En la vastedad del tiempo, el olvido surge,

Un río caudaloso, que todo arrastra y sumerge.

En la memoria, como hojas en otoño,

Caen los fragmentos de un pasado que se antoja.

Pero el recuerdo, cual semilla en la tierra,

Brota en la conciencia, con fuerza y certeza.

Transmuta las heridas, en cicatrices de luz,

Y convierte los llantos, en cantos de virtud.

El olvido es un abrazo, que nos libera del ayer,

Un lienzo en blanco, donde pintar un nuevo ser.

Borra las sombras, para que brille la aurora,

Y nos invita a reescribir nuestra propia historia.

En el baile eterno entre el recuerdo y el olvido,

Se renueva la vida, en un constante latido.

Un ciclo sin fin, donde el tiempo es maestro,

De las lecciones que aprendemos, en cada nuevo puesto.

Así danzan en nuestras almas, estos dos compañeros,

El olvido, como alba, disipa los temores,

El recuerdo, como guía, nos muestra el camino,

Juntos tejiendo la trama de nuestro destino.

En el rincón sagrado de la mente y el corazón,

Florece la esperanza, como una nueva estación.

Mientras el olvido, en su manto, nos envuelve en paz,

En este eterno baile, la vida siempre renacerá.

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