Para el Bla, Bla.
En mi cabeza solo quería que fuéramos el sonido del motor, una radio vieja y el viento ondulando mi cabello, pero no, estaba en un carro con 4 desconocidos, una chica que se había ido de fiesta la noche anterior, lo sabía porque el coche apestaba a alguna cosa con alcohol, una pareja que venía de paseo desde Cataluña y él conductor. Afortunadamente había llegado temprano y tenía el asiento de adelante así que no tenía que respirar ese aroma a fiesta de la compañera de la silla de atrás, el conductor por otro lado, no paraba de hablar, me contaba toda su vida, era de Perú pero vivía hace 17 años en Alicante, amable la verdad, era la primera vez que conocía un Peruano en España ya que la mayoría de latinos que conozco son de Colombia, incluyéndome, porque somos el primer producto de exportación al contrario de lo que piensa la gente. El conductor me hablaba de comollegó acá y porque, en un principio me incomodaba pero ya a mitad de camino de Alicante a Valencia la conversación se hacía interesante, pasamos de hablar de política internacional a cuestionarnos qué sentido tenía diagnosticarle a un chiquillo trastorno de déficit de atención si todos tienen una pantalla que los aleja de la realidad en el bolsillo del pantalón, también hablamos del problema sanitario que hay en el país por la fuga de capital humano a países del norte, cosas del capitalismo que nadie se va a querer cuestionar nunca en su vida pero al ser 5 desconocidos en un coche se puede filosofar de una manera civilizada sin una sola cerveza.
Al llegar a Valencia, intuí que el conductor vivía de hacer viajes entre Valencia y Alicante, me decía que podía ir y volver 2 veces al día y así se la pasaba, también intuí que vivía solo porque notaba que era feliz con la compañía fugaz y momentánea que le dábamos nosotros en calidad de pasajero, este pensamiento intuitivo fue reforzado por el hecho de que la chica fiestera fue llevada primero por un café antes de dejarnos a todos en el punto de llegada. Al Bajarme del coche, me entregó las maletas, me dio un apretón de manos y me regaló una sonrisa, supongo que ya tenía otros 4 compañeros de regreso a Alicante.
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