¿Qué nos enseña la vida? Acaso, momentos difíciles o tal vez, la cura para nuestras depresiones… Esas son algunas de las preguntas que me persiguen.
¿Qué me depara el futuro? Mi futuro, interrumpido por un momento de impulso abrumador de mi mente confundida.
… Epílogo…
10 años han pasado desde mis locuras de adolescente; mis decisiones me persiguen ahora en mi presente. ¿Cómo lidiar con esto? ¡Podré! Así será, yo lo sé…
Tiempo, eso me hace falta. Tiempo es lo que necesito para acomodar las piezas que me hacen falta. La vida me regaló otra oportunidad, una mente en blanco, una vida nueva. Mis recuerdos se quedaron hasta mis 15 años; después de eso mi vida, mis amigos y mis recuerdos son nulos. ¿Poder recuperar de nuevo mi vida o mejor construye una nueva? tengo miedo de descubrir que mi vida de adulta no era como yo la imaginaba y que mis errores me siguieron toda esa vida.
Mi nombre es Cindy Mary Collins y vivo en Pensilvania, una pequeña ciudad de Hattiesburg, Estados Unidos; mi padre es de Inglaterra y mi madre de Filadelfia. Tengo dos hermanos, un par de gemelos, Tomás y Nicolás. Mi padre es muy rico, pero casi no lo vemos, ya que trabaja fuera del país y la mayoría del tiempo la pasamos con mi abuela en Filadelfia. Mi abuela es maravillosa, es la persona más importante de mi vida y me gusta pasar tiempo con ella. Además, Filadelfia es más divertida que Pensilvania; mis amigos me molestan porque dicen que soy un vampiro por las leyendas; no los culpo; mi piel pálida y facciones inglesas heredadas por mi padre no ayudan; mis ojos azules y pelo rojizo me hacen una belleza y, no digamos a mis pequeños hermanos de tan solo 8 años, son adorables, con sus grandes ojos marrones y su cabello castaño rizado y pecosos.
Bueno, como decía, Filadelfia es grande, muchos turistas me hacen parecer extranjera y por eso no resalto mucho. Como en Pensilvania, mi madre trabaja en la primaria como maestra sustituta, lo que es bueno porque pasa toda la mañana con mis hermanos y yo me concentro más en mis cosas. Mi abuela los cuida en las tardes y yo puedo salir con mis amigas. Vamos al centro comercial, me encanta ir al museo y al zoológico. Al volver a casa me espera mi abuela con un enorme plato para cenar. Es increíble, claro, hasta que pasan los días y volvemos a casa.
A casa, donde todo es triste, tengo que regresar a mi estúpida escuela, a cuidar a mis hermanos mientras mi madre trabaja y soportar ser la vampira de mi pequeña comunidad. Desde que mi padre nos abandonó, todo se ha vuelto un caos. Cada vez que la llama, mi madre termina discutiendo por teléfono con él. Es frustrante tener que explicarles a los gemelos que solo hablan, pero sé que ellos entienden algo. Mi madre y yo no nos tratamos mucho, ya que yo soy idéntica a mi padre y creo que eso no le agrada. Mis hermanos se parecen más a su padre, mi querido abuelo, y es por eso que son su adoración. Mi padre nos manda dinero todo el tiempo. Económicamente no nos hace falta nada y sé que mi madre trabaja solo por el gusto de hacerlo, ya que el divorcio le dejó una pequeña fortuna y más la que le heredó el abuelo, es más que suficiente para no tener que trabajar.
Yo trato de no entrometerme mucho en sus cosas; cada quien lidia con su dolor como quiere, pero me duele que no sea una madre para mí como yo quisiera; ella solo me da lo que le pido para no tener que lidiar conmigo; esa es mi relación con mi progenitora. Y esa es la historia de mi vida, vivir un momento de alegría y un momento de agonía, y un gran secreto que no le pienso contar a nadie. Algo tan terrible que quisiera poder haber olvidado, algo que tengo que volver a revivir si quiero salir de esta pesadilla. Algo importante olvidé y tengo que recordarlo, y para recordarlo tengo que abrir esa puerta de nuevo, y eso nos trae a este lugar. Diez años después en este cuarto de hospital, tratando de digerir cómo una persona puede perder diez años de vida después de un accidente y preguntándome por qué de 400 pasajeros de un avión, yo soy la única sobreviviente y sin ninguna lesión más que un golpe de cabeza y amnesia.
Capítulo 1
Mi mejor amiga vino de visita hoy; como era de imaginarse, no la reconocí. Mi padre también lo recordaba joven y con barba tupida, pero ya era mayor y con canas, mi madre, por otro lado, con varias cirugías estéticas, parecía de mi edad, mis hermanos ya grandes con 18 años y sus novias, muy bellas, por cierto, y al parecer me agradaban. El dolor de saber que no veré al ser que me crio, mi querida abuela que había fallecido dos años atrás, lloré desconsoladamente por varias horas junto a mi padre. Mi madre no me miró, todo el tiempo apartaba la vista de mis ojos. Yo sabía que no me había perdonado todavía las cosas malas que hice en el pasado, y no sé, si tal vez en mi presente.
Mis compañeros de trabajo me mandaron flores, mi jefe una llamada, mis compañeros de universidad y otras personas que no reconocí; era abrumador ese sentimiento de vacío y consternación. Lo superaré, me decía, lo superaré y esto terminará y todo será nuevo y bueno en mi vida. Me mudé a la casa de mi abuela luego de salir del hospital. Estaba como la recordaba, mis marcas de crecimiento en la puerta de la cocina y las de los gemelos, también los adornos de platos y tazas de té, las mariposas en la pared de la sala y el sillón favorito del abuelo en la esquina del comedor. Ese era mi hogar; al parecer, mi abuela me había heredado la casa y otras propiedades y un negocio propio, pero yo no me encargaba de ello, porque sabía que trabajaba en una compañía de transporte. Recorrí la casa y había cosas mías, fotos y mi ropa. ¿Acaso estaba viviendo ahí? no sabía; me dolía la cabeza al tratar de recordar.
—Hola, hija, puedo pasar. —Claro, papá, adelante… Quisiera hablar contigo un momento.
—Sí, dime, en qué puedo ayudarte. —¿Sabes si yo he estado viviendo en esta casa y por cuánto tiempo? sé que tengo negocios y más propiedades ¿pero no entiendo por qué no trabajo en mis propios negocios y no logro recordar?… Es frustrante. —Calma, hija, yo te explico: tú te mudaste a esta casa luego de que muriera tu abuela, y te trasladaste a la universidad local, así que vives aquí hace dos años. Los negocios, por otro lado, los lleva otra persona de la que te hablaré pronto; quiero que te tranquilices y me escuches. —Me asustas padre, dime qué pasa, porque tan serio.
—Bueno, amor, es que tú, al cumplir 16, me pediste que te llevara conmigo a Londres, tu madre me entregó la custodia, al parecer había sucedido algo muy malo en Pensilvania, no me quisieron dar detalles, te pregunté varias veces y no quisiste hablar, te mandé con el psicólogo por dos años y, al parecer, no hablamos del tema más. Tu abuela estaba enferma y regresaste a Filadelfia; la cuidaste y estudiaste mucho. Te aceptaron en una universidad de Inglaterra y viajabas casi dos veces por semana para ver a tu abuela. En la universidad conociste a un joven y se hicieron novios y bueno… hace tres años te casaste con él.
—¿Qué. Estoy casada, dices, y cuando planeabas decírmelo, él sabe del accidente, donde está ahora…? Dime, papá, ¿qué pasó, porque no lo he visto?
—Calma, Cindy, él se encontraba de viaje. Como te dije, alguien más se encarga de tus negocios; es él. Lo llamé y le conté lo que pasó; pronto estará de regreso. No te lo conté antes para no abrumarte con tantas cosas; quería esperar a que estuvieras más recuperada.
—Si. entiendo todo ahora, gracias, papá, por contarme esto, de verdad lo necesitaba.
—Tranquila, cariño, yo sé que recuperarás la memoria, y si eso no pasa, crea nuevos recuerdos y no te angusties, y trata bien a tu esposo, es un buen muchacho, ha sabido ganarse mi aprecio y admiración, te amo hija y cuando me necesites aquí estaré, pero por ahora me tengo que ir, me despido de tus hermanos y me regreso mañana a Londres, esa es tu casa también, cuando estés lista, regresa que te estaré esperando.
—Lo sé, papá, también te amo.
Cuando mi padre se marchó, yo me quedé analizando todo lo que me dijo. ¿Esposo, tengo un esposo? No lo puedo creer, tan joven y casada. Me miraba al espejo y miraba una mujer, no una niña; era abrumador pensar que ya no era esa niña tonta de 15 años y era una mujer de 25 y casada. Miré mi mano izquierda, una marca de anillo se reflejaba tenuemente. ¿Como sería mi esposo? siempre imaginé que me casaría a los 30 años; a mi padre le agradaba y eso era bueno… ¿no?… tenía que serlo, recorría la sala de un lado a otro esperando algo que… Y se abrió la puerta de la casa. Es él, pensé, quien más tendría llaves de mi casa. respiré profundo y me dirigí a la entrada. Ahí estaba parado frente a mí, un hombre alto con una maleta en su mano derecha y un saco en la otra. Me quedé observándolo por unos segundos que parecieron minutos, cada aspecto de su faz, su piel blanca como la mía, manos grandes, pelirrojo como yo y ojos verdes. Me sonrió y con lágrimas corrió a abrazarme. Yo me quedé inmóvil por un momento.
—¿Qué haces, suéltame, le grité ¿quién eres? pregunté, aunque lo sabía.
—Cariño, soy tu esposo, Christopher, contestó, ¿acaso no me reconoces también a mí? Tu padre me contó todo lo que pasó, lamento no haber estado contigo, pero no había vuelos por la tormenta y tarde mucho en encontrar un avión privado… ¿Cariño de verdad no me reconoces?
—Lo lamento, yo no sé quién eres; mi padre me acaba de hablar de ti, pero…
—Ok, está bien, no te preocupes, lo haremos paso a paso; por ahora déjame poner mis cosas en su lugar, sí, y hablaremos con calma, ¿está bien?
—Si está bien, pero antes, prueba que tú eres mi esposo y que vives aquí también; solo así te dejaré pasar.
—Claro, y sacó de la mesa junto a la puerta un cuadro; en él estaba vestida de novia junto a él, y me tenía cargada en sus brazos frente al pórtico de la casa de mi padre…
—Está bien, Cristopher, pasa, dije apartándome para que entrara. Subió las escaleras a la habitación y luego de un rato bajó con ropa más cómoda; yo lo esperaba sentada en la silla de mi abuelo.
Él se acercó junto a mí y se sentó en la silla de al lado para conversar; yo solo lo observé inquieta, mirándolo fijamente y pensando cómo era posible que estuviera casada; no lo creía todavía.
—Bueno, cariño, dime cómo te sientes, seguramente tienes muchas preguntas y estás confundida; no te preocupes, yo contestaré todas tus dudas.
—Si yo… No sé, ¿cuándo nos casamos? Esto es muy raro; yo no creía que…
—Sí, entiendo, bueno, nos conocimos en Londres, en la universidad fuimos novios por un año y nos casamos a finales de abril. Ya llevamos tres años de casados. Yo me quedé en Londres mientras tú viajabas para visitar a tu abuela; nuestro hogar está allá, pero hemos hecho malabares para estar en dos países cada cierto tiempo.
—Si, eso veo, y dime, mi padre dijo que manejas los negocios que dejó mi abuela.
—Sí, también trabajo con tu padre; estaba en un viaje de negocios cuando sucedió el accidente; perdón, yo… No debí de dejarte sola más en tu estado y…
¿Estado? De qué estado hablas… ¿Acaso estoy…?
—¡¡No!! Tranquila, no estás embarazada, me refería a tus pesadillas y… Bueno, a veces sufres de insomnio, eso es muy común en ti, a veces te encuentro en el patio trasero, parada sola y… Bueno, ya no me hagas caso; lo importante es que estás bien y ya no me marcharé.
—No. Siempre me quise ir a vivir a Londres con mi padre; si ya tenemos una vida allá, quiero regresar; tal vez recuerde algo de mi pasado; la razón por la que me regresé ya no está.
—si está segura, cariño, entonces hablaré con tu padre y en dos días nos regresaremos y tú…
—Espera Cristopher. Dije que regresaría, pero a casa de mi padre. No te recuerdo, y la verdad no estoy segura de querer un esposo por ahora… Te pido que me comprendas y tengas paciencia.
—Está bien, amor, como tú digas; lo que más me importa es que te sientas bien y cómoda, además nos veremos todo el tiempo y yo estoy más que seguro que me recordarás.
—Gracias por entender, eres un chico maravilloso; solo tenme paciencia.
Capítulo 2
Ese día, viajamos a la casa de mi madre para despedirme de mis hermanos y ella me miraba muy raro. Sentí un escalofrío en mi nuca, así que solo la ignoré. Salí a caminar por el pueblo para refrescar mi memoria. Sonreí al ver las mismas calles que no habían cambiado en lo absoluto, el mismo árbol torcido en donde me ataban mis compañeros jugando a atrapar a la vampira de Pensilvania, era un juego estúpido que habían inventado para fastidiarme, la plaza y el viejo granero donde se escondían los enamorados a besuquearse, todavía estaba de pie, pensé sonrojándome al recordar a mi amiga y su novio, la casa de la señora Dona y su feo gato en la ventana; no lo podía creer, seguía vivo, recordaba haberlo rapado con mi amiga Ann.
