Había pasado el crepúsculo y la noche nos acogía rumbo a su cenit. Las estrellas deambulaban por el cosmos, bajo fuerzas inexplicables y las atentas miradas de la historia hacían fulgor en aquel niño, Astrolo, que desdibujaba el rumbo del tiempo y a la vez era uno más. Otro ser de otro espacio-tiempo, quizás de una galaxia lejana, o de este mismo planeta hace miles de años atrás, quizás de otra dimensión que nos es desconocida, o de un pueblo humano rudimentario que haya permanecido oculto en un región remota de este mismo planeta. De una u otra manera, aquí se encontraba entre nosotros y desconocíamos que en breve se iba a transportar, como una ristra de estrellitas plateadas que iban a ir recorriendo su cuerpo haciendo que desaparezca, mientras suena un sonido metálico indescriptible que va aumentando en amplitud hasta desaparecer. Pero eso aún no iba a ocurrir hasta dentro de poco tiempo.
Astrolo estaba en el salón. Hacía como que era una persona desconocida y se reía. Llegaba por la puerta de la habitación e imitaba ser una persona recién llegada, como si no nos hubiera visto nunca, en el momento en que se cruzaba con su prima decía Astrolo, y se empezaba a reir y reir, volvía por la puerta y volvía a aparecer, hacía lo mismo conmigo su madre, o con su padre, con el tío, a veces uno y otro varios. Mientras tanto hablábamos de lo que estábamos viendo en la televisión, o de las «Aventuras de Elliot tercero en las Andrómedas» o «Los Peloponesos yendo a la paz en verano» o algún libro recomendado que acabábamos de leer. Cuando se fueron registré su mochila del colegio, y me encontré la nota que no nos había entregado, porque no entendía a la profesora y seguramente ella habría explicado que nos tenía que entregar, donde nos pedían autorización a sus padres o tutores legales a la visita a fábrica de dispensadores de pienso de granja de cerdos. Y allí ocurrió. La profesora nos explicó que se subió encima de una cerda catadora y desapareció, aunque no había videos que fueran prueba de aquel testimonio, otros niños de la excursión lo decían si les preguntaba, siendo más un tema tabú, que ya les aburría hablar ya que todos les preguntaban. La madre duda si son los científicos, o si es verdad que ha vuelto a su hogar, quizás los científicos han hecho un truco de magia, una ilusión óptica y así saltarse todo los procedimientos judiciales que prohibían el estudio de un astrolopitecus, o quizás había vuelto de la misma forma que apareció, en una fractura del hiperespacio sus familiares habían logrado que retornase con su verdadera familia, de una manera u otra era un agobio, ya que a veces era una preocupación por la congoja que producía que estuviera en un laboratorio bajo tierra sometiéndose a experimentos sin poder hacer nada, y otras era un alivio pensar que estaba de nuevo con gente que habían compartido un pasado junto a Astrolo y que estarían contentos de tenerle de regreso, no siendo un alivio del todo, ya que quizás también pudieran estar causando alguna desdicha de aquel niño, que era uno más en su familia.
Al pasar el tiempo, el seleccionador del club de verdades universales, que buscaba a candidatos reales que pertenezcan a su club, socios que tuvieran una historia real con trascendencia en la humanidad, recibió la carta de una madre, aunque de una forma u otra ya se había hecho eco de aquella historia y siempre pensaba que bien estuviera que un día llegase al club, no pudiendo entender mucho más de aquel caso, más que lo que había visto por la prensa, ya que no había ningún documento visual de aquel acontecimiento en aquella visita escolar. Angelinnus Rodrickus tradujo aquella nota y se alegró que por fin una persona que lo necesitaba encontrase alguna respuesta de gente interesada, sintió el valor del sentido de su club, porque lo había fundado seleccionando a gente que verdaderamente aportase un sentido universal, encontrando el valor de explicar la historia y embarcar el espíritu del mundo hacia su verdadero sentimiento de humanidad y evolución. Aquella historia era presente, encontró un fundamento mucho más esperanzador que los temas que se suelen tratar, con teorías y documentos de hace siglos o tratando de perseguir a familiares lejanos de los Rivoletti o los Fareglioni preguntando por archivos ocultos de su biblioteca o tratando de reconocer si había alguna mentira transmitida de una generación por sus antepasados de unos y otros familiares. Aquella historia era actual y verdad y sentía el deber de ayudar. Aún así pasó el tiempo, y no lograron encontrar ninguna prueba, ni laboratorios secretos, ni entidades gubernamentales o privadas que estudiaran estos fenómenos, si existían que todo indicaba que sí, se ocultaban muy bien y no había forma de encontrarlos. No conseguí hacer mucho más y siendo la madre de Astrolo, aunque fuera por muy poco tiempo ni con la ayuda de Angelinnus Rodrickus, conseguía alguna respuesta.
Pasado el tiempo, si es verdad que escuché noticias de un antepasado de astrolopitecus que había vuelto a Benidorm, de un niño que habían identificado, posiblemente otro viajante del espacio-tiempo, quizás de un lugar remoto en la que hacían excursiones, y poco a poco aquella historia fue quedándose rezagada en la esperanza de que aquellos astrolopitecus, vivían felices y de vez en cuando hacían incursiones con ciudadanos homosapiens, porque otra explicación no podía tener, y continué con mi trabajo en la oficina de niños sin familia, a los que buscabamos una acogida, y quien sabe si algún otro día encontraré un crogmanon, o quizás el propio Astrolo que regrese de su lugar intergaláctico.
OPINIONES Y COMENTARIOS