó las manos y se apartó de ella. Pero ella se le abalanzó más y cayeron al suelo. —No me quiero ir, Cris, por favor.
—Suéltame, Natalia, qué haces. Dijo Cris tratando de quitársela de encima.
—Suelta a mi papá, Nati, le dijo Melissa, que escuchó el alboroto y una rama de árbol rompió la ventana y se enredó en el cuerpo de Natalia, apartándola de Cris. Atlas, Génesis y Mary entraron por la puerta. —Estaba encima de papá y no se le despegaba, dijo Melissa. —Está bien, dijo Mary, ya suéltala que tiene que empacar, Génesis ayúdala y tú Cris levántate del suelo y ven conmigo. Natalia seguía llorando cuando salieron de la habitación.
—Deberías abotonarte la camisa. Dijo Mary mientras entraban a su habitación. Cris se veía muy triste y se cubrió la cabeza con las manos. Mary claramente estaba enojada. —Lamento esta situación, cariño. Nunca pensé que se saliera de control de verdad. —El comportamiento de esa chica no es normal, Cris, hasta me recuerda a Víctor y… —Admito que tienes razón; hoy se marchará y tendremos que lidiar con los demás chicos después. —Por ellos no te preocupes; entenderán la situación; a la larga ella será la beneficiada. Dijo Mary suspirando hondo. Si no fuera por Atlas, yo no sé lo que le hubiera pasado en ese momento. —Te controlaste bien. Atlas entró por la puerta. —Natalia pidió irse mañana temprano, no se siente bien y quiere despedirse de Génesis. Cris miró a Mary. —Déjala por esta noche, ellas han sido compañeras de habitación desde hace mucho; que se despidan a su manera, además ya es tarde. Mary le asintió a Atlas y este se marchó. —Melissa está muy alterada, iré a dormirla y regresó.
—¿Quieres que te acompañe? —Por ahora no, necesito un rato a solas; esto que pasó me alteró demasiado. —Está bien, yo iré a hablar con los chicos.
—¿Saben las razones que tuve para mandar a Natalia con mi madre, verdad? Los cuatro jóvenes asintieron tristes. —Mi prima no actuó correctamente, Cris, y estás en todo tu derecho de poner límites; por nosotros no te preocupes, entendemos que Agatha la cuidará bien. Dijo Ariel. Kevin bajó la mirada y Óscar se veía más triste. —Lo lamento de verdad, no quería llegar a esto, pero ella me decepcionó, le había dado otra oportunidad y no la aprovechó. Se irá mañana en la mañana; pueden despedirse de ella temprano; ahora a descansar que tenemos que modificar un poco la estrategia, pero de eso nos encargamos mañana. Después de que Cris se tomara unas copas para desestresarse, regresó a la habitación; Mary ya estaba acostada.
—Sabes, cariño, lo que extraño de Ana es que ella hubiera sabido qué hacer en el momento adecuado, pero también por ella regrese a la copita de vez en cuando, espero no te moleste. Cris rio mientras se desnudaba y se deslizaba bajo las sábanas para acomodarse junto a su esposa que lo esperaba desnuda también. Él la abrasó y acarició; esta le dio un beso apasionado, pero Cris la apartó de un solo. —¿Espera un momento? Dijo Cris encendiendo la lámpara de noche. ¿Tú no eres Mary? —No. Mejor que eso. Dijo Natalia acercándose hacia él.
—Perdón; me quedé dormida con la niña. Dijo Mary entrando por la puerta y viendo a Cris en la cama desnudo con Natalia. Cris la miró, negando con la cabeza. ¡Mónica, ven en este momento a mi habitación! Le gritó Mary a la joven desde su mente; ella llegó como un rayo y quedó pasmada. Al igual que Mary, Atlas venía tras ella, pero Mónica lo sacó de la habitación. —Te juro cariño que no lo sabía hasta que me acosté de veras. —dijo Cris apartándose de la cama poco a poco y colocándose la bata. Mary levantó la ceja, y una corriente eléctrica salía por su alrededor. —Tienes agallas, niña, le dijo Mary sonriendo. Mónica y Cris se erizaron. —Te dije que no me iría sin intentarlo, Mary. Dijo Natalia sonriendo, y las caricias y los besos de Cris me los llevo también. Cris se paralizó y levantó las manos. Pensé…
Pensé que eras tú, pero me di cuenta rápido. Se apresuró a decir él, tropezando con las palabras. —Como sea, ahora ya me voy tranquila, Cris, nos veremos luego. Dijo Natalia poniéndose una bata y guiñándole el ojo antes de salir. No se molesten en llevarme a ese lugar; me iré con un familiar. Hasta pronto a todos. Mónica sentía la tensión en el aire. —Los dejo, veré que se marche ahora mismo y… Mary no fue culpa de Cris; él está diciendo la verdad. Dijo Mónica mirando a Cris con compasión. Cris miraba a su esposa con ojos de súplica. Levantó las sábanas de la cama con un viento gélido y las lanzó por el balcón quemándolas en el aire. —Regresaré a dormir con Melissa. Fue lo único que dijo.
Capítulo 13
Rex caminaba por la casa preparando todo para la pelea; estaba tranquilo porque su hermano ni siquiera se había molestado en preguntarle a donde iba muy seguido. —Te la has pasado en esa habitación los últimos tres días. Víctor, ya sal, mañana se supone que es tu gran día. Le dijo Rex tumbando la puerta.
—Puedes tener la delicadeza de preguntar antes de entrar, hermano. —Lo lamento, señorito, pero a mí no me gusta encargarme de estas cosas y tú sabes, solo te ayudaré en lo que hablamos; lo demás no me interesa. Disculpa, muñeca, por interrumpir, pero necesito a este idiota por ahora. Dijo Rex dirigiendo la mirada a la cama donde Natalia le sonreía mientras se vestía. —No importa, yo también ya quería salir de aquí. Rex, Rio. —Y de que te ríes tú. Le preguntó Víctor a su hermano mientras se dirigían al gran salón. —Me hubiera encantado ver como mi princesa atrapaba a esta mujer en la rama de un árbol.
—Deja de reír, no fue gracioso; al contrario, fue humillante, pero ya me las pagarán. —Cuidado. Le dijo Rex, deteniéndose en seco. Si le pones una mano a mi hija, te la corto y se la doy a las bestias. —Cálmate, nadie tocará a tu hija.
—Entonces, ya que a Natalia le borraron los recuerdos de sus planes como protección, ¿de qué sirvió tenerla aquí, Víctor? —Sirvió, hermano, sirvió para lograr que ellos no estén a su cien por ciento mañana. Mary es muy celosa y creo que algo bien hizo esta hermosura. La mantendré conmigo un tiempo más, además, su poder de curación es muy bueno; dejaré que juegue con Cris un tiempo y así torturaré a Mary antes de matarlo; esa fue su condición para ayudarme, que le entregara a Cris.
—Está más loca que tú. ¿La llevarás mañana? —No. No me conviene que la vean junto a mí, en caso de fallar de nuevo. Lo que no entiendo es ¿por qué le borraron los recuerdos importantes, no te dijo nada más cunado la encontraste? —ya te dije que no, deja de pensar en eso, mejor dime qué tengo que hacer, de una sola vez tengo hambre. —Captura a Cris vivo, tráeme a Mary y mata a los demás, eso es todo. —¿A Atlas también? —Es peligroso, además no es como nosotros. —Cómo digas, pero si esas cosas van contra mi hija, no dudaré en deshacerme de ellas. —Está bien, ya les puse el suero de control, esperemos que esta vez funcione; si no, toma a la niña y que ellos lidien con las bestias.
Mary y Cris estaban ultimando detalles para la batalla; habían quedado en tratar de espantar a Víctor y no pelear para acabarlo, ya que podía ser peligroso para Mary usar todas sus habilidades contra sus soldados. La prioridad era mantenerlo a raya y comprobar que tan seguro era el campo de protección que tenían alrededor de la casa. Mary estaba muy enojada con Cris todavía y este no le decía nada para no incomodarla; ella sabía que no tenía la culpa, pero no podía evitar sentirse de esa manera. Los chicos se prepararon en la parte delantera de la casa. Kevin, Génesis y Melissa habían rodeado la propiedad con un muro sólido de tierra, rocas y enredaderas; habían dejado solo el espacio de la reja disponible en caso de que pudieran entrar y así hacer más fácil atacar sin que se dispersen. Mónica ocuparía el lugar de Natalia al lado de Oscar dentro de la reja, también Melissa, Kevin y Génesis, en cambio Mary, Cris, Atlas Tomás y Camila estarían fuera de la reja para atacar mientras los demás los cubrían desde dentro. Alexa y Ariel manejarían las armas desde la sala de control como último recurso si alguna bestia ingresaba por otro lado. —Muy bien, chicos, saben todos lo que tienen que hacer, traten de acabar con la mayoría rápidamente y no olviden cuidarse las espaldas entre sí.
Si alguien ya no puede más que se acerque a Atlas para que lo saque de este lugar, me escucharon. Todos asintieron a Cris. Amor, sé que no estamos pasando un buen momento, pero no dejes que me maten frente a nuestra hija. Si me quieres matar, hazlo cuando estemos solos y será un placer morir en tus manos. Le dijo Cris a Mary con una sonrisa nerviosa; ella lo observó y río.
—Eres un idiota, Cristopher Wright, pero te lo prometo. Y tú prométeme que no dejarás que Víctor me lleve de nuevo; prefiero que me mates de una sola vez. —Eso ni lo pienses, Cindy Mary Wright. —¡Los estoy percibiendo! Gritó Atlas poniéndose en posición. Frente a ellos apareció Rex y Víctor a la cabeza y más de quinientas criaturas, incluidas bestias.
Como es posible que nos estuvieran esperando, Rex. Se apresuró a decir Víctor. Él se encogió de hombros. —No importa; somos demasiados y ellos no llegan a quince. —¿No habrás tenido que ver algo tú en esas escapaditas, hermano? —Crees que pondría a mi propia hija en riesgo, mírala; está ahí con ellos. —Tienes razón, es posible que Atlas nos haya detectado antes. —Si. Eso debe ser, ¿no se ve adorable en esa posición de ataque y sus puñitos serrados? Mírala; está enojada es igual a su padre. —Concéntrate, Rex. Víctor levantó la mano y todos se detuvieron a treinta metros de distancia de la reja.
—Qué sorpresa, amor mío, veo que se han preparado bien estas semanas. Víctor Río, ¿crees que ustedes podrán con mi ejército de criaturas genéticamente echas? Mary sonrió. —La verdad es que con Atlas y conmigo era suficiente; pero los demás no se querían perder el espectáculo. —Esa es la mujer que recordaba, toda una insolente; ahora les informo que me he desecho de mi padre; los asuntos de ahora en adelante serán conmigo directamente y yo no me andaré con jueguitos como él. Cris dio un paso adelante. Nos alegra escuchar eso; después de la demostración que te dio mi esposa el otro día, no creí que vinieras por más. Víctor chasqueó la lengua. Contigo me las cobraré. Mary serán mi recompensa.
Bien, déjate de charlas y muéstranos lo que tienes, imbécil, le dijo Atlas a Víctor escupiendo en el suelo. —Bien que comience la diversión, dijo Víctor, que pase el primer escuadrón. Las 400 bestias salieron corriendo hacia los chicos. Atlas con una onda explosiva acabó con la cuarta parte, Tomás con un enorme mazo deshacía a varias a una gran velocidad. Melissa y los demás traspasaban a los que se escapaban por los lados con picos de tierra y hastías enormes de árboles. —¡Esa es mi hija! Gritaba Rex emocionado. Víctor blanqueó los ojos. —Segundo escuadrón —dijo él y unos hombres altos alterados genéticamente. —¿Quieres que me una a la pelea, Víctor? —no. Tú me cubres. Es de esperar que Mary trate de venir por mí. —Como quieras, yo disfruto ver a mi hija en acción. —¿La estás grabando? —Tal vez no vuelva a ver algo así. —De verdad eres… veremos si pueden con los alterados. Camila se convirtió en Tomas y juntos masacraban a las bestias. —Sigan así, les ordenó, Cris. Tú y yo, amor, nos encargaremos de esos gigantes; Atlas cúbrenos. Uno de ese hombre se fue contra Cris, lo golpeó con una hacha enorme pero rebotó en su campo de fuerza. Mary lo elevó y usó su campo para aplastarlo, pero no le causó mucho daño. Lo cubrió con un remolino de fuego, pero solo logró lastimarlo un poco. Víctor Rio. —Es resistente Cris. Le dijo Mary colocándose a su lado. —Qué bueno, si no sería aburrido, dijo él riendo. Ella también le sonrió. Atlas se encontró con uno de ellos y usó su fuerza y lo partió a la mitad. —¡Me encargaré de estos! Le gritó a la pareja. Ellos asintieron.
—Rex, encárgate de Atlas ahora mismo. —Está bien, pero no lo mataré, no quiero que mi hija me odie por eso; solo lo dejaré fuera del juego, que las bestias se encarguen de él después. —Como quieras, pero encárgate de él; me está quitando la diversión. Rex se fue contra Atlas y lo mandó a volar de un solo golpe. Este se estabilizó y se fue contra él, regresándole el golpe, pero no le hizo daño. Los dos forcejeaban y Rex le sonrió. Agradece que mi hija está mirándonos, le dijo antes de cortarle la mano de un tajo, y aplastar el brazalete con toda la extremidad. Atlas cayó al suelo retorciéndose de dolor, pero Rex lo tomó por el cuello y le rompió los huesos y luego lo lanzó hasta donde estaba Tomás. Este lo tomó y apareció dentro de la propiedad.
Mary y Cris lo miraron con los ojos bien abiertos y este les sonrió antes de regresar junto a Víctor que reía sin parar. Oscar y Mónica que lloraba fueron junto a Atlas. Ella lo hizo dormir para que no sintiera dolor mientras lo curaban. —Llévenlo dentro de la casa. Le dijo por la mente a Mónica. —Bien, Cris, esto ya se hizo más personal. Dijo esta. Cris la detuvo. —No dejaré que te arriesgues, apégate al plan, acabemos con los demás y dejemos a Víctor de último. Ella lo miró furiosa pero asintió. Lograron acabar con nueve de los diez humanoides, pero Cris jadeaba del cansancio y Mary estaba mareada. Ya no podían seguir peleando, casi acababan con todas las bestias, pero Tomás y Camila tampoco podían más.
—Entren a la propiedad, les ordenó Cris a los gemelos. Tomás alzó en brazos a su hermana y se marcharon. Génesis y Kevin ya no podían más; sus ataques eran más lentos; solo Melissa parecía tener fuerzas. Seis bestias se precipitaron hacia Mary; pero Melissa alzó unas estalactitas de tierra y piedra atravesándolas. —Gracias cariño. Le dijo Mary a la niña; esta asintió sin perder la guardia. Solo quedaban Víctor Rex y un humanoide. —¿Qué dices si terminamos con esto, ya, esposo mío? Le dijo Mary a Cris. —¿Estás segura, Mary? le preguntó Cris, pero esta asintió. Los dos jadeaban, ya no podían más;
Cris le hizo una señal a Tomás y este tomó a Melissa que estaba preparada y aparecieron junto a la pareja en el momento en que el humanoide se abalanzaba contra ellos con su hacha preparada para dar el golpe final. Rex no lo pensó cuando apareció frente a la cosa y le cortó la cabeza de un tajo al mismo tiempo que Tomás aparecía de nuevo dentro del campo de protección. —No. Malditos infelices. Gritaba Víctor fuera de la reja: —Me las van a pagar todos, ya verán. No creas, Mary, que te has librado de mí. Rex los miraba apretando los dientes de la rabia que tenía; tomó a Víctor y desaparecieron. Todos se desplomaron inconscientes, menos Melissa que acariciaba el cabello de su madre.
—Descansen todos; yo los cuidaré. Dijo la niña con una sonrisa en los labios.
Capítulo 14
—¿Quieres dejar de romper los muebles, Rex? —Como fueron capaces de usar a mi hija como escudo, los voy a desollar vivos a ambos la próxima vez que los vea. Gritaba Rex mientras destruía las cosas. —Estuvimos a punto de debilitarlos antes de desplazar la última armada; tengo que admitir que fue una buena estrategia de Mary. Estoy tan enojado como tú. —¿Lograron traer a Cris? Dijo Natalia entrando a la habitación. Los hermanos la miraron con odio; ella dio la vuelta y salió. —Debí de haberla usado a ella para amenazarlos ahora que lo pienso. Dijo Víctor frotándose la cabeza; pude notar que Mary no usaba todo su poder; es probable que sea por su embarazo;
se han vuelto más fuertes, pero eso no me detendrá. Les costó mucho pelear con los humanoides; haré un ejército de ellos y esta vez destrozaré ese campo de fuerzas y no me iré de ese lugar hasta que sea mía o uno de los tres muera. —Haz lo que te dé la gana; ya me voy, necesito quitarme la rabia. Le dijo Rex saliendo del lugar sin decir nada más. —Creo que yo también me desestresaré un poco, ¿dónde se habrá metido esa zorrita?
Cada uno despertó en sus habitaciones. Melissa, Ariel y Alexa los habían ayudado; estaban agotados, pero corrieron a ver cómo seguía Atlas. —Ahora se encuentra dormido, dijo Mónica, pero la herida no sana rápido y costó demasiado calmar la hemorragia. —Esos humanoides nos drenaron; me será imposible por ahora ayudar a curarlo. Dijo Mary triste; Cris asintió. Si no hubiera sido por la última estrategia nosotros estaríamos peor que él. La puerta se azotó y Rex entró como un rayo, tomando a Cris por el cuello. —¿Cómo te atreviste a usar a mi hija de escudo maldito? Le gritaba éste, Melissa corrió y se le guindó por la espalda a Rex. —Déjalo papá, fue mi idea; él no tiene la culpa.
Rex soltó a Cris y tomó a la niña en brazos. —¿Tu idea? —Sí, si mis papás estaban en peligro y no se podían defender, sabía que tú los ibas a ayudar sin que Víctor se diera cuenta, y no te lo dijimos para que se mirara más real. Rex bajó a la niña y comenzó a reír; Mary sonrió también. —Te dije que nunca pondría en peligro a mi hija si no supiera que es capaz de defenderse; si no fuera por esta niña otra historia hubiera sido Rex, nuestra hija es muy lista. Cris levantó una ceja —¿nuestra? Mary puso en blanco los ojos. —Tú me entiendes, lo que no puedo entender es lo que le has hecho a Atlas, eso sí no te lo puedo perdonar, Rex, le dijo Mary cubierta en electricidad. Rex suspiró. —Tranquila muñeca, ¿dónde está el chico?