Todo me parecía igual y era porque para mí no había pasado el tiempo, para mí era como si todo hubiera sido ayer. Seguía teniendo 15 años en mi mente. Caminé sin ver a donde iba, mis pies conocían tan bien esas calles que no había necesidad de ver por dónde iba, y de repente me detuve, y caí en cuenta en donde estaba, un prado con árboles alrededor, había flores y el viento soplaba tan cálido y mis ojos comenzaron a llorar de la nada, y lo recordé, ese día, lo que pasó y la razón por la que mi madre me odiaba más que nunca, la razón por la que tal vez huiría a Londres, la razón por la que soy un monstruo.
No recuerdo bien ese día, pero sé claramente que alguien salió lastimado. Yo había regresado de la casa de mi abuela; mis compañeros me invitaron a una reunión en el prado; nos reunimos casi todos los chicos de mi clase y mis dos mejores amigas, Emma y Ann. Ese día la pasamos increíble hasta que Peter, un chico a quien le encantaba molestarme por mi apariencia y dos de su séquito, comenzaron con su juego. Me tomaron entre casi todos y me ataron en un árbol. Yo no opuse resistencia puesto que ya lo habían hecho varias veces y para mí era más fácil dejarlos hacer su teatrito hasta que se cansaban y se iban. En fin, Emma y Ann estaban enojadas y les gritaban que se detuvieran, pero a ellas las tomaron de los brazos. Eso me enfadó mucho y decidí no seguirles más el juego. Les grité.
—Nunca, Vampira, me contestaron y me arrojaron lodo mientras estaba atada. Ann se soltó de un brazo y golpeó a Peter en el rostro; este se enojó y la empujó tan fuerte que no se levantaba del suelo; yo me enfurecí y logré soltarme, me abalancé contra él y sin darme cuenta lo tiré sobre un árbol. Todos me miraban con horror, sentí como se me encendía la sangre y no podía detenerme y mi mente se apagó, no recuerdo más, es como neblina en mi mente. Lo último que recuerdo es despertarme en la ducha de mi casa y mi madre lavándome lodo y sangre en mis manos y mi madre gritándome maldiciones como monstruo, engendro y muchas más. Al día siguiente supe que todos mis compañeros habían sido encontrados muertos en el prado; sólo Ann había sobrevivido; al parecer un animal grande había sido el culpable. La policía llegó a mi casa y mi madre les dijo que ese día yo estuve en casa porque me había resfriado y no salí. Ann no recordaba nada de lo que había pasado por el golpe, así que no recordaba si yo había ido o no.
¿Yo hice eso, yo los maté con mis manos? O no lo sé, no recuerdo bien lo que pasó, pero me culpo cada día por ello y cuando le pregunté a mi madre lo que sabía, ella me ignoraba. Tal vez eso fue lo que me llevó a huir a Londres, para empezar mi vida, de todo lo que olvidé. ¿Por qué no esto? Esto es lo que debí de olvidar, este retorcido recuerdo de mí.
Dos días después, me encontraba en un avión rumbo a Inglaterra con Chris; él me observaba mientras yo leía una revista.
—¿Cariño, pasa algo? (Me preguntó)
—¿No, porque lo dices? Respondí sin ganas.
—Bueno, desde que despegamos no has dicho ni una sola palabra, y además me observas como si quisieras hacerme una pregunta.
—Bueno… Sí, (dije bajando la revista de mis manos y poniéndome atención).
—Querría, saber… Bueno, sí tú…
—No te quedes callada, dime, no te preocupes, puedes preguntar lo que quieras, (me dijo sonriendo, yo me sonrojé un poco).
—Bueno, qué tanto me conoces, y si yo te conté algo personal de mí… oh sí…
—¿Recordaste algo acaso?
—Bueno, sí, la razón por la que me mudé con mi padre, ¿tú la sabes, yo te conté algo…?
—Ah, era eso.
—Sí, no te preocupes; yo he mantenido tu secreto todos estos años y lo seguiré haciendo porque te amo. Así que no hay porque preocuparse, ya te lo dije una vez, confía en mí, yo te protegeré.
Yo me quedé fría por un momento, ¿lo dijo en serio, o solo estábamos hablando de cosas distintas, que tanto sabía y que no? Lo observé y estaba tranquilo sonriendo.
—¡No, espera!, ¿de verdad sabes de lo que te hablo?
—Si, cariño, de tu aventura en el prado con tus difuntos agresores, ya hablamos de ese tema muchas veces; no te preocupes que yo te conozco más a ti que tú misma… Mira, tú y yo no somos tan diferentes; lo notarás a medida que me conozcas mejor, o al fin recuperes tus recuerdos; de una u otra manera sabrás de lo que te hablo. Ahora descansa, duerme un poco, que todavía faltan muchas horas para aterrizar.
Yo no salía de mi asombro; ¿acaso este hombre sabía quién era yo, no, acaso ni yo me conocía tanto como él decía? Mi cabeza daba vueltas, ¿cómo que no éramos diferentes? Físicamente parecíamos hechos el uno para el otro, pero había algo en él, algo más que me atraía. ¿Quién era Christopher Wright? Creo que lo sabría al llegar a casa.
Dormí casi todo el vuelo. Me despertó una pesadilla. Cris ya se encontraba bajando la maleta de mano del porta-maletas.
—Despierta ya, me dijo acariciándome la mejilla. Tu padre nos espera en la entrada del aeropuerto. Me levanté de un sobresalto y tomé mi maleta. Efectivamente, mi padre estaba al lado de su auto. En la entrada le di un beso y nos dirigimos a su casa. Recordaba cada calle; cada camino estaba fresco en mi memoria porque él solía traerme de pequeña en las vacaciones. Me sentí aliviada de saber que no había cambiado de domicilio.
La casa de mi padre era muy bella y antigua; se la había dejado mi abuelo y a él su abuelo y me decía que algún día sería para mí por ser la mayor. En todo el camino, Cris iba conversando con mi padre en el asiento del frente; parecía que si se agradaban, eso me tranquilizó aún más. El saber que mi padre lo apreciaba no hacía a Cris un mal hombre y seguramente yo era feliz a su lado, pero me intrigaba que tanto sabía de mí.
Cuando llegamos, corrí hacia dentro; nada había cambiado, todo en su lugar y subí las escaleras hasta mi habitación. Si había cambiado un poco el color del tapiz y los cuadros, había fotografías de personas que no conocía, adolescentes y niños junto a mí, alegres y sonriendo. En las fotografías de mi boda y otras más, me dolía la cabeza y escuchaba un pitido en mi oído que me hizo encogerme en el suelo.
—¡Hay, no! ¡Cindy cálmate! Por favor, reacciona, aquí está tu padre, tienes que reaccionar.
Me decía Cris, pero yo no podía; me dolía mucho la cabeza y ese sonido me alteraba.
—Está bien, cariño. Respira Recuerda, ese sonido no existe, solo está en tu mente; mírame, repite, no existe; no dejes de mirarme.
Lo miré fijamente mientras repetía lo que me estaba pidiendo y poco a poco ese sonido desapareció. No sabía cómo lo había conseguido, tampoco cómo lo sabía, pero ya estaba mejor, a tiempo, porque mi padre entra en la habitación.
—Está, tal y como la dejaste, hija, me dijo, Cris, que te quedarás conmigo un tiempo mientras te acostumbras, así que no dudes en pedirme lo que necesites; los dejo para que te instales nuevamente y, Cris, tu auto está en la cochera por si lo necesitas.
—Sí, gracias, suegro. Yo me quedaré un poco más para hablar con Cindy del trabajo de mañana y después me marcharé.
—Sí, papá, gracias por todo. Iré contigo luego.
Capítulo 3
Mi padre cerró la puerta y Cris se puso las manos en la cabeza y suspiró aliviado, cayendo en la cama.
— Vaya. Dijo riendo. ¿Te hubieras imaginado que hubiera pasado y explotabas la habitación? Mi suegro seguramente se hubiera hecho el susto en los pantalones… Cindy, tienes que tener cuidado de no alterarte frente a otras personas; es peligroso.
Yo lo observé impactada por lo que decía. — ¿Cómo que explotar, de que estás hablando, no entiendo, Cris?
—Es verdad, no lo recuerdas, qué tonto se me olvidó… En fin, te contaré un poco por ahora mientras… Bueno, escucha atentamente, Cindy, porque esto es muy importante.
—Tú y yo nos conocimos mientras estudiabas en la misma universidad que yo; a menudo te veía por los jardines del campus caminando sola y somnolienta; eso me pareció extraño, así que un día me acerqué a ti y te pregunté si estabas bien; en fin, me mandaste al diablo, pero eso me hizo insistir más; así pasaron meses hasta que una noche que salíamos de una fiesta unos tipos fueron detrás de ti y cuando me percaté corrí para ayudarte, pero tú ya habías acabado con ellos.
Lo miré fijamente, tratando de recordar cada una de sus palabras, pero no podía.
—Cuando me acerqué, ellos estaban… Bueno, en condiciones que no puedo mencionar por ahora, te tomé en mis brazos y te llevé a mi habitación, te diste una ducha y no sé en qué estado de estrés te encontrabas y me contaste todo lo que había pasado en tu casa y por qué te habías venido a vivir con tu padre y…
—Té… Te pregunté si me tenías miedo y tú me contestaste que no porque tú y yo somos iguales. Recordé en ese momento esa escena; había matado a esas personas de la misma manera en que lo había hecho cuando tenía 15 años.
—Así es, tal parece que acabas de recordar algo. ¿Eso es todo? Me preguntó entre serrando los ojos. Asentí. Bueno, en fin, a mí también me pasa lo mismo que a ti, claro, no son las mismas habilidades que tienes tú; tú eres excepcional, eres muy poderosa, Cindy, pero sí. A mí me torturaron de pequeño, me hicieron sufrir, estuve internado en un centro médico de investigación y me escapé, tomé otra identidad y me vine a vivir aquí. Sabía que era de aquí por mis registros. Cuando te lo conté, nos hicimos inseparables y los dos nos defendimos el uno al otro. Antes de graduarnos fundamos una pequeña escuela con personas iguales a nosotros y al casarnos yo viajaba buscando a seres como nosotros que sufrían discriminación; así logramos fundar un orfanato para personas con dones excepcionales que hemos mantenido oculto todos estos años.
Esas personas de esas fotografías son tus alumnos; tú les enseñas cómo controlarse, cómo usar sus dones sin lastimar a otras personas; ellos te aman y te respetan, Cindy; tú eres un ejemplo.
Estaba impactada con lo que me contaba Cris; sabía que no mentía, lo sabía, había recordado fragmentos y las fotos no mentían. Había más personas como yo; no estaba sola y él creyó en mí y él estuvo a mi lado. No me llamó monstruo como mi madre; él me ha protegido todo este tiempo. Y como si supiera lo que pensaba, se acercó a mí sonriendo, tomándome entre sus brazos y mirándome a los ojos.
—Amor, no estás sola, estaré contigo siempre. Nadie en el mundo te conoce tanto como yo a ti ni tú misma, créemelo. Ahora descansa y yo mañana vendré por ti para que conozcas de nuevo a esas maravillosas personas que estarán tan emocionadas de verte de nuevo.
—Esta… Está bien, ¿Cris, qué don posees tú? Él me sonrió y me dio un beso en la frente.
—Mañana te mostraré cariño. Me dijo mientras serraba la puerta.
Me encontraba cenando con mi padre, mientras trataba de digerir todo lo que me dijo mi marido. ¿MI MARIDO? Sonreí; esa palabra me empezaba a sonar, no tan mal. Sabes, dijo mi padre rompiendo mis pensamientos. —Sé que por ahora estás muy confundida, hija, pero deberías de darle una oportunidad a Cristopher; él es un buen chico y desde que lo conoces tú volviste a ser como antes alegre y sonreías todo el tiempo. Él te hace muy bien.
—seguramente tienes razón, papá. Le contesté sonriendo. Me he dado cuenta de que él sí es capaz de sentir lo mismo que yo, así que lo pensaré, te lo prometo. Además, pensé, si es verdad que podía perder el control en cualquier momento, no quería que mi padre saliera lastimado.
Me acosté, pero casi no pude conciliar el sueño. Cuando Cris me vino a buscar en la mañana, yo ya estaba lista. Manejó muchos kilómetros hasta llegar a una propiedad con nuestros apellidos; nos bajamos del coche, pero yo no miraba más que una casa en ruinas dentro de una enorme y vieja verja de metal.
—¿Es aquí? Pregunté levantando la ceja, el río.
— Así es, no seas impaciente, toma mi mano y mira. Lo miré incrédula, así que tomé su mano y como si me quitaran una venda de los ojos, el lugar cambió completamente; la verja y los alrededores cobraron vida; todo limpio y pulcro. Entramos, y los jardines delanteros, la fachada, todo era alucinante. Había niños corriendo por todos lados y personas alrededor de ellos, nos saludaban al pasar con alegría y al entrar a la casa se me abalanzó una pequeña a los brazos.
—¿Cómo es posible? Dije sin aliento, colocando a la pequeña en el suelo.
—Lo mantengo oculto a la vista de los demás; solo las personas que yo quiera que encuentren este lugar lo verán.
—¿Ese es tu don? Pregunté
—Entre otros. Dijo él sonriendo.
—Como de ser engreído, presumido, estricto y un dictador. Dijo un joven como de 16 años que bajó las escaleras con otros cuatro chicos tras él.
—Él es Atlas, es un rebelde al que tengo que mantener vigilado porque siempre se mete en problemas, me dijo sonriendo. Esa pecosa de ahí es su novia Mónica, quien, si no fuera por ella, Atlas nos haría la vida, un infierno. El gordito de ahí se llama Tomás y la preciosa a su lado es su hermana gemela Camila y esta lindura que te atacó al entrar es Melissa; ella es nuestra hija adoptiva. Ellos son los más poderosos de esta casa y sin duda nuestros alumnos más protegidos…
—Y yo que estoy pintada, dijo una joven más o menos de mi edad en el pie de la escalera.
