continuacion ..
Nos quedamos inmóviles por un momento, simplemente observándonos, como si el tiempo se hubiera detenido. Fue él quien rompió el silencio primero, susurrando palabras que apenas pude oír pero que calaron profundamente en mi alma. «No estás sola», dijo, con una certeza que me estremeció.
Él se sentó a mi lado, su proximidad trajo consigo una cálida sensación de consuelo. No necesitaba decir mucho; su presencia bastaba para aliviar el peso de mi tristeza. Juntos, en ese vasto salón, compartimos un momento de conexión profunda y sincera.
Sentí una chispa de esperanza resurgir, aunque frágil, dentro de mí. Sus ojos, llenos de compasión y una promesa no dicha, me recordaron que incluso en medio de la tristeza, la posibilidad de nuevos comienzos siempre estaba presente. Y así, en la penumbra del salón, encontré en él un nuevo pilar sobre el cual reconstruir mis ilusiones.
Las horas pasaban rápidamente y pronto el salón quedó vacío, solo con nosotros dos. La tristeza no había desaparecido por completo, pero ahora tenía a alguien con quien compartirla, alguien que entendía y que, de alguna manera, había pasado a ser parte de mi gran ilusión.
A medida que la noche avanzaba, nos aventuramos a salir del salón. Caminamos bajo la luz de la luna, que iluminaba nuestros rostros con un brillo suave y etéreo. Nos dirigimos al parque cercano, donde las hojas caídas crujían bajo nuestros pies, creando una sinfonía que acompañaba nuestras confesiones. Cada palabra que compartíamos nos acercaba más, y sentía cómo la barrera de mi tristeza se desmoronaba lentamente.
Nos detuvimos en un banco y nos sentamos, contemplando el lago tranquilo frente a nosotros. Él comenzó a hablar sobre sus sueños y miedos, y yo me encontré abriéndome de una manera que nunca había hecho antes. La conexión entre nosotros era innegable, y en medio de aquella conversación, me di cuenta de que este encuentro tenía el potencial de cambiar nuestras vidas para siempre.
Justo cuando parecía que el tiempo se detenía, él tomó mi mano una vez más, y en ese simple gesto, encontré la fortaleza para seguir adelante. A veces, la vida nos trae personas en los momentos más inesperados, y en esos encuentros, descubrimos nuevas razones para seguir soñando y creyendo en la magia de las ilusiones.
La noche se fue desvaneciendo mientras el sol comenzaba a asomarse en el horizonte. Sentados en aquel banco del parque, con nuestras manos entrelazadas, sentí que el amanecer traía consigo una nueva oportunidad. Cada rayo de luz que se filtraba a través de las hojas de los árboles parecía susurrar promesas de días mejores.
Decidimos dar un paseo por el lago, observando cómo el reflejo del cielo matutino pintaba el agua con tonos de rosa y dorado. A nuestro alrededor, el mundo despertaba lentamente, y con él, nuestra esperanza renacía. Caminamos en silencio, disfrutando de la serenidad del momento, como si cada paso nos acercara más a la paz que tanto anhelábamos.
Nos detuvimos en un claro, donde una suave brisa acariciaba nuestros rostros. Allí, bajo la luz del amanecer, nos miramos a los ojos y supe que este era solo el comienzo de una nueva etapa. Las sombras del pasado comenzaban a desvanecerse, dejando espacio para que nuestras ilusiones florecieran una vez más. Y aunque el camino por delante aún era incierto, lo enfrentaríamos juntos, con la certeza de que la vida siempre guarda sorpresas inesperadas.
La noche se fue desvaneciendo mientras el sol comenzaba a asomarse en el horizonte. Sentados en aquel banco del parque, con nuestras manos entrelazadas, sentí que el amanecer traía consigo una nueva oportunidad. Cada rayo de luz que se filtraba a través de las hojas de los árboles parecía susurrar promesas de días mejores.
Decidimos dar un paseo por el lago, observando cómo el reflejo del cielo matutino pintaba el agua con tonos de rosa y dorado. A nuestro alrededor, el mundo despertaba lentamente, y con él, nuestra esperanza renacía. Caminamos en silencio, disfrutando de la serenidad del momento, como si cada paso nos acercara más a la paz que tanto anhelábamos.