Lo llevaron a la habitación de Atlas y Mónica se le fue encima cuando lo miró. Rex la apartó como si fuera una mota de polvo y se colocó al lado de Atlas. Este estaba cubierto de vendas y gemía de dolor, pero no estaba consciente; un muñón salía de las sábanas. —Creo que sí me pasé, dijo Rex, colocando una mano en su pecho. Atlas dejó de respirar con dificultad y una especie de luz salió del muñón, apareciendo de nuevo su extremidad amputada. —Dejen que duerma todo el día; mañana se sentirá mejor, dijo este saliendo de la habitación. Melissa lo abrasó. —Sabía que no eras tan malo, papá. Le dijo ella besándole la mejilla. Rex la abrasó y también le regresó el beso. Ahora tengo que hablar con Mary y Cris, después hablo contigo, pequeña Ladina. Le dijo este guiñándole el ojo.
—No se equivoquen, no ayudé al muchacho por ser como mi hija dice; lo hice para que ella no me odie y como sea yo se lo hice, así que estamos a mano. Mary y Cris lo vieron confundidos. ¿Cómo lo hiciste? Le preguntó Cris. —Tengo regeneración, mi padre me infectó algo que producen las salamandras para regenerar sus partes y lo proyecté hacia el chico; no entiendo el término de eso. Víctor es el que sabe de ciencia. —Fue maravilloso. Dijo Mary agradecida. Rex le sonrió y le guiñó el ojo. —No como tu cariño, esa pelea fue increíble y eso que no has usado todo tu poder. Ella lo observó y río; Cris se aclaró la garganta.
—Si. Como sea, de que querías hablar con nosotros.
—Sí claro. Saben que soy muy diferente a todos ustedes; si todos pelearan contra mí no podrían derrotarme; talvez Atlas y Mary tuvieran una oportunidad si lo intentan, en fin, lo que quiero decir. Dijo este mientras se servía una copa. Que si vuelven a usar a mi hija de esa manera, aunque haya sido su idea, me desharé de este lugar con todos dentro y no me importa quien muera, me entendieron. Cris y Mary tragaron en seco. —Bien captado, dijo ella. —Otra cosa, la tal Natalia está junto a Víctor. Cris y su esposa cayeron al sillón al mismo tiempo, dejando caer la mandíbula. —¿Qué has dicho, Nati, por qué? —venía hacia aquí y me la encontré, estaba llorando y me contó lo que había pasado entre tu esposo y ella. Mary fulminó con la mirada a Cris y este solo sonrió apenado.
—No… es como ella lo pinta, Rex. Le dijo Cris tropezando con las palabras. —La verdad no me interesan sus problemas de faldas; el caso es que me pidió que la llevara con Víctor, pero antes le borré algunos recuerdos. No me convenía que le dijera a mi hermano que los he estado visitando. —¿Pero él la tiene de rehén? Le preguntó Cris. —¿De rehén? Rex río, para nada, se la pasan revolcándose; es fastidioso. Él le prometió que te capturaría vivo para que fueras de ella o algo así. Esa chica está más loca que mi hermano con su obsesión con tu esposa. Son tal para cual. Dijo Rex riendo. —En eso sí estoy de acuerdo contigo, Rex. Dijo Mary pensativa. ¿Crees que está ejerciendo algún control sobre ella? Preguntó Cris. Rex Rio. —Todavía tienes esperanzas en que esa chica es inocente, Cris, o acaso si sientes algo por ella. Cris se puso de pie frente a Rex. —Por supuesto que no, pero ella es parte de nuestra familia y si podemos rescatarla quiero saberlo.
—Esa chica actúa por voluntad propia; lo único que la controla es el gran amor que dice tenerte. ¿Aun sabiendo eso, que se unió a su enemigo para que mate a tu esposa, la quieres salvar, Cris? Cris se quedó pensativo por un momento, pero Mary fue la que habló. —No. Ella dejó de ser parte de esta familia el día que se metió en tu cama, Cris, así que la dejaremos donde pertenece. —Vaya, vaya, así que ella no dijo mentiras; todavía sigue mi oferta, Mary, si la quieres. Dijo Rex sonriendo. —Créeme que ganas no me faltaron a mí para deshacerme de los dos al mismo tiempo cuando los vi, pero ella era la del problema. —Así debe ser, si no Cris no estuviera vivo a estas alturas.
—Eso es algo que solo nos interesa a nosotros como pareja y a nadie más, así que te pido que no saques ese tema de nuevo; mejor dinos si tu hermano tiene algún plan nuevo. Rex cruzó los brazos, —sí. Pero no se los contaré, ya les dije que no estoy de parte de ustedes y estos planes no afectan a mi hija, así que mientras eso no pase, arréglenselas como puedan y sin usar a Melissa de escudo de nuevo. —comprendemos y agradezco lo de hace rato; sea como sea, Atlas también es tu hermano. —No lo hice por eso ya se los dije; me da igual si se muere o no. —¿Y porque nos cuentas lo de Natalia? —me interesaba saber el drama entre los tres, mera curiosidad.
—Eres un desgraciado. Le dijo Cris apretando la mandíbula. Rex Rio. Tal vez mi único interés es tener una lucha épica con Mary… me estoy preguntando si acabar con ese embarazo de una vez, así podremos… Mary retrocedió y Cris se puso en frente. Rex rio a carcajadas. —Tranquilos, estaba bromeando, no soy asesino de niños. —Eso no fue gracioso. Le dijo Mary, furiosa. —Ni lo que ustedes hicieron con mi hija, esa misma expresión que acaban de poner, esa angustia que noté en sus ojos, fue lo mismo que sentí yo. Dijo éste con la voz y mirada fría.
Melissa entró por la puerta. ¿Ya te vas? Le preguntó a Rex con su dulce voz.
—Así es, cariño, escúchame; no quiero que vuelvas a hacer algo como lo de esta mañana. Le dijo esté seriamente. Si estos dos te vuelven a poner en peligro o si tú lo haces para protegerlos de esa manera, vendré por ti y no los verás jamás. Melissa, me entendiste. —Pero yo… —Pero nada, te dejé quedarte en este lugar para que te protejan, pero si no lo hacen y si tú sola te pones en peligro te llevaré conmigo. La niña miró a Mary y Cris y estos asintieron. —Está bien, Rex, no lo volveré a hacer. Un dolor en el pecho invadió a Rex al escucharla tan triste.
—Lamento ser así de duro contigo, Melissa, pero te vi pelear y sé que eres una niña muy valiente y sabrás entenderme. Perdí a tu mamá y prometí cuidarte así que no me lo hagas difícil, sí. La niña se secó las lágrimas y puso su cara seria. —Está bien, papá. —Esa es mi chica, ahora me voy; te visitaré en otro momento.
—¿Crees que tengamos que hablar con todos a cerca de lo de Natalia? Le preguntó Cris a Mary. —Será lo mejor, si ella aparece puede querer engañarlos; es mejor que sepan la verdad. Dijo está seriamente. —¿Sigues enojada conmigo, por eso esa expresión? —Sí. Pero no es por eso. Rex tiene razón. Puse en un riesgo a Melissa y cuando me dio esa lección lo comprendí. Dijo ella con la mano en el vientre. Cris también puso su mano y su rostro de comprensión. El vientre de Mary se movió levemente. —¿Sentiste eso? Le dijo ella emocionada. Él asintió. —¿Es la primera vez que patea? —Sí. Dijo Mary, es la primera vez que ciento a un hijo mío dentro de mí. —¿Es muy pronto, no?
—Yo creo que sí, pero no siento que nada ande mal; me gustaría escucharlo como lo hace Mónica. Lo puedo hacer con otros, pero no conmigo misma. —Mañana le diremos a Mónica que te revise, ya está más tranquila con Atlas recuperándose, no sé qué hubiera pasado si Rex no lo hubiera curado, esos dos tienen una conexión muy profunda, al igual que nosotros, amor. Le dijo Cris a Mary. —No trates de endulzarme; todavía no te perdono. —Mírame, no hay nada que perdonar porque no hice nada malo. Mary lo miró indecisa. —No entiendo cómo no supiste que no era yo desde el principio, ¿acaso no sabes cómo es mi cuerpo, Cris? —Ya te dije que sucedió todo muy rápido, pero sí me di cuenta. —Pero eso no quita que la hayas manoseado, aunque sea por un segundo y la besaste. —Mary, si de verdad quieres tener esta conversación de nuevo, mejor descansemos y recuperemos energía. —Porque evades la pregunta. —No la estoy evadiendo; es solo que es absurdo seguir con lo mismo. —Como tú digas, dijo Mary acomodándose en su cama, mientras que Cris se arropaba con la sábana.
Capítulo 15
—Los reuní a todos para hablar acerca de Natalia. —¿Le sucedió algo? Preguntó Kevin exaltado. —Por lo que sabemos, continuó Cris, ella está bien. —Más que bien, agregó Mary sonriendo sarcásticamente. Cris se aclaró la garganta; Mary puso los ojos en blanco. Se ha unido a Víctor y está viviendo con él. —Eso no puede ser, exclamó Kevin furioso. Seguramente la está manipulando. —No. Dijo Cris; tristemente, ella está con él por su voluntad; Rex le tuvo que modificar los recuerdos para que no nos delatara, pero ella…, lo lamento, chicos, espero que se dé cuenta de su error y salga de ese lugar. —Pues no lo acepto, gritó Kevin, es toda tu culpa, Cris, si la hubieras mandado desde un principio a la casa de seguridad por su falta, esto no hubiera pasado; ella no se hubiera seguido haciendo ilusiones contigo.
Cris no dijo nada. —Es todo, solo les avisamos en caso de que quiera manipularlos; ella eligió su bando y no hay nada más que hacer. Agregó Mary con ojos de autoridad a todos. Ella serró los ojos y luego suspiró. Si se nos da la oportunidad de verla junto a Víctor la convenceremos de regresar y si todavía quiere la rescataremos, pero no les prometo nada. Kevin golpeó con el puño la mesa; Génesis lo miró con tristeza. —Gracias, Mary, sé que es difícil para ti proponernos eso, así que te lo agradecemos. Así es, agregó Ariel; ella es mi única familia de sangre y prefiero que esté en cualquier lugar menos junto a ellos. —Rex nos mantendrá informados sobre ella, así que la vigilamos. Pueden retirarse.
—Kevin tiene razón; es mi culpa. —Deja de seguirte lamentando por eso, Cris, ¿o es que acaso de verdad te importaba ella más de lo que dices? —claro que no, pero… —Como sea, esto se arreglará o no. No hay que seguir pensando en cosas sin importancia. Cris miró a su esposa fijamente. —¿Desde cuándo te has vuelto tan fría, Mary? —No se trata de eso, ya hemos sufrido demasiado para estarnos complicando la existencia por pequeños problemas cuando tenemos que cuidarnos entre nosotros. Mejor dime tú, ¿desde cuándo tan blando? Siempre me dijiste que enfrentara mis indecisiones y ahora te preocupas por todo.
—Cuando pasó todo y perdiste la memoria, me olvidé de los demás y solo me concentré en el odio que tenía hacia el profesor y en encontrar a mi madre. Eso me motivaba para seguir peleando y también en protegerte. Después de eso, me di cuenta que esa era una coraza que me había tenido alejado de ti y decidí cambiar por el bien de los chicos, ellos son jóvenes y necesitan una guía. No los puedo seguir ignorando, Mary, eso no era el propósito de haber formado este lugar. Todos cometimos errores y los superamos, sí. Natalia cometió un error grabe, pero en vez de ayudarla la arrojamos a la calle, sí, yo… no. Si nosotros dos hubiéramos hablado con ella desde un principio, esto no hubiera pasado. —Ahora dices que es mi culpa el descuido de los chicos. —No. Digo que desde que Ana murió, ellos se quedaron sin guía y era nuestro deber apoyarlos. —Cómo querías que apoyara a una zorrita que se mete a la cama de un hombre casado. —Sí, cariño, te comprendo, pero aún están los demás, Ariel, Oscar, Kevin, Génesis y Alexa. Ellos también necesitan hablar de sus cosas y tenemos que poner más atención, si no se nos van a ir uno a uno, y ¿cuál fue el propósito de traerlos a este lugar entonces?
Mary miraba a su marido dolida por cada palabra que salía de su boca; ella sabía que él tenía razón en todo, pero no se perdonaba todavía por lo que había pasado, por las cosas que había hecho que llegaran a este resultado y esa culpa no la hacía retroceder. —Comprendo, Cris, a qué te refieres y estaremos más pendientes de los chicos, pero si les muestras esa debilidad harán lo que quieran. El ser más duro te ayudó a dominar a Atlas; si no fuera por eso, ya él se hubiera marchado junto con Mónica; piénsalo bien.
—El niño parece estar muy bien, está más grande de lo que debería, pero está sano. Le dijo Mónica a Mary. ¿Estás preocupada por algo? —Si. Pensaba en lo que Cris me dijo; no niego que tenga razón, pero… olvídalo, ¿entonces si todo está bien, espera haz dicho, niño? Mónica Río. —Si. Es un niño; Cris se pondrá muy contento. Mary sonrió, así es.
—Sabes, cariño, a veces quisiera mandar al diablo todo y que tú y yo nos marchemos lejos de esta mierda. —Atlas, sabes que no podemos dejar a todos mientras Víctor siga vivo; esta pelea estuvo muy terrible, casi mueres y aunque yo también me quisiera ir, no dejaremos a tu hermano solo. —El idiota de Rex me rompió el brazalete; no creo volver a pelear de esa manera. —Tus habilidades se han fortalecido y ese brazalete solo los aumentaba; no te subestimes, eres más fuerte que Cris y no los abandonaremos, no mientras Mary no pueda usar todo su poder. Atlas abrasó a su novia y suspiró. —El día que ella tenga a su hijo, ese día tú y yo nos marcharemos lejos y jamás regresaremos, Mónica. Eso te lo juro. —Claro, mi amor, como tú digas, eso me hará la mujer más feliz del mundo.
—Gracias, pequeña Camila, por el abrazo. Dijo Génesis mientras veía la fuente. Extraño tanto a mi amiga y no puedo creer que se haya marchado con el enemigo; ¿en qué demonios está pensando? No la reconozco, ella era tan dulce y sonreía y era amable con todos. Tengo un gran dolor en el pecho y unas ganas de llorar, pero no puedo, solo desearía verla una última vez así como era antes. Camila le sonrió y se transformó en Natalia y le dio otro abrazo. Las lágrimas de Génesis se cayeron a borbotones por sus ojos y los sollozos se transformaron en un llanto desgarrador. —¿Natalia? Dijo Kevin casi sin aliento en el pasillo; Tomás lo detuvo antes de que saliera corriendo hacia su hermana. —Es Camila, solo le está dando la oportunidad a Génesis de despedirse. Kevin asintió.
Cris se encontraba en el despacho escuchando la buena noticia de la boca de su esposa cuando Génesis y Ariel llamaron a la puerta. —¿Qué pasa, chicos? —Cris, Mary, queremos pedirles que si Tomás nos puede llevar a la casa de seguridad. Los esposos se miraron incrédulos. —Estábamos aquí los tres para apoyarnos como familia, pero Natalia se marchó y queremos ayudar a los pequeños. —¿Están seguros? Preguntó Cris; ellos asintieron. —Está bien, gracias por su ayuda y si no hay manera de convencerlos pueden marcharse.
—Gracias a ustedes, si algún día nos necesitan, no duden en pedirnos ayuda.
—Tres chicos esta semana. Dijo Cris más para el mismo. Melissa entró al estudio con la cabeza baja. —¿Qué pasa cariño? Le dijo Mary subiéndola a sus piernas. —Todo el mundo está muy triste, nadie quiere jugar conmigo y escuché que ellos se iban. Además, extraño a los gemelos.
—Está bien, amor, sé que es fea esta situación, pero no quiero que estés triste, y Génesis y Ariel se ban, pero no del todo los podrás ver cuando visites a los gemelos. —No hablo de ellos, si no de Atlas y Mónica; escuché que cuando mi hermanito nazca se irán lejos de todos estos problemas. —¿De verdad? Preguntó, Cris. La niña asintió; Mary lo miró. —Yo hablo con ellos, dijo Cris.
—Para qué me querías ver, Cris. —Me contó un pajarito que te marcharás. Atlas cruzó los brazos y rio. —¿Y ese pajarito tiene risos y ojos azules por casualidad?
—Cómo sea, ¿es verdad? —Estoy harto, hermano, ya no me quiero esconder, casi me muero y no cumpliría la promesa que le hice a mi Mónica; no la dejaré esta vez. —No creas que no te entiendo y estás en todo tu derecho de rehacer tu vida y ella se lo merece, pero están muy jóvenes y Víctor sigue con vida. —Víctor no representa un peligro como tal, solo arrójale a tu esposa y ella se deshará de él; el profesor ya murió así que no hay problema y Rex, bueno, él no sé qué trato tendrán con él, pero no les hará daño mientras cuiden a su pajarito.
—Hablo en serio, Atlas, ¿y nuestra madre? Ella te necesita. —Ella te tiene a ti, no me harás cambiar de opinión, merezco la vida junto a Mónica, los dos nos la merecemos y no voy a seguir desperdiciando el tiempo en batallas que nunca terminan; la próxima, desháganse de Víctor de una sola vez y acaben con esto. Me marcharé cuando nazca tu hijo y punto. Cris suspiró derrotado. —Está bien, tú ganas, hermano.
—Tres meses para armar esas cosas, hermano, ¿no crees que debes variar en tus pasatiempos y dormir también? —No molestes, Rex, mejor deberías de conseguir más candidatos; ya se me acabaron. —Claro que no, las desapariciones están siendo ovias y no voy a exponernos a investigaciones por la zona. Tienes suficientes para derribar esa escuelita que más quieres. ¿No he visto a la chica en dos días, donde se metió? —reciclé algunas partes y ella las está sanando para terminar mi obra maestra. —Qué horror, suenas como padre, luego usarás lentes y estarás calvo. —Hermano, si no me vas a ayudar, no me estorbes, porque no te vas a buscar a una mujer que te quité las ganas que has de tener. Rex, Rio. No soy tan básico como tú, Víctor; además, a la mujer que me interesa se la están peleando un par de descerebrados.
Víctor giró la cabeza hacia su hermano. —¿De qué hablas, Rex? —De que la mujer que me interesa es la misma que a ti. Dijo éste alzando los hombros.
