Sucedió en un coche

Sucedió en un coche

La emperatriz

25/10/2024

A la mañana siguiente tenía un examen de oposiciones en Adra. La convocatoria era temprano, así que decidir viajar la tarde antes y pasar la noche allí.

Como buena usuaria de BlaBlaCar verifiqué el perfil del conductor: sabía su nombre, que era de mi edad, con una puntuación excelente y que el coche era un Jeep descapotable rojo.

A eso de las ocho, de una tarde fría y oscura de noviembre, apareció Francisco José puntual y con el coche debidamente encapotado en el punto de recogida. Lo primero que pensé es que era mucho más guapo que en su foto de perfil.

Me puse un poco nerviosa, así que de decidí relajarme y disfrutar del viaje. Mi destino estaba a unos cien kilómetros de distancia, atravesando tres provincias andaluzas; pero he de reconocer que aún no sabía nada de mi “destino”.

F.J. llegaba de una población cercana junto a un ocupante que se apeó done me recogió a mí; no había previsiones de recoger a nadie más, así que salimos los dos de la gasolinera BP de Torrox.

La carretera estaba despejada y las luces anaranjadas de las farolas aún hacían la conducción más tranquila, la música envolvente hizo el resto.

La noche avanzaba, como un anticiclón que atraviesa la península de Oeste a Este, con una conversación fluida y serena. Tal que así, coincidimos en hacer una parada a mitad de camino para ir al servicio y comprar agua, aunque yo sentía que era necesario parar de alguna manera, y hacer un “toma a tierra”.

El bar de la gasolinera estaba muy concurrido y nos pareció oportuno tomar algo.

Y nos dieron las diez, las once y las doce… Y charlando, al anochecer, nos encontró la Luna.

Fue como si, al pasar de provincia, hubiésemos pasado a otra dimensión, a una nueva longitud de onda, o hechizados misteriosamente, o quizá fue la, pura y dura, flecha del amor…

Nos besamos al despedirnos.

Creo en la magia. En cien kilómetros mi vida era otra. Subí al hostal, me duché y supongo que pasé toda la noche en vigilia. Cuando sonó la alarma me incorporé feliz, fresca y dispuesta, como una rosa en su pleno fulgor.

Por suerte, el examen era tipo test. F.J. me llamó para que no me quedara dormida y para desearme suerte -suerte la mía, pensé yo-, y algunas otras cosas más.

P.D.: Saqué un 8,6.

La emperatriz

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