Nos detuvimos en un claro, donde una suave brisa acariciaba nuestros rostros. Allí, bajo la luz del amanecer, nos miramos a los ojos y supe que este era solo el comienzo de una nueva etapa. Las sombras del pasado comenzaban a desvanecerse, dejando espacio para que fllorezcan nuestras ilusiones
De repente, sentí una presencia detrás de mí. Me giré lentamente y allí estaba mi compañero del otro aula, su rostro mostraba una expresión de celos y algo más, quizá una pregunta sin formular. Se acercó con cautela, pero con determinación, como si quisiera interrumpirnos a propósito.
«¿Perdona si molesto?», dijo con un tono que dejaba claro su irritación. «Solo quería recordarte que, aunque parezca que todo está perdido, siempre hay una luz al final del túnel. A veces, las conexiones inesperadas pueden traer la mayor de las alegrías, aunque no todos lo vean así», agregó, lanzando una mirada de desdén.
Su intervención, cargada de celos, cambió el ambiente. El joven y yo intercambiamos una mirada, y pude ver la incomodidad en sus ojos. Mi compañero se quedó allí, observándonos, sin intención alguna de retirarse, como si su presencia fuera un recordatorio constante de una competencia no declarada.
Nos quedamos en silencio, el ambiente tenso por la intervención de mi compañero. Su presencia, cargada de celos, se convirtió en una barrera invisible entre nosotros. El joven a mi lado se movió incómodo, claramente consciente de la situación.
“Así que aquí es donde te escondes,” continuó mi compañero, su tono goteando sarcasmo. “Parecía que estabas disfrutando demasiado la compañía.”
El joven me miró, sus ojos reflejando una mezcla de compasión y conflicto. No quería causar problemas, pero su presencia misma era ya un desafío para mi compañero. Sentí un nudo formarse en mi garganta mientras el silencio se volvía insoportable.
“Creo que es mejor que me vaya,” dijo el joven, dirigiendo una última mirada hacia mí, llena de una tristeza que apenas podía soportar. Se levantó lentamente, dejando el banco vacío a mi lado.
Mi compañero se acercó más, su sombra envolviéndome. “Será mejor así,” dijo con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Sentí una mezcla de frustración y tristeza, consciente de la oportunidad perdida y del control que mi compañero ejercía sobre mí.
El joven se fue, dejándonos a mi compañero y a mí en una incómoda soledad. El banco se sentía más frío sin su presencia. Mi compañero, viendo que había logrado su objetivo, dejó escapar un suspiro satisfecho.
«¿Por qué haces esto?», le pregunté, mi voz apenas un susurro. Pero él no respondió, su mirada fija en el horizonte como si buscara algo que nunca encontraría.
El silencio se alargó, lleno de palabras no dichas y sentimientos reprimidos. Finalmente, me levanté y comencé a caminar, necesitaba alejarme, necesitaba espacio para pensar. Mi compañero me siguió en silencio, su sombra una constante compañía.
Nos dirigimos hacia la salida del parque, donde el bullicio de la ciudad comenzaba a despertar. Cada paso que daba me alejaba más de la confusión y la tristeza, acercándome a una nueva claridad.
«Tal vez haya otras formas de encontrar lo que buscamos», murmuré, más para mí misma que para él. La vida siempre trae consigo nuevas oportunidades y conexiones, y estaba decidida a no dejar que los celos de mi compañero oscurecieran mi camino.
Caminé sin mirar atrás, mis pensamientos enredados en una maraña de emociones. Mi compañero, sintiendo quizás el cambio en mi ánimo, intentó acercarse de nuevo. «No quería arruinar todo,» dijo, su voz ahora vacilante. «Simplemente me preocupa perderte.»
Me detuve y lo miré, sintiendo una mezcla de compasión y frustración. «No se trata de perderme,» respondí, tratando de mantener mi tono calmado. «Se trata de entender que todos necesitamos espacio y tiempo para encontrar nuestras propias respuestas.»