—Ah. Sí. Disculpa, Ana. Ella es Ana. Se encarga de las cosas en este lugar mientras nosotros no estamos y controla el campo de fuerza para que nadie que no queramos entre.
—Serás un idiota. Cris. Hago mucho más que eso, mi querida amiga, soy quien administra el dinero y las influencias y mantengo el orden de estos chiquillos para que no se maten entre sí. ¿Crees que es fácil esto? Mantener el orden para más de ochenta desquiciados niños con dones especiales no es fácil.
—Discúlpala, amor; está enojada porque me marché todo este tiempo y no les había contado lo que te pasó hasta ayer.
—Sí hasta ayer. Dijo corriendo hacia mí. Hasta ayer se le ocurrió informarnos que casi te matas en un avión y que ya no nos recuerdas, y ahora qué haremos…
Yo le sonreí: —Calma, dije abrasándola para tranquilizarla; poco a poco he comenzado a recordar, así que no te preocupes, ahora estaremos más pendientes, así tú no tendrás tanto trabajo, Ana.
—Ven, como les dije, a mi esposa querida nada se le escapa; sigue siendo la misma que siempre ha sido; solo habrá que ayudarla a recordar de a poco y todo estará bien.
—Y regresarás a vivir con nosotros de nuevo, mamá. Me preguntó Melissa con su tierna voz.
—¿Mamá? Yo la miré dulcemente. Claro que sí, pequeña, aquí viviré a partir de hoy; no te dejaré sola de nuevo.
—Muy bien, todos al salón de juntas, tenemos que poner a Cindy al corriente y ya saben que este asunto es secreto para los demás; solo ustedes lo pueden saber.
—¿Por qué? Dije pensativa.
—Ahora te contaremos, cariño, tu tranquila.
Capítulo 4
Cuando nos dirigíamos al estudio, todo me empezaba a parecer tan familiar, tan conocido, pero a la vez me daba un sentimiento de inquietud como si mi subconsciente tratara de advertirme de algo.
—Bien. Escucha Cindy. Esto es muy importante. Este lugar se creó para proteger a los chicos como estos que ves al comienzo, Atlas fue nuestro primer contacto a él lo rescatamos del mismo centro donde a mí me tenían, él puede encontrar a personas como nosotros fácilmente, es por eso que es una parte muy importante de nuestro grupo. Mónica era compañera de cuarto de Atlas en ese lugar así que volvimos por ella un mes después. A los gemelos los encontramos en un poso cerca de una granja. tal parece que sus padres los mantenían atados y los usaban como entretenimiento y cobraban por ello. Y a la pequeña Melissa a ella la tenían en un convento y la encerraban porque creían que estaba poseída, así que la adoptamos. Solo así nos dejaron llevárnosla. Y como ellos, hay muchos aquí, pero estos son los que poseen los dones más poderosos de esta casa; exceptuándote a ti, tú eres la que posee mayor poder.
—Estoy empezando a comprender, ¿pero por qué nos ocultamos, Cris, si los padres u otras personas conocen que existimos, porque no demostrarles que no somos malos?
—porque hay personas como los de ese instituto médico que se dedican a casarnos y a experimentar con nosotros y, si llegamos a una edad mayor y aún no nos pueden manipular, nos eliminan. Es por eso que volví a ese lugar para rescatar a los que pudiera, pero solo quedaban Atlas y Mónica. No pudimos hacer nada más por los demás, pero sé que los están buscando, ya que lo que pretendían era tomar los poderes de ellos dos.
—Así es Cindy. Gracias a ti hemos podido aprender a controlarnos y así hemos podido ayudar a los demás niños. Atlas es difícil, pero sé que no es su culpa; es esa medicina que nos daban que nos hacía perder el control. Lo único bueno es que potenció nuestras capacidades.
—Mónica tiene razón. Cindy, gracias a ustedes dos, tenemos un lugar donde sentirnos a salvo y ver de nuevo el cielo. Mi hermana y yo pasamos toda nuestra vida en un sótano sin ver el sol hasta que tú nos liberaste y acabaste con esas personas que nos dañaban. Tú nos sacaste y mi hermana no hubiera sobrevivido si no la hubieras curado. Por eso estoy tan agradecido contigo.
—Tú eres como mi mamá Cindy, te quiero mucho y extraño que me cantes de noche antes de dormir, por favor, recuerda lo mucho que te queremos y no me dejes sola de nuevo.
—Sé que no te acuerdas de mí, pero éramos las mejores amigas y al saber que tú y Cris también eran como yo, me hizo tan feliz, me sentía tan sola y pensé en quitarme la vida porque había matado sin querer a mi padrastro en un arranque de ira por golpear a mi madre. Ella me llamó adefesio y me corrió de la casa. Me ofreciste este lugar y una nueva vida. Gracias a ti tengo una familia. Cindy, aunque te conozco desde hace diez años, desde que te mudaste y fuimos compañeras en la preparatoria, ya sentía que había algo que nos unía a ambas.
—Así es amor. Esta es tu familia; nosotros somos tu familia, la que no juzga, que no te llama por sobrenombres y no te teme por lo que eres. No sabemos de donde salieron estos dones que tenemos ni cómo aparecieron, solo los tenemos por alguna extraña razón y tenemos que enseñarles a estos jóvenes el poder que tienen para que en un futuro hagan una familia como nosotros dos y encuentren la manera de vivir tranquilos en este mundo que nos rechaza por ser diferentes.
—Tienen razón todos, este es mi hogar y tenemos que defenderlo y si yo me comprometí en protegerlos lo haré con toda mi alma. Ahora sé que no estoy sola, que nunca lo estuve y los ayudaré para que también encuentren esa persona indicada en un futuro, esa persona que los ame como son, una persona como mi Cris. Dije besándolo.
—Bueno, sí. Como sea, hay que movilizarnos. Detecto dos personas más cerca de aquí; Cris tienen un poder considerable.
—Bien, iremos tú y yo; los demás esperen; si es fácil, los traeremos; si no, veremos qué haremos después.
Cris y Atlas se marcharon; yo me quedé con los chicos pensando que quería saber más de ellos.
—¿Mónica, qué don tienes tú? Yo me puedo hacer invisible y también muevo objetos con mi mente, aparte de tratar de mantener controlado a mi novio para que no vuelva loco a tu esposo. Me dijo sonriendo.
—Yo puedo desaparecer de un lugar y aparecer en otro, pero no lo puedo hacer aquí, ya que Cris me lo prohíbe por mi seguridad. También soy muy fuerte; puedo levantar un barco si quiero y eso que solo tengo 14 años.
—Impresionante, Tomás, ¿y tu hermana? Ella no habla desde lo de mis padres.
La chica se acercó a mí con una sonrisa dulce, se llevó un dedo a los labios y se transformó en Cris. Yo me quedé maravillada. ¿Te puedes transformar en la persona que quieras? Pregunté; ella asintió.
La pequeña Melissa saltaba con las manos extendidas.
—Ahora yo, ahora yo decía. Pero Ana corrió de repente gritando.
—Oh. No, niña, ¿qué haces? ¿Quieres destruir la casa? Mejor solo díselo, no lo hagas. — Sí. Perdón, Miss Ana, yo puedo crear terremotos y levantar grandes cantidades de tierra; las plantas me hacen caso.
—Increíble, y cuántos años tienes, Melissa.
—Tengo siete años.
—Así es una cría de siete años y esa es la razón por la que paso estresada todo el día. Vez, Cindy, necesito que regreses. Solo tú puedes controlar a estos chicos; yo sola no puedo.
Pobre Ana, Yo solo la miraba mientras se quejaba; era impresionante todo esto, los poderes de ellos, y pensé.
—¿Entonces qué poderes tengo yo? Ellos se quedaron mirando seriamente y fue Mónica la que habló.
—Tú controlas todos los elementos, Cindy, también las emociones de las personas. En una ocasión, yo tuve una pesadilla acerca de las cosas que me hacían y tú me mostraste un lugar hermoso en donde estaba Atlas y yo riendo y bailando. Me decías que era un baile escolar y así se miraban. Fue maravilloso y desde ahora, en cuanto pienso en algo que me atormenta, recuerdo esa visión y me da paz y tranquilidad.
—Pero no solo eso dijo Tomás, También puedes desaparecer a las personas malas y convertirlas en humo de sangre; es increíble. Tus poderes psíquicos son maravillosos y aterradores en el buen sentido, entre otros más que solo Cris conoce.
Me asusté yo misma de ese poder tan grande que decían que yo tenía. Quería preguntar acerca de Cris, pero en ese momento llegaron él y Atlas. Cris me observó entrecerrando los ojos.
—¿Pasa algo?
—No nada, Cris, dime qué pasó con esos niños.
—No eran niños, eran adolescentes; les ofrecimos venir a este lugar, pero se negaron. Al parecer eran felices, sus familias los querían y no tenían problemas.
—¿Eso es bueno verdad? Dije aliviada.
—Por ahora, dijo Atlas, eventualmente harán algo que sus padres teman y terminarán rechazados al igual que todos. Y abrazó a Mónica para retirarse del salón.
—Discúlpalo. Es que lo hemos visto muchas veces y es por eso que actúa así. Tú, cómo la pasaste, ya recordaste más cosas.
—No, los chicos me mostraban sus habilidades y otros solo me contaron que no las podían usar aquí. Son maravillosos, Cris, esto es irreal; es increíble lo que has hecho con estas personitas.
—Hemos hecho amor porque esta fue tu idea, no la mía; yo solo tuve un arranque de superioridad al querer rescatar a unos pocos, pero tú me mostraste que podíamos con esto; es por eso que te necesito de vuelta, mi esposa querida; necesito que me ayudes a manejar esta nave. Yo solo no podré.
—Si van a empezar a dar caricias de nuevo como siempre, avisen para qué nos vallamos primero.
—Niños entrometidos, hace rato que deberían estar en clases, vamos; el señor Alberto y la señora Dona se van a enojar.
—¿Hay maestros aquí?
— Sí, perdón, se me pasaron, tenemos diez maestros que imparten clases a los niños, seis son adultos y los demás son adolescentes avanzados. Tenemos niños de ocho años hasta los 18, siendo la más pequeña nuestra Melissa y los seis adultos, incluyendo a nosotros dos. La señora Dona de 32 y el señor Alberto de 34, ellos imparten las clases de secundaria y preparatoria. Adela y Julia de 26 años también, pero ellas imparten autocontrol y concentración, y Mariam y Juno de 18 años se encargan de los de primaria. Los demás adolescentes ayudan con los más pequeños; todos somos una unidad.
—¿Y nadie puede salir? —solamente los maestros, ya que ellos están preparados; también los mayores de 18 años; ellos ya pueden salir mientras pasen una prueba contigo de que están preparados para la vida fuera de este lugar.
—Bien es todo; por hoy, amor, te llevaré a la casa de tu padre y luego traeré mis cosas aquí.
— ¿Aquí vives? — Vivimos aquí. Cindy, trabajamos en las mañanas en nuestras oficinas, en los negocios que tenemos en Estados Unidos, pero en las tardes lo hacemos aquí ayudando a los chicos. Bueno, más tú, yo sí hago malabares con todo, pero soy ágil, no me quejo de algo; tenemos que mantener a tantos niños. Dijo sonriendo.
—¿Tú te has encargado de todo esto y los negocios que me dejó mi abuela y los que tenemos en común aquí y todo solo? Eso… eso no es justo, Cris.
—Bueno, amor, así es, pero no es algo que no haría por tu bien; para mí lo más importante es que descanses y recuerdes todo, estaré bien y…
—No. Claro que no, ve donde mi padre y trae mis cosas; él entenderá; regresaré aquí y los dos continuaremos encargándonos de todo como antes. No recuerdo casi nada de esto por ahora, pero sí sé cómo manejar mis propios negocios, así que te ayudaré con eso si eso significa quitarte un peso de encima; por lo demás lo aprenderé en el proceso.
Capítulo 5
Él me miró asombrado y yo le sonreí.
—Gracias, amor, me dijo cayendo a mis pies; gracias por no dejar de ser tú misma. La verdad es que estaba muy agobiado, y… el que tú decidas por ti misma, el volver hace que mis hombros se relajen.
— Eres mi esposo y ahora sé por qué te escogí; nunca te dejaría solo con gran responsabilidad; ahora ve, yo te esperaré aquí.
Él se puso de pie, me dio un beso y corrió a la puerta. Cuando se abrió, los gemelos y Melissa cayeron al suelo; yo sonreí y los niños corrieron a abrazarme felices porque regresaba su mentora.
Tarde en la noche estaba acostada en mi habitación; como era de imaginar, no sabía dónde estaba. Ana fue muy amable en mostrármela; Cris había llegado y me trajo las cosas; él se fue a dormir a otra habitación, ya que no me quería incomodar, si supiera que ya a estas alturas yo lo necesitaba a mi lado. No entendía esta necesidad que me envolvía; no quería estar sola. Repasaba en mi mente lo que me contaron acerca de mi propio poder y Cris me dijo que mañana teníamos libre en la oficina por el cierre de mes y que me ayudaría en el salón de prácticas. Estaba ansiosa y emocionada a la vez, pero al mismo tiempo aterrada de recordar esa tarde en el prado y cómo había asesinado a esos chicos y a una de mis amigas.
—¿Mary, estás bien? Cris estaba junto a mí en la cama con la mano en mi espalda; no me había dado cuenta de que estaba echa un ovillo en medio de la cama temblando.