—¿Es broma, verdad? —sabes que no bromeo, pero no me mires de esa manera, no me interesa de la manera que piensas, solo quiero tener mi batalla épica con ella. Víctor se relajó. —Qué bueno que me lo dices, nunca podría ganarte si trataras de quitármela. Rex rio a carcajadas. —Claro que no, pero no te preocupes: la curaré después y te la entregaré como nueva. —Sería tan fácil si pudieras traspasar la barrera que los protege. Rex rio más fuerte. —Siempre he podido traspasarla, hermano. Víctor lo miró entrecerrando los ojos. —¿Y porque demonios no me lo habías dicho? Le preguntó este con su voz tenebrosa y serena. —Por la sencilla razón, hermano que no me daba la regalada gana. Le contestó Rex con la misma voz.
Víctor se acercó a Rex despacio y se colocó frente a él. —¿Me quieres decir, a donde ibas todo este tiempo? Rex dio dos pasos delante hasta colocarse frente a frente y miró hacia abajo, hacia sus ojos. —Estuve visitando a mi hija, hermano. La mirada de Rex era retadora, pero Víctor no se inmutó ni un solo gramo. —¿Les has estado dando información acerca de mis planes? Rex lo miró a los ojos sin pestañar. —Nada que no ponga en riesgo a mi hija. Dijo esté seriamente. Víctor asintió. —Bien, sí, así están las cosas; asumo ¿que no saben nada acerca de lo que he estado haciendo los últimos tres meses? —Es correcto. Dijo Rex apartándose de su hermano. —¿Y también supongo que eso es porque tienes algo entre manos, verdad? Rex sonrió. —Por supuesto, Víctor, dame un par de meses más y te llevaré justo a la puerta de esa casa. Víctor Río. —Debí de habérmelo imaginado, eres un débil cuando se trata de niños. Está bien, termina tu jugada, Rex, que yo haré la mía.
—Buenas tardes, familia, le he traído pizza a todos, pero como no se dé cuál les gusta, traje una de cada una. —De verdad no entiendo todavía como haces para burlar mi seguridad, Rex. Dijo Cris irritado. Todos corrieron a tomar la comida y Melissa le dio un beso a su padre. —¿Pasa algo, te noto muy molesto? —Es que Mary está muy insoportable; faltan dos meses para que nazca el niño y es normal que este…, como lo digo. —Gorda, dilo que estoy, enorme. Le gritó Mary ingresando al salón; Rex rio. —Comprendo, le dijo a Cris con compasión. Te veo encantadora. Maravillosa Mary, deja de imaginarte cosas; estás embarazada y eso es normal.
—tú qué sabes, eres hombre. —¿Sabes que cuando la madre de Melissa estaba embarazada a mí me dieron los síntomas? Ella estaba como si nada y yo sufrí de vómitos, bochornos y dolores. Mary lo miró sorprendida con un trozo de pizza en la mano. —¿Eso es verdad? —así es, eso hizo que la conexión con mi hija fuera más fuerte. ¿No quieres sentir lo mismo, Cris? —este negó con la cabeza y levantó las manos. —No gracias, tengo mucho trabajo. Mary lo fulminó con la mirada y Cris suspiró. —Aparte de la cooperación para reforzar mi matrimonio, ¿a qué has venido? Le preguntó Cris a Rex sarcásticamente.
—Tres cosas, ver a mi pequeña, saber cómo iba el embarazo de mi némesis y hablar de algo serio. Quiero que Melissa se vaya para donde sea que tienen a los gemelos escondidos. Mary y Cris se miraron sorprendidos. Es por su seguridad; mi hermano planea atacar y esta vez, créanme, será la batalla definitiva. —¿Sabes cuándo? No les diré. Cris Río. —Claro, eres neutral, bien lo haremos; de todos modos íbamos a pedirte permiso para hacerlo; ella extraña mucho a los niños. Rex asintió. —Espero que tu hijo nazca antes para que se lo lleven también; la barriga de Mary se mira más avanzada. ¿Están seguros de que tiene siete meses? —Sí. Así es. Dijo Mary tajantemente. Rex le sonrió. Está bien, no te enojes, es solo que no parece. ¿Quieres que compruebe sí? —No. Le dijo ella furiosa. Él cambió la expresión. Como quieras, solo saquen a los niños de esta casa, trataré de retrasar a mi hermano lo suficiente para que tu hijo nazca y luego no me hago responsable de lo que pase. Ah. Otra cosa, si usan a mi hija como escudo de nuevo, no tendré piedad. Dijo Rex antes de marcharse.
—¿Entonces, querido hermano, cómo van las cosas en la casita? —Todo bien, dijo Rex estirándose. Logré que manden a mi hija donde está Agatha escondida con los gemelos; la recogeré cuando todo acabe. —Bien, esos niños a mí no me interesan, ¿y el hijo de Mary, todavía le falta mucho? —¿Es extraño, sabes? Dice que tiene siete meses, pero parece de casi ocho; es por eso que te pedí dos meses. Creí que ya estaba por nacer. —¿Ocho dices? —Sí. Cuando le pregunté, ella se enfadó mucho. —Y eso que importa, haz que nazca antes y ya, que se lo lleven y terminamos con esto. —Es que, me parece que oculta algo, ¿no tendrá un amante y el niño será de otro? Dijo Rex riendo. —Estás loco, esa mujer solo vive por Cristopher; además, aparte de Cris, solo yo he estado con ella y la última vez fue hace como… Víctor miró fijamente la jeringa que sostenía en la mano y se quedó helado. Se giró hacia su hermano con una sonrisa que hasta a él le heló los huesos. —¿Qué pasa, Víctor?
Mary estaba admirando las rosas en el jardín. —Atlas, ¿crees que hayamos hecho lo correcto? Le preguntaba Mary a este mientras la observaba tomar una rosa. —Mi hermano no lo hubiera soportado y, más aún, sin poderes, Víctor lo hubiera matado si iba tras él; ¿tienes miedo que se dé cuenta? Ella asintió. —Gracias por guardarme el secreto todo este tiempo, pero no estabas obligado. —Lo que miré en tu mente ese día, Mary. Dijo él mirando el cielo. Fue lo más desgarrador que he visto en la mente de una persona. Si me quedaba algo de cariño por Víctor, ese día se convirtió en odio puro.
—Así es mejor, Cris cree que es de él, Víctor no sabe nada y todos tranquilos. Mary, Mónica y yo no diremos la verdad y si tú decides contarla, esa será tu decisión. Mary comenzó a temblar. Atlas la abrazó. —No fue tu culpa, Mary. Que ese animal abusara de ti mientras te extraía la sangre no fue tu culpa. Ella no paraba de llorar. —No debería de decir esto, pero que eso sea tu motivación para el día que le arranques la cabeza. Ella asintió. —Gracias por ayudarme desde el principio, Atlas. Pensé que Natalia diría mi tiempo real de embarazo y yo no paraba de llorar.
—Como sea, ninguna mujer se merece eso y el niño no tiene la culpa, además siempre es mi sobrino y lo cuidaré. Cris es su padre y tú, su madre; esta conversación muere aquí.
Capítulo
16
Víctor
estaba pensativo; Natalia lo miraba fijamente mientras este le acariciaba la
espalda. —¿Me dirás en qué piensas tanto? llevas varios días así, y también
retrasaste la pelea contra Cris y Mary. ¿pasa algo? Víctor paró de hacer lo que
hacía y la observó con la mirada fría. —No es nada que te interese, Nati,
solamente tengo una duda que no me deja de rondar por la cabeza. Se dijo más
para sí mismo. Ella tomó asiento en la cama. —¿Te puedo ayudar a resolverla?
—es probable. ¿Tú eras quien revisaba el progreso del embarazo de Mary, no es
cierto? —así es, junto a Mónica, ella siempre estaba encima de mí. —A tu solo
criterio, ¿cómo de cuantos meses crees que está ella? —bueno, a mí me pareció
que estaba de tres semanas cuando la revisé, pero si me lo preguntas, yo la
miraba más avanzada según los síntomas, eran muy prematuros y no coincidían,
¿pero no todos los embarazos son iguales y ella ya había perdido dos, según se?
—Entiendo, ¿recuerdas el día que se dieron cuenta de su embarazo? —Sí, para que
me entiendas, fue un mes después de que la engañaras para pedirle la sangre, si
se puede precisar. ¿Qué pasa, Víctor? Él le sonrió a la chica. —No es nada
preciosa, solo que Rex no quiere atacar hasta que ese niño nazca para tener su
pelea con Mary, es todo. La chica se encogió de hombros. —Bueno, si es eso, te
entiendo, ya quiero tener a mi Cris junto a mí. Dijo ella regresando a los
brazos de Víctor. —Él rio. Pronto preciosa, pronto.
—¿Mandaremos
a la niña donde mi madre o esperaremos a que nazca mi hijo? Le preguntó Cris a
Mary. —Esperaremos, para que ella esté cuando nazca; dice que no se irá antes y
Rex quedó en venir. Víctor no ha aparecido; creo que Rex pudo darnos tiempo
retrasando a su hermano, pero cada día es angustiante y más porque así como
estoy ahora apenas puedo usar mis dones; es muy cansado.
—Sí,
tal pareciera que estuvieras entrando a los nueve meses y no a los ocho; mi
hijo será enorme. Dijo Cris orgulloso. Mary sonrió sin ganas. —tranquila, amor,
yo te cuido y los protegeré hasta el último momento; no pongas esa cara.
—¿Cris…
tengo que decirte algo? Le dijo Mary a su marido, tropezando con las palabras,
y en eso Rex entró por la puerta. —Buenos días a todos, le traje unas doñitas a
la mamá. Cris lo miró cruzando los brazos. —Eres la persona más indiscreta que
he conocido, ni Ana me sorprendía como tú, Rex. Mary rio. Eso lo dudo, cariño,
gracias. Rex, ¿quieres que llame a Melissa? —no, todavía no. Necesito hablar
con ustedes primero. Víctor retrasó el ataque; no me pregunten por qué, anda
raro últimamente y la verdad no me interesa, pero eso solo quiere decir que
cambió los planes y no me lo quiere decir, así que no sé qué está pasando por
su cabeza.
Cris
y Mary se miraron con preocupación. —Nunca lo he visto tan concentrado en algo
como estos días; ahora sí parece que Víctor no se va a andar con tonterías;
hasta a mí me está dando miedo. Dijo Rex riendo. Observó a Mary y entrecerró
los ojos. Creo que ya estás a término; por lo que se mira, sería bueno que lo
indujeras y así te recuperarías tranquila. —No. Apenas está entrando a los ocho
meses Rex, mi hijo será grande. Le dijo Cris sirviéndole una copa a Rex. —¿En
serio? Dijo Rex que estaba viendo a Mary a los ojos con mirada de dudas. Ella
tragó en seco. Así es, Rex, pero eso no importa ahora, lo bueno es que
respiraremos tranquilos un momento más. Dijo ella riendo: Rex no le quitaba esa
mirada y Mary ya se estaba incomodando. Luego se dirigió a Cris sin quitarle
los ojos de encima a Mary. —¿Cris, me dejarías hablar a solas con tu esposa?
Quiero hablar de algunas estrategias que ella te contará después. A Cris le
extrañó la petición de Rex. Mary lo miró y le asintió. —Está bien, iré a hablar
con Atlas, ha estado paranoico estos días también. Decía Cris mientras salía
por la puerta.
Rex
se puso de pie y caminó hacia Mary, quien retrocedió un paso cuando lo tuvo
enfrente. Él extendió la mano y se la puso sobre el vientre sin quitar su
mirada de ella. —Lo sabía, dijo sonriendo. Este embarazo está casi a término.
¿Qué ocultas, querida Mary? Ella temblaba y sus ojos le picaban por las
lágrimas que se asomaban. —¿Querías tiempo engañándome o tú marido no sabe
nada?
—No
le digas por favor. Dijo ella casi en una súplica. —¿Me dirás por qué? Ella
negó con la cabeza. —No es algo que te interese, solo no le digas.
Rex
curvó los labios hacia arriba. ¿Nunca pensé que fueras esa clase de mujer, pero
está bien, no es algo que me interese, lo que quiero es que este niño nazca ya?
Dijo Rex apartándose de ella. —Sus pulmones están bien, su corazón también,
todo está formado; nacerá muy sano, ¿ya sabes cómo se llamará?
—Cristopher
Daniel. Rex, Rio. Como su padre, qué bonito, como tiene que ser. Bien,
Cristopher Daniel, es hora de que salgas. Dijo él y Mary comenzó con dolores de
parto. —¿Qué has hecho, Rex? —darte más tiempo con tu hijo, querida Mery, antes
de nuestra gran batalla. Dijo Rex mientras la tomaba en brazos y la llevaba a
la enfermería; todos salieron tras él; Mónica, Camila y Alexa entraron con ella
mientras los demás se quedaron fuera de la puerta.
Cris
caminaba de un lado a otro mientras se ponía nervioso por cada grito de Mary.
Rex, Rio. —Recuerdo esta parte. Dijo mientras tomaba en brazos a Melissa. —¿Mi
mamá está bien, parece que le duele mucho? —claro, cariño, eso es normal, ya
verás que tu hermanito nace en cualquier momento. —¿Y cómo sabes, ¿cómo nacen
los bebés, papá? Rex se puso pálido. —Bueno, amor… este, te lo diré cuando
estés más grande. La niña cruzó los brazos, los demás contenían la risa y Rex
los volteó a ver enojado. Atlas estaba recostado junto a la pared con los
brazos cruzados con cara de preocupación. Rex lo vio y fue hacia él.
—¿Qué
pasa, niño? No te vez como los demás de emocionado. —Eso no te interesa. Le
contestó Atlas indiferente. Rex, Rio. —Qué bueno que te recuperaste por
completo. —Tú me dejaste así, no voy a darte las gracias. —No las esperaba en
realidad, te pareces a mí más de lo que pensaba, sabes. —Yo creo que no, no me
considero nada tuyo, así que no vengas a ganarte mi aprecio. Rex volvió a reír.
Tampoco busco eso, niño, créemelo, a mí me da igual lo que te pase, pero
reconozco un rival cuando lo miro y tú tienes una fuerza extraordinaria. Atlas
lo observó y éste dio un sobresalto al escuchar a Mary gritar de nuevo.
—Estará
bien, dijo Rex. Lo triste sería que ese niño no se pareciera en nada al padre;
eso sí sería un problema. Atlas giró la cabeza hacia él de un solo. —Veo que tú
y Mary guardan un secreto privado, no pongas esa cara, le dije a ella que no
preguntaría nada más, no me interesa, pero jamás pensé que engañara a su marido
con lo mucho que dice amarlo. —Atlas apretó las manos en unos puños y apretó la
mandíbula. —Deja de hablar de lo que no sabes, Rex, ella jamás ha hecho tal
cosa. Rex levantó las manos. —Está bien si tú lo dices, a mí solo me interesaba
que ese niño naciera hoy. —Eres un desgraciado, ¿acaso tú… le gritó Atlas a
Rex, pero en ese momento un llanto se escuchó desde el otro lado de la puerta.
Esta se abrió luego de un rato y Cris entró primero; Melissa tomó de la mano a
Rex y entraron juntos. Rex vio al niño y le sonrió a Mary. —Este momento es de
la familia —dijo marchándose antes de darle un beso a su hija.
—Bien,
ya me voy, dijo Rex acercándose a Atlas. Diles a ellos que no le diré a Víctor
que ya nació el niño; les daré estas semanas para que estén con su madre antes
de, tú sabes. Ah, chico, lástima que te marcharás, me hubiera gustado tener una
batalla real contigo; tú eres uno de los pocos por los que vale la pena empezar
esta guerra, pero en fin, lárgate lejos y no vuelvas, porque ya no encontrarás
nada de este lugar si regresas.
Al
cabo de un rato todos rodeaban a Mary y Cris, quien sostenía en brazos a su
hijo. Mary miraba a Atlas con lágrimas en los ojos y este asintió.
—Felicidades, hermano, es un niño muy bello. Cris se secó las lágrimas. —Lo
dices porque se parece a ti, pobre de mi hijo que saca más de su tío que de su
padre, lo importante es que está sano a pesar de ser prematuro. Los chicos
rieron. —Mi hermanito es muy chiquito y llora mucho. Dijo Melissa que no paraba
de acariciar sus piececitos. —Camila tiene razón, salgan todos, dejen que la
madre descanse. Dijo Mónica.
Melissa
estaba tan feliz viendo dormir al niño y haciendo guardia en su cuna, mientras
Cris y Mary la veían. —¿Eres feliz, Cris? Le preguntó Mary. —Claro que sí,
amor, ¿porque no lo sería? te tengo a ti a quien amo con todo mi corazón y a
nuestros hijos; no puedo pedir nada más. Mary asintió. —La otra semana se lo
daremos a tu madre para que lo cuide y a Melissa también; espero tener tiempo
para comprobar si mi poder ha regresado por completo. —¿Tan pronto? —No quiero
que Víctor nos sorprenda con los niños aquí. —Entiendo, quería tener más tiempo
con mi hijo, pero creo que será lo mejor.
—No
lo digas como si no lo volvieras a ver Cris. Cris miró hacia donde estaban sus
hijos con tristeza.
—Esta
pelea no va a ser como las otras, Mary, siento que Víctor nos estuvo estudiando
y esas cosas que hizo, tú las viste, son aterradoras y extremadamente fuertes,
además Atlas no estará con nosotros y sería egoísta de mi parte pedirle que
pelee. No creo que salgamos bien, pero te aseguro que si me tengo que ir me
llevaré a Víctor conmigo para que no los siga molestando, Mary. —No, Cris,
Víctor es mío, y esa será mi motivación para pelear con todas mis fuerzas y
acabar con él sin que nadie muera. Cris le tomó la mano a su esposa y le
sonrió. —Juntos, amor.
—¿Alguna
novedad, Rex? —Sí. El hijo de tu amada nació hace tres días. —Ya veo, ¿lo
viste? Preguntó Víctor deteniendo su trabajo. —Así es, dijo este sonriendo, tal
parece que tiene un aire a Atlas, por suerte para Cris. —¿Y a ti, a quién te
pareció? —A mi querido hermano, se me hizo muy parecido a ti; ¿hay algo que
quieras contarme? Víctor suspiró aliviado. —He tenido mis dudas desde que me
dijiste que ella ocultaba algo y ahora ya se disiparon; jamás pensé que Mary
sería capaz de engañar de esa manera a Cris; esa mujer me sorprendió
completamente. ¿Me pregunto qué pasará el día que Cris se entere de la verdad?
—¿Quieres que se lo diga? —no. Ese momento lo quiero saborear yo mismo, quiero
ver la decepción en sus ojos, quiero que se enoje a tal punto que él mismo
venga hacia su muerte, Rex. —Has cambiado, Víctor, y esta versión me encanta.