Sus ojos buscaron los míos, intentando encontrar una señal de perdón o de esperanza. Pero en ese momento, supe que la respuesta no estaba en nuestras palabras, sino en nuestros actos. El tiempo y la confianza tenían que ser reconstruidos, paso a paso.
«Quizás deberíamos darnos un tiempo,» propuse suavemente, temiendo la reacción que mis palabras pudieran provocar. Pero en su rostro vi una mezcla de alivio y tristeza. Asintió lentamente, aceptando la realidad que ambos sabíamos inevitable.
Mientras nos alejábamos del parque, sentí que cada paso nos acercaba a un nuevo comienzo. A veces, las ilusiones no se desvanecen; simplemente cambian de forma y nos llevan por caminos inesperados. Y aunque la tristeza aún se cernía sobre nosotros, también había una chispa de esperanza, lista para encenderse de nuevo cuando estuviéramos listos.
El tiempo pasó, y con él, las heridas comenzaron a sanar lentamente. Mi compañero y yo nos dimos el espacio que necesitábamos, y aunque el silencio entre nosotros fue doloroso al principio, también nos permitió reflexionar y crecer individualmente.
Un día, mientras caminaba por el parque donde todo había comenzado, lo vi a lo lejos. Estaba sentado en el mismo banco, observando el lago con una expresión pensativa. Decidí acercarme, sin saber qué esperar. Al llegar, nos miramos en silencio, como si el tiempo no hubiera pasado y al mismo tiempo todo hubiera cambiado.
«Hola,» dije suavemente, rompiendo el hielo. «¿Cómo has estado?»
«Mejor,» respondió, una pequeña sonrisa asomando en sus labios. «He tenido tiempo para pensar, y creo que he comprendido muchas cosas.»
Nos sentamos juntos, y por primera vez en mucho tiempo, hablamos sin reservas. Compartimos nuestras experiencias, nuestros miedos y nuestras esperanzas. Sentí que, aunque había sido un camino difícil, habíamos encontrado una nueva forma de conectar, basada en el entendimiento y el respeto mutuo.
Nuestra conversación se extendió hasta el anochecer. Bajo el cielo estrellado, parecía que el universo nos daba su bendición para este nuevo comienzo.
De repente, sentí una presencia detrás de mí. Me giré lentamente y allí estaba él, el joven de la otra aula. Su rostro mostraba una mezcla de sorpresa y alivio al vernos juntos. Se acercó con una sonrisa, como si entendiera que algo importante había ocurrido en su ausencia.
«Veo que están teniendo una conversación importante,» dijo con amabilidad. «No quería interrumpir, pero pensé que quizás les gustaría saber que el evento de esta noche está a punto de comenzar.»
Nos miramos y, con un asentimiento silencioso, nos pusimos de pie. Caminamos juntos hacia el salón donde todo había comenzado, sabiendo que, aunque el camino había sido difícil, la conexión que compartíamos ahora era más fuerte que nunca.
CAPITULO 3
El tiempo pasó, y con él, las heridas comenzaron a sanar lentamente. Mi compañero y yo nos dimos el espacio que necesitábamos, y aunque el silencio entre nosotros fue doloroso al principio, también nos permitió reflexionar y crecer individualmente.
Un día, mientras caminaba por el parque donde todo había comenzado, lo vi a lo lejos. Estaba sentado en el mismo banco, observando el lago con una expresión pensativa. Al llegar, nos miramos en silencio, como si el tiempo no hubiera pasado y al mismo tiempo todo hubiera cambiado.
«Hola,» dije suavemente, rompiendo el hielo. «¿Cómo has estado?»
«Mejor,» respondió, una pequeña sonrisa asomando en sus labios. «He tenido tiempo para pensar, y creo que he comprendido muchas cosas.»
Nos sentamos juntos, y por primera vez en mucho tiempo, hablamos sin reservas. Compartimos nuestras experiencias, nuestros miedos y nuestras esperanzas. Sentí que, aunque había sido un camino difícil, habíamos encontrado una nueva forma de conectar, basada en el entendimiento y el respeto mutuo.
Nuestra conversación se extendió hasta el anochecer. Bajo el cielo estrellado, parecía que el universo nos daba su bendición para este nuevo comienzo.
