Dime como hago para seguir viviendo; dime como hago para sacar de mi vida la rabia, la furia y la ira acumulada; dime como hago para salir del infierno, para entrar en el cielo;  dime como hago para no tener malos pensamientos, para no juzgar a nadie, para no juzgarme a mi tan duramente; dime como hago para no escuchar palabras que me hieren, que me queman la piel y me cansan el alma; como hago para callar, para morderme la lengua sin envenenarme, sin hacerme daño; como hago para no arrancarme la piel a tiras cuando me ofusco, para mantener la mirada y la cabeza bien alta sin avergonzarme, sin culparme; como hago para soportar un día más de vida, una semana  tras otra; como hago para gestionar el tiempo de sufrimiento, para eliminar mis dolores, el cansancio, la desgana y la tristeza; como hago para alimentarme de los buenos momentos, de la felicidad que me rodea, del amor verdadero que tan cerca tengo y que tanto me ofrecen; como hago para ver lo fuerte que soy,  lo fuerte que puedo llegar a ser, la valentía que llevo dentro de mi y el coraje que demuestro por no tirar la toalla, por seguir aquí, por seguir así; dime como hago para seguir soñando, para despertar mi luz y hacer que no vuelva a dormirse, que no vuelva a caer en las profundidades oscuras.

Porque sea como sea, necesito saberlo, necesito señales, necesito un maestro que me guíe; yo necesito tu luz, necesito que me ilumines cada día, necesito que me respondas.

¡Por favor Dios mío!

¡Dime como hago!

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