Atrapada, Soledad de Mujer

Atrapada, Soledad de Mujer

Rodrigo Gomez

11/10/2024

Atrapada,
Soledad de mujer.
No cometí ningún delito, pero estoy en una cárcel, no le hice daño a nadie, pero mi libertad desaparece, no respiro pero estoy atrapada. Cuando dejo mi casa, me siento un poco más aliviada, pero a la noche caminar sola se siente como la muerte en vida y no tengo quien me acompañe ni me extienda su mano para ayudarme, pero ya me acostumbre, está bien, supongo.
Pienso cuántas de ellas tampoco nunca volvieron, nunca más vieron a su familia, a sus padres, a sus hermanos, a sus amigas, vieron a la muerte disfrazada de hombre y no pudieron escapar, entregando su destino a manos de un diablo que no busca un alma, porque carece de ella, el infierno terrenal. Miro hacia los lados siempre antes de cruzar la calle, el semáforo dándome el paso, la luz verde como una señal de vida, el corazón se me sale del pecho, siento que muero, la mente no es aliada de calmarme, la alerta constante hizo de este cuerpo, un miedo hecho persona, un miedo peligroso y paralizador.
Tengo miedo a estar viva, el mundo es más hostil de lo que recuerdo cuando era niña, mi madre cuidaba de mí, nada malo podía pasarme, éramos nosotras dos solas contra el mundo, la vida era muy bella, en ese entonces. Recuerdo que eran otros tiempos, pero hay cosas que no han cambiado. Ellos no se llevaban bien, peleaban, discutían todo el día, llegaron a odiarse algún día. Es curioso porque algún día lo que fue amor puro, inocente, juvenil, terminó por ser una desgracia, una ruptura en malos términos. Ella me cuidaba, terminaba desangrando su alma a costas de darme un mundo feliz que no era tal, su cuerpo sufrió la violencia de aquel padre irreconocible que desató su furia como un huracán, destruyendo todo a su paso, mi infancia, su familia, el amor, la sonrisa de una niña por una tristeza que la iba marcar por el resto de su vida. Mientras volvía a casa, pensé en mi hijo que aguardaba por mí, estaba parada en el mismo lugar, muchos años más tarde, me sentí sola.
No podía concebir la idea de que su infancia fuera un recuerdo triste y olvidable, que se encuentre de adulto entregándole su corazón a una persona que le haga creer que el merece un amor violento, insípido, desalmado, eso no es amor, pero yo lo aceptaba. Llegue a estar muchos años en el mismo lugar, sin moverme, paralizada, atascada, cavando mi propia tumba, desviviendome por una persona que solo me entregaba odio, golpes, me hacía sentir inútil y me hacía creer que mi vida a fin de cuentas, no servía para nada.
Mi casa no era un hogar, mucho menos se sentía como tener una familia, como esas que una veía en películas románticas, me crié con eso, no puedo concebir otra idea de amor y quizás mi error fue creer que eso existía en el mundo real, donde existen ellos, los violentos, los posesivos, los desalmados. Hubo un día en que todo cambió, pero fueron muchos gritos, golpes, abusos, los que terminaron por matarme en vida para poder aspirar a renacer. Recuerdo la tarde exacta donde eso ocurrió, su traición, las únicas disculpas que no puedo aceptar, el querer seguir teniéndome como su objeto, no como humano, la piel herida y maltratada, el corazón destruido, mi alma sin fuerzas.
Esa noche llovió, el cielo era testigo de mi dolor, llore toda la noche mientras el reía, abrace a mi hijo mientras él abrazaba otra botella de licor, otra mujer, otra vida después de arruinarme la mía, la vida no siempre es justa, como tampoco lo es la sociedad con nosotras, es difícil acostumbrarse a eso. Esa semana conocí a una amiga nueva, lo cual me llamó la atención porque hace mucho tiempo que no tengo amigas, pero dicen que esas personas que nos salvan la vida aparecen por casualidad. Tan solo siete días me bastaron para contactarme con ella, sigue siendo una desconocida para mí, pero extendió su mano para decirme, “no estás más sola”. Esa madrugada de lluvia, salí de lo que fue mi casa, ahora en ruinas, para mudarme a un nuevo hogar, una nueva vida, una nueva yo.
No sé quién escuchara mi historia, pero si mis palabras sirven de algo, bajo ningún punto de vista piensen que no tienen a nadie, nunca estarán solas.
Rodrigo Gómez

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