De repente, sentí una presencia detrás de mí. Me giré lentamente y allí estaba el joven de la otra aula. Su rostro mostraba una mezcla de sorpresa y alivio al vernos juntos. Se acercó con una sonrisa, como si entendiera que algo importante había ocurrido en su ausencia.
«Veo que están teniendo una conversación importante,» dijo con amabilidad. «No quería interrumpir, pero pensé que quizás les gustaría saber que el evento de esta noche está a punto de comenzar.»
Nos miramos y, con un asentimiento silencioso, nos pusimos de pie. Caminamos juntos hacia el salón donde todo había comenzado, sabiendo que, aunque el camino había sido difícil, la conexión que compartíamos ahora era más fuerte que nunca.
El joven y yo caminamos juntos, dejando atrás a mi compañero, que se quedó observando desde la distancia. Mientras nos alejábamos, sentí una mezcla de emociones: alivio por haber tomado una decisión y emoción por lo que el futuro podría traer.
Nos detuvimos en un rincón tranquilo del salón, lejos del bullicio. «Quería decirte algo,» dijo el joven, sus ojos reflejando una seriedad que me hizo contener la respiración. «Desde el primer día que te vi, supe que había algo especial en ti. Y aunque no fue fácil, estoy aquí porque creo que también sientes lo mismo.»
Mis ojos sentian que no debia confiar otraves pero la confianza se apodero de mi. En ese momento, supe que este era el comienzo de algo nuevo, algo que habíamos esperado durante mucho tiempo. Sentí una mezcla de alivio y alegría, una sensación de que todo había valido la pena.
Tomó mi mano con suavidad, y juntos caminamos hacia la ventana que daba al jardín. La luz de la luna iluminaba nuestras caras, creando un momento mágico que jamás olvidaríamos. «Quiero estar a tu lado,» dijo con una voz que apenas era un susurro, pero que resonaba con fuerza en mi corazón.
Le respondí con un simple «yo también», dejando que mis emociones hablaran por mí. Nos abrazamos, sintiendo la calidez y la conexión que había crecido entre nosotros. Era un nuevo comienzo, y aunque el camino podría ser incierto, estábamos dispuestos a enfrentarlo juntos, con la certeza de que nuestras ilusiones y sueños nos guiarían.
De repente, el joven se apartó un poco y, con una sonrisa traviesa, dijo: «Tengo una sorpresa para ti.» Antes de que pudiera reaccionar, sacó una pequeña caja de su bolsillo y la abrió, revelando un insecto de juguete que saltó hacia mí. Solté un grito de sorpresa y luego me reí, dándome cuenta de que era solo una broma.
Mientras me reía, noté que la chica estaba grabando todo con su teléfono. Pero entonces su expresión cambió, y con una voz cargada de desprecio, dijo: «¿De verdad creíste que me enamoraría de ti?»
La risa se desvaneció de mi rostro al instante. Sentí una punzada de humillación y tristeza, y antes de que pudiera responder, la chica se acercó y lo besó en la mejilla, mientras seguía grabando. Salí corriendo del salón, con las lágrimas brotando de mis ojos. Esa noche, el dolor de la traición fue más fuerte que cualquier otra cosa.
Dias despues nos encontramos pero yo seguia resentida y no encontraba palabras para describir mi furia pero le hice caso .
Nos detuvimos en un rincón tranquilo del salón, lejos del bullicio. «Quería decirte algo,» dijo el joven, sus ojos reflejando una seriedad que me hizo contener la respiración. «lo siento no quize causarte dolor pero la maldad de hacerte sentir mal me impulso para que yo me hiciera mas popoular.»
Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras asentía, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. En ese momento, supe que este era el comienzo de algo nuevo, algo que habíamos esperado durante mucho tiempo. Sentí una mezcla de alivio y alegría, una sensación de que todo había valido la pena.
Tomó mi mano con suavidad, y juntos caminamos hacia la ventana que daba al jardín. La luz de la luna iluminaba nuestras caras, creando un momento mágico que jamás olvidaríamos. «Quiero estar a tu lado,» dijo con una voz que apenas era un susurro, pero que resonaba con fuerza en mi corazón.