¿Qué harás? Mandarán al niño con mi hija donde Agatha. —Está bien, déjalos,
sabemos dónde está ese lugar y tú puedes salir y entrar sin problema.
—¿Matarías a tu propio hijo con tal de atrapar a Mary Víctor? —claro que no. Si
no soy mi padre, lo raptaremos cuando estén en ese lugar y te recomiendo que te
traigas a la fierita si la quieres; escucha bien lo que harás, Rex y de eso
depende tu preciada batalla con Mary. Rex sonrió. Te escucho, hermano.
Capítulo 17
—¿Entonces Atlas, te marcharás? Le preguntó Cris mientras cargaba a su bebé. —Si. Después de que dejes a los niños donde mi madre nos marcharemos, Mónica quiere pasar más tiempo con ellos. Cris miró con tristeza hacia su hijo. —Esperaba que cambiaras de opinión, pero si es tu deseo lo aceptaré. Atlas se acercó hacia él y le dio un abrazo. Cris sonrió. —No es propio de ti ser afectuoso con alguien más que no sea Mónica. —Todas las personas a las que le he demostrado un poco de afecto me han traicionado. Dijo esté encogiéndose de hombros. Pero Cris, … Este niño es tuyo y solo tuyo; pase lo que pase seguirá siendo tu hijo; no lo olvides. —¿Lo dices por la pelea que se aproxima? —Claro, hermano, ¿por qué otra cosa sería? —Mary ya está totalmente recuperada; nos defenderemos bien, Atlas. —¿Te preocupa algo más, Cris? —Mary está obsesionada con acabar con Víctor ella misma, en cierta manera la entiendo pero… Si vieras la manera en que lo dice, sus ojos, hasta a mí se me erizan los vellos. —Está en todo su derecho de tener su venganza, yo que tú solo la apoyaría.
—¿Cómo está el nuevo miembro de la familia? Dijo Rex entrando por la puerta a la sala. Atlas lo observó desconfiado y colocando las manos en los bolsillos. —Rex, ¿me quieres decir al fin como diablos haces para esquivar mis escudos? Le preguntó Cris enojado. Rex se llevó el dedo índice a los labios. —Es un secretito. Dijo pronunciando cada silaba. Cris blanqueó los ojos. —¿Puedo cargar a mi sobrino? acercándose a Cris. —No es sobrino tuyo, le dijo Cris entregándole al bebé. —¿Cómo qué no? Mi hermano tiene su sangre, así que es mi sobrino. Dijo Rex mirando a Atlas maliciosamente; Atlas se tensó. Está tan bello; me recuerda a cierto hermano cuando era pequeño. Atlas se puso pálido. —Así es, se parece a Atlas, pobre de mi hijo. Dijo Cris meneando la cabeza. Rex, Rio.
—¿A qué has venido? le preguntó Atlas esquivando el tema. Rex miró a Atlas entrecerrando los ojos, luego le entregó el niño a su madre que llegaba y esta, a Mónica. —Vamos al despacho, dijo Mary. Rex los miró a los tres y cambió la expresión de su rostro. —Mañana atacará Víctor y esta vez no se andará con juegos. Dijo Rex sí más. A Mary se le cerraron los puños. Oculten a los niños hoy mismo. —¿Estás seguro? Preguntó Cris. —Si. No lo puedo retrasar más; Víctor ha estado experimentando en él con un compuesto a base de mi sangre y ahora es más fuerte. Por eso, niño. Dijo mirando a Atlas. No te recomiendo que te marches ahora. Atlas miró a Cris y Mary y sus caras de preocupación. No arriesgaré a Mónica, Cris; si peleo lo haré solo y la mandarás junto con los niños. Cris asintió.
Atlas se dirigió a Rex con la mirada fría. —No termino en confiar en ti, ¿dime contra quien pelearás? Rex, Rio. —No deberías, ya se los he dicho. Yo no soy amigo suyo, pero tampoco enemigo; solo me quiero divertir con Mary, pero no dejaré que maten a Víctor; me iré en contra de él que venga por él. Atlas río. En ese caso significa que definitivamente terminaremos enfrentados. Cris se tensó. —Eso parece niño, dijo Rex sonriendo. Tal vez no los mate, pero los dejaré tan mal heridos que las bestias de mi hermano terminarán el trabajo por mí. Bueno, me retiro; espero verlos mañana a todos y que gane el mejor, preciosa Mary. Dijo Rex mojándose los labios con la lengua.
¿Cuál es la estrategia, Cris? dijo Atlas. —No habrá estrategia, esta vez peleará el que quiera; peleen por ustedes, por la familia; no obligaré a nadie a quedarse. Le diré a los demás y al que se quiera ir con Mónica que lo haga de una sola vez. Dijo Cris saliendo; Mary calló al sillón pensativa. ¿Notaste a Rex diferente? Atlas asintió. —¿Ese tipo ya sabe la verdad, Mary? ella se puso pálida. —Esperemos que no se lo haya dicho a Víctor. Tengo que deshacerme de él esta vez, Atlas. —No te preocupes, yo te ayudaré aunque tenga que darlo todo. Esta vez no se marchará con vida; tengo que hablar con Mónica; creo que no le está gustando lo que le dice Cris.
—No, Atlas, no lo acepto; si tú te quedas, yo también. Decía Mónica enojada.
—Entiende, tienes que cuidar a Melissa y al bebé; estaré bien, te prometo regresar junto a ti y nos marcharemos, pero tú sabes que no puedo dejar que Mary enfrente a Víctor sola; sabes que él tiene que morir por el bien de la familia de Cris. —Está bien Atlas, pero regresa conmigo pronto. —Te lo prometo, amor.
—Ya nos vamos, mami, papi, no te preocupes, yo cuidaré a mi hermanito y los esperaremos con la abuela. —Bien, cariño, tú serás la guardiana de tu hermanito y no dejes que nada le pase, ¿me lo prometes? —Sí, papá te lo juro. —Camila se quedará con ellos, Cris. Dijo Tomás, lo lamento, pero no quiero que nada le pase. —Está bien, es mejor que nosotros nos encarguemos y dejemos a nuestras preciadas mujeres fuera de esto, lástima que la mía es una terca incorregible y no la puedo dominar. Dijo Cris riendo. Vete ya y regresas pronto, Tomás. —¿Quieres que traiga a Génesis y Ariel? —No. Déjalos tranquilos.
—Bien, nos vamos. —Hasta pronto cariño. Les dijo Mary a sus hijos antes de verlos desaparecer. —Solo seremos nosotros cinco, así que…no es por darles presión a los dos, pero todo depende de ustedes. Le dijo Cris a su hermano y esposa.
—Rex, tardaste mucho, ¿dónde está? —En la habitación con Natalia, tuve que esperar a las despedidas; nadie se dio cuenta cuando los saqué de ese lugar; mañana cuando lo noten será muy tarde. Los puse en un sueño profundo a todos. —Bien, Rex, con esto, solo iremos por esos dos y comenzará esta batalla. Dijo Víctor mientras entraba en la habitación; el niño dormía en una cuna y Natalia lo miraba con desprecio. —¿Te desharás de él después? Le preguntó esta con una sonrisa a Víctor. Víctor la miró sin expresión. —Si te atreves a tocarle tan solo un dedito a mi hijo, tú serás comida de bestia. Me escuchaste. Natalia tragó en seco —¿Tu hijo? —Así es, este pequeño es mi hijo, mío y de mi querida Mary. —Ahora entiendo, ¿no solo fuiste por la sangre ese día verdad?
Él sonrió. —Tendrás a Cris en bandeja de plata, Natalia, para que lo consueles, así que aprovéchalo. Ella sonrió aún más ampliamente. Rex habló. —Qué le diré a Melissa cuando despierte: no quiero que me odie Víctor. —No te preocupes, yo asumiré toda la culpa; ella pensará que fue todo hecho por mí y mientras tenga al niño no hará nada. Rex no estaba muy convencido, pero asintió. La niña estaba acostada en la cama, junto a la cuna de su hermano, cuando abrió los ojos y miró a su padre que le sonreía. —¿Dónde estamos y Mónica? Víctor salió de detrás de la puerta. —Linda Melissa, ¿cómo amaneciste? La niña se puso en guardia y se colocó frente a la cuna del niño. Víctor Río. —Ya veo que se te pegaron las costumbres de tu madre.
—Tú, ¿porque estamos en tu casa, papá, dime que pasa? —Yo te lo diré, niña. Dijo Víctor con una sonrisa macabra. Los trage aquí ayer en la noche mientras dormían y nadie se dio cuenta. —¿Papá, has algo? Le decía Melissa a Rex, pero este no se movía. —Mi hermano no puede hacer nada, te coloqué un dispositivo en la piel y si él hace algo te haré sentir mucho dolor, ¿me escuchaste, niña? dijo Víctor riendo. Rex levantó la ceja por la mala actuación de su hermano. Pero Melissa temblaba y Rex la tomó en los brazos.
—Ya basta, Víctor, la niña entendió; te dije que no haré nada, pero ya no la molestes. Bien es para que se mantenga controlada y no haga nada malo, o si no tu hermanito me las pagará… Melissa se aguantaba las lágrimas mientras lo miraba con odio. Rex movió la cabeza en desaprobación cuando se marchó su hermano. Colocó a Melissa en la cama. —Lo lamento cariño, pero no puedo permitir que te hagan daño. —Tienes que hablarles a mis papás para que vengan. —Eso haré, Melissa, iré a avisarles, pero te tienes que portar bien, Natalia te vigilará y si haces algo dañará al bebé. ¿Me prometes que no lo pondrás en riesgo? —Sí. Lo prometo, papá, pero trae a mi mami para que le dé una lección a ese hombre. Rex río. —Está bien, cariño.
Rex y Víctor iban hacia la casa de Mary. —No crees que te pasaste un poco con lo que le dijiste a mi hija, Víctor, de verdad la asustaste ¿y cómo se te ocurrió eso del dispositivo en la piel? Eres un mal actor, sabes. —No mentía Rex, el dispositivo es real. Rex se paró en seco. —Espera, ¿qué acabas de decir? De verdad te atreviste a colocar algo peligroso en el cuerpo de mi hija infeliz. Le dijo Rex tomando a Víctor por el cuello. Él lo miró serio. Suéltame, solo es por precaución, nada más, necesito que Mary esté dominada completamente, además, tu hija es muy fuerte y no me conviene que haga algo que dañe mis planes. —Si le haces daño. —Cálmate; solo le darán unos toquecitos; una pequeña corriente de electricidad estará bien. —¿Qué, electri… estás demente? sácale eso a Melissa. —Rex, concéntrate, después arreglamos eso; por ahora concéntrate. Rex respiró profundo. —Está bien, me las arreglaré contigo después.
Atlas, Cris, Mary, Tomás y Kevin estaban en el salón preparándose para cuando Víctor llegara con su ejército. —Bien, todos escúchenme. Decía Cris: Víctor llegará pronto; tal vez venga con una cantidad mayor de bestias que la otra vez. —No necesito tal cosa para enfrentarlos: con Rex tengo más que suficiente. Dijo Víctor que sonreía sentado en el sillón del salón. Todos voltearon a ver y se colocaron en guardia. Víctor Río. —La misma reacción que Melissa, se nota que entrenan seguido. —¿Cómo entraste infeliz? Dijo Atlas apretando los dientes. —Mi hermano es hábil ¿no les ha dicho? Ahora, querida Mary, vamos a casa y no mataré a los demás. Mary río. —Estas muerto, Víctor.
—No lo creo, querida, tú te marcharás conmigo en este momento y a tu esposo le espera una vida al lado de su amada Natalia. Kevin se adelantó un paso, pero Tomás lo tomó por el brazo. —Estás loco si crees que iremos contigo así tan fácil, maldito. —Una madre tiene que estar con su hijo y un hijo con sus padres; no creo que Mary quiera que yo crie a nuestro hijo solo. Dijo Víctor curvando los labios en una sonrisa. Atlas y Mary se tensaron. —De qué mierdas hablas. Le gritó Cris. El teléfono sonó. —Cris, puedes contestar, seguramente es tu madre que te quiere decir algo.
Dijo Víctor sonriendo. Cris corrió por las escaleras, a Mary se le doblaron las rodillas y cayó al suelo cuando una explosión estalló el estudio. Víctor se acercó a Mary; Atlas se fue sobre él, pero Rex lo detuvo antes de que llegara siquiera a tocarlo. —Ben, preciosa, vamos a casa con nuestro hijo. Le susurró este al oído. —No le hagas daño, Víctor. Le dijo ella en una súplica. —Nunca lastimaría a mi hijo. Le contestó él sonriendo. Ella asintió. Cris bajó rápidamente, pero Rex lo tomó por los hombros. —Nos engañaste, Rex, todo este tiempo nos engañaste. Le gritó Cris. Rex río. —No lo llamaría engaño, me gusta jugar con la comida antes de comerla y se los dije. Solo quiero a Mary como mi oponente.
—Qué pensará Melissa de ti. —No culpen de todo a mi hermano, dijo Víctor riendo. También lo amenacé un poquito, los niños están bien, pero a Melissa le implanté algo que la torturará si él no me hace caso así, que está como ustedes en este momento. Rex lo miró fulminantemente. —¡Cállate ni me lo recuerdes que todavía no me las cobro! —Rex, por favor, has lo tuyo y larguémonos de este lugar. Le ordenó Víctor. Rex giró a ver hacia dónde estaba Kevin y sin esfuerzo le atravesó la mano por el abdomen; a Kevin no le dio tiempo de reaccionar cuando cayó al suelo sin vida.
—¡Víctor no! le gritó Cris, iremos contigo, pero no les hagas daño. Rex se giró hacia Tomás, pero Atlas lo cubrió con un campo. Rex rebotó pero logró traspasarlo. Tomás detuvo el ataque de Rex y este sonrió. Retrocedió y Mary puso otro escudo. — ¡Tomás vete! Le ordenó Cris. Mary asintió y Tomás desapareció. —Vaya, vaya, eso no me lo esperaba, dijo Rex, solo me quedas tú. Dijo mirando a Atlas. —Vete Atlas, le dijo Cris. Atlas escupió a los pies de Rex. —¿Crees que soy cobarde? No me largo sin antes llevarme a Víctor conmigo. Dijo esté, pero Mary lo interrumpió. —Piensa en Mónica, no la dejes sola; Atlas vete. Rex se fue contra Atlas, pero este le dio pelea. —Mary, no hagas trampa cariño. Le dijo Víctor. —¿Y si te corto la cabeza en este momento? Dijo ella. —Hazlo, pero tu hija sufrirá una tortura agonizante.
Natalia tiene órdenes si yo no llego en una hora, y jamás verás de nuevo a nuestro hijo. —¿Cómo que nuestro hijo? Es mi hijo idiota; hasta eso me quieres quitar. Le gritó Cris. Víctor sonrió. —¿No le has dicho a tu esposo? Jamás pensé que fueras capaz de hacer algo como eso. Mary, si yo estuviera en su lugar nunca te lo perdonaría. —No, Víctor, por favor. — ¿De qué habla Mary? Le preguntó Cris. —De que el niño no es tuyo; ese niño es mi hijo. Cris se congeló mirando fijamente a Mary con ojos confundidos. —¡No lo escuches, Cris! le gritó Atlas. Es un mentiroso.
Pero Cris miró a Mary y su expresión cambió. —Dime amor, dime la verdad, ¿es eso cierto? Mary no lo miró a la cara cuando asintió. Atlas iba hacia su hermano, pero Rex lo golpeó tan fuerte que hizo que él rebotara en el suelo; la sangre le caía por la cabeza y la frente. —No lo escuches. Dijo Atlas casi sin aliento tirado en el suelo. —¿Como? Preguntó Cris. Atlas miró a Mary y esta asintió. Cris observó a su hermano; este le mostró lo que había pasado y Cris abrió los ojos llenos de odio y horror. Se fue contra Víctor, pero Rex lo noqueó dejándolo inconsciente. —Los voy a matar. Les dijo Atlas, Víctor Río. —Si nos encuentras primero. Dijo antes de desvanecerse junto a Mary y su hermano.
Capítulo 18
Rex
tomó a Víctor del cuello en cuanto regresaron a su escondite. —Ahora me
explicarás que le colocaste a mi hija y se lo quitarás. Víctor lo miró sin
miedo en los ojos y le apartó las manos de su cuello. —No se lo puedo quitar,
no por ahora. —¿Por qué? Preguntó Rex; Víctor le sonrió macabramente. —Mejor te
lo mostraré. Rex se puso pálido al ver las imágenes que pasaban por su cabeza.
Comenzó a temblar. —No correré riesgos contigo, Rex, tú eres muy fuerte y temo
que te reveles en cualquier momento, así que vete con cuidado desde ahora y no
trates de engañarme de nuevo. Cris y Mary comenzaban a despertar.
—Esto
fue más fácil de lo que imaginaba, ahora, preciosa Mary, cuidado con lo que
haces. Decía Víctor; ella no dijo nada; solo estaba con la cabeza baja. Cris no
la miraba a ella; estaba pensando en las mil y una maneras de deshacerse de
Víctor. —Esperen un momento aquí, traeré a nuestro hijo y a Melissa. Dijo
Víctor retirándose. Rex vigílalos. Rex miraba a su hermano con un odio y una
impotencia que jamás había sentido.
—¿Por
qué, Mary, porque no me lo contaste en el momento? —estaba asustada y cuando me
di cuenta quise decírtelo, pero en ese momento no tenías tus dones y tenía
miedo que buscaras a Víctor y este te hiciera daño. —Claro que lo hubiera
hecho, yo mismo lo… Cris rio. Ahora entiendo las palabras de Atlas; lo que hizo
ese desgraciado no es tu culpa, Mary, pero el haberme mentido acerca de que era
hijo mío, eso sí, me duele. —¿Dime, Cris? ¿Qué hubieras hecho si te decía que
esperaba un hijo de Víctor, un hijo que fue concebido en contra de mi voluntad,
dime que me hubieras dicho?
Cris
la volteó a ver, luegó bajo la mirada. —¿Qué no lo dejarás nacer, eso crees que
te hubiera dicho? —lo pensé, pero el niño no tenía la culpa, Cris, y no quería
que cada vez que vieras a mi hijo, recordaras lo que me hizo Víctor, que lo
vieras con odio en los ojos, ya que yo jamás me desharía de un inocente. —¿Qué
clase de persona crees que soy, Mary? Lo hubiéramos superado juntos; tal vez en
el momento no sabría cómo lidiar, pero si lo hubiéramos hablado… Tú elegiste
mentirme, tú y Atlas me engañaron; nos prometimos que no habría mentiras entre
nosotros. Todas las veces que te vi llorar, que tenías pesadillas, todo eso a
causa de… Todo lo enfrentaste sola y yo te culpaba por ser de mente débil, sin
saber en realidad que sufrías, ¡cómo crees que me siento ahora de culpable! No
me dejaste apoyarte. Cris Rio. Después de lo que pasó con Natalia, me hiciste
sentir tan culpable tantas veces y no sabía que al que de verdad estaban
lastimando era a mí. Mary se aproximó a Cris, pero este retrocedió.