—Sí. Perdón, es solo que…
—¿Recordaste lo que hiciste a tus 15 años, no es cierto?
—¿Cómo lo supiste?
—Te lo dije, tú y yo estamos conectados. Yo siento lo mismo que tú, mira, sé que sientes temor en mostrar tus habilidades mañana, pero no debes temer, aquí todos somos iguales y nadie resultará lastimado. Tenemos lugares de contención, si no, ¿cómo crees que les podemos dar libertad a estos chicos a que expresen? Si no usas tus poderes se atoran en ti, se acumulan y eso puede ser peligroso. Es mejor dejarlos salir de vez en cuando y este lugar tiene esa ventaja, así que no temas a ser tu misma mañana, yo estaré contigo. Ahora duerme tranquila.
—No. Espera, Cris, no te vayas; quédate conmigo, por favor.
—Y yo que no me hago de rogar, bien te abrasaré mientras duermes; te encanta esto.
Y era verdad, me sentía tan bien y muy protegida. ¿Ser yo misma? Tal vez mañana sabría quién era yo en realidad. El olor de Cris era exquisito; no podía dejar de pensar en él; su cuerpo era tan cálido y sus bíceps eran…
—¿Qué pasa cariño, porque me miras así?
—Nada dije y lo besé. Él levantó una ceja y sonrió pícaramente. Me tomó de la cintura y sin que me diera cuenta ya estaba sobre él. Besaba el cuello, la clavícula y los pechos. Era una sensación extremadamente surrealista. Me sentía ansiosa como si fuera la primera vez de mi vida, pero mi cuerpo me decía lo contrario, sabía qué hacer y me dejé llevar por él. Cada bailar de sus caderas al compás de las mías, todo en sincronía, y en ese momento vino a mi mente un recuerdo, un momento exacto donde yo antes de liberarme con la más grande sensación de mi vida y sin percatarme tenía mi boca en su cuello, pero no era un beso, no. Le había clavado unos colmillos en la boca y me estaba bebiendo su sangre. Me aparté de repente sin saber qué me estaba pasando. Él me miró sin ninguna gota de temor en sus ojos.
—tranquila Mary. Eso es normal en ti, no te aterres.
—Que no me aterre, casi té… Te hice daño.
—No me lastimaste, mira, estoy bien, las marcas desaparecen solas, déjame que te explique. Y me tomó de las manos; me cubrió con la manta y me recostó en su pecho.
—Tú hay veces en las que cambias de forma según cómo te sientas mientras estamos juntos; una vez me contaste que te decían vampira por tus rasgos y mientras estábamos en nuestra noche de bodas bromeábamos un poco sobre eso, así que se te ocurrió transformarte en una vampiresa como un juego, pero sí lo hiciste de verdad y terminé con varias mordidas, pero no es nada para mí, ya que me puedo regenerar mientras las heridas sean leves, así que había varias veces que lo hacíamos, otras eras una lobina y…
—Ok, entendí lo que dices, dije sonrojándome.
—No sientas pena, estamos casados; esto es parte de nosotros; además, me encantó que lo recordaras.
Me cubrí con la sábana de lo avergonzada que estaba, y a la mañana siguiente todos estaban en el gran comedor para el desayuno; los niños bien alegres saludaban, los mayores ayudaban a servir a los más pequeños, y mi grupo de seis estaba esperándome en una mesa.
—¿Qué tal dormiste, Cindy?
—Muy bien, fue… una noche linda. Contesté sonriéndome; Ana me traía el desayuno y Atlas le dijo.
—Tal vez ella quiera una taza de sangre con su desayuno. Yo lo miré y mis orejas se calentaron. Mónica le dio un puntapié.
— Discúlpalo, Cindy. A él le gusta meterse en la mente de las personas para fastidiar.
Yo lo miré entrecerrando los ojos y él tomó el vaso de leche y se lo derramó sobre el pecho.
—Ah. Sí. A mí también, dije, regresando a mi desayuno. Los gemelos y Melissa se rieron.
—Te lo mereces por faltarle el respeto a Mi mamá, dijo Melissa. Atlas se levantó de la mesa para marcharse, pero Cris estaba tras de él y lo miraba seriamente. Atlas se giró hacia mí y me pidió disculpas. Yo asentí con la cabeza y Cris se apartó para que se marchara.
—Te vistes y regresas; tenemos que ir al campo de entrenamiento. le gritó Cris antes de tomar asiento.
—Tal parece que los recuerdos vienen de a poco, Mary.
No me había percatado de que desde anoche Cris me llamaba Mary; no me molestaba; mi padre también me llamaba así de vez en cuando, así que no dije nada.
Después del desayuno, los niños se dispersaron a sus clases y sus obligaciones. Atlas regresó con otro cambio de ropa y de mal humor. Nos dirigimos a una especie de cúpula; esta estaba equipada con toda clase de armas y también una arena de entrenamiento enorme. Entramos a una habitación en donde nos cambiamos de ropa. Eran ropas especiales para entrenar; parecían trajes de buceo pero la fibra de la tela era muy resistente.
—bien amor, primero irán Atlas y Mónica para que observes de que se trata, luego los gemelos y por último tu y yo. Ana se encuentra detrás de la cabina manejando los controles de clima y demás; también vigila el escudo de contención. No te preocupes por nada aquí todo es seguro. Tu solo observa y aprende la dinámica.
Yo asentí y observé. Atlas y Mónica se colocaron en medio del domo; seguidamente, el panorama cambió a un paisaje de desierto con montañas rocosas. Atlas le dio una pequeña sonrisa a su novia y ella le guiñó el ojo. Una roca del tamaño de un auto voló hacia Atlas, pero él lo esquivó tan rápido que no supe donde se encontraba; luego lo escuché reír en lo alto de una pequeña loma. Mónica desapareció de la vista en un parpadeo y Atlas corrió a tal velocidad que creó un vórtice de polvo hasta que Mónica fue visible y se dirigía hacia él. Atlas abrió las manos como si la estuviera recibiendo, pero luego las serró dando una palmada que hizo que una onda magnética levantara las rocas hacia ella. Mónica chocó con la pared del domo y yo di un pequeño grito cuando apareció de repente en el suelo riéndose, pero estaba lastimada.
—Eres un tramposo Atlas. Le gritó del otro lado del campo. Me dijiste que no usarías esa técnica.
—Y tú dijiste que no desaparecerías, estamos a mano, dijo él.
Yo estaba impactada porque todo había ocurrido en menos de dos minutos y me sorprendió tanto que no noté que apretaba la mano de Cris. Él levantó la otra mano y dijo.
—El ganador es Atlas, ahora Tomás y Camila siguen a ustedes. Los gemelos caminaron al centro del campo y el panorama volvió a cambiar; ahora estábamos en una ciudad con edificios. Camila corrió tras un edificio y tomó uno de los mazos de la pared de armas. Tomás levantó un camión y esperó mirando la dirección donde su hermana estaba, pero no era ella, si no Atlas, y Tomás le arrojó el camión. Ella lo esquivó a una gran velocidad y trató de golpearlo con el mazo. Tomás lo esquivó y ella se transformó en Mónica y se esfumó para aparecer sobre otro edificio. Él también desapareció y por último ella se transformó en Cris mientras Tomás se le abalanzaba con el mismo mazo, pero ella colocó un campo de fuerza que lo hizo retroceder. Ella le dio una pequeña sonrisa y a él pareció molestarle porque tomó un camión de bomberos y se lo lanzó, pero ella se transformó en él y lo detuvo, arrojándoselo de regreso y dejándolo bajo él. Yo di otro grito pequeño y Cris sonrió de nuevo levantando la mano.
—La ganadora es Camila, dijo. Tomás salió de los escombros haciendo pucheros, y ella corrió a abrasarlo y a darle un beso en la mejilla, lo que hizo que él la abrasara. —¿Qué acaba de pasar? Dije casi sin voz.
—Claro, amor, es que cuando Camila toma la forma de cada uno de nosotros, puede recrear uno de nuestros poderes, lo que la hace muy difícil de vencer. ¿No te parece maravillosa? Me dijo mirándome a la cara. Yo suspiré aliviada de que nadie haya resultado lastimado; sólo un poco golpeados, pero nada grave.
—¿Bien, Mary, lista para una danza con tu esposo? Me dijo extendiéndome la mano. Yo asentí y lo seguí al centro de la habitación. Estaba muy nerviosa, pero tenía que saber hasta qué nivel estaba y cómo podría proteger a mi familia. La habitación cambió a un bosque con árboles gigantes y estaba lloviendo.
—Ana, dijo Cris. ¿De verdad quieres un espectáculo? Todos aplaudieron en la sala y respiré una, dos, tres veces y traté de concentrarme y de recordar algo familiar; no conocía las capacidades de mi marido, así que no sabía qué esperar. Cris me miró sonriendo satisfactoriamente tomando una posición de carrera.
—¿Sabes amor? Me dijo tambaleándose de un lado a otro. Nunca te he ganado en estas pruebas. Tal vez hoy sea mi primera victoria. Yo lo miré fijamente y sonreí maliciosamente.
—Tal vez mi cerebro haya olvidado Cristopher Wright. Eso lo comprobaremos, amor. Dijo y sin que me diera cuenta como un trueno fue hacia mí; no sé cómo lo logre esquivar. Él se detuvo, pero giró en sus talones y su puño iba dirigido a mí; yo lo esquivé de nuevo como un auto reflejo y sin que me diera cuenta estaba sobre la copa de un árbol… Él me buscaba desde abajo y yo no sabía cómo había llegado ahí. Casi vomité del susto, pero respiré y me tranquilicé. Él miró hacia arriba y de un salto estábamos cara a cara; yo me aferré a las ramas y él regresó al suelo y golpeó la base del tronco y yo caí al suelo golpeándome la espalda. Era real el dolor. Cris no estaba jugando de verdad. Esto era real. Me levanté como pude y Cris me miró de pies a cabeza.
—¿Puedes continuar o te rindes, preciosa? Eso hizo que apretara los dientes, así que lo miré y sin que lo notara un tronco lo golpeó por detrás, arrojándolo a mis pies. Lo miré desde arriba.
— Claro que no, cariño. Él se incorporó y yo levanté las manos, y las gotas de agua se convirtieron en espigas de hielo congeladas que fueron a una gran velocidad hacia él, pero él puso un campo de fuerza y las espigas chocaron haciéndose polvo. Me encantaba, lo estaba disfrutando, esto que sentía mi cuerpo; sabía qué hacer; yo dejé que tomara el control… Cris saltó hacia la copa de un árbol y yo controlé la tierra, provocando un pequeño temblor que hizo que él cayera, pero cuando estaba en el suelo, una enorme ola de fuego se estaba formando sobre él. Luego tomó forma de un tornado y…
—¡Esto no es bueno… chicos, corran! Gritó Cris puso un campo de fuerza sobre nosotros. Ana refuerza el domo, ordenó; yo lo escuchaba, pero no comprendía. Me tomó un segundo observar que el tornado de fuego se había salido de control. NO. Yo me había salido de control y regresaron los recuerdos; miré a los chicos que me miraban con temor y recordé a mis compañeros. Los escuché gritando de dolor. ¡Mary, por favor, reacciona, respira, recuerda dónde estás, ¡Mary! Cris me gritaba, pero yo no podía; estaba aterrada, no me había dado cuenta de que Ana estaba tras de mí junto con Atlas, y cuando él me tocó la cabeza todo paró en un segundo y caí al suelo jadeando hasta que se puso obscuro todo.
Capítulo 6
Desperté en la habitación, pero no abrí los ojos; podía escuchar a los demás.
dentro hablando en voz baja.
—Bien, Atlas, si no la hubieras… Me preocupa en realidad;
hace años que no perdía el control. ¿Qué viste en su mente?
—La cara de los gemelos aterrados le hizo recordar lo que había hecho
hace años y eso la descontroló.
—Sí. Me lo imaginé, pensé que estaba bajo control, lo
estaba disfrutando como antes; creo que la presioné un poco.
—¿Un poco? Eres un idiota, Cris, sabías que no está
preparada, la forzaste en activar más dones de los que recordaba y eso… Abecés:
No sé cómo mi amiga se pudo haber fijado en alguien tan controlador como tú.
—Otra vez con eso, Ana, sé que nunca te he agradado.
Mucho, pero cada vez que a ella le pasa algo me culpas.
—Quieren dejar de discutir de nuevo ustedes dos; aquí lo que importa es que Mary no se sienta mal, si se salió de control, pero no es como que no haya pasado antes; mejor dejémosla que descanse.
No escuché más; cuando abrí los ojos, Cris estaba sentado a mi lado; Me
Miraba con rostro pensativo, pero no dijo nada.
—¿Te lastimé? Pregunté mirándolo a los ojos.
—No. Estoy bien, lo que pasó no es tu culpa, eso pasa a
A veces y no debes culparte. Los gemelos nunca te habían visto perder el control.
Por eso reaccionaron así, pero nos pasa a todos en un momento, es solo que tú.
Poder es muy grande y cuesta… Bueno, tú no te preocupes. Estamos todos bien.
Yo asentí con la cabeza, claro que me sentía culpable, pero estaba aliviada.
De no haber lastimado a nadie. Melissa entró corriendo por la puerta,
Subiéndose a la cama, me dio un abrazo.
—¿Mami, estás bien? Papi me dijo que estabas enferma, así.
Que he venido a acompañarte. Le sonreí y la abracé. —Estoy bien pequeña, no te
Preocuparte mejor, cuéntame cómo te fue hoy… Me acompañó toda la tarde y reímos.
Ella me contó muchas cosas desde que la adoptamos y yo estaba muy feliz de serlo.