Le respondí con un simple «yo no se si comenzar pero si lo prometes esta bien», dejando que mis emociones hablaran por mí. Nos abrazamos, sintiendo la calidez y la conexión que había crecido entre nosotros. Era un nuevo comienzo, y aunque el camino podría ser incierto, estábamos dispuestos a enfrentarlo juntos, con la certeza de que nuestras ilusiones y sueños nos guiarían.
De repente, el joven se apartó un poco y, con una sonrisa traviesa, dijo: «Tengo una sorpresa para ti.» Antes de que pudiera reaccionar, sacó una pequeña caja de su bolsillo y la abrió, revelando un insecto de juguete que saltó hacia mí. Solté un grito de sorpresa y luego me reí, dándome cuenta de que era solo una broma.
Mientras me reía, noté que la chica que le había dado un beso en la mejilla estaba grabando todo con su teléfono. De repente, ella se acercó y metió una caja graciosa en el bolsillo del joven sin que él lo notara. Pero entonces su expresión cambió, y con una voz cargada de desprecio, dijo: «¿De verdad creíste que me enamoraría de ti?»
La risa se desvaneció de mi rostro al instante. Sentí una punzada de humillación y tristeza. Y antes de que pudiera responder, la chica se acercó y lo besó en la mejilla mientras seguía grabando. Fue entonces cuando el joven se dio cuenta de la caja en su bolsillo y, avergonzado, trató de disculparse.
Salí corriendo del salón, con las lágrimas brotando de mis ojos. Esa noche, el dolor de la traición fue más fuerte que cualquier otra cosa.
CAPITULO 4
Un día después, mientras intentaba evitarlo en la escuela, el joven se acercó con una expresión de arrepentimiento. «Lo siento muchísimo,» dijo, su voz sincera y llena de remordimiento. «Fue una broma estúpida y cruel. No debí haberlo hecho. Por favor, perdóname.»
Antes de que pudiera responder, mi compañero apareció, y con una mirada fría y molesta, dijo: «Creo que ya has hecho suficiente daño. No deberías estar aquí.»
El joven bajó la cabeza, reconociendo su error. «Solo quería disculparme,» murmuró, antes de darse la vuelta y alejarse.
En ese momento, la chica que había estado riéndose y grabando se acercó, y el joven la enfrentó. «¿Por qué hiciste eso?» le espetó. «No tenías derecho a meter esa caja en mi bolsillo y hacer que pareciera peor de lo que era.»
La chica se encogió de hombros, su sonrisa desvaneciéndose. «Pensé que sería gracioso,» respondió, aunque su tono era menos seguro.
«Pues no lo fue,» replicó el joven, su voz firme. «Me avergüenzo de haber participado en esto, y tú deberías sentir lo mismo.»
La chica, viendo que la situación se había vuelto en su contra, trató de excusarse. «Solo era una broma,» murmuró, pero su voz se apagó ante la mirada fulminante del joven.
«Voy a necesitar tiempo,» respondí finalmente, mi voz temblorosa pero firme. «No puedo olvidarlo de la noche a la mañana.»
El joven asintió, su expresión llena de comprensión. «Entiendo,» dijo suavemente. «Esperaré el tiempo que necesites.»
De repente, la chica dio un paso adelante, acercándose más al joven. «¿Vas a dejar que una tontería arruine todo esto?», preguntó, su tono desafiante. «Sabes que solo era una broma.» Y antes de que el joven pudiera reaccionar, la chica lo tomó de la mano y lo jaló hacia ella, plantándole un beso en la boca.
Sentí como mi corazón se rompía en ese instante. Los celos y la tristeza me abrumaron, y antes de que pudiera detenerme, las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Sin decir una palabra, me di la vuelta y corrí fuera del salón, buscando refugio en la soledad.
Mientras me alejaba, podía escuchar la voz del joven detrás de mí, llamándome, pero no me detuve. Llegué a un rincón apartado del parque y me dejé caer al suelo, sollozando.
Un día después, mientras intentaba evitarlo en la escuela, el joven se acercó con una expresión de arrepentimiento. «Lo siento muchísimo,» dijo, su voz sincera y llena de remordimiento. «Fue una broma estúpida y cruel. No debí haberlo hecho. Por favor, perdóname.»
