Me gustaría tener menos miedo a la hora de enfrentarme a las cosas, sobrepensar menos y hacer más. Me encantaría que no me gane el autoboicot.
Quisiera ser de esas personas que confían tanto en sí mismas que no se permiten abandonar antes de empezar la carrera. Muchas veces los otros tienen más fe y confianza en mí de la que yo misma me tengo.
Quisiera saber si todos los defectos que mis ojos insisten en marcarme, también son tan notorios para el ojo ajeno, o si incluso el resto es tan cruel conmigo como lo soy yo.
Algún día desearía levantarme sintiéndome capacitada para cualquier cosa que quiera hacer en la vida y no insistir en volverme tan pequeña e insignificante al punto de desaparecer.
Me molesta querer vivir siempre en las sombras como si mi luz pudiese dejarme completamente ciega.
Por momentos desearía ser una persona más tranquila, estable, con las ideas tan claras como el agua, pero, por el contrario, soy más tempestad que calma, más insegura que firme…
Toda la vida admiré a esa gente que se arriesga sin importarle nada, que no tiene miedo del futuro e incluso consciente del posible desastre, no le teme al huracán. Yo, por el contrario, siempre me aferré a mis miedos y ansiedad permitiéndoles crearme escenarios tan nocivos que era más traumático intentarlo que desistir.
Días como hoy me enoja ser mi peor enemiga y sufrir tanto por no saber cómo manejar este sentimiento que me angustia cuando tengo claro que la vida es hoy. Que intentarlo y fracasar no es tan malo como no haberlo intentado nunca. Al menos en la primer opción, también hay grandes posibilidades de triunfar, pero mi mente se aferra tanto a que el fracaso es el único destino viable que no me queda otra que creerlo como la mera verdad frustrándome antes de empezar.
Todos llegamos a una edad adulta donde ya no tiene sentido echar culpas a otros por los resultados de hoy, teniendo en cuenta que actualmente somos los únicos dueños de nuestro destino.
Dicho esto, por momentos me encantaría haber tenido una infancia más estable, con “cuidadores” que realmente supieran cuidarme. Hubiese elegido poder “vivir” en determinados momentos y no solamente “sobrevivir” a mi realidad. Tuve que sobreadaptarme a tantas situaciones que dieron como resultado el crecer de golpe. No me malinterpreten, hoy agradezco esas piedras en el camino porque me hicieron autosuficiente e independiente, pero también me generaron el miedo a lo desconocido. Para mí los cambios son realmente una tortura. Le tengo fobia a lo que no está dentro de mi control porque a lo largo de mi vida tuve que aprender a controlar todo lo que pudiese con el fin de que las cosas no se me vayan de las manos. Hoy por hoy soy esclava de mí misma.
Es complejo ser una persona que necesita todo el tiempo mantener todo controlado en un mundo que cambia constantemente, donde todos los días son una muestra clara de que hay sólo un 20% de cosas que podrías controlar, inclusive eso puede reducirse a 0% en cualquier instante.
Desde ya, mi idea no es aburrirlos con mis miedos y mucho menos victimizarme por quien soy. Tengo claro que tengo que lidiar con mi mente hasta el último día de mi vida (como cada uno de nosotros).
Deseo con todas mis fuerzas que un día pueda levantarme y dominar el miedo sin permitirle a él gozarse de la victoria.
Hasta acá les dije todo lo que “me gustaría ser” y lamentablemente todavía no soy.
De todas formas, soy es una persona que lo va a seguir intentando hasta el final. Realmente me considero alguien que se esfuerza por las cosas, que lo que hace es de forma genuina y sin intenciones de trasfondo. Mi ideal en la vida es dejar una huella positiva en todo lo que esté a mi alcance hacer. Muchas veces me caí en el fondo, pero de alguna forma encontré el camino de vuelta a la superficie.
Anhelo que todas las personas a quienes les pase algo similar, puedan encontrar esa fe en sí mismos que hoy creen perdida o inexistente. Quisiera que se prueben una y otra vez que pueden, que siempre podrán. Ojalá que se quieran tanto que estén conformes conviviendo en su propia piel y no aspiren a ser alguien más. También deseo que confíen en el proceso y no se rindan antes de empezar.
Espero que en nuestra batalla entre la confianza y el miedo, algún día la primera pueda ganar.
Como decía una canción de “Casi Ángeles” alguna vez > “Si tienes miedo a perder, ya estás perdido”.
Un millón de gracias por el espacio. Nos deseo luz después de tanta oscuridad…
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