No sé como describir de mejor forma todo lo que siento desde que me engañó, he decidido en dos ocasiones terminar con él, pero no me ha dejado ir, la primera vez me convenció pidiéndome que viviéramos juntos, la segunda vez me pidió ser su pareja, se arrodilló frente a mi detrás del exhibidor de mi trabajo, ya han pasado varias semanas de ambos acontecimientos y no hemos avanzado en absolutamente nada.

Ayer llegó cojeando al local, caminando lento y en su rostro parecía esconder algo según mi impresión, su poco entusiasmo evidente al ir caminando lento hacia mí apagó de forma instantánea todo impulso de ir corriendo hacia él y abrazarlo. Antes de su llegada me había escrito avisándome que pasaría a dejar a su papá y luego se dirigiría al local, en ese momento por mi cabeza pasó una escena donde nos veíamos, sonreíamos con cariño el uno al otro y nos saludábamos tiernamente dejando ver que realmente nos extrañábamos, nada de eso pasó. Horas mas tarde luego de que se había marchado pensé en que tal vez mi reacción a su llegado tampoco fue lo que el esperaba, al fin y al cabo había ganado el primer lugar en una serie de aquel rodeo donde andaba, quizás esperaba que corriera a abrazarlo y felicitarlo con gran entusiasmo, pero nada de eso se me ocurrió hasta horas después de darle vuelta al asunto.

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A pesar de haberle pedido en muchas ocasiones que no trate de «cariño» a otras mujeres lo sigue haciendo, a pesar de haberle dicho que lo considero una falta de respeto para mi como polola o pareja; ayer frente a mi y frente a la pareja de su trabajadora la llamó «cariño», esperé a que todos los trabajadores se fueran para decirle que lo había vuelto a hacer, lo único que me dijo fue «¿enserio?, no me di cuenta», ante su respuesta y expresión de inocente bajé mis cosas del jeep las acomodé en mi bicicleta y le dije que ya no me servían sus «no me di cuenta», insistió en lo mismo, repitió «no me di cuenta Ana» con un tono más elevado, le respondí me voy a casa, subí a mi bicicleta y él no se inmutó, probablemente ni si quiera miró en mi dirección mientras me marchaba. Al llegar a mi casa emocionalmente estaba apunto de explotar, con ganas de llorar, no obstante el pecho no me dolía con intensidad como en otras ocasiones. Lo primero que hice fue buscar mi ropa para entrar a bañarme y encerrarme en el único lugar donde tengo un poco de privacidad para poder desahogarme; comencé a llorar ahogadamente, conteniendo la respiración, esforzándome por dejarlo salir, mi cabeza no dejaba de pensar en el porqué no me siguió, no me llamó, no me escribió, no fue a buscarme, sabía que no lo haría, aún así la puta ilusión de que lo hiciera no desaparecía por más que me repitiera mil veces que dejara de esperarlo, cualquier ruido proveniente de la calle me despertaba aún más la ilusión de que llegaría a buscarme, y me seguía preguntando porqué, porqué ni si quiera un mensaje de «¿llegaste bien?», nada.

El pecho seguía sin dolerme lo suficiente, quizás ya es más común de lo que creo y terminé acostumbrándome tanto que finalmente dejo de doler con tanta intensidad como al principio, entré en la ducha luego de pelear mentalmente con mi ansiedad y gritar en mi cabeza una y otra vez «¡basta!», dejé que el agua callera por mi cuerpo mientras aún seguía peleando, un par de lágrimas se deslizaron por mis mejillas mientras hacía un esfuerzo por lavar mi pelo y enjabonarme, cerré la llave de la ducha y me quedé de pie inmóvil justo en el momento en que un pensamiento fugas pasó por mi cabeza, «¿por qué te quieres tan poco?», tomé mi pelo con una toalla y envolví mi cuerpo con otra, me rodeé con mis brazos, abrazándome con fuerza mientras se me aguaban los ojos, pensaba «quiérete un poco más», «tengo que quererme un poco más ¿ por qué me quiero tan poco?», me abracé con más fuerza y comencé a sollozar,  mientras secaba mi cuerpo y un rayito de convicción brotó en mi ser, «tengo que quererme».

logré vestirme con una sensación de cierta apatía luego de todo ese estallido emocional y mental, tomé mi cepillo de dientes tras terminar de desenredar mi pelo y me vi en el espejo, esbocé una pequeña sonrisa al ver mis ojos brillantes y mi cara despejada por la trenza que me había hecho, y me saludé, «hola», ese saludo hizo que me temblara el mentón, «te ves bonita, eres bonita, aquí es donde debes estar», mis ojos se humedecían mientras me daba una pequeña charla motivacional frente al espejo, palabras de aliento, de empoderamiento, o al menos eso creo. Fui a mi pieza y por inercia tomé mi celular, antes de bañarme lo había puesto en modo avión en un intento desesperado por dejar de esperar a que me llamara o me enviara un mensaje, miré la pantalla de bloqueo unos segundos lo dejé en el velador y me dispuse a leer hasta quedarme dormida.

A la mañana siguiente desperté y desactive el modo avión y afectivamente como mi parte racional me decía, no había ningún mensaje de él, esforzándome porque no me afectara me alisté para irme al trabajo, y a medida que transcurría el día me dispuse a tomar lo menos posible mi celular, sin embargo, durante la tarde mis emociones comenzaron a desbordarse finalmente, un par de lagrimas cayeron por mis mejillas mientras limpiaba mi área de trabajo y en ese momento supe que no estaba bien, que me estaba afectando demasiado, así que hice lo único que puedo hacer cuando la lectura no logra distraerme de mi ansioso cerebro, tomé un lápiz un cuaderno y comencé a escribir, al principio siempre cuesta vaciar tus pensamientos en una hoja en blanco, debes convencerte de que no es algo estúpido, de que no es necesario que tenga sentido, el objetivo principal es desahogarte de lo que te esta afectando, explayarte sin reglas, sin miedo a que te juzgue alguien, se transforma en un texto sagrado que solo tu sabes lo que contiene y puedes deshacerte de él  cuando quieras si así lo deseas. A medida que transcurrían los minutos, hoja tras hoja iba llenando por ambos lados sin descanso, si existiera alguna manera de plasmar en una hoja todas las palabras que pasan por mi cabeza juro que lo haría sin dudar, sin darme cuenta había transcurrido al rededor de una hora y había logrado finalmente volver al presente, sin tapujos con el control de mis emociones en mis manos.

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