Parte de esa historia.
—Bien, diablillo. Es hora de dormir; dale un beso a Mami.
Y a mí, y déjanos solos. Tienes que dejar de estar pensando en lo que pasó hace.
10 años, Mary, eso no te hace bien.
—Para ti fue hace 10 años, Cris, para mí fue hace unos
días, entiende que esto es nuevo para mí.
—Te lo dije en ese entonces, y te lo diré ahora; lo que
pasó no fue tu culpa; ellos fueron crueles contigo, y tú solo te defendiste. Lo
que te afecta no fue lo que les pasó, sino lo que tu madre piensa de ti. Sí.
Murió una de tus amigas y eso te duele, pero no fue tu culpa. Además, no
recuerdas, pero a todos aquí nos pasó algo similar. Sí, no, mira a Ana; ella
acabó con su padrastro por defender a su madre y la que sufrió fue ella. ¿Pero
ves que se lamenta por los rincones? NO. Ella decidió seguir adelante y vivir
su vida. Sé que sueno cruel, cariño, pero todos en este lugar han cometido algo
terrible que los ha marcado y aquí seguimos dando nuestro esfuerzo para vivir.
Cris tenía razón, y aunque para mí todo era reciente, tenía razón. Yo no era
la única y estaba siendo egoísta con todos; me propuse ayudarlos y eso tenía
que hacer.
—Tienes razón, Cris, te prometo que no volverá a pasar;
trataré de seguir adelante y no dejarme llevar. Gracias por estar conmigo aún
en estos momentos.
—Sonrió, en la salud y la enfermedad, amor, eso lo prometí. Además, creo que quedó en un empate y esperaré el desempate con gusto.
Cuando bajé a desayunar, todos en el comedor hicieron silencio; yo me di
cuenta de que los rumores de mi descontrol ya se habían regado por todos lados.
No le di importancia y los saludé como siempre. Ellos me sonrieron y siguieron
sus pláticas. Tomé asiento al lado de Melissa, quien batallaba con una caja de
pasas. Atlas me miraba serio hasta que Mónica le dio un codazo. Los gemelos me
sonrieron como si nada.
—¿Han visto a Cris?, pregunté.
—Papi dijo que iba a la oficina, pero que regresaba en el almuerzo y dijo que lo esperaras porque tenía que darte unos papeles.
—Gracias, hija. ¿Tienen alguna clase conmigo hoy?
—Sí. De autocontrol, dijo Atlas pellizcando la comida con un tenedor. Pero no creo que sirva de mucho ahora.
—¡Atlas eres un…! Perdónalo, Cindy, es que Abeces no sabe cuándo callar esa bocota.
—No te preocupes, Mónica. Ya estoy comprendiendo bien a este chico. Dije mirándolo fijamente a la cara. Por favor, Atlas, ven conmigo al estudio.
—¿Para qué?
—Tú solo sígueme y no preguntes. Dije levantándome de la mesa.
Él me miró seriamente y después de dar un suspiro me siguió. Cuando llegamos al estudio tomó asiento en el sillón.
—¿Ahora me dirás qué demonios te pasa conmigo? No puedo entender qué es ese odio.
—Yo no te odio, soy así con todos, no lo tomes personal. Lo miré fijamente.
—Puede ser, pero sé que hay algo más, y quiero que me lo digas.
—Bien, te lo diré. Al fin estaba a punto de encontrar una respuesta de mi origen, y tuviste que tener ese maldito accidente y lo arruinaste todo, y ahora estoy frustrado porque no recuerdas nada.
—¿No te entiendo de que hablas?
—De que me prometiste encontrar a mi familia; llevábamos dos años en esa investigación y tú ya tenías la información y me dijiste que en cuanto regresaras me contarías todo, pero no. Tenías que perder la memoria. Eso no me parece justo.
—Tienes razón. Atlas no parece justo, pero tampoco es mi culpa; yo no pedí esto. ¿Además, porque no se lo preguntas a Cris? Él debe de saber.
—Tú me pediste que manejáramos esta información en secreto y que no le contara a nadie que me estabas ayudando y mucho menos a Cris, ya que él no me quiere ayudar…
—¿Por qué?
—No lo sé, cuando le tocaba el tema siempre me evadía y me dijo que no te metiera en esto, pero… Cuando comenzaste a investigar me dijiste que lo que habías encontrado por ningún motivo se lo contaríamos a Cris y ese día que te accidentaste habías discutido con él; le decías que no importaba que seguirías con eso y que él no tenía derecho de hacer lo que había hecho y saliste de la casa y no volviste.
—¿No sabes que era eso que había hecho Cris?
—No.
—Bien, Atlas, si es así como tú dices, trataré de recordar algo y partiré de ahí; soy una persona muy cuidadosa; es posible que haya dejado pistas o guardado la información en un lugar que solo yo conozco; te juro que te la daré en cuanto la encuentre y si dices que nadie sabía de esto, mantendremos el secreto.
Él asintió con la cabeza, me dio un abrazo y se marchó. No entendía ¿qué había pasado entre Cris y yo? Tenía que haber sido grave para haberme marchado así, tenía que ser cuidadosa y estaba volando hacia casa después de esto. Eso significa que la respuesta está allá. Tal vez había más de mis recuerdos que los que yo creía; noté a Atlas muy angustiado y sincero; no era una de sus bromas; hablaba en serio. Cris regresó horas después y lo esperé en el estudio.
—¿Hola amor, cómo te fue? Me dijo Melissa que reprendiste a Atlas a solas.
—Sí. Así es. Ese chico está descontrolado. Pero luego te cuento, ¿por qué no me dijiste que ibas a la oficina y se supone que tenías que trabajar?
—Porque no es necesario que vayas, tenemos empleados para eso, pero te traje los documentos importantes que hay que revisar semanalmente, así que trabajaremos en las mañanas aquí en el estudio como antes.
—¿Pero y si quiero ir a ver a mi padre o salir?
—Lo haremos, amor, esta no es una prisión; puedes salir cuando quieras.
—Sí. Claro, oye Cris, te quería preguntar… Dije observándolo fijamente para ver su reacción. ¿Tú sabes cómo pasó mi accidente? Él dejó de repente los documentos en la mesa y se giró hacia mí, mirándome a la cara.
—¿Y esa pregunta, Mary, tan repentina?
—Curiosidad, es justo que sepa. Él se acercó lentamente hacia mí, mirándome a la cara.
—¿Acaso recordaste algo?
Lo miré fijamente sin apartar la mirada de la suya. — Pues tanto como recordar así claramente, no, pero me vino un pequeño recuerdo, mentí, en donde estábamos discutiendo por algo y luego yo en el avión… Es confuso; por eso te lo pregunto.
Él caminó por el estudio, pensando en algo, y se volteó a mí sonriendo. —Bueno, cariño, lo que pasó es que ya se me olvidó porque discutíamos, creo que eran cosas de parejas y tú tenías que tomar ese vuelo ese día y solamente sucedió. No hay nada más, lo que pasó ahí, solo tú lo sabes.
—Ok, Cris, debo estar confundida; tantas cosas me hacen pensar y ya no sé qué es real y qué no.
Mientras revisaba los papeles, me di cuenta del cambio tan repentino de Cris: ¿qué me ocultaba, era posible que me estuviera ocultando algo para protegerme o se trataba de otra cosa? No dejaba de pensar en lo mismo, pero él no era malo; tenía que ser por el bien de todos, pero se lo había prometido a Atlas y cumpliría mi promesa; no cuestionaría los actos de Cris, ya que sabía que solo quería nuestro bienestar, pero una duda me rondaba la mente y algo en mi interior no me cuadraba.
Capítulo 7
Estuve trabajando esa semana en casa. Cris y yo teníamos mucho dinero; en realidad eso me tranquilizaba porque sabía que a los niños del internado no les faltaría nada. Mi padre y yo nos habíamos reunido esta semana para almorzar y la había pasado muy bien con él. Le estuve dando vueltas a la cuestión de Atlas y él había cambiado su comportamiento conmigo. Después de trabajar hoy, casi hasta las tres de la tarde me paseaba por los alrededores del internado mirando a los niños.
—Perdón, no era mi… Choqué con un chico muy guapo. Nunca lo había visto, así que tomé una actitud defensiva. ¿Quién eres tú y qué haces en este lugar? Le pregunté.
—Perdón, dijo Ana que corría por el pasillo hacia nosotros. Él es Víctor Adrián Wolf y es el nuevo maestro. Ahora te lo iba a presentar.
Él me miraba fijamente, entrecerrando los ojos, como cuestionándose algo. Víctor dijo Ana: —Ella es Cindy Mary Collins de Wright… Esposa de Cristopher y fundadora de este lugar.
—Mucho gusto, señora, me dijo estirando la mano para que la tomara. Disculpe por asustarla. No era mi intención.
—No. Discúlpame a mí, es que estaba distraída; este lugar todavía es un laberinto para mí. Dije tomándole la mano. ¿Disculpa, nos conocemos? Pregunté ya que me parecía familiar.
—No creo, dijo, que jamás podría olvidar ese rostro. Yo me sonrojé un poco.
—Bueno, Víctor, te dejo con la manda más para tu entrevista; yo me retiro; esos niños están planeando algo…
—Disculpa, la pobre Ana tiene mucho trabajo. Ven, vamos al estudio para platicar.
Él me seguía, pero no dejaba de verme. Era extraño, me parecía tan familiar, debía de ser porque también se parecía a mí. Era pelirrojo y alto, delgado, de cabello corto pero abundante. Despejé eso de mi mente.
—Bien, Víctor, toma asiento y cuéntame de ti y quién te trajo.
—Claro, conocí a Atlas y Cris hace tres días y me invitaron a trabajar aquí porque creen que mis dones le serán de gran ayuda a los niños. Además, no tengo hogar; por ahora me escapé de donde estaba; soy lo que se dice un nómada, casi no me quedo en un solo lugar, así que acepté la petición y si me siento a gusto me quedaré.
—¿Entiendo, estás poniendo a prueba este lugar?
—No me malinterpretes; es bello, pero… No he tenido buena experiencia; cuando me ofrecen ayuda siempre terminan engañándome y usándome como arma o algo así.
—¿Y me crees capaz a mí de ser una de esas personas?
—Por supuesto que no, tú te miras honesta, pero… Me pregunto si tú eres la fundadora de este lugar; ¿por qué no conoces tus propias instalaciones?
—Oh, es eso, verás, yo hace unos meses tuve un accidente de avión y mi memoria después de mis 16 años está vacía, casi no recuerdo nada, así que poco a poco estoy adaptándome de nuevo a esta vida y a mi rutina, con decirte que apenas me acabo de dar cuenta que estoy casada y tengo dones… en fin, esto es nuevo para mí.
—Ahora entiendo, discúlpame por desconfiar, pensé que nos vigilaban, por eso actuabas así. ¿Entonces no recuerdas nada de los últimos 10 años? Eso es loco, pero no te sientas presionada a recordar; a veces la cura para la mente es solo continuar sin presiones, así todo fluirá poco a poco.
Lo miré pensativa; era común que no confiara del todo en nosotros, pero su aura tan serena y amable me intrigaba, además.
—¿cómo supiste que pasaron 10 años? —Ah. No te ves mayor que yo, por eso asumí que tendrías 25 años; yo tengo 26.
—Claro, y ¿qué habilidad posees que les servirá a mis niños en este lugar?
—Puedo cambiar de formas y también soy muy fuerte e influyo mucho en los sentimientos de las personas, aparte de ser atractivo, simpático y un buen cazador.
Yo reí, claro; él se puso de pie y sin que me diera cuenta se había convertido en un lobo gigante frente a mí. El corazón se me aceleró y mi instinto fue poner un campo de fuerza. Era increíble. Después de respirar un momento, me acerqué y lo acaricié. Era surreal. Él movió la cola y las orejas y Cris entró por la puerta. Lo observé, y luego a Víctor, que ya había recobrado su estado real…
—Oh, cariño, ya estás hablando con Víctor, ¿qué te parece, no es increíble? Sabía que podía ser un buen maestro, ya que ha tenido experiencia con niños.
—Sí. Dije impactada todavía: Es perfecto. Bien, Víctor, bienvenido y de verdad deseo que te quedes. Ve con Ana para que te diga qué hacer y donde está tu habitación.
—Con su permiso y gracias por todo a ambos, pero no crean que me relajaré tan fácilmente.
—Es una persona muy desconfiada. Dijo Cris colocando el saco en el perchero. Costó convencerlo; Atlas le mostró el lugar y lo que hacíamos solo así aceptó, pero lo necesitamos. Ya no nos damos abasto y Ana me está volviendo loco.
—¿Es mi culpa, verdad? Si no me diera miedo de… Estoy intentando olvidar todo, pero todavía pierdo el control.
—Está bien, Mary, ya te dije que olvidaras eso eventualmente. Además, tu ayuda con el trabajo de la oficina hace que yo me haga cargo de otras cosas. Deberías salir más seguido con tu padre o con Ana y Melissa a dar una vuelta de vez en cuando para despejar tu mente y olvidarte de cosas malas.
—Si, tienes razón, ahora que llegó alguien más, creo que podré hacerlo. ¿Lo investigaste bien; de verdad es de confianza?
—Sabes que Ana detecta si alguien no lo es y Atlas le leyó la mente, así que está bien, podemos confiar en él. Me iré a dar un baño antes de la cena, ¿te duchas conmigo?
—Sí. Cris, quiero ir a casa de mi abuela este mes.
Cris se detuvo en el umbral de la puerta y se giró hacia mí. —¿Por qué quieres volver, pasa algo?