Antes de que pudiera responder, mi compañero apareció, y con una mirada fría y molesta, dijo: «Creo que ya has hecho suficiente daño. No deberías estar aquí.»
El joven bajó la cabeza, reconociendo su error. «Solo quería disculparme,» murmuró, antes de darse la vuelta y alejarse.
En ese momento, la chica que había estado riéndose y grabando se acercó de nuevo, y el joven la enfrentó. «¿Por qué lo hiciste? No tenías derecho a meterte en medio y causar tanto dolor,» le espetó. La chica, sintiendo la presión de sus palabras, dio un paso atrás, pero él no retrocedió. «No entiendes lo que has hecho,» dijo, su voz llena de rabia contenida.
La chica trató de excusarse, pero su tono era vacilante. «Pensé que sería gracioso,» murmuró, pero él la interrumpió. «No, no lo fue. Lastimaste a alguien importante para mí, y nunca te lo perdonaré.»
Mientras la chica se alejaba, el joven me buscó con la mirada, desesperado por mi perdón. Sabía que tendría que trabajar duro para ganarse mi confianza de nuevo, pero estaba dispuesto a intentarlo, sin importar cuánto tiempo le llevara.
despues de que mi compañero no venga dos semanas porque estaba enfermo ,bueno hoy vino y se entero de todo 😐
asi que …..
Mi compañero, viendo la escena, no pudo contener su ira. Se acercó al joven y, sin previo aviso, le dio un bofetón. «¡Basta ya!» gritó. «No permitiré que sigas lastimándola.»
El joven, sorprendido por el golpe, se recuperó rápidamente y se lanzó sobre mi compañero. Ambos comenzaron a pelear, sus movimientos llenos de rabia y frustración. La gente alrededor se detuvo a mirar, pero nadie intervenía.
Finalmente, algunos profesores llegaron y separaron a los dos, llevándolos a la oficina del director. Me quedé allí, temblando y con lágrimas en los ojos, sin saber qué hacer. La pelea había dejado claro que las heridas aún estaban abiertas y que el camino hacia la reconciliación sería largo y difícil.
Mientras esperábamos fuera de la oficina del director, los murmullos de los estudiantes nos rodeaban. Mi compañero salió primero, su rostro rojo de furia. «Esto no ha terminado,» murmuró, con los ojos aún encendidos.
El joven salió poco después, con una expresión de cansancio y arrepentimiento. «Nunca quise que llegara a esto,» dijo suavemente, su voz quebrada por la emoción.
«Quizás deberíamos tomarnos un tiempo para enfriarnos,» sugerí, sintiendo el peso de la tensión en el aire. «No podemos seguir así, lastimándonos mutuamente.»
CAPITULO 5
Mi compañero se quedó en silencio, pero asintió lentamente. El joven, aunque dolido, aceptó la realidad de la situación. Sabía que el camino hacia cualquier tipo de reconciliación, o al menos paz, sería largo y difícil.
Mientras nos alejábamos de la oficina, supe que necesitaríamos tiempo para sanar. La pelea había dejado cicatrices profundas, y aunque el perdón podría llegar eventualmente, sería un proceso lento y arduo. Pero en mi corazón, aún guardaba la esperanza de que un día podríamos encontrar una manera de superar este dolor y encontrar una nueva forma de estar juntos, ya sea como amigos o algo más.
Mientras nos alejábamos de la oficina del director, el ambiente estaba cargado de tensión. Mi compañero me miró, su rostro aún marcado por la furia. «No puedo creer que hayas defendido a ese tipo después de lo que te hizo,» dijo, su voz llena de indignación.
«No lo estaba defendiendo,» respondí con calma. «Solo quiero que todo esto termine.»
El joven, que había estado escuchando desde una distancia prudente, se acercó lentamente. «Entiendo que estés enfadado,» dijo, dirigiéndose a mi compañero. «Pero esta pelea no resolverá nada.»
«¡Tú no entiendes nada!» replicó mi compañero, dando un paso hacia él. «Le hiciste daño y ahora pretendes que todo está bien. ¡No es así!»