—Víctor
tiene razón, Mary, ese niño tiene que estar con sus padres y Melissa tiene a
Rex. Dijo Cris mirando al grandote que los observaba con los ojos bien
abiertos. El profesor murió y los demás estarán bien; ya Víctor tiene lo que
quería y el destino que tenga para mí ya no me importa. Puede hacer conmigo lo
que quiera con tal que no te lastime.
Mary
se llevó una mano al pecho. —Cris, por favor, no te rindas; saldremos de esta,
siempre lo hacemos, y nuestros hijos. —¡No es mi hijo! Le gritó él: No lo es,
ese niño ya tiene un padre y, aunque ya lo amo con todo mi corazón, no puedo
cambiar eso. Lo hubiera querido igualmente, pero tú no me diste la oportunidad,
Mary. Cris ignoró las lágrimas de su esposa, y se dirigió a Rex. —Solo quiero
ver a mi Melissa una última vez antes de que tenga que enfrentar el destino que
guardan para mí. Rex asintió. No haré nada que los ponga en riesgo; solo quiero
despedirme de mi pequeña.
En
eso la puerta se abrió; Natalia venía junto a Melissa y Víctor cargaba al niño.
Mary corrió hacia la niña y le dio un abrazo; luego Víctor le entregó al niño.
Melissa corrió a los brazos de Cris y este la abrazó con ternura. —Hola, cariño
mío. Le dijo Natalia a Cris, él la ignoró y Mary chasqueó la lengua. Luego miró
hacia su hijo y una sonrisa y un alivio la invadieron; Cris la observó con
tristeza, mientras que Víctor estaba al lado de ella. —Papi, vámonos de aquí.
Le dijo Melissa. Cris le sonrió y se sentó junto a ella. —No, cariño, tú
vivirás aquí junto a tus padres y tu hermanito. —No quiero, quiero marcharme
con los demás: tú, mi mamá y mi hermanito, acaba con ese Víctor y vámonos.
Gritaba la niña.
—No
podemos, Melissa, ¿recuerdas que te dije? —Que tenía que ser la protectora de
mi hermanito. —Así es, ahora tú lo cuidarás y tienes que quedarte con él. —¿Estamos
se reines, papi? —Es rehenes y sí, amor, pero Rex te cuidará siempre y eso me
pone muy feliz. —¿Y tú, estarás aquí con nosotros? Cris miró a los demás con un
nudo en el pecho. —Cris estará en otra área de la casa Cariño. Le dijo Rex,
pero lo verás cuando quieras. Cris parpadeó incrédulo.
—Así
es, hija, tú cuida a tu mamá y hermanito; yo estaré cerca. —No me gusta la
idea, pero si no tenemos de otra por ahora, está bien, papi.
Víctor
le sonrió maliciosamente a Cris; esté tenía los puños serrados, aguantando las
ganas de darle un golpe. —Basta de charlas, dijo Víctor, llévatelo de aquí Rex
y muéstrale en donde estará. Mary quiso ir hacia él, pero Víctor la detuvo. A
Cris se le escapó un rayo al verlo tocar a Mary, pero lo detuvo antes de que
saliera disparado y siguió a Rex por el pasillo sin mirar hacia atrás. —Cuando
me mates, ¿quiero que sea rápido, Rex? Dijo Cris mientras caminaba hacia una
habitación. —Nadie te matará, Cris, no por ahora. —No cariño, vivirás junto a
mí. Dijo Natalia mientras ingresaban dentro de la habitación. Cris Rio. Ahora
entiendo, ¿quieren torturarnos a ambos, verdad? —Yo no entiendo los retorcidos
planes de mi hermano Cris, a mí lo único que me interesa es que Melissa esté a
salvo; ahora tengo que hacer que ese idiota le quité lo que sea que le haya
puesto en el cuerpo. —Cuídala, Rex, tu hermano te dijo que no la dañaría, pero
con tal de mantener a Mary junto a él, es capaz de lo que sea. No le quites los
ojos de encima a la niña. Rex asintió.
Cris
suspiró profundo y cayó sobre la cama. Estaba muy deprimido por todo, pero
también pensaba en que su esposa había hecho eso para no causarle daño. No era
el hecho de que ese niño no fuera suyo lo que lo tenía así; era recordar
cuantas veces la vio sufriendo y no la apoyó. Cris estaba tan enojado que la
cama explotó en pedazos. —Comprendo tu decepción, cariño, esa mujer no vale la
pena; mejor ven conmigo, yo te daré consuelo. Le dijo Natalia acercándose a él.
Cris la miró curvando los labios. —Si te acercas a mí, zorra, te voy a cortar
la cabeza, me escuchaste, además Mary es el doble de mujer que tú. —Natalia lo
miró enojada y chasqueando la lengua se marchó de la habitación.
Mary
se encontraba en su habitación junto a Melissa y el niño cuando Rex entró;
Víctor lo volteó a ver y Rex asintió. —Bien, Cris ya está junto a Natalia,
ahora, Mary, tú te quedarás conmigo en esta habitación y Melissa con Rex. —¡No!
Gritó Melissa, no me separaré de mi mamá y de mi hermano; tú, vete a otra.
—Mira, niña, ya me cansé de tus berrinches, aquí se harán las cosas como yo
diga; me escuchaste. Le gritó Víctor. Rex y Mary se colocaron frente a Melissa.
—No le hables así a mi hija, Víctor, le dijo Mary. Víctor suspiró. —Pues domen
a la fierita si no quieren que colme mi paciencia. Natalia entraba por la
puerta enojada. —Necesito los collares, Víctor, Cris acaba de destruir mi
habitación, es un idiota.
Víctor
se colocó dos dedos en la cien. Rex, no te dije que le colocaras el collar
antes de dejarlo en la habitación. Dijo Víctor. Se me olvidó, aquí está, dijo
dándoselo a Natalia. Mary rio. —¿Y tú de qué te ríes idiota? Le gritó Natalia a
Mary. —Estás loca si crees que Cris te pondrá una mano encima, bueno, tal vez
sí, para estrangularte mientras duermas. Le dijo está colocando al niño en la
cuna. Natalia avanzó hacia ella enojada y Melissa la hizo tropezar con una
liana que se enredó en su tobillo. —Ya estoy harta de esta bestia. Dijo Natalia
apretando algo que traía en el bolsillo; Melissa calló al suelo,
contorsionándose y gritando de dolor; luego solo jadeaba.
Rex
se fue contra ella, pero sacó una daga y se la colocó en el cuello; Rex se
detuvo, que sea la última vez. Dijo Natalia antes de retirarse. Rex abrasó a la
niña mientras la curaba.
—Eres
un desgraciado. Le dijo Mary a Víctor. —Esa niña tiene la culpa, es igual que
tú de atrevida, edúcala, si no Natalia lo hará por ustedes. —Víctor, este no
era el trato. Dijo Rex furioso. —Si no quieres que vuelva a pasar, ponle el
collar y listo. Mary, ten póntelo. Le ordenó Víctor, arrojándoselo a sus pies;
ella lo tomó y se lo colocó. Rex también se lo puso a Melissa. Esos no son como
los otros, Mary, estos están completos, así que no trates de hacer nada que yo
lo sabré. Dijo marchándose de la habitación. —¿Por qué no dejaste que se
degollara esa infeliz Rex? Le preguntó Mary. —Porque, si ella muere, Melissa
también. Dijo esté triste. Mary lo observó confundida.
—Muy
bien, Cris, ya nos cambiaron de habitación, no me arruines esta también. Le
dijo Natalia mientras le colocaba el collar: —Por tu culpa tuve que castigar a
Melissa, así que no vuelvas a hablarme de esa manera. Cris se giró hacia ella.
—¿Qué le has hecho a mi hija bruja? —solo fueron unos toquecitos, estará bien,
si tú te portas bien. —Rex te matará antes que yo. —Rex no me puede hacer nada,
ya que si me daña, Melissa también morirá. —¿De qué hablas? —Que Víctor hizo
algo que conecta la vida de Melissa con la mía, y si yo muero, ella también.
Cris se congeló. —Son unos monstruos, miserables.
Capítulo 19
Camila estaba llorando mientras Mónica trataba de curar a Atlas que no paraba de maldecir. Óscar, en una esquina, solo observaba el cuerpo de su amigo; no se había dado cuenta lo mucho que apreciaba a Kevin. Hasta que Tomás regresó con su cuerpo, Agatha discutía con Atlas porque él quería salir a buscar a su hermano. —Tenemos que hacer algo, no podemos dejar que lo mate madre, sabes que eso es lo que quiere Víctor. —Mientras Mary esté con él, no le pasará nada, ella es muy astuta y sabrá cómo mantener a mi hijo a salvo. Tú concéntrate en recuperarte, Atlas y luego veremos.
Atlas dejó de forcejear y golpeó la mesa con el puño. —No lo creo, madre, no creo que ella esté en esas condiciones ahora mismo, y menos que mi hermano tenga ganas de luchar. Mónica lo miró preocupada. —¿Víctor sabe la verdad? —así es amor, y le dijo todo a Cris antes de llevárselos. Mónica calló junto a Atlas. —¿De qué verdad hablan? Exigió saber Agatha; los chicos le contaron todo. La hermosa piel bronceada de la mujer tomó un color lechoso al escucharlos. —Solo habrá dos salidas para mi hijo; enfrenta lo sucedido con valentía y está planeando cómo acabar con Víctor o se consume por el dolor y pierde las esperanzas.
—¿Qué hacemos, madre? —Esperemos, hijo, esperemos y confiemos en el amor que se tienen esos dos y en que harán lo correcto por sus hijos. Mientras tanto, fortalezcámonos para el momento en que ellos nos necesiten. Mónica abrasó a Atlas con todas sus fuerzas, Tomás hizo lo mismo con su hermana y Génesis, Ariel y Alexa miraban a doña Dona que venía con su esposo para sepultar a Kevin.
—¿Cuál es tu propósito, Víctor? Le preguntaba Mary mientras él la observaba mirar la cuna. —¿Mi propósito? Ya te tengo a ti y un hijo de ambos. Logré superar a mi padre y controlar a Rex; creo que mi propósito ahora es que el mundo se arrepienta de discriminar a personas como nosotros. Mary rio. —¿Te convertirás en el protector de los derechos de los dotados? Cuando tú eres el que los utiliza para sus experimentos —Te equivocas, Mary, los hombres que utilicé para crear a mis hombres son presos y ratas de alcantarilla, pero no te niego que hay algunos que se ofrecieron a la causa. —Eso lo dudo, ¿dejarás tranquilo a Atlas y los demás miembros de mi familia? —Por ahora sí. Pero algún día los gemelos me serán de utilidad y Camila… Esa niña es muy valiosa para mí.
Mary lo observó con odio. —Te estás convirtiendo en tu padre Víctor. —¿Y eso es malo? El viejo estaba equivocado en muchas cosas; yo las mejoraré y seré imparable; además, te tengo a ti y Rex, nada podrá detenerme. —¿Qué harás con Cris? —Él está bien por ahora junto a Natalia y ella sabrá complacerlo, si sabes a qué me refiero. Además, él está muy enojado contigo y eso le servirá a ella para acercarse a él. —Él jamás estará con Natalia, eso te lo aseguro. Víctor se acercó a Mary y la tomó de las mejillas. —Si veo que tú y él se entienden a mis espaldas, lo mataré junto con Natalia y de paso tu hija también caerá, así que amor, trata de cambiar de estrategia conmigo desde ahora.
Mary le sonrió. —Talvez me tengas en tus manos por ahora, Víctor, pero te juro por la vida de mi hijo, que algún día yo misma acabaré contigo. Víctor río. —Ese día no llegará sin antes haberte hecho sufrir, Mary; mis planes cambiaron un poco con la existencia de mi hijo, pero no creas que no te haré pagar a ti todo lo que me debes, y esa es la razón por la que no me he deshecho de Cris todavía. Habría sido tan fácil y rápido hacerte sufrir, pero prefiero una tortura larga y agonizante. —Haz lo que quieras, Víctor, tortúrame, pero deja a Melissa fuera de esto, sácale eso de su cuerpo, te lo ruego.
Víctor sonrío. —Eso es lo que quiero, que supliques que te me arrastres; si lo haces, talvez considere liberar a la niña. Víctor salió de la habitación riendo a carcajadas. Mary lo maldijo, una, dos, tres veces. —Cris, perdóname por favor. Dijo Mary con su mente, conservando la esperanza que él la escuchara.
Por otro lado, Cris estaba lidiando con la locura de Natalia. —Hoy tendremos una cena muy agradable, mi querido Cris, así que te conseguí estos trajes para que luzcas más hermoso. Cris ni siquiera la volteaba a ver. Estaba sumergido en sus pensamientos, esperando que su hermano estuviera bien y lamentando la muerte de Kevin. Natalia lo volteó a ver enojada. —¿Me estás escuchando, Cris, en qué piensas tanto? Cris suspiró. —¿Sabes que Rex mató a Kevin? Natalia cambió el semblante a uno más apesarado.
—Lo supe ayer, no odiaba a Kevin, él siempre me quiso y fue muy bueno conmigo, siempre le voy a estar agradecida por el amor que me tenía, pero en esta vida todos morimos, Cris y más nosotros que estamos en este mundo para ser armas y ser usadas por otros más fuertes que nosotros. Cris se puso de pie. —¿Eso crees, que eres un arma? No, Natalia, nosotros elegimos nuestro camino; yo siempre les di la elección, tú… ¿Dónde está esa linda chica que conocí, tan amable y pura? ¿Qué te sucedió para que tu corazón se envolviera en esas tinieblas, Nati? —Víctor me mostró una forma más fácil de ver la vida, Cris, y eso me abrió los ojos. Además, a ti no te gustan así de buenas porque si no te hubieras enamorado de mí. —No, Nati, yo te quería tal y como eras; esta versión de ti solo me da repugnancia y desprecio. Ella rio a carcajadas. —Pues qué pena, mi querido Cris, porque esta versión me agrada más que la sumisa Nati, y tendrás que quererme como soy ahora. Ella se acercó a Cris y lo abrasó. —Tendrás que hacerlo porque tú eres mi razón de vida, Cris y sin ti no puedo vivir. Y si yo no vivo tu linda mocosa tampoco, tú decides, Cris.
—¿Qué quieres de mi Natalia? —quiero que ahora mismo me hagas el amor como si fuera la propia Mary y que digas mi nombre cuando me estés acariciando. Cris la apartó de él —no lo haré, no puedes obligarme a hacerlo. Natalia sonrió. —Claro que sí, Cris, claro que te puedo obligar, así como, seguramente, Víctor está haciendo con tu esposa en este momento. Cris apretó la mandíbula y los puños de la cólera y la impotencia. —Cris, perdóname por favor. Escucho
Cris en su mente, suave y quedito, como un susurro, y supo a quién pertenecía esa voz cuando su corazón dejó de latir por un segundo.
Rex se encontraba con Melissa en la pequeña sala. Le estaba cepillando el cabello. —¿Quieres que te ayude con los listones? —le preguntó Mary acercándose. Él asintió. Se miraba decaído y frustrado. —Perdón, por lo que pasó con mi hija, yo no sabía que Víctor llegaría tan lejos. Le dijo Rex a Mary mente a mente. —Tu hermano está fuera de control y todos estamos atrapados en su juego. Rex sonrió. —Lo triste es que no me molestaría su cambio radical si el imbécil no hubiera atizado un truco tan bajo para someterme. Mary suspiró. Prepárate para la cena, Mary, tú también, Melissa ya está lista. —Yo no quiero ir, me quedaré con mi hermanito en la habitación y comeré sola, no le quiero ver la cara de lagartija a Natalia. Rex, rio. —Está bien, cariño, es mejor que no vayas, no quiero que esa mujer te haga daño.
A la hora de la cena estaban sentados a la mesa Víctor y Mary juntos, Rex a la cabeza y Natalia y Cris frente a ellos. Mary no miraba a Cris a la cara, pero este sí la estaba observando, no con odio, pero sí con dudas, lo contrario que a Víctor. —Ya cambia esa cara, hombre, si las miradas mataran… Dijo Víctor a Cris. —Parece funeral, porque no hablamos de nuestros primeros días juntos. Dijo Natalia sonrientemente. Hoy Cris y yo pasamos toda la tarde en la cama y fue muy placentero. Mary la observó con fuego en sus ojos. Víctor aplaudió. —Me alegro escuchar eso. Mis invitados tienen que llevarse bien por la paz de este agradable hogar. Un cuchillo para la mantequilla pasó a toda velocidad frente a Natalia, quedando a centímetros de su cara; Rex lo había detenido a tiempo. Natalia temblaba, pero se relajó rápidamente. Mary dejó escapar una sonrisa ligera.
Rex la miró aterrorizado. —Por favor, Mary, Melissa. Le dijo Rex, ella suspiró y siguió comiendo. —Perra. Se escuchó decir a Natalia quien comenzó a comer también. Cris estaba sudando frío por lo que había hecho su esposa, pero él sabía que ella esperaba eso de Rex. También se le curvaron los labios en una media sonrisa. —Mary, Mary, tal parece que él collar no es suficiente para controlar tu gran poder. Dijo Víctor, negando con la cabeza. —Pues dile a tu zorrita, particular que deje de sacar las garras que yo también tengo. Dijo Mary sin mirar a nadie. Víctor río. —Solo estás celosa porque Cris me hizo el amor. Le dijo Natalia. —Hasta Cris de vez en cuando se puede mezclar con la basura y eso no significa que le guste. Contestó Mary. La cara de Natalia se puso roja de la cólera, entonces ella tomó a Cris de la cara y lo besó frente a Mary. Cris la tomó del cuello apartándola. —Si lo vuelves a hacer, te muerdo la lengua de serpiente, le dijo Cris sin expresión en el rostro. Mary no hizo nada al verlos, solo se puso de pie. —Con su permiso, tengo que ver al niño; además me aburrieron los esfuerzos de rebajarse de la zorrita. Dijo Mary retirándose.
Víctor miró a Cris entrecerrando los ojos. —Más te vale no tratar así a Natalia frente a Mary de nuevo, Cris, ella tiene la vida de Melissa en sus manos, no yo. Rex se tensó y miró a Cris con angustia. Cris respiraba profusamente, pero se contuvo y le asintió a Rex. Más te vale alejar a Mary de ti, Cris, o si no, ya no me servirás con vida, y si tú mueres, pues Natalia también y ya saben qué pasa. Dijo por último Víctor antes de retirarse.