—No. Es solo que… Deje algo ahí y quiero ir por eso; es algo que guardé cuando tenía 15 años y ahora que recordé mi adolescencia, quiero ver si todavía está ahí.
Cris me miró entrecerrando los ojos. —Por ahora tenemos mucho trabajo aquí, Cindy. No es recomendable viajar. Dijo dirigiéndose a la puerta de nuevo. Pero te prometo que en cuanto nos desocupemos yo mismo te llevaré. Me dijo sonriéndome y saliendo de la habitación sin dejar que pusiera objeción.
Me pareció extraña la actitud de Cris, pero no me iba a rendir. Si yo había escondido la información de Atlas, tenía que estar en casa de mi abuela en ese lugar secreto, a menos que le haya hablado a Cris de él. Esperaría un mes más, pero solo eso. Después de la cena salí a caminar al jardín; quería respirar aire fresco. Ana estaba en la rama de un árbol con un cigarro.
—¿Y tú desde cuándo fumas? Le dije asustándola. Ella dio un brinco y río, ahogándose con el humo.
—Serás desgraciada, hermana. Desde que tenía 17 años al igual que tú, pero ya lo olvidaste.
—Disculpa por olvidar a mi mejor amiga.
—No importa, te disculpo desde hace años cuando me abandonaste para andar detrás de Cris; claro, en ese entonces no sabía lo que hacían ni que éramos iguales. Aunque todavía no me explico cómo lo aguantas, es tan controlador: solo te da una sonrisa y haces lo que quiere.
—¿No te cae bien, verdad?
—No me malinterpretes, él ha sido bueno contigo y te ama, y aunque hemos tenido nuestros roces, sé que su prioridad es este lugar y tú, pero hay momentos en que la forma en la que actúa me da escalofríos.
—Por ejemplo, le pregunté inquieta. Ella me miró tirando el cigarrillo.
—Nada, Mary, No me hagas caso, tú no recuerdas mucho y yo no quiero influenciarte en cómo ves a tu marido, además tú lo conoces mejor que nadie y lo que yo pienso de él es totalmente diferente. Que tengas buena noche. Ah. Mañana, el precioso de Víctor nos mostrará una demostración en su clase en el domo. No te lo pierdas.
Le sonreí mientras se alejaba. Será que tiene razón. No me debo dejar de influenciar. ¿O Cris era tan manipulador como decía? Si me pongo a pensar, siempre termino haciendo lo que me dice, pero… no. es mi marido y él ha hecho que esto funcione para todos. Además, las mejores amigas nunca quieren a la pareja de uno, eso decía Emma. Se me hizo un nudo en la garganta al recordarla despedazada como todos los demás. Yo lo había hecho, los había lastimado, los había… Comencé a temblar y miraba borroso hasta que sentí unas manos en mis hombros.
Capítulo 8
—¿Te pasa algo, Cindy, quieres que llame a alguien?
Era Víctor; respiré profundo y me relajé. — NO. Ya me ciento mejor; por favor, no se lo digas a Cris.
—¿Quieres contarme? A veces, cuando sientes temor, es mejor expresarlo, hablarlo; eso hace que se aleje.
Lo miré frunciendo el ceño, pero él me transmitía confianza, así que le conté lo que me había puesto así.
—Claro, ahora comprendo, eso te da miedo y no quieres volver a lastimar a alguien; sabes, yo pienso que eso es parte de ti y que ese temor, al contrario de lo que piensan, es lo que te ayuda a controlarte mejor. Si tú te olvidas de lo que pasó, olvidas los límites que puedes poner en ti misma, mientras que si lo recuerdas hace que te frenes y controles más tus dones. Bueno, eso es mi parecer; no sé los demás que te hayan dicho.
Lo miré sorprendida, no era como Cris, él siempre me dijo que tenía que olvidarme de eso que todos pasamos por los mismos casos, pero Víctor, él le dio un giro total a cómo me sentía, no solo me escuchó, se puso en mi lugar, no me lo esperaba. Eso es lo que yo sentía. En realidad, esa era la razón por la que me controlaba bien porque no quería olvidarme de lo que era capaz.
—Hay, Mary, ¿no te molesta verdad, como todos te dicen así? Creo que tu mente está revuelta; no te esfuerces tanto; las cosas se acomodarán solas. El temor es un buen aliado si lo vuelves a tu favor. Sabes, hace unos años descubrí que tengo un hermano, pero él fue secuestrado y experimentaron con él. No sé si está vivo o muerto, solo sé que me he dedicado a buscarlo por todos lados y aún no pierdo la esperanza de encontrarlo, por eso vine aquí. Si esa habilidad que tiene Atlas puede encontrar a personas como nosotras, es probable que lo encuentre por mí.
Él tenía una sombra en sus ojos, que me hizo sentir escalofríos. —hace tres meses perdí el control. Había permanecido convertido en lobo por mucho tiempo y casi olvidaba que era humano, tres excursionistas que pasaban cerca creyeron que los atacaría pero yo solo pasaba por ahí, así que tuvieron miedo y tomaron a un chico flacucho de su grupo y lo lanzaron hacia mí para poder escapar, iban a sacrificar a su amigo con tal de salvarse así que enfurecí y fui tras los dos que corrían y los despedacé, el chico me miraba horrorizado y se desmayó del susto lo tome en mi lomo y lo lleve a su campamento luego me transforme cuando despertó me hice pasar por alguien que lo había encontrado y el llorando desconsolado me dijo lo que había pasado, sabes no estaba alegre por haber sobrevivido lloraba por esos miserables que lo habían puesto de carnada, yo le pregunté porque los había perdonado si lo habían sacrificado y él dijo que eran seres humanos y no merecían haber muerto de esa manera.
Me derribé en ese momento; yo había matado a esos chicos, me había dejado llevar por el rencor con la excusa de que estaría haciendo un favor al niño, pero me engañé a mí mismo y no hay día que lo lamente y siempre sueño con ellos gritando pidiendo que alguien los ayude y…
Víctor se quebró frente a mí en ese momento. Comenzó a llorar; yo no sabía qué hacer más que abrasarlo. — Por eso te digo, Mary, que no te ciertas mal en sentir lástima por las personas que lastimaste; eso me ha ayudado a tener más control en mí mismo.
—Asentí con la cabeza y le sonreí. Gracias, Víctor, ahora comprendo lo que tengo que hacer. No sabes el gusto que me da el a verte conocido, y tienes razón; no es una debilidad, si no una fortaleza.
—¿Se puede saber que pasa aquí, y porque están solos los dos a estas horas?
Cris nos miraba seriamente y no me había percatado que seguía abrasando a Víctor.
—Lo lamento, Cris, no me sentía bien y tu esposa me ayudaba solamente. Lamento las molestias, Mary, que tengan buenas noches.
Se marchó y Cris me miraba con los brazos cruzados y levantó una ceja. —¿Qué, no puedo consolar a una persona en problemas, no es por eso que creamos todo esto? Dije mirándolo a los ojos firmemente.
—Nunca me he considerado un hombre celoso, Mary, pero eres mi esposa y estabas aquí a solas con el nuevo maestro, se puede malinterpretar.
—Sí, amor, tienes razón, no es correcto, ven, vamos a dormir, ya olvídalo.
Nunca lo había visto enojado; no me habló en toda la noche, pero eso no me importaba. Lo que me había dicho Víctor no lo tomaría a la ligera. Al día siguiente en el desayuno, Cris no dejaba de observar al nuevo maestro en la mesa siguiente y Atlas solo sonreía.
—¿Tal parece que nos llegó competencia, no, Cris?
—Cállate mocoso. No sé de qué hablas.
—Por favor, Atlas, no comiences con tus cosas, le dije mirándolo.
—Si. Mi mami solo tiene ojos para mi papi, ¿verdad, mami?
—Por supuesto que sí, hija, eso ni se pregunta, a los esposos se les respeta y se les quiere, además no creo que tu papi desconfié de su esposa, verdad. Dije mirando fijamente a Cris, quien me miró parpadeando.
—Claro, cariño, como te pones a pensar.
—No, si él confía en ti, Mary, en el que no confía es en Víctor, dijo Atlas sofocando una risa.
—¿Bien, ya basta de cosas; no tenían una presentación ahora?
Nos dirigimos al domo de entrenamiento y Atlas fue el primero en pasar junto a Víctor. Ana cambió el escenario a un bosque y Víctor se transformó en un oso gigante. Atlas luchó con él, pero Víctor era muy fuerte. Atlas utilizó la técnica de la onda de choques y Víctor tomó la forma de un águila y lo esquivó volando. Luego se transformó en un lobo y Atlas no pudo seguirle el paso hasta que tomó su forma original y lucharon. Atlas jadeaba en el suelo y Víctor no tenía ningún síntoma de cansancio; estaba como si nada.
—Bien, Atlas, eres increíble. Tus movimientos son muy rápidos; en ocasiones casi no te vi; te falta mucho más entrenamiento físico, pero eventualmente lo lograrás. No te rías.
Atlas se puso de pie y le dio las gracias a su maestro y así pasó con Mónica y los gemelos hasta que llegó el turno de Melissa. No la había visto entrenar desde que estaba aquí, así que me preocupé un poco.
—No te preocupes, amor; nuestra hija es muy fuerte. Yo observé y sí. Fue la única que logró darle un golpe a Víctor y mandarlo a volar.
—Princesa, tú eres espectacular y solo tienes 7 años; no me quiero imaginar lo que harás después de los 10 —le dijo sorprendido. Ella le sonrió y dando brinquitos vino hacia mí.
—Viste, mami, soy muy fuerte. —Así es amor, estoy orgullosa de ti, le dije abrazándola.
—Bien, ahora quién sigue, dijo Víctor; yo di un paso hacia delante y todos se sorprendieron.
—¿Está segura? Me dijo Cris, yo asentí y le solté la mano.
Cris llevó a todos tras la cabina, excepto él y Atlas que miraban de una distancia segura. También mandó a reforzar el campo de fuerza del domo. Víctor solo me miraba sonriendo.
—Tal parece que no sé en lo que me acabo de meter si se están tomando todos estos detalles de seguridad, me dijo.
—Así es, le contesté, pero te prometo no lastimarte demasiado. El sonrío.
Respiré profundo y traté de recordar la plática de anoche. —Esto es una fortaleza no una debilidad. Me dijo él, colocándose en posición de defensa. Yo sonreí de nuevo y lo atacaría cuerpo a cuerpo sin usar ninguna habilidad; quería probar mi fuerza física. Primero, él me esquivaba, pero me di cuenta que yo era más rápida. Me descuidé un segundo y él me dio una patada en el estómago, lo cual me mandó a volar contra un árbol, pero yo, como un rayo lo ataqué, le di en el pecho, dejándolo en el piso sin aliento. Él me observó sonriendo; ahora, Mary, en serio, dijo y yo le sonreí. Él me lanzó bolas de hielo y yo apenas las esquivé, luego las evaporé con bolas de fuego y creé rayos, pero se transformó en lobo esquivándolos. Era increíble, me sentía libre, pero mi mente estaba concentrada, sabía de lo que era capaz y eso me hizo mantener el control. Usó una técnica que me pareció muy familiar y lo esquivé sin ningún problema hasta que algo me vino a la mente, me distraje y él me arrojo contra la pared con tanta fuerza que mi brazo se quebró y yo grité de dolor.
—¡Maldición, Mary, estás bien! Gritó Cris. Lo lamento, dijo Víctor, ayudándome a ponerme de pie. Suéltala, le gritó Cris, te pasaste, era solo entrenamiento, no tenías que… Basta, Cris, yo me distraje; él no tiene la culpa; ya paso el dolor. Ana me acomodó el brazo y se me curó rápido. Víctor me miraba con pena. No te preocupes, fue mi error; no hay que distraerse en una batalla, le dije dándole una palmada en la espalda. Él sonrió. Eso te iba a decir, dijo suspirando aliviado.
—Huay, Mary, eso fue increíble, dijo Tomás. Nunca te había visto pelear cuerpo a cuerpo, eres muy veloz, y a mí se me hizo difícil seguirte con la mirada. Eres increíble y tú, Víctor, huay. Su hermana asintió.
—Mejoraste mucho, Mary, dijo Atlas, estás regresando, ¿pero en el último momento recordaste algo, verdad, por eso te descuidaste? Dijo cruzando los brazos; Cris me observó pensativo.
—Bueno, ya es todo; por esta mañana me duele mi cuerpo, Víctor, gracias por las lecciones; ve a relajarte un momento, luego sigues con tus clases y ustedes alístense para sus obligaciones. Dije mientras me retiraba a la habitación. Mientras tomaba una ducha, no dejaba de pensar en lo que había recordado. Yo estaba en un bosque junto a alguien y le daba unos papeles con la fotografía de Atlas y le pedía que los guardara. Mientras salía del baño, Cris estaba sobre la cómoda con las manos cruzadas.
—¿Ahora me dirás que pasa, Mary? — No pasa nada. Cris, es solo que…
—Has estado muy extraña estos días y ya no hablas conmigo como antes, ¿qué pasa, amor, dime, me preocupas?
—Ya te dije que no pasa nada, es solo que no soy la misma que conoces; cuando vas a entender, no lo recuerdo y ya no me voy a estar atormentando en recordar quién era yo. Mejor seguiré con mi vida y lo que venga lo recibiré y lo que… Ya pasó, no insistas más; como dice mi padre, crearé nuevos recuerdos y viviré tranquila, Cris, así que no busques a mi yo anterior porque ella murió en ese accidente.
—Bien, como tú digas. Creo que fue un error haber traído a ese hombre aquí.
—¿Qué, Víctor? Ahora le echarás la culpa a él de mi comportamiento. ¿Qué te pasa, no le das esperanza a alguien como nosotros de haber encontrado un hogar y luego lo echas porque tienes celos de él? Por favor, Cris, estás consciente de lo que dices.
