Aún recuerdo su olor,
de sus ojos aquel color,
sin quererlo esa madrugada,
me despertó el corazón,
Por una mujer hermosa,
que no busca una canción,
por una velada corta,
en la que el cielo se ilumino.
Su voz mi melodía
y la mañana mi temor,
sus manos con las mías,
el miedo solo se esfumo.
Las horas como un rio,
se escapaban entre los dos,
no sentíamos el frio,
pero el adiós nos alcanzó.
Ahora escribo poesías,
quizá son plegarias a Dios,
pidiendo mirar su sonrisa,
esa que al mundo la vuelta le dio.
Una noche de Septiembre.
que en Abril se convirtió,
una chica que, para siempre,
sin querer en el pecho se clavo.
Ella que no lo sabía,
yo que no la busque,
dime quien me lo diría
que se convertiría en mi fe.
Aunque no quede de paso,
camino por el lugar donde la encontré,
y aunque en esta vida ella no es mía,
me amanece cuando recuerdo su piel.
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