Sentí como la situación volvía a escalar, y antes de que las cosas se salieran de control, me interpuse entre ambos. «¡Basta! Esto no puede seguir así,» dije, con la voz temblorosa pero firme. «Nos estamos lastimando mutuamente, y yo no puedo soportarlo más.»
El joven bajó la cabeza, reconociendo la verdad en mis palabras. Mi compañero, aunque aún furioso, dio un paso atrás, respirando profundamente. «Lo siento,» dijo finalmente, su voz más suave. «Solo quiero protegerte.»
«Lo sé,» respondí, tomando su mano. «Pero esto tiene que parar.»
Nos quedamos en silencio por un momento, dejando que las palabras se asentaran. Sabía que el camino hacia la sanación no sería fácil, pero estaba dispuesta a intentarlo, con el apoyo de aquellos que realmente me querían.
Nos quedamos en silencio por un momento, dejando que las palabras se asentaran. Sabía que el camino hacia la sanación no sería fácil, pero estaba dispuesta a intentarlo, con el apoyo de aquellos que realmente me querían.
Mi compañero, al ver mi angustia, se acercó más y me puso una mano en el hombro, un gesto de consuelo que aprecie profundamente. «Todo va a estar bien,» murmuró, su voz calmada y reconfortante. «Estaré aquí para ti, pase lo que pase.»
El joven, observando esta cercanía, no pudo evitar sentir una punzada de celos. Sus ojos se oscurecieron mientras miraba la mano de mi compañero en mi hombro. Dio un paso hacia adelante, su voz tensa. «Ella no necesita tu protección,» dijo con un tono que dejaba claro su malestar. «Puedo cuidar de ella también.»
Mi compañero lo miró, sus cejas fruncidas. «¿De verdad crees que después de lo que hiciste, puedes simplemente volver y esperar que todo esté bien?»
La tensión en el aire era palpable. Me aparté ligeramente de ambos, sintiendo el peso de su conflicto. «Esto no es una competencia,» dije, mi voz quebrada por la emoción. «No quiero que sigan peleando por mí.»
El joven apretó los puños, luchando contra sus sentimientos. «No estoy compitiendo,» replicó finalmente, su voz más suave. «Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, siempre.»
Mi compañero suspiró, resignado. «Tal vez deberíamos darle espacio para decidir lo que realmente quiere,» dijo, mirando al joven con una mezcla de desafío y aceptación.
Asentí, agradecida por la comprensión. Sabía que necesitaba tiempo para procesar todo lo que había ocurrido y decidir cómo quería seguir adelante. Mientras tanto, ambos chicos se apartaron, sabiendo que forzar una resolución solo empeoraría las cosas.
Me quedé allí, en medio de la encrucijada, sintiendo la carga de sus expectativas y la necesidad de encontrar mi propio camino en medio del caos. El amor y el perdón no eran fáciles, pero con tiempo y paciencia, tal vez encontraríamos una manera de seguir adelante.
La tensión en el aire era palpable mientras intentaba procesar todo lo que había sucedido. Mientras nos quedábamos allí en silencio, mi compañero, todavía cerca de mí, no dejó de mostrar su preocupación. Cada vez que me miraba, sentía una mezcla de protección y cariño que no podía ignorar.
CAPITULO 6
El joven, observando esto, no pudo contenerse más. Dio un paso hacia adelante, sus ojos llameando con celos. «¿De verdad necesitas que esté tan cerca de ti todo el tiempo?» dijo, su voz cortante. «No creo que su presencia te esté ayudando a pensar con claridad.»
Mi compañero lo miró con frialdad. «Estoy aquí porque me importa,» respondió, sin apartarse de mi lado. «Algo que tú claramente no has demostrado con tus acciones.»
«¡Basta!» dije, levantando una mano para detener la confrontación. «No quiero que esto se convierta en una lucha de ego. Necesito tiempo para pensar y espacio para decidir qué es lo mejor para mí.»
El joven apretó los dientes, sus celos claramente visibles. «Solo quiero lo mejor para ti,» murmuró, aunque sus palabras estaban cargadas de resentimiento.