—No se trata de eso, nunca había sentido celos de nadie porque tú jamás me habías dado motivos, pero esas sonrisas que comparten no me gustan, Mary; ese encuentro de hace rato no es normal en ti.
—Te estás escuchando estas… Al fin pude controlarme; al fin me sentí bien y tú solo vez lo que quieres ver. Víctor es una buena persona que me escucha cuando tú lo único que haces es que me sienta mal por recordar lo que hice. Él me enseñó a que eso no es algo que tenga que olvidar; al contrario, el recordarlo me ayuda a controlarme mejor de lo que soy capaz.
—No me importa lo que te diga, él se está tomando atribuciones que no le corresponden, él se va ahora mismo de nuestra casa y punto.
—Mira, Cristopher, si tú corres a ese chico de esta casa por una estupidez de celos, significa que no confías en mí también, así que si él se va, yo tomaré a mi hija y me iré a casa de mi padre también. Lo miré desafiante; él ensanchó sus fosas nasales y respiraba profusamente y apretó la mandíbula. Bien, Cindy, como quieras, pero no es que no confié en ti; es en él que no confío. Y cerró la puerta bruscamente; yo caí en la cama, asimilando lo que acababa de pasar. Sentí esta pelea como algo común, no como algo nuevo. ¿Será posible que mi vida con Cristopher no sea como me la plantean todos?
Capítulo 9
Estaba en el estudio trabajando. Cris no se encontraba; había ido a un almuerzo de negocios con mi padre. Yo estaba demasiado enojada con él todavía, así que no quise ir. Llamé a Atlas para conversar con él acerca de la visión que había tenido.
—Entiendo, así que eso fue lo que pasó; lamento haberlo dicho frente a Cris.
—Está bien; pero tienes que tener más cuidado de lo que hablas frente a él. Te quería preguntar si tú puedes leer la mente de esa manera. ¿No podrás desbloquear algunos recuerdos de la mía?
—No lo sé, nunca lo he intentado, si quieres podemos tratar, aunque no prometo nada. Tomé asiento, y él colocó las manos en mi cabeza, y varios recuerdos se mostraron, pero eran recuerdos que ya tenía. Traté de pensar en el bosque y en ese hombre.
—Por favor, mantén esto en secreto; por ahora él no sabe nada; hasta que encuentre el momento adecuado se lo diré.
—¿Pero dónde está? Tengo que verlo; he esperado muchos años y ya no puedo esperar más.
—Lo sé, mañana tengo un vuelo y traeré lo que te conté. Cuando lo tenga en mis manos, iremos por él y los sacaremos a todos, pero ten paciencia, no lo busques todavía, sé que Atlas se pondrá contento; él también ha esperado esto todos estos años.
Y un dolor punzante de cabeza me sacó del recuerdo; expulsé a Atlas con un campo de fuerza y él calló al piso; yo jadeaba en la silla.
—¿Mary, quién era ese hombre?
—¿No lo sé, no le vi la cara. y tú?
—No, tampoco, ¿crees que era algún familiar mío?, me preguntó sorprendido.
—Es posible, por cómo iba la conversación, esos papeles tenían tu información, así que eso no es lo que ando buscando. Tal parece que es otra cosa; está bien, Atlas, ya sabes ninguna palabra a nadie; pensaré en esto, a ver si logro recordar algo más.
—Gracias, Mary, esto es lo que quería saber: tengo a alguien que me quiere y me busca, te lo agradezco.
Había salido de una junta con los maestros sobre la nueva tecnología que implementaríamos para la enseñanza de los niños cuando se escucharon disparos en la parte trasera de la casa.
—Qué pasa, Ana, que son esos disparos, no te preocupes, dijo ella; esto pasa una vez cada tanto mes.
Por favor, todos al refugio. Una alarma sonó y los maestros llevaron a los niños por el pasillo a un refugio subterráneo… Atlas, Mónica, los gemelos Melissa y Víctor estaban en el salón junto a Ana y yo.
— ¿Qué hacemos? Pregunté.
—detenerlos en caso de que puedan entrar, dijo Atlas.
—¿Pero quiénes son?
—Son hombres de la compañía que tenían secuestrados a Atlas, Mónica y Cris, dijo Ana. Bueno, yo me retiro a la sala de controles para operar las armas, en caso de que entren. Víctor se queda apoyándolos, ya que el idiota de Cris no está.
—Este traje no me queda nada mal, dijo Víctor. Yo tomé a Melissa en brazos.
—No, mami, yo estaré bien; soy muy fuerte, recuerdas.
—Qué fuerte ni nada, tú te marchas a la sala de controles con Ana, tómala y no dejes que salga, le dije, es una orden, hija.
—Está bien; nunca me deja hacer nada. Dijo haciendo pucheros.
—Bien, síganme todos a la parte de atrás. Dijo Atlas. Yo corrí a ponerme el traje y salí tras ellos. No miraba nada, solo árboles al otro lado de las rejas.
—Bien, Ana quita la vista. Dijo Atlas por el comunicador y ya no se miraban los árboles. Había más de 100 soldados bien equipados con armas y autos blindados apuntando a la propiedad, pero las balas rebotaban en el campo de fuerza.
—¿Qué está pasando, no entiendo? Dije mirando a Víctor que también estaba sorprendido.
—Tienen la marca del laboratorio donde nos tenían, le dijo Mónica a Atlas.
—No temas, amor. Le dijo tomando su mano no volveremos a ese horrible lugar. Un hombre salió del auto con un megáfono; era bajito, calvo y tenía una horrible cicatriz en el ojo derecho.
—Bien, vamos a hacer esto de nuevo. Mónica, Atlas; sé que se encuentran en este lugar; salgan o entraremos por ustedes.
—¿Quién es él? Dije mirando a Mónica que corría a abrasarme.
—Ese es el doctor Phillips. Él experimentaba con nosotros y es el dueño de ese manicomio. Así es, dijo Mónica, y esa cicatriz en el ojo se la hiciste tú cuando me rescataste.
—Tragué en seco, yo le hice eso, pero…
—No te preocupes, él no sabe lo que es este lugar, ni que Cris y tú lo manejan; de hecho, ni te conoce. Cris usó una ilusión para rescatarnos, así que no conoce sus identidades, cree que este lugar es nuestro refugio nada más y viene de vez en cuando, pero nunca pasa de la primera capa de protección.
—Eso es un alivio, dijo Víctor.
—Así es; esto es solo por seguridad en caso de que alguien pase.
— Muy bien y como nos deshacemos de ellos, dije.
— Se irán solos, cuando hayan gastado sus municiones, dijo Atlas.
—bien. Dije furiosa, no esperaré a que se marchen. y me coloque en frente provocando un terremoto por la parte de afuera, el terreno donde se encontraban comenzó a moverse y los autos cayeron en las grietas. Víctor se puso a mi derecha y las armas de todos se elevaron apuntando hacia ellos.
—magnificó dijo el doctor eso solo hace que los quiera recuperar, ganaron por ahora niños pero volveré por ustedes.
Se marcharon y cuando entramos a la casa Ana salió del cuarto de controles.
—ahora pensarán que esos poderes los manifestaron ustedes dos y no se detendrá en perseguirlos.
—qué más da eso, lo importante es que se marcharon ya pensaremos en algo más que todos regresen a los dormitorios y preparen la cena.
Gracias Víctor, eso ultimo si los asustó.
—Escuché lo que pasó, ¿están todos bien?
—Si Cris no te preocupes, todos estamos bien; es increíble que pase esto; debemos proteger más este lugar.
—Lo sé, aunque todavía no hayan entrado; el doctor siempre está innovando en su tecnología y temo que algún día logre pasar nuestros escudos. Por cierto, Mary quería disculparme por lo que pasó; de verdad estoy apenado, mi comportamiento no ha sido el mejor y…
—Está bien, Cris, ya no importa, solo quiero proteger a mi familia.
—Yo también, pero ya quita esa cara conmigo; ven, yo te juré que siempre te iba a proteger y no dejaré que nada te pase.
—Cris yo…
—No digas nada, amor; sé que no te gusta discutir, tus padres lo hacían todo el tiempo y no quieres que Melissa nos vea enojados; juramos que ella siempre nos vería con una sonrisa a ambos y más enamorados que nunca.
Esas palabras de verdad me golpearon. Era algo que yo diría y no me gustaría que mis hijos pasaran por lo mismo que yo. De verdad él me conocía; le sonreí y lo abrasé.
—No te preocupes, ella jamás nos verá discutir, pero tú… ¿Qué pasa, amor?
—¿Qué es T.N.U.R.? Dije a Cris. Él me miró fijamente, abriendo los ojos de par en par.
—¿Qué acabas de decir, Mary? T.N.U.R. Volví a repetir. Se me vinieron a la mente esas letras y no sé qué significan.
—¿Y sabes dónde o en qué lugar pensaste? No sé en qué sitio se te vinieron a la mente con esas letras. Yo lo observé; estaba ansioso. No dije sacudiendo la cabeza. ¿Sabes que significan?
—Sí. Es un aparato muy importante, más bien es un prototipo que creó el doctor Phillips y le robamos.
—Entiendo, ¿y para qué sirve?
—No lo sabemos, antes de poder probarlo tú lo guardaste, pero has olvidado donde. Mary, por favor, haz un esfuerzo en recordar ese prototipo. Es importante para mí, para nosotros.
—Claro, le dije observando bien su reacción, trataré de recordar y te lo haré saber en cuanto lo sepa, amor.
—Sí. Y por favor, no le cuentes a nadie de esto, este ha sido nuestro secreto.
—Está bien, Cris, como tú digas.
Cris estaba pálido; no dijo nada más; cada vez sospechaba que algo no me decía del todo y ya no sabía que era cierto y que no. Creo que no conocía a Cris tanto como decían, ¿será acaso eso lo que tenía escondido? ¿De lo que hablaba con esa persona en el bosque?
Temprano en la mañana Salí a la casa de mi padre; él no se encontraba. Busqué en mi habitación algunas pistas o algo que me mostraran el camino; yo tenía la costumbre de crear pequeños lugares secretos en mi cuarto o en casa, así que busqué los que tenía en la casa de mi padre. En los de mi habitación no había más que fotografías y cosas comunes. Cuando bajé al cuarto de vinos, detrás de uno de los barriles había un ladrillo suelto con un pequeño orificio; ahí tenía que haber guardado algo y si, efectivamente había una memoria USB. La saqué y corrí a la oficina de mi padre y la inserté en la computadora. Tenía información acerca de la organización del doctor Phillips y una lista de niños en los cuales estaban Atlas y Mónica, y también las letras que había recordado TRANSMUTOR. Abreviado T.N.U.R., un aparato que sirve para absorber cualquier tipo de habilidad de un individuo y traspasarlo al propietario del transmutor. Era una especie de brazalete circular de plata. También tenía las instrucciones para su uso. Esto no parecía un prototipo; esto era un producto ya elaborado. ¿Cris me había mentido, o solo yo sabía de esto? Estaba muy confundida. Regresé el USB al lugar donde lo encontré, y me fui a mi habitación a pensar un momento.
Capítulo 10
—Aquí estás, los empleados me dijeron que llegaste temprano.
—Cris, sí. quería buscar algunas cosas aquí que me hicieran recordar algo, pero nada.
—Sí. Y… cerca de lo que hablamos.
—No amor, todavía nada.
—Está bien, no hay prisa. Sabes, siento que ha pasado una eternidad desde que estuve contigo. Te extraño, Mary. ¿Tú no me extrañas a mí?
—Claro, Cris, qué cosas dices, pero tú sabes, apenas acabo de asimilar que eres mi marido.
—No decías eso la última vez, me dijo acercándose a mí y rodeándome por la cintura. Recuerdas, mi vampira. Lo aparté. No me vuelvas a decir así, por favor; no me gusta.
—Está bien, lo siento, pero porque no recordamos y.
—Mejor porque no regresamos a casa, Cris, ya no tengo nada que hacer aquí.
Él me miró seriamente. —Como tú digas, Cindy, pero regresas tú, yo todavía tengo trabajo con tu padre.
—Bien. Te veo allá.
Había notado que cada vez que Cris estaba molesto me llamaba por mi primer nombre. La vez que estuvimos juntos me dejé llevar por el momento o talvez había sido su poder que me obligó a hacerlo. Sentí el mismo aroma en él cuando me abrasó… Sabía que no estaba preparada todavía para estar con él, pero esa vez lo hice sin pensarlo. Ahora estaré más atenta a las cosas; no me dejaré engañar tan fácilmente y estoy empezando a sospechar que mi marido no es como lo pintan.
—¿En qué tanto piensas, Mary?
—No es nada, Víctor, es que siento que algo pasa, que Cris me oculta varias cosas y… disculpa, no debería de hablar de mis cosas contigo.
—Está bien como tú quieras, estás en todo tu derecho. ¿Quieres acompañarme a un lugar? Te prometo que te encantará.
Yo me encogí de hombros, está bien. Subí en su coche y manejamos por dos horas. Llegamos a un parque gigante con un bosque en medio, igual a Central Park. Era bello. Nos sentamos frente a un lago.
—¿Qué relajante, verdad? Me encanta venir de vez en cuando a relajarme cuando me siento agobiado.
—Sí. Dije mirando hacia arriba con los ojos serrados. Es muy refrescante, gracias; lo necesitaba.
—Me lo imagino, debes de sentirte agobiada con todo lo que pasa, descubriendo nuevas cosas de tu vida y conociendo de nuevo a todos.
—Así es como me siento. Víctor, siento que en realidad las cosas no son como yo creía y tengo miedo de descubrir algo que me haga odiar a quienes amo.
