En una botella, se consume en lamentos,
lágrimas atrapadas por dureza, por soberbia.
Se haya aquel veneno dulce para borrar el ayer,
devorando el tiempo en cada sorbo.
La euforia pasajera distorsiona el presente,
borra una vida entera por un instante.
Cobijando las culpas reprimidas del pasado desolado.
Egoísta anestesiado, destruye la existencia
de quienes se evaden de su escarmiento.
No te abrumes solitario cuando una botella vacía y rota
te abandone en la inmensa repugnancia de tu esencia.
Su frío consuelo desaparecerá,
doblegado y rendido al suelo de la aflicción
y aturdido a la realidad opaca de la desventura,
caminando errante a la perdición.
La noche sin escrúpulos no hará ecos
cuando la vergüenza ronde en los bordes de la cordura.
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