Capítulo 20
—Entonces,
cariño, escuchaste lo que dijo Víctor, si me vuelves a rechazar…
—escuché
lo que dijo. Frente a Mary, pero no dijo nada mientras estuviéramos solos; si
me pones una mano, culebra venenosa te la voy a arrancar. Le dijo Cris a
Natalia mientras entraban en la habitación. Te puedes regenerar fácilmente y
además sé que no quieres morir, así que a mí no me manipularás tan fácilmente.
Natalia, deberías de conocerme bien y de lo que soy capaz cuando me propongo
algo. Natalia chasqueó la lengua. —Sé que amas a esa mocosa y arias cualquier
cosa por ella. Cris se acercó a ella con la mirada llena de odio.
Si
tú la lastimas te arrancaré cada extremidad del cuerpo, no morirás, pero
sufrirás tal dolor, que me suplicarás que te mate mientras Rex te regenera el
cuerpo para volver a arrancarte los brazos una y otra vez. Natalia retrocedió
aterrada. —¿Tú no serías capaz de hacer algo así, Cris te, te conozco? Cris rio.
—Me conocías, Natalia, me robaron mi libertad, lastimaron a mi familia,
asesinaron a mis seres queridos y torturan a mi esposa, y mi hijo, … Bueno,
esas son cosas para hacer que replanteé mi vida, así que no me provoques,
bruja; fingiré lo que quiera frente a Mary, pero si tus garras me tocan
mientras estemos solos no tendré piedad.
Natalia
tragó en seco y se apartó de él para salir de la habitación. Cris suspiró antes
de caer en la cama. —¿Mary
está sola? —¿Cris? Sí, lo estoy, Cris, perdóname yo… —Está bien, amor, te
perdoné hace tiempo, sé que no fue tu culpa y también sé que me lo dirías tarde
o temprano. —Sí, así es. —Bien, escúchame, no hay tiempo, tengo que mantener
tranquila a Natalia para que no dañe a Melissa; tú trata de buscar la manera de
que Víctor confiese que une a Melissa y Natalia, así podremos buscar la manera
de salvarla. —¿No entiendo, Cris, qué pretendes? —Salvarnos de una sola vez,
amor, destruir al enemigo en su propio juego y en su territorio, finge frente a
mí y síguele la corriente a Víctor; yo haré lo mismo con Natalia; no confíes en
Rex pero trata de ponerlo en contra de su hermano.
¿Cris,
de verdad dormiste con Natalia? —Claro que no, esa mujer me repugna y ya le
dejé claro que no puede ponerme una mano encima; tal vez no la podamos matar,
pero sí hacerla sufrir. ¿Y tú, … Has. —No, Cris, claro que no. Está bien haré
lo que dices, te amo, Cris. —Y yo a ti, Mery; cuida a nuestro hijo. —Ahora sí, Víctor, vas a conocerme de
verdad, sabrás porque soy yo quien se encarga de las estrategias y conocerás a
la verdadera Cindy Mary Collins que yo conocí antes que tú.
—Mami,
¿puedo dormir contigo esta noche? —Lo lamento, hija, sabes que no. —No he visto
a Papi desde que llegamos. —Dile a Rex y él te llevará a verlo.
—Está
bien, mami, buenas noches y le daré un beso a mi hermanito. Cuando la niña se
marchó, Mary estaba tranquila al saber que nada le había pasado a Cris, pero
estaba tan furiosa por lo que había dicho Natalia. se recostó en la cama
pensando en todos, cómo estarían y si Atlas los trataría de buscar. Sonrió,
asintiendo, conociéndolo bien, estaría discutiendo con su madre o con Mónica.
En eso escuchó la voz de Cris en su cabeza y su corazón se aceleró al escuchar
las palabras.
Él
la amaba, todavía la quería y la había perdonado y había vuelto a ser el Cris
implacable que conoció en la universidad, así que ella iba a ser esa misma
Mary, la descarada Mary que no se detenía ante nada, la que junto a su hombre
sacarían a sus hijos de ese lugar, la que por fin acabaría con Víctor de una
sola vez.
—Cariño,
¿no me digas que sigues enojada por lo que dijo Natalia en la cena? Mary
observó a Víctor mientras se desvestía. —Claro que no. Ya te dije que no me
interesa lo que diga o haga esa zorra. —Vaya, vaya, ¿y esa actitud repentina?
—Me cansé de pelear con lo obvio, Víctor, me tienes atada de manos y no puedo
hacer nada por ahora… —Qué bueno que te diste cuenta, ¿ahora cómo le pondremos
a nuestro hijo? Dijo Víctor tomando al niño en brazos. Mary reprimió el impulso
de quitárselo, así que rio. —Ponle como quieras, total, el nombre se puede
cambiar después. —Eres cruel, cariño. Bien, entonces lo llamaré Artur como mi
padre. Era un idiota, pero gracias a él tengo todo esto.
Mary
no dijo nada, mientras él lo volvía a poner en su cuna. —Ahora, amor, ¿por qué
no tenemos nuestra noche de bodas? Mary rio. Puedes tener a mi familia en tu
poder, Víctor, y puedes aparentar frente a Cris para molestarlo y pueda que yo
te siga el juego con tal de protegerlos, pero no me tocarás jamás, no contra mi
voluntad. Víctor chasqueó la lengua. —Como quieras, algún día tú me suplicarás
estar junto a mi Mary, por ahora no te quiero así de enojada; eso le quita lo
excitante a la situación; hoy duerme sola; iré a buscar a Natalia; ella siempre
está cuando la necesito.
—¿Puedo
pasar, Mary? —Si, Rex adelante. —Acabo de ver a Víctor salir de aquí, quería
hablar contigo acerca de mi hija, tenemos que hacer algo, pero no sé cómo
convencerlo para que la deje libre de lo que sea que le puso. —Yo también
pienso en eso cada día, Rex. —No puedo seguir así, siento impotencia y tú o
Cris con el carácter que tienen no creo que puedan estar cerca de Natalia sin
querer matarla. —¿Sabes, Rex, estuve pensando? Natalia se regenera rápido, ese
es su don y solo si muere le haría daño a Melissa. Intimídala, no creo que
quiera morir todavía y qué más da un brazo más, un brazo menos. Eres el padre
de Melissa, estás en todo tu derecho de defenderla si ella le hace daño.
Rex
la observó intrigado por lo que le acababa de decir; rio. —Tienes razón,
querida Mary, me estoy dejando dominar por el miedo, el arma de mi padre. Ahora
sé detenidamente lo que tengo que hacer; te lo agradezco.
Cris
se encontraba merodeando por los pasillos de la casa. Toda salida estaba
vigilada por esos humanoides. —No podrás salir de este lugar, Cris, así que no
te recomiendo que busques una salida. Cris rio. —No trato de escapar, Víctor,
solo estaba admirando esta casa; se parece mucho a la casa en que naciste. —Así
es, mi padre la construyó como regalo para mi madre, ya que le gustaba mucho la
anterior. —Entiendo, a mi madre también le gustaba, hasta que se convirtió en
nuestra prisión. Víctor sonrió. ¿No te trae viejos recuerdos?
Cris
lo miró sin expresión. ¿Qué pretendes, Víctor, aparte de robarte a mi mujer?
—Tú eres muy listo, Cris, no creas que me engañas. La visión que tengo es
mostrarnos ante los demás, que el mundo sepa que existen personas como nosotros
capaces de enfrentarlos, parar con el miedo y el repudio de las personas. Cris
cruzó los brazos. —¿Quieres ayudar a nuestra especie, Víctor? —así es. Cris
caminó hacia las copas y sirvió una a Víctor. —Planeas que la sociedad nos
incluya y no nos excluya. Se dijo más para sí mismo. No creo que quieras hacer
eso sin un objetivo más.
Víctor
le aceptó la copa y rio. —Claro que no, quiero que las personas me miren como
su liberador, que los dotados puedan dejar de reprimir sus dones y que enfrenten
esta sociedad con la cabeza en alto y me alaben como la persona que al fin los
libera y que crean en el poder que tienen. —En pocas palabras, Víctor, ¿quieres
tener el control del país lavándole el cerebro a los nuestros, no es así?
Víctor miró con una sonrisa. —Eres listo, Cristopher, tú también anhelabas un
mundo así, sin que las personas que amas se escondan y que demuestren sus
talentos. Cris, únete a mí, juntos liberemos a nuestra gente, las madres
aceptarán a sus hijos y ya no los abandonarán en internados por miedo a ellos;
cambiaremos el futuro de muchos jóvenes.
—¿Quieres
que te ayude a esclavizar en masa, Víctor? —no entiendes, no serán esclavos, a
su voluntad serán libres y podrán demostrarles a las personas que los
rechazaron que son más que monstruos, son personas con habilidades
excepcionales que se adaptan a la sociedad. —Víctor, los jóvenes dotados no
tienen control, menos los niños; sin alguien que los guie se pueden
descontrolar y este país caería en el caos, no solo este país, si no cada
rincón en donde exista un dotado. —Es tiempo que el mundo nos acepte, Cris, es
tiempo de nosotros, piénsalo, Cris, tú y tu gente estarían bien a salvo.
Cris
miraba por la ventana pensando en las palabras de Víctor —un mundo para
nosotros, no suena nada mal. Dijo esté tomando de su trago. —¿Estás
considerando la propuesta de Víctor? —Rex, no sabía que escuchabas, no, no la
estaba considerando aunque acepto que siempre quise eso para nuestra clase,
pero el objetivo de tu hermano va más allá y no puedo estar de acuerdo con eso
aunque suene tentador. Rex sonrió. Sí, bien tentador, estaría disfrutando de
esta idea y de la pelea con Mary si mi cabeza no estuviera ocupada en resolver
lo de mi hija. Cris cambió el semblante en uno más sombrío. —¿Alguna idea? —No.
Pero tú esposa me dio un buen empuje y sabré qué hacer a partir de ahí. Cris rio.
Mary es muy lista y siempre mira más allá de las cosas; no te angusties,
lograremos salvar a Melissa, por lo menos haré eso y después me cobraré la vida
de Kevin. Rex lo miró sonriendo. Esperaré ese momento; estás en todo tu
derecho.
Melissa
estaba junto a Cris en la habitación; Rex los observaba. —Y a mi hermanito ya
no le queda la ropa; mami le consiguió una más grande. —Qué bueno, hija, eso
significa que el niño está sano y creciendo. —Si. Dijo la niña contenta. Come
mucho; va a dejar seca a mi mamá. Cris rio. —¿Papi, por qué ya no quieres ver a
mi hermanito? Estabas bien contento cuando nació y mi mami se puso triste
cuando le pregunté si te lo traíamos para que lo vieras. Cris miró a Rex; éste
se encogió de hombros.
—¿Por
qué, ese niño no es hijo de Cris, niña, es de Víctor, así que ya deja de
preguntar estupideces? Le dijo Natalia a Melissa cuando entraba en la
habitación. La niña miró a su padre con duda y luego con odio a Natalia.
—Eres
una lagartija mentirosa, Natalia, si es hijo de mi papi. Rex se puso tenso,
pero Cris se levantó de la cama enojado. —No tienes ningún derecho de hablarle
a mi hija de esa manera. —Pues dejen de mentirle y así no hará preguntas
tontas. Melissa le dio un puntapié a Natalia y la niña calló al suelo, gritando
de dolor.
—Te
lo advertí, le dijo Cris tomándola por el cuello. Rex detuvo a Cris y Natalia
sonrió. —No me puedes matar, Cris. Pero Cris le sonrió a ella. —No dije que te
mataría. La cara de Natalia se puso pálida y Rex le arrancó un brazo; ella
gritaba de dolor mientras que los dos hombres la miraban revolcarse en el
suelo. Listo, Rex, cúrala, dijo Cris. Rex la sanó y la extremidad creció de
nuevo.
—Recuerda
ese dolor antes que vuelvas a pensar siquiera atacar a mi hija zorra barata. Le
dijo Rex, llevándose a la niña inconsciente. —Cris escuchó a Rex darle las
gracias en su mente, pero fingió que no había escuchado nada.
Natalia
maldecía a gritos, pero Cris solo se alejó hacia la cama para recostarse con
una sonrisa de satisfacción en el rostro.
Capítulo 21
—Ya, tranquila, preciosa, no llores. —Pero fue humillante Víctor, lo que Cris y Rex hicieron. Se puede salir de control tu plan; si esos tres se unen contra ti, todo acabará. Le decía Natalia a Víctor en la cama. Él acariciaba sus muslos mientras entrecerraba los ojos. —¿Crees que no lo he pensado? Estoy muy consciente de que lo que hice con la mocosa causaría esto con mi hermano. Mary no está totalmente retenida y en cambio Cris sí; el collar reprime todos sus poderes y reduce los de Mary. —¿Qué aremos? Si me muestro débil ante ellos nos vencerán. —Tienes razón, esta vez no dejaré que acaben con mis esfuerzos. ¿Quieres que mate a Cris? —No, lo quiero vivo, pero quiero darle una lección: el plan con la niña no funcionará mientras tu hermano se interponga.
—Está bien, te dejaré hacerle lo que quieras a Mary, pero no te paces, Natalia, me encantará ver la cara de Cris al ver sufrir a su amor; eso sí, no involucres a mi hijo. Natalia sonrió de oreja a oreja. —Gracias Víctor, no te decepcionaré.
—Oh. Claro que no. Le dijo Víctor volviendo a tomar a Natalia.
—Lo que me cuentas es gracioso, espero que no se desquite con la niña. —Que lo intente, le quitaré los ojos esta vez. —¿Cris, solo esto te permite el collar? —Así es, Mary, pero no necesito nada más. ¿Y a ti? —Siento un poco de poder, pero no lo puedo manifestar fuera de mi cuerpo. —Está bien, cuídate mucho, hay que ser cuidadosos con el tiempo que hablamos, no nos pueden descubrir. —Está bien, te dejo. Creo que Víctor se aproxima.
Víctor ingresó a la habitación y entró a la ducha sin ver a Mary; cuando salió ella le daba de comer al niño. —dos meses, mi hijo ya tiene dos meses, y le organice un almuerzo especial y una sorpresita. Dijo Víctor acariciando su cabecita.
—¿Sorpresa, qué tramas Víctor? —nada, acaso no puedo consentir a mi primogénito; él tendrá a partir de hoy su propia habitación. Mary colocó al niño en la cuna. —Claro que no, mi hijo tiene que dormir a mi lado, ¿y si se despierta en la noche? —Déjate de cosas, el niño tiene que ir aprendiendo a estar solo, no quiero que lo sobreprotejas, quiero que sea independiente.
—Es un bebé, necesita cuidados. —Ya me encargué de conseguirle una persona para que lo cuide. Mary se tensó. —¿No le darás a Natalia mi hijo, verdad? Víctor rio. —Claro que no, ella primero se mata solita antes de cuidar a un hijo tuyo, además, ni loco lo dejaría con ella, no. Lo cuidará una de las sirvientas; es muy capaz y la tengo bien controlada para que haga lo que diga, así que el niño estará bien. La mujer mayor de la edad de doña Dona entró en la habitación y tomó al niño de la cuna. Mary se arrodilló ante Víctor. —Está bien, haré lo que quieras, pero no lo apartes de mi Víctor, por favor.
Él la miró desde arriba y curvó los labios. No hay nada que me satisfaga que esto, Mary, pero es mi hijo y él será mi sucesor; no quiero que crezca como un niño consentido. Sara lo cuidará bien y tú lo puedes ver cuando quieras. No te lo estoy quitando, solo quiero que duerma solo. Ya puede tomar fórmula, así que ponte de pie y alístate para un lindo espectáculo. Mary se puso de pie mientras miraba a la mujer alejarse con su hijo. —¿Me estás castigando por lo que le hizo Cris a Natalia, no es cierto? —Ese castigo es de Natalia, no me corresponde a mí castigarte, y sería en contra de Cris, no de ti. Dijo Víctor vistiéndose.
Todos estaban en la mesa, preparada con comida y bebida; Melissa también estaba presente. La única que faltaba era Mary. —Bueno, quiero brindar por mi hijo, hoy es cumple dos meses de vida y la linda Natalia quiso prepararnos un espectáculo para celebrarlo. Dijo Víctor levantando la copa. Cris miraba al niño en los brazos de la nana con ternura, mientras que Rex tomaba a Melissa en brazos para que se acercara al niño. Una puerta se abrió y uno de los guardias le dijo algo a Natalia al oído.
—Bien, síganme todos, el espectáculo va a comenzar. Todos la siguieron por el pasillo y frente a una vitrina gigante, al otro lado había una arena de pelea; dos de los humanoides estaban frente a frente como si esperaran instrucciones para pelear; el lugar estaba cubierto de rocas. Víctor levantó la ceja. —Bien preciosa, que tienes preparado. —Es algo muy especial que preparé para mi amado Cris. Cris frunció él ceño. —¿Para mí? Dijo acercándose más a la vitrina. —Así es, cariño, quiero regresarte el favor; tú y Rex me lastimaron así que yo también lo haré contigo. —¿De qué hablas, Natalia? —tú me arrancaste el brazo así que yo te arrancaré el corazón. Dijo ella levantando las manos.
Una compuerta circular se abrió en el suelo en medio de los humanoides y Mary estaba inconsciente sobre una plataforma que subía. A Cris se le detuvo la respiración. —¡Estás loca! Le gritó. No tiene sus poderes; la van a matar, apenas pudimos con una de esas cosas. Víctor también se preocupó un poco. —Preciosa, ¿estás segura de lo que haces? Mis humanoides están mejorados y son bien fuertes. —No te preocupes, le cambié el collar; podrá usar sus habilidades, pero no todas y con menos intensidad. Le susurró a Víctor al oído. Este asintió.
—No me arruinen el espectáculo, despertará en cualquier momento. —¿Víctor, permitirás esto? Dijo Cris. —Ustedes tienen la culpa porque provocan a Natalia. Dijo esté sonriendo. Melissa pataleaba queriendo ir donde su madre, pero Rex la durmió para que no viera. Mary despertó y se puso de pie. Miró a los dos humanoides parados, uno detrás y otro frente a ella, al lado un panel de vidrio y la cara de horror de Cris al otro lado. Natalia le sonreía de oreja a oreja junto a Víctor. Mary apretó los puños —¿con qué de eso se trata? Se dijo. Miró a Cris angustiado, golpeando el panel. —No te preocupes, Cris, no moriré así. Le dijo cuando uno de los humanoides se fue contra ella.