Mi compañero, dándose cuenta de lo que estaba ocurriendo, dio un paso atrás. «Tal vez ella necesita estar sola por un tiempo,» dijo, mirándome con comprensión. «No quiero ser una fuente de conflicto.»
Agradecí su gesto, aunque sabía que los celos del joven aún arderían por algún tiempo. Sabía que el camino hacia la sanación no sería fácil y que necesitaríamos tiempo y paciencia para superar este obstáculo. Con el apoyo de ambos, tenía la esperanza de encontrar una manera de seguir adelante, sin importar cuánto tiempo tomara.
Mientras ambos chicos se alejaban, supe que necesitaríamos tiempo para sanar. La situación era complicada, y los celos solo estaban empeorando las cosas. Pero tenía la esperanza de que, con paciencia y comprensión, podríamos encontrar una manera de seguir adelante, superando los celos y construyendo algo nuevo y más fuerte.
El joven, sin poder contenerse, se quedó observándonos desde la distancia, sus ojos fijos en cada movimiento que hacía mi compañero. Cada vez que mi compañero me hablaba o se acercaba, sentía el ardor de su mirada. A veces, parecía que estuviera a punto de intervenir, pero se contenía, consciente de que su presencia solo complicaría las cosas.
Finalmente, una tarde, el joven no pudo soportarlo más. Nos interceptó cuando estábamos saliendo de la escuela. «No puedo seguir viendo esto,» dijo con un tono de desesperación. «Necesito hablar contigo a solas,» me pidió, ignorando la presencia de mi compañero.
Mi compañero dio un paso adelante, su postura protectora. «Si tienes algo que decir, puedes decirlo aquí,» declaró.
La tensión era palpable y me sentía atrapada en medio de su conflicto. Decidí intervenir antes de que las cosas se salieran de control. «Está bien,» dije, dirigiéndome al joven. «Hablemos, pero no aquí.»
Nos alejamos un poco, buscando un lugar tranquilo donde pudiéramos conversar sin la presión de las miradas ajenas. El joven me miró, sus ojos llenos de angustia y celos. «No puedo soportar verte con él,» confesó. «Sé que he cometido errores, pero ¿de verdad es él quien quieres a tu lado?»
Sus palabras resonaron en mi mente, pero sabía que necesitaba tiempo para ordenar mis pensamientos y sentimientos. «Lo que necesito ahora es tiempo y espacio,» respondí con firmeza. «Los celos solo están empeorando las cosas. Necesito que confíes en mí y que respetes mi necesidad de espacio.»
El joven asintió, aunque a regañadientes. «Lo haré,» prometió, su voz temblando. «Pero por favor, no me dejes fuera de tu vida.»
Mientras regresaba con mi compañero, supe que el camino hacia la reconciliación sería largo y lleno de desafíos. Pero con el tiempo, la paciencia y la comprensión, esperaba que pudiéramos encontrar una manera de superar estos obstáculos y construir algo más fuerte y sincero.
CAPITULO 7
Paso un tiempo despues de mis vacasiones,desde la antigua dicusion que teniamos los no nos hablamos
ya que mi compañero estuvo en catesismoe y por otro lado el chico se habia ido de vacasiones y no pudimos hablar.
Cuando regresé de clases no vino el chico dijo que hiba a venir dentro de 1 semana,pero despues de nuestro receso vi algo extraño con mi compañera LETICIA (va aperecer des de ahora en mi obra ,ya que no la presente),bueno…..les sigo contando ,vi a mi compañero con una chica de tercer nivel se llamaba ¿ROMINA? ,pongo ese signo ya que me estaba contando letica todo eso porque ella estaba atrás entonces el le dijo a leticia :»casi se me para el corazón» (yo tambien lo escuche ya que tambien su hermana de romina era su gemela pero Nem….. (mejor es pocional no poner el nombre ,continuo)estaba asistiendo todo la cabeza y sobre todo se arreglaba cuando ella le hablaba…..
continuara.,,
posdata:si les gusto comenten o den aplauzos porque siento que no les gusta mi obra.😢
LA OBRA mi gran ilusion 2 SE PUBLICARA EN DICIMEBRE
OPINIONES Y COMENTARIOS