Rigo, el macharrán de 6’5”, por años, huía de la mirada de todos. En las madrugadas yo lo veia disfrazarse de mujer so pretexto de pasar desapercibido entre las mujeres más deseadas. Venas cortadas, medicamentos por cajas y tiros imprecisos desafiando la vida no pudieron detener su penosa doble existencia. Hasta que sus ojos se iluminaron cuando la vio. Tres noches de luna de miel fueron suficientes para que la pelona lo viniera a buscar. Ya había disfrutado demás.
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