Mary saltó esquivándolo, pero el otro la golpeó por la espalda estampándola sobre una roca gigante. Sintió como cada hueso le rugía, pero seguía viva, se dio cuenta que conservaba poderes, le había regresado una parte de ellos, se colocó frente a un ser y picos de hielo lo atravesaron, pero no le hicieron daño, les lanzó una bola de fuego y tampoco les hizo nada. —Solo esquívalos. Le decía Cris. Mary levantó una gran roca y la cubrió de hielo. Se la lanzó a uno a tal velocidad que le partió una pierna.
—¡Si! Dijo Cris aliviado. Natalia chasqueó la lengua. Mary volvió a hacer aparecer picos de hielo en el suelo y atravesó desde la pierna arrancada hasta el pecho de la criatura; este calló al suelo, pero Mary le lanzó otra roca más grande que él y lo aplastó. Rex estaba impresionado por la destreza de Mary. Ella volteó a ver a Natalia haciéndole una señal con los dedos; ésta apretó la mandíbula furiosa. —Qué esperabas, es Mary de la que hablamos. Dijo Víctor sonriendo.
Él otro humanoide golpeó a Mary con el martillo que llevaba; ella salió despedida contra el panel de vidrio y cayó boca abajo… Estaba sangrando por todos lados. Había gastado mucha energía en el primero. —Tú puedes, cariño; levántate. Le decía Cris golpeando el panel; Rex miraba la cara de satisfacción en su hermano y Natalia al ver la angustia de Cris. Mary se puso de pie con esfuerzo, jadeaba y la sangre le goteaba por la cabeza. —¡No te voy a dar el gusto, zorrita! Le gritó a Natalia. Mary salió como un rayo hacia la criatura; esquivó un ataque, dos y tres, todos en secuencia; luego se colocó en su cuello y lo comenzó a apuñalar con picos de hielo; la cosa la tomó de los pies y la estampó contra el suelo tres veces seguidas. Cris calló de rodillas. —¿Mary me escuchas? Di algo, cariño. Nada, ella no le respondía ni siquiera se movía. Víctor suspiró. —Es todo, Rex; sácala de ahí. Le ordenó a su hermano que sin pensarlo entró al lugar y la sacó antes de que la cosa le diera el golpe de gracia.
Mary estaba muy lastimada, tenía la pierna rota y el brazo también. Natalia reía a carcajadas, Cris se le fue encima, pero Víctor lo lanzó contra el suelo antes de que llegase. —Te dije que te comportaras, Cris, si los dos le vuelven a hacer daño a Natalia, Mary y la niña van a pagar las consecuencias. Dijo Víctor abrasando a Natalia y dirigiéndose a la mesa. Cris se arrastró hacia Mary inconsciente. —Era de esperarse. Dijo Rex curando a Mary. Víctor no lo iba a dejar pasar. Cris apretaba la mandíbula. —Tienes que acabar con tu hermano Rex. —No lo haré; mientras tenga la vida de Melissa no puedo hacerlo, además no quiero matarlo, lo amo demasiado es mi hermano.
Mary se recuperó, pero estaba muy cansada y débil. Después de un rato Víctor le cambió el collar y ella se vistió para seguir con el almuerzo que se convirtió en cena. Melissa corrió a abrasarla en llanto. —Estoy bien, no me paso nada, cariño. —Tuve miedo mami. Mery miraba con desprecio a Natalia; esta reía junto a Víctor mientras bebían. Cris estaba del otro lado del comedor observándola aliviado. —Lo ciento tanto, fue mi culpa, amor. —Está bien, te dije que no moriría en este lugar. Dijo ella sonriéndole.
Víctor los observaba. —Bien, Rex, cuando veremos tu pelea épica con mi linda Mary. Dijo Víctor abrasándola. Natalia se colocó al lado de Cris. —¿Le quitarás el collar? Dijo Rex sonriendo. —Ni loco, viste lo que hizo con solo un uno por ciento de su poder. —Entonces no vale la pena pelear contra ella. Dijo Rex cruzando los brazos. —Bueno, como digas, ven, querida Mary, te consentiré mucho; esta noche es la primera de nuestro hijo en su nueva habitación y tú y yo estaremos solos. Cris se tensó, cuando Mary y Víctor se alejaron. —Así es, el niño dormirá solo de ahora en más; que cruel verdad, quitarle su hijo. Dijo Natalia sarcásticamente.
Melissa le dio las buenas noches a Cris y le sacó la lengua a Natalia. Ella la ignoró. —Bien, amor, ahora tú y yo nos vamos a acostar y espero que seas amable conmigo; ya sabes que puedo hacer lo que yo quiera.
Mary se despidió de su bebé antes de dirigirse a la habitación con Víctor. —¿Te sientes bien? Le preguntó Víctor a Mary. —¿Tú que crees? Le contestó ella furiosa. Estoy agotada y no tengo fuerzas, aparte de que me duele cada músculo de mi cuerpo. Víctor se dirigió hacia ella tomándola por las muñecas y acostándola en la cama. —Entonces, no podrás resistirte Mary. Ella lo fulminó con la mirada. —¿Este era tu plan, dejarme agotada para que no me resistiera? —La verdad no. No sabía cuál era el plan de Natalia, pero me gustó demasiado; ella no me decepcionó.
—¿Y porque no te quedas con ella y me dejas en paz de una sola vez? Víctor rio. —¿Crees que todavía estoy enamorado de ti, Mary? Por supuesto que no, ya no es el amor el que me orilla a tenerte, ahora son las ganas de verte sufrir, suplicar, rogarme. —¿Y porque no solo nos matas a Cris y a mí? —¿Eso quieres? No, Mary, tu sufrimiento será en vida, y a Cris, a él le tengo otro propósito; me he dado cuenta que es muy valioso y lo necesito en mis planes. Ahora, linda Mary, dejemos de hablar y recordemos el día que concebimos a nuestro hijo. Mary no demostró ninguna expresión más que repudio. —Haz lo que quieras, Víctor, ya me da igual. Él la tomó del rostro. —Esa expresión es la que amaba de ti, implacable y tenaz, pero ahora me da repugnancia, Cindy, y no tomaré un tempano de hielo; esperaré el día en que tú vengas a mí por tu cuenta. Dijo Víctor retirándose de la habitación.
—¿Mary estás despierta? —Si Rex pasa. —Disculpa no, … Mary rio. —Solo es una bata, Rex, ¿dime qué pasa? solo quería decirte que saldré mañana y quiero que cuides a Melissa, esa niña es muy impulsiva y no quiero que provoque a Natalia, no podré estar para curarla en caso de que… —Está bien, vete tranquilo; no le quitaré los ojos de encima. —¿Estas bien? Dijo Rex acercándose más a Mary. —Es solo que la pelea me dejó bien agotada y Víctor casi me… Dijo Mary llorando en el pecho de Rex; este no supo cómo reaccionar, así que le dio unas palmaditas en la espalda.
Se aclaro la garganta. —Lo lamento, sé que estás pasando por mucho y ahora esos dos se pasaron, pero tú eres fuerte. Dijo Rex sin saber que hacer. —Lo sé, Rex, aunque sé que no estás de nuestra parte, nos une el amor hacia nuestra hija y solo por eso déjame estar así un minuto más. El gigante se puso colorado de la pena, pero asintió. —Abecés, se me olvida que Marcus está muerto y creo que regresó cuando te veo, Rex. —¿No me digas que tú y mi hermano? Mary lo observó a la cara. —cuando lo conocí, estaba peleada con Cris y me había ido a vivir a la casa de mi abuela; Marcus me visitaba de vez en cuando.
Rex se quedó sorprendido. —¿Víctor sabía? —no. Fue antes de conocer a Víctor, pero Cris sí lo sabe; yo se lo conté todo. Pienso que si Marcus no se hubiera alejado y nunca hubiera conocido a Víctor, en estos momentos estaría junto a tu hermano; pero me queda el consuelo que lo puedo ver en ti todos los días, Rex y… Rex tragó en seco cuando Mary acercó su rostro al suyo y le rosó los labios; ella se apartó rápidamente. —Lo lamento, no sé qué hago, esto me tiene agobiada y Cris no me perdona todavía lo de mi hijo.
Lo lamento, Rex. ¿Te prometo que cuidaré a Melissa? ¿Me puedes dejar sola? Rex salió de su estupor y asintió, retirándose de la habitación. Mary dio un suspiro. —Cris, lo que me haces hacer. Dijo Mary con la mente. —Haz lo tuyo preciosa, que de lo demás me encargo
yo. Le contestó Cris.
Capítulo 22
Melissa, Mary y el niño se encontraban en la sala junto a la chimenea; Mary leía un libro mientras los niños estaban en una colchoneta en el suelo. Cris ingresó y tomó un libro y se sentó al otro extremo de la habitación, ignorando a Mary.
—Hay cámaras en toda la casa. Dijo Cris mentalmente a Mary; ella siguió hojeando el libro sin verlo a él. —Lo sé, conté al menos unas veinte en esta habitación. —¿Todo salió bien con Rex? —Eso espero. ¿Seguiré con el plan hasta que él solo quiera deshacerse de Víctor? —Bien, y recuerda que no me molestaré por nada; ahora se vale todo, Mary, somos ellos o nosotros.
—Melissa, hija, ¿no vienes a saludarme? Le dijo Cris a la niña; ella corrió hacia él y lo abrazó. —Ven papi, mira lo grande que está nuestro bebé. Dijo la niña estirando el brazo de Cris; este lo apartó de ella. —Lo siento cariño, pero ya sabes que ese niño no es mi hijo. Él ya tiene un padre. La niña miró a Cris con tristeza. —Lo siento cariño. Le dijo Cris a Mary por la mente. Ella lo observó sin expresión.
—Si tanto te molesta su presencia, la casa es demasiado grande para que te vayas a otro lugar. Dijo Mary serrando el libro de golpe. —Quería estar con mi hija; ¿acaso no puedo? Le contestó él de golpe. Melissa los miraba a ambos. —Basta, ya no peleen, no me gusta verlos pelear. Dijo Melissa sollozando. Cris la abrazó. Lo lamento, cariño, ¿por qué no vamos a otro lado y estamos juntos un rato? —Pero yo quiero estar con mi hermanito. Cris le sonrió. —Está bien, quédate; yo me voy. —Mami, dile que se quede. Mary cruzó los brazos y lo ignoró. Si se quiere ir es libre de hacerlo. Cris se marchó a zancadas de la habitación. —Cuando Melissa se entere de que era una actuación, se va a enojar. Le dijo Mary a Cris. —Tendré que compensárselo después.
—Ya regresé, ¿cómo se portó Melissa? —Bien estuvo conmigo todo el tiempo. La Nana entró a la habitación de Mary y se llevó al niño. Ella se lo entregó a regañadientes. —Lo lamento. Le dijo Rex al ver su expresión. —Mi mami está enojada porque peleo con mi papi. Dijo Melissa. Rex la observó. —Mi papi fue grosero; no quiso estar junto a mi hermanito porque no es su hijo, y mi mami se enojó y lo corrió de la sala. —Entiendo, le dijo Rex a la niña. —Melissa, no odies a Cris, él no tiene la culpa, está muy triste por lo que pasa. La niña cruzó los bracitos. —Pues no estuvo bien decir eso. —Bien, pequeña entrometida, te traje muchos regalos; los coloqué en tu cama; ve a verlos, ya te sigo.
La niña cambió el semblante y corrió a su habitación. Rex volteó a ver a Mary de nuevo. —¿Así que discutiste con Cris? —Es un idiota; como dice eso de mi hijo, entiendo que esté enojado porque lo engañé, pero no puede irse en contra de un inocente. —Pensé que ese asunto a él no le importaba. —Pues tal parece que sí, y además está con Natalia y aunque me he resistido a los intentos de tu hermano por respetar a mi esposo, no sé si él está haciendo lo mismo; estoy tan enojada, Rex. Rex se rascaba la cabeza, incómodo. Pero agradezco el tener con quien hablar, Rex. Dijo Mary acercándose a él: —Mary, entiendo tu frustración, pero estás muy cerca y si Víctor regresa pensará mal de nosotros.
—Víctor está metido en su laboratorio y puedo sentir cuando viene, así que no te preocupes. Le dijo Mary colocándose en sus piernas. Rex tragó en seco. ¿Y si fingimos por un momento que tú eres Marcus? Rex tomó a Mary por la cintura y la acostó sobre la cama. Ella lo besó apasionadamente y él le correspondió acariciándole la pierna, luego el muslo para llegar a sus pechos. Él se apartó de sus labios y la miró fijamente, con deseo real en sus ojos. —Víctor estará aquí en un momento, le dijo Mary jadeando. Él también jadeaba cuando apartó la mano de su seno. —Dejaremos esto para otra ocasión. Le dijo Mary acomodándose la ropa; él no dijo nada saliendo de la habitación. Mary se colocó las manos en el pecho. —Lo siento, Marcus, por utilizarte de esa manera. Dijo en una oración.
—¿Y tú desde cuando tan religiosa? Le preguntó Víctor entrando por la puerta. Mary lo miró con odio. —Desde que te tengo que soportar todos los días, animal. Le dijo ella. Víctor entrecerró los ojos. —Ya me está cansando esa actitud tuya, Mary, si no te aplacas te enseñaré a respetarme. —Qué más puedes hacerme que ya no me hayas hecho, Víctor. —Oh. Créeme que todavía puedo, Mary, ahora vamos a comer. Estuve toda la mañana trabajando y me muero de hambre. —Ve tú, yo no le quiero ver la cara a ese idiota. Víctor levantó la ceja. —¿Te peleaste con Rex? —No. Con Cris, es un idiota. —Me contarás, no es algo que te importe, Víctor. —Como quieras, pero irás. En mi casa toda la familia come unida.
Cris y Rex estaban junto a la sala del comedor esperando a los demás. —Melissa me contó lo que pasó hoy con Mary. Le dijo Rex a Cris. Este no lo miró a la cara. —No fue nada, es solo que no puedo convivir con ese niño y creo que no se lo he perdonado todavía. —Yo creía lo contrario después de ver como sufrías por ella ayer. —Eso es otra cosa, tampoco quiero que muera o la lastimen. —¿Te quería preguntar algo, Cris, tú sabías de la relación que hubo entre Mary y Marcus? Cris observó a Rex entrecerrando los ojos. —Sí. Ella misma me lo confesó cuando recuperó la memoria. —¿Y qué piensas? —Estábamos separados en ese momento, no hay nada que pensar. Dijo él.
—¿Igual que ahora? Agregó Rex. Cris lo miró de frente. —Si lo dices porque está durmiendo con Víctor, sabemos que él la está obligando al igual que Natalia a mí. Cris suspiró. Trato de no pensar en eso para no caer en la locura Rex. Rex no dijo nada más, solo lo observó. —Disculpen la demora; mi querida Mary no se apresuraba; por favor, todos al comedor. Mary se veía enojada mientras estaba frente a Cris. Natalia estaba confundida por las caras que se hacían los dos. —Bien, quiten esas caras y comamos.
Rex, ¿cómo salieron las cosas con el ministro? —Bien, ha aceptado verte para conversar. —¿ministro, que haces Víctor? Le preguntó Cris. —Lo que te dije, que las personas reconozcan nuestra existencia. —Pero sabes que el ministro se opone a nuestra gente. Él es uno de los que apoyaron la construcción de centros para detención de dotados. Víctor sonrió. —No Pretenderás… Víctor, es una locura, nos pondrás a toda la fuerza militar encima; piénsalo, no todos los dotados son fuertes como Mary Rex o nosotros; también caerán los más débiles.
—Eres muy listo, Cris, ni siquiera Rex ha captado mi plan y tú lo dedujiste en un instante. —¿Me quieres decir de qué están hablando? Exigió saber Mary.
—Víctor asesinará al primer ministro de defensa para demostrar el poder de los dotados; lo sacrificará. —¿Estás idiota o, Víctor, quieres una guerra civil?
—Imagínenselo, yo acabo con la persona encargada de encerrar a nuestra especie y lo transmito en vivo, todos se revelarán y saldrán de su escondite, es magnífico. —Eres un genio, se lo merece; es un bastardo. Dijo Natalia riendo. Mary la miró con ira. —Qué va a saber una cabeza hueca como tú. Le dijo Mary a Natalia; Víctor le dio una cachetada a Mary, sacándole sangre por la boca. Cris y Rex se paralizaron al ver esa escena.
—Te dije que no me colmaras la paciencia, Mary. Dijo Víctor con expresión de desagrado. Cris apretó tan fuerte los puños que salió sangre. Rex se puso de pie y sin expresión se levantó de la mesa y se puso al lado de su hermano. —¿Qué fue eso, Víctor? Él seguía comiendo, ignorando a Rex. La respiración de Rex se aceleró. —Vuelve a tu lugar, hermano. Le ordenó Víctor. Rex tomó la mejilla de Mary y la sanó.
Esta es mi casa; aquí quien da las órdenes soy yo, y no me interesa si están en contra de mis decisiones; are lo que me plazca me escucharon. Dijo Víctor despidiendo un aura obscura. Mary no dijo nada; estaba en shock. —Bueno, la comida estuvo magnífica, me retiro; tengo que seguir reparando cuerpos. Dijo Natalia poniéndose de pie. —Te acompaño, querida, este lugar ya me aburrió. Dijo Víctor siguiendo a Natalia. —Lo lamento Mary, dijo Rex. —¿Por qué, no haz echo nada? Dijo ella con la voz entrecortada. —Exacto, no hice nada; mi padre solía golpear a mi madre cuando comíamos, a veces si lo interrumpía y eso jamás se lo perdoné.
—Pues parece que esa baja costumbre se hereda. Dijo Cris apretando los dientes. Cris se acercó a Mary y le tocó la mejilla con la mano. Ella se la apartó de un manotazo y salió corriendo a la habitación, dejando a Cris con la mano en el aire y sorprendido. —¿Mary, qué pasa? —Lo siento, Cris, me dio vergüenza que vieras eso, pero es un buen momento para terminar la primera parte. Manda a Rex conmigo. —Eres una arpía, Mary, lo tenías planeado, ¿por qué no me lo dijiste? —apresúrate, luego te explico. —Rex, por favor, ve con Mary, no la dejes sola ahora. Dijo Cris antes de retirarse.
Mary estaba en la habitación boca abajo sobre la cama. Estaba llorando. Rex entró y le puso una mano en la espalda, ella lo abrazó y él le dio un beso en la mejilla, ella lo besó en la boca y terminaron lo que habían empezado en la mañana. Rex abrasaba a Mary desnuda en la cama. —No permitiré que mi hermano te vuelva a poner una mano encima, Mary. Le dijo Rex furioso: ya me estoy cansando de él.
—Tengo miedo, Rex, miedo a que me fuerce a estar con él de nuevo. No lo soportaría, no después de estar contigo. Rex la abrasó, más fuerte. Aguanta todo lo que puedas, yo tengo libertad para entrar en su laboratorio; averiguaré lo que tiene mi hija y te lo diré; yo no entiendo de tecnología como tú. Mary sonrió satisfactoriamente.
Deberías cambiarte. Víctor estará aquí en cualquier momento. Está bien; me marcho, pero volveré, dijo Rex dándole un beso.
Tres días habían pasado desde que Mary había estado junto a Rex. Natalia seguía con los esfuerzos de llevar a Cris a la cama, pero no pasaba nada; ella fingía delante de Mary y Cris le seguía la corriente. Mary y Melissa estaban en el lugar de siempre junto a la chimenea con el bebé, y Cris en su sillón hojeando el quinto tomo de un libro. —¿Reporte, Mary? —Rex cayó completamente en la trampa. —Y se puede saber ¿cómo lo hiciste, preciosa? —con unas horas de placer.
—¿Y qué tanto de eso fue real e ilusión? —los besos y las caricias fueron reales. Cris rio mientras le daba la vuelta a la página sin ver a Mary.
—Ese poder de manipulación que tienes me da miedo, Cindy Mary Collins. Todavía no sé si lo usaste conmigo cuando nos conocimos. Mary rio, volteando a ver a Melissa junto al niño. —Si lo hubiera usado contigo hace mucho que nos hubiéramos ahorrado tantos dramas, Cristopher. —Bien, ahora lograr que te dé la información que consiga para liberar a la niña.
—Solo en las habitaciones no hay cámaras y él lo sabe. —¿Hasta qué parte de la casa puedes utilizar la visión, Mary? —A toda la casa del ala este; no llega hasta el laboratorio, ya que es subterráneo. —Lástima, pero puedes saber bien cuando se acercan los demás; esa es una ventaja. No puedes expresar tus dones exteriores, pero los mentales están intactos; bien, amor, sigue así y que la manoseada no pase de los pechos, sí. —Ahora quién es el celoso.
—Ahora haré algo arriesgado, ya que no lo soporto más. Mary se quedó inquieta con esas últimas palabras de Cris; él se puso de pie y caminó hacia los niños. Mary no dijo nada cuando Cris levantó al bebé del suelo y lo acunó. Ella tragó en seco, reprimiendo las lágrimas y el nudo en su pecho al ver a Cris sonriéndole al bebé. —Natalia está escondida tras la puerta, Cris. Le avisó Mary: —Perdón por lo que diré ahora, no es verdad. Cris besó la frente del niño y lo colocó de nuevo junto a Melissa. —No es culpa del niño que tú seas una mentirosa, Mary. Le dijo Cris alejándose por la puerta opuesta donde estaba Natalia escuchando.
Mary dejó salir el nudo de su pecho y las lágrimas cayeron por su rostro. Eran de alegría; Cris al fin había vuelto a abrazar a su hijo, sí. Su hijo, porque para ellos el niño era de los dos. —Al fin, Cris se dio cuenta de la clase de mujer que eres, Mary. Le dijo Natalia saliendo de la puerta. Mary no se secó las lágrimas cuando la miró con desprecio. Melissa se puso de pie, pero Mery la detuvo. Natalia levantó las manos. —Bien, ya entendí; me marcho. Le dijo retirándose; la niña abrasó a su madre y le secó las lágrimas.
Capítulo 23
—¿Qué quieres, Rex? Últimamente has estado merodeando mucho por mi laboratorio. —Y eso que tiene de malo, tengo curiosidad de ver lo que haces, además estoy aburrido. Víctor levantó una ceja. —¿Pensé que seguías enojado conmigo por lo de tu hija? —Y sigo estando, pero sé que ella estará bien; lo que me molesta es no poder pelear con Mary como quiero hacerlo; me lo avías prometido, por eso te ayudé en todo, hermano, me lo debes. —Está bien, admito que tienes razón, por ahora no puedo liberar a Mary, pero te compensaré, voy a liberar a tu hija. Rex se sorprendió por lo que dijo su hermano. —¿De verdad, Víctor? —así es, no quiero que sigamos enojados, y por ti conseguí atrapar a Mary, así que no tiene caso ya tener atada a Melissa, eso sí Rex no me traiciones.
Rex cruzó los brazos, observando a su hermano unir extremidades de humanoides. —Lo que pasó con Mary en el comedor el otro día no estuvo bien, Víctor. —Lo que haga con ella no es de tu incumbencia, además estoy cansado de su actitud y siempre pone esa cara cuando quiero estar con ella; eso me molesta. Dijo Víctor más para él. No me veas con esa cara, hermano; te estarás preguntando: ¿por qué si me molesta, para que la retengo y no mato de una sola vez? La respuesta es Cris; él es muy inteligente y necesito esa inteligencia para negociar; si se resiste, eventualmente me desharé de él, pero todavía lo quiero convencer.
—No me importan tus planes con Cris. Le dijo Rex retirándose. Solo no vuelvas a golpear a Mary de esa forma en mi presencia. Víctor lo volteó a ver, entrecerrando los ojos: —¿Y a ti qué más te da, hermano? —me recordó lo que padre le hacía a mamá y no me gusta sentirme de esa manera. Víctor se relajó y suspiró. —Yo era muy pequeño; no lo recuerdo bien; según yo, él la quería mucho. —Así era, pero también la golpeaba. Víctor se encogió de hombros y continuó con su trabajo. —Es la única manera de controlar a Mary, además, las caras de Cris no tienen precio. Si no quieres ver cierra los ojos, Rex, ya te dije que me encargaré de tu hija; eso debe bastar para ti y no quiero que molestes a Natalia; ella ha sido más leal que tú.
Rex chasqueó la lengua. —Una zorra a la que le arrojas un pedazo de carne y te mueve la cola, eso no es lealtad, solo se esconde tras tu espalda, pero tienes razón; me concentraré en mi hija, tú has con tu vida lo que quieras, Víctor y recuerda que si no fuera por lo que le prometí a nuestra madre, ya me hubiera desecho de ti. Víctor rio. ¿Promesa? No me hagas reír, sabes que mi padre te colocó lo mismo que yo a tu hija; tú no me puedes matar porque te mueres tú también, Rex y viceversa. Rex se tensó. —¿Desde cuándo lo sabes? Desde siempre, así que ese teatrito de que me amas y que la promesa a nuestra madre lo dejas… Rex lo observó con la mirada triste. —Nunca fue mentira, hermano. Le dijo Rex antes de salir por la puerta.
—Ahora entiendo, todo lo has hecho para protegerte, Rex. Decía Mary acariciando el pecho del gigante: Lo bueno es que Melissa estará fuera de peligro; ese es un peso menos. —Te equivocas, Mary, de verdad quiero a Víctor pero su actitud me está haciendo dudar. —Rex, tú eres más fuerte que él, no te dejes engañar, se está aprovechando de tu ventaja, sigue averiguando que es eso que tienes y así podremos deshacernos de él. —No sé si podré matar a Víctor Mary, pero en el dado caso que lo haga y yo quede libre, ¿tú te marcharás conmigo? —así es, Rex, tú, mi hijo, Melissa y yo estaremos lejos en cuanto Cris regrese con mis amigos; necesitan a Cris y si él vive para cuidarlos, yo me podré ir tranquila. Rex la observó a los ojos y ella no bajó la mirada. Lo miraba con gran intensidad y Rex vio el fuego dentro de ella. —No sé qué me pasa contigo, Mary, nunca había sentido algo así; ni siquiera con la madre de Melissa me da miedo este sentimiento; no me ciento yo mismo. Dijo Rex apartándose de ella. Lo siento, tengo que irme. Mary, yo no soy Marcus; no creo ser lo que necesitas, dijo Rex saliendo por la puerta. Mary chasqueó la lengua. —Cris, Rex se nos está escapando; necesito ayuda, haz lo que sea, lo que me acaba de contar es grave y si no hacemos algo no saldremos de este lugar. Mary le contó todo lo que le había confesado Rex a Cris; él tardó un rato en contestar. —Tengo un plan pero no te va a gustar.
Cris salía de la ducha cuando Natalia regresaba a la habitación. —¿Te vez apaleada, te peleaste con Mary? le preguntó Cris secándose con la toalla el cabello. —No. Víctor nos desvinculó a la mocosa y a mí; ahora deberías de estar contento, ya tu hijita estará fuera de peligro. Cris suspiró aliviado. —Era lo correcto por el bien de todos. —Escuche tú pequeña conversación con Mary ayer; al fin te diste cuenta de que no vale la pena. Cris fingió indiferencia; Natalia se acercó a él explorando su abdomen musculoso.
—¿Por qué no te olvidas de Mary y nos divertimos un momento los dos? Cris, eres hombre; no creo que no tengas necesidades. Cris le sonrió a Natalia con diversión coqueta; ella se sorprendió y sonrojó al ver que no la había rechazado como otras veces. —Tienes razón, le dijo tomándola de la cintura, yo aquí negándome a mis instintos mientras que Mary se divierte con él todas las noches; ahora que ya no representas un peligro para mi hija puedo relajarme un poco, Natalia. Le dijo desvistiéndola y colocándola sobre la cama, a Natalia le latía el corazón muy fuerte.
—¿Qué pasa, no era lo que querías? —así es, desde hace años esto era lo que más deseaba Cris, que me vieras con ojos de ternura y me hicieras tuya apasionadamente. —Entonces, te demostraré, Nati, lo que pude haber hecho si tan solo me hubieras esperado un poco más. Voy a recordar a esa Nati que tanto quería mientras te acaricio, dijo él pasándole la mano por la pierna y acariciándole el abdomen. Ella se arqueó un poco cuando Cris le pasó la lengua por el cuello y despacio rosando por sus pómulos hasta llegar a su boca donde se detuvo para ver la expresión de satisfacción en la cara de Natalia.
Tocaron la puerta en ese momento y Cris se puso de pie cubriendo a Natalia con la sábana. Rex estaba en la puerta y observó a Cris solo con la toalla y a Natalia en la cama jadeando y con expresión de disgusto hacia Rex. —¿Perdón, interrumpí algo? dijo Rex. —Y tú qué crees, contestó Natalia disgustada.
—Víctor nos quiere a todos en la sala ahora mismo. Dijo Rex retirándose.
—Bueno, Nati, hay que obedecer al señor de la casa. Dijo Cris vistiéndose. Natalia hizo un puchero y se vistió a regañadientes.
—Muy bien, ya estamos todos. Dijo Víctor a los presentes, les quería comunicar que tendremos un par de invitados el día de mañana. El ministro de defensa y un representante del comandante de las fuerzas armadas accedieron en vernos. Cris se puso de pie. —¿Qué pretendes hacer con ellos en este lugar, Víctor, no pensarás secuestrarlos? —calma Cris, claro que no, solo quiero tener una conversación civilizada con ellos; si acceden a liberar a los cientos de dotados de las instituciones de detención no habrá necesidad de llegar a una guerra. Cris regresó a su lugar. —¿Estás considerando un diálogo? Sabes que ese representante, representa a su majestad Víctor. —así es, hombre, y para eso te necesito; no soy bueno en relaciones públicas, pero tú y Mary pueden dialogar con ellos. —¿Y yo por qué? dijo Mary con los brazos cruzados. —Ustedes han manejado una institución que se ha encargado de proteger a nuestra especie por cuatro años; saben más del tema que yo.
—Está bien. Dijo Cris. Si estás dispuesto a convencerlos de una manera diplomática te ayudaremos. ¿Supongo que quieres que omitamos el pequeño detalle de que estamos contra nuestra voluntad en este lugar? Víctor sonrió levantando la copa hacia Cris. —Exacto, mi querido némesis, quiero que piensen que hemos formado una alianza y que yo no tengo nada que ver con los experimentos de mi padre, así que espero una buena actuación. Natalia permanecerá en la otra ala de la habitación con los niños para asegurarme que hagan bien su trabajo.
Víctor notó que Natalia miraba con disgusto a Rex. —¿Y a ti qué te pasa, Natalia? Rex, que le has hecho, ya liberé a tu hija. Rex estaba con los brazos cruzados y los ojos serrados. Suspiró. —No es por eso; estaba en la cama con Cris y yo llegué a interrumpirlos, así que por eso me mira de esa manera. Víctor miró a Cris escéptico. —¿Estás seguro, hermano? preguntó Víctor sin dejar de ver a Cris. —Claro que sí, yo mismo los vi. Cris suspiró. Rex es el más inoportuno del mundo; Nati y yo apenas calentábamos motores. Dijo tomando a Natalia del mentón y dándole un beso.
—Vaya, vaya, dijo Víctor, que sorpresa. Volteó a ver a Mary que no podía creer lo que miraban sus ojos; ella se puso de pie y caminó frente a Cris dándole una cachetada frente a todos. —Eres un idiota, Cristopher. Le dijo y Víctor la tomó del brazo antes que le diera otra y se la llevó del lugar. Rex observó también sorprendido la escena. —No creía que fueras capaz, Cris. Dijo Rex —ella duerme con otro todas las noches, porque yo no puedo hacer lo mismo, dijo él retirándose.
Víctor lanzó a Mary sobre la cama enojado. —Tienes que entender de una vez por todas, Mary, que en este lugar tú ya no eres su esposa; ahora tu dueño soy yo. —Prefiero que me mates a golpes antes de que me pongas tus sucias manos encima, que no entiendes que me repugnas Víctor, te odio, eres lo peor que le pudo haber pasado a mi familia, ojalá te mueras ya y me dejes tranquila. Le gritaba Mary, no podía callarse; las palabras salían solas; estaba muy furiosa por lo que acababa de ver y escuchar.
—Conque eso piensas de mi Mary, está bien; tú lo pediste. Le dijo antes de lanzarla contra la pared; la estampó varias veces, le quitó la ropa y la estaba estrangulando sobre la cama cuando Rex entró corriendo. —¡Suéltala, la vas a matar! Le gritó Rex quitándolo de encima. Víctor se apartó furioso y le ordenó a Rex que no la sanara hasta que él se lo pidiera antes de retirarse. Rex la observó echa un ovillo en el centro de la cama y con moretones en el cuerpo, la sangre le caía por la frente y tenía el ojo inflamado.
Le colocó la sábana y ella se sentó en la cama. —No puedo más, Rex, mátame ya, por favor —le dijo Mary llorando. Al gigante se le hizo un nudo en el pecho al verla de esa manera; esa no era la Mary con la que planeaba tener su gran pelea. Él no la quería ver así, no lo aceptaba. Golpeo la pared con el puño.
—En estos momentos sí creo que me hubiera deshecho de él. Dijo respirando profusamente. —Ya no me queda nada, ni Cris y tú me rechazaste; mátame Rex de una sola vez. Rex le sanó los golpes internos para que ya no sintiera dolor. Claro que me tienes a mí, Mary, yo estaré para ti siempre y voy a encontrar la manera de liberarme de Víctor de una vez por todas. Dijo Rex marchándose de la habitación.
—Valió la pena tu teatrito, Cris. Le dijo Mary por la mente.
—Lo lamento, te dije que no te iba a gustar, además no dormí con ella; solo fingí que iba a hacerlo. —¿Y no se te ocurrió avisarme antes? —Quería que tu actuación fuera real, amor no te enojes. —Oh. Claro que fue real, tan real como la paliza que me dio Víctor. Cris se quedó callado un momento largo. —¿Qué dices, estás bien? —digamos que no estaré presentable a la hora de la cena; le prohibió a Rex que me sanara, pero él me quitó un poco el dolor; lo conseguimos, Cris; ahora Rex sí estará de nuestro lado. —Olvídate de eso por ahora; cuando lo degollé vivo, quiero que también Rex sufra y mueran los dos, Mary, perdóname, no creí que te lastimara. —Está bien; yo también lo provoqué un poco, pero se me fue la mano. —Te amo, Mary. —Y yo a ti, lo bueno es que ya le puedo arrancar la cabeza a Natalia. Cris rio.
En la cena, Natalia no quitaba la cara de satisfacción al ver a Mary tratando de comer, haciendo muecas de dolor mientras masticaba, —eres un monstro, Víctor. Le dijo Cris, furioso al ver a su esposa de esa manera. —Ella tuvo la culpa, no sierra la boca; está bien, Rex, sánala, no quiero que mis invitados de mañana se asusten al verla, y ya saben, no quiero errores o si no… Dijo Víctor entrecerrando los ojos. Cuando Rex sanó a Mary, ella se retiró de la mesa y se marchó a la habitación del bebé.
—Ya sabes lo que quiero que hagas mañana, Mary, no cometas una imprudencia o no volverás a ver a Artur. Víctor observó a Mary pensativo. Que aré contigo para que cumplas con tus deberes, Mary. Ella escupió a sus pies. —Prefiero mil veces dormir con tu hermano que contigo. Víctor rio. —Ese insulto es nuevo, pero me agrada; tal vez es hora de que mi hermano se divierta un rato; yo tengo que bajarle la calentura que le dejó Cris a mi Natalia. Dijo Víctor llamando a su hermano. —Voy a dejar que te diviertas un poco, hermano, Mary dice que prefiere estar contigo que conmigo, así que por esta noche es toda tuya, eso sí, no la canses demasiado, la quiero lista para mañana.
Víctor se marchó de la habitación riendo a carcajadas; Mary suspiró y calló en la cama aliviada. Le sonrió a Rex y este no dudó al abrasarla y según él, hacerle el amor sin ninguna interrupción. Los poderes mentales de Mary trabajaban en la mente débil de Rex; mientras él estaba en un sueño profundo, su mente le mostraba solo lo que Mary quería, un momento íntimo entre los dos. Ese era el poder más grande de Mary y era el único que odiaba, lo que la había provocado la ira de Víctor en un principio. Víctor se había protegido contra ese gran poder para no volver a caer en él, aunque no sabía lo poderoso que podía ser ya que ella solo había usado una parte con él, en el pasado. Rex la podía sentir, Saborear, oler como si de verdad estuviera pasando, y tenía más fuerza si había contacto físico antes o mientras sucedía. Es por eso, que mientras Mary estaba desnuda al lado del cuerpo desnudo y dormido de Rex, él juraría que todo lo que Mary había hecho con él era real. Nadie conocía este gran poder de manipulación hacia los hombres, nadie, solamente su amado esposo, y aunque no les gustaba la idea de usarlo, sabían que era su única arma. Por ahora solo Rex tenía el poder para deshacerse de Víctor, así que le darían un empuje y un motivo para lograrlo, aunque tengan que vender sus almas para salvar a su familia y al resto de su especie de las garras de Víctor.
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