—Te entiendo, Mary, entiendo perfectamente por lo que pasas. ¿Te puedo hacer una pregunta?
—Claro, la que tú quieras.
—¿Confías en tu marido?
Lo observé fijamente. —¿Qué pregunta es esa, Víctor?
Contéstame Mary, confías en él. —Me temo que no del todo. Le contesté.
Bien. Dijo él y sacó unos documentos de su chaqueta; eran los documentos que vi en mi recuerdo con la información de Atlas.
—¿Tú porque tienes estos documentos? Dije.
—¿Ah. Sabes que son?
—Los vi en un recuerdo el día que nos enfrentamos en el entrenamiento. ¿Tú eres el tipo de mi recuerdo, a quien le entregué estos papeles?
— NO. Él era mi hermano; yo estaba con él el día que se los entregaste aquí en este lugar. Tenías comunicación con él; a mí casi no me contaba nada porque no querían ponerme en peligro. No sé exactamente en lo que estaban metidos, Mary, pero por culpa de eso lo mataron.
—¿Qué, lo… entonces tú y yo ya nos conocíamos?
—Así es, por alguna razón, dejaste de confiar en tu esposo y, si mal no recuerdo, planeabas dejarlo. Te busqué después de su muerte, pero no contestabas el celular y trate de contactarte por otros medios, pero no lo logré. Luego recordé que tu marido se dedicaba a buscar a personas como nosotros, así que me hice notar hasta que me encontró. Cuando te vi creí que estábamos siendo vigilados, por eso te seguí la corriente y cuando me enteré de que perdiste la memoria, no podía decirte la verdad; tenías que recordarlo tú misma; no sabía qué tanto le podías contar a tu marido.
—¿Acaso él tuvo algo que ver con la muerte de tu hermano?
—No lo sé, y la verdad no sé mucho; eso es lo que quiero aprender, pero en tu estado por ahora no podré. Me dijiste que habías dejado esparcida la información en varios lugares por si algo pasaba. Mi hermano era mayor que yo. Él siempre me protegía, así que no me contaba mucho.
—¿Entonces tú y Atlas sois…?
—Así es. Atlas es mi hermano menor, pero no solo eso. Marcus Atlas y yo somos hijos del doctor Phillips; logramos escapar, pero no podíamos regresar por Atlas hasta que tú lo rescataste un año después. Tú nos encontraste y nos diste la información de él. Queríamos reunirnos, pero decías que no era el momento, ya que habías descubierto algo muy grave, un artefacto que buscaban y que tanto mi padre como Cris querían. Ese era un brazalete que tenía mi hermano en su poder, así que te lo dio para que lo cuidaras; tal parece que habías discutido con tu marido porque descubrió que lo tenías en tu poder, pero no se lo quisiste dar, así que te marchaste y eso es lo último que supe.
Ahora entendía que todo encajaba; seguramente el doctor creía que sus hijos habían rescatado a Atlas y que tenían en su poder el brazalete y por eso se alegró cuando lo atacamos con nuestros dones. Tal vez Cris lo quería para acabar con ellos de una sola vez y… pero porque se oponía a que buscara a la familia de Atlas. ¿Acaso Cris sabía de quién era hijo Atlas? Tenía que ser muy cuidadosa; ese brazalete era muy importante y no confiaría en cualquiera que lo quisiera tener en su poder.
—Todo lo que me dices es… Dime, Víctor, ¿tú quieres que te regrese el brazalete de tu hermano?
—No. Mary, él te lo dio a ti por alguna razón. A mí solo me interesa estar con Atlas y saber qué pasó realmente con Marcus. Por favor, te pido que no rebeles mi identidad ante tu marido; honestamente no confié en él todavía y si tú misma no confías… Marcus me dijo que confiara en ti. Él era muy inteligente y tenía un gran poder; solo alguien muy fuerte o muy astuto lo pudo haber eliminado. No te digo que Cris sea el villano, pero es posible que odie tanto a mi padre por lo que hizo y sea capaz de usar ese brazalete de forma irresponsable para acabar con él. No me opongo a eso; la organización ha hecho cosas terribles con personas como nosotros y muchos de ellos son sus soldados, pero ese artículo puede llegar a destruirte completamente.
—Está bien, Víctor, confió en ti; hasta no encontrar el brazalete no diré nada, pero si la organización de tu padre es tan peligrosa como dices, tenemos que sacar a todos de la casa y cambiar nuestra ubicación. Regresemos a la casa; tengo que hablar con Cris sabiamente y de su respuesta depende lo que haré a continuación.
—Mary espera. Víctor se acercó a mí y me tomó el rostro en sus manos y me besó. Me quedé pasmada sin decir nada.
—Te dije que no forzaras la mente en recordar si no querías, pero espero que este beso te haga recordar ese día en la playa.
No dije nada más mientras regresábamos a casa; por suerte, Cris no había regresado. Guardé los papeles en un nuevo escondite que había encontrado y esperé a Cris en mi habitación. ¿La playa? NO. Concéntrate, Cindy Mary Collins, esto es importante.
—¿Te pasa algo, Mary?
—Sí. Toma asiento. Cris, quiero hablar contigo. Me mentiste; sabías que yo tenía el brazalete, pero no se lo robamos al doctor; yo ya lo tenía en mi poder desde antes.
—El separa liso un momento. ¿Dijiste brazalete, el transmutor es un brazalete?
Mierda, no lo sabía, bueno, no importa. — ¿Así es, no lo sabías?
—No, amor, pero qué bueno que empezaste a recordar; no te lo dije todo por qué no quería confundir tu mente; ¿ahora qué más recordaste? Él se acercó a mí lentamente y con una sonrisa suave. ¿Sabes en donde lo pusiste?
—No. Eso no lo tengo claro todavía, pero sí recordé lo peligroso que es esa organización y quiero que cambiemos de ubicación del internado.
Él me volvió a mirar seriamente y suspiró.
—Eso no es posible, aquí tenemos toda la tecnología y estamos bien equipados para un combate, además los chicos son muy fuertes y tú más, así que estaremos bien.
—Pero Cris piensa en los niños, en nuestra hija.
—Porque pienso en ellos cada segundo de mi vida es que te lo pido, Mary, recuerda dónde está ese brazalete, con él podríamos acabar sin problema con nuestros enemigos y seríamos imbéciles si no lo usamos a nuestro favor.
—No me gusta la manera en que lo dices, Cris.
—Lo lamento, pero no dejaré que nadie vuelva a experimentar con nosotros y con nuestros futuros hijos. Nos quedamos y es mi última palabra.
—Está bien. ¿Y qué hay de Atlas?
—¿Qué pasa con él, se volvió a meter en problemas?
—No sé si él lo sabe, pero recordé que él es hijo del doctor Phillips.
Él se giró hacia mí tan rápido que quedamos frente a frente. — No se te ocurra repetir eso jamás, Mary, y menos decírselo a él.
—¿Pero por qué te pones así?
—Atlas no es hijo de ese monstruo; ese hombre dejó de ser su padre el día que experimentó con él, así que él no tiene padres, me escuchas. Sabes que, Mary, mejor tienes razón. Ya no sigas recordando nada; es posible que acabes con la paz de esta familia si sigues indagando en tu mente.
—Cristopher, como me dices eso, yo… yo solo.
Salí corriendo de la habitación con un nudo en mi garganta; no dejaba de llorar; me sentí tan mal con lo que me dijo, que quizá tenía razón.
—¿Qué pasa, Mary, estás llorando? Abrasé a Víctor y lloré en su hombro hasta que no pude más.
—No me gusta verte así, sabes, pero desahógate, no digas nada; yo esperaré.
—¿Quieres soltar a mi esposa, Víctor?
—La soltaré cuando acabe de llorar Cristopher.
—No te metas en esto, Víctor, son cosas de parejas.
—¿parejas? ¿Qué clase de marido hace llorar a su mujer y se comporta como un patán?
—¿Cómo has dicho?
—Por favor, ya, Cris, lo lamento.
—¿Y por qué te disculpas si la culpa no es tuya, Mary?
—Te estás pasando, chico.
—¿El que se pasa, es tu cobarde; no sabes cómo tratar a una mujer?
Mala respuesta, Cris se fue contra Víctor, los dos cayeron dando vueltas en el suelo, Víctor se transformó en una serpiente y se sacó de Cris, pero este lo tomó del cuello y volvió a la forma original. Yo di un suspiro y los separé a los dos con mi campo de fuerza, pero Cris se libró y con el puño fue directo donde Víctor me interpuse para detenerlo, pero Cris no se detuvo a tiempo e iba directo a mi cara, pero Víctor colocó la mano y detuvo el ataque a centímetros de mi rostro.
—A… amor, perdón, yo…
—Víctor, dije apretando los dientes. Vete a tu dormitorio, por favor.
—Pero… tú estás.
—Yo estoy bien, vete, te dije.
—No sé cómo sea la dinámica entre tú y yo, Cris, pero si me vuelves a poner una mano encima mientras no estemos entrenando, te la voy a arrancar. Me escuchaste.
—Sí. Esto no… Yo jamás te
—Bien, me iré a dormir con Melissa, así que te dejo para que reflexiones y controles tu temperamento.
Capítulo 11
Me encontraba acostada al lado de Melissa; dormía profundamente. Comencé a repasar las cosas que Víctor me había dicho. Si era verdad que Cris y yo nos íbamos a separar, eso explicaría la ropa en casa de mi abuela y las cosas en casa de mi padre. Me había dado cuenta de que no conservaba lo básico en este lugar si se suponía que era mi hogar permanente. También estaba lo de la atracción hacia Cris; si me ponía a pensar solo había sido al principio por la emoción de haberlo conocido, pero…¿ya no me sentía igual? no lo sabía y por último sus cambios de humor no eran normales. Parecía tener la razón en querer proteger este hogar y a todos, pero al mismo tiempo daba la impresión que haría lo que sea necesario por lograrlo y eso tampoco era bueno.
Tenía que investigar más sobre ese doctor y dónde tenía esa base; seguramente Víctor lo sabría. Maldición, estaba el asunto de Atlas y Víctor; se lo tenía que decir, pero le ocultaría la verdad de su origen hasta estar segura. Me estaba quedando dormida cuando recordé.
—Sabes, Mary, me gustaría que dejaras a ese hombre, ¿si no lo quieres porque sigues a su lado?
—Sé que los métodos de Cris no son los correctos, pero tiene que entender que la sed de venganza que tiene lo destruirá.
—Sí, pero… Ya es la quinta vez esta semana que discutes con él y siempre estás llorando. No me gusta verte llorar.
—Él no es malo, Víctor, es solo que no sabe cómo expresar ese dolor; tu padre lo marcó para siempre, lo destruyó por completo, exprimió a su madre y la torturó hasta llevarla a la locura. Entiende que no es fácil para él.
—Lo sé, cariño, pero ya no soporto más. El solo pensar que estás con él me molesta si tan solo estuvieras bien, pero no.
—A ti es a quien quiero. Víctor, Cris y yo hace mucho que no estamos juntos; ten un poco de paciencia; ayudaré a tus hermanos y luego destruiremos a tu padre a mi manera, pero ya no sigas preguntando; Marcus tiene sus razones para no involucrarte en esto.
Desperté, ¿qué había pasado, había sido un sueño o un recuerdo? ¿Víctor y yo? NO. Tenía que ser un recuerdo, si eso era verdad, pobre Cris, esto era más grave de lo que pensaba. Salí al comedor, pero estaba vacío; ya todos estaban en sus actividades. Tenía que encontrar a Víctor.
—Atlas, podrías buscar a Víctor. Los espero en el estudio. ¿Cristopher no está verdad?
—No, se marchó hace una hora.
Me encontraba dando vueltas en el estudio con la información de Atlas en las manos; quité las páginas en donde decía que era hijo del doctor y solo dejé la información de Marcus y Víctor, entre otras cosas. Víctor entró junto a él; yo le entregué los documentos a Víctor; él los ojeó y asintió con la cabeza, entendiendo hasta qué punto le diríamos la verdad.
Víctor se puso frente a Atlas y las manos le temblaban cuando le extendió los papeles. Atlas lo miró y luego a mí, yo asentí y él tomó los papeles y los miró detenidamente. Luego de un rato miró a Víctor, quien extendió los brazos y Atlas fue hacia él abrazándolo.
—Siento la demora, Atlas, pero por fin, lamento hacerte esperar, Víctor.
—Valió la pena, Mary, Gracias por rescatarlo. Sé que tienes preguntas, Atlas y te diré lo que necesites saber, pero este es un secreto; todavía no le puedes decir a nadie que soy tu hermano.
—¿Por qué, que está pasando? Dijo Atlas limpiando las lágrimas de su rostro.
—Este de aquí es Marcus, él era nuestro hermano mayor y murió un día antes de que Mary tuviera ese accidente de avión, así que estamos buscando al culpable, guarda estos papeles bien, ahí está todo sobre Marcus, te contaré todo de a poco, hermanito, por ahora solo me importa que estés bien.
Yo los observaba contenta; no le diría a Víctor lo que había recordado, no todavía; tenía que encontrar el trasfondo de la mente de Cris; de todos modos a él le debía mucho.
—Sé que va a ser difícil, pero actúen como siempre. Puedes salir, Atlas, necesito hablar con tu hermano un momento.
—¿Con mi hermano? Dijo Atlas sonriendo; claro, nos vemos después.
—Víctor, necesito que me lleves a la base de tu padre.
—Estás loca, por supuesto que no; no te arriesgaré a ir a ese lugar; es peligroso.
—No te estoy pidiendo permiso, yo la encontraré e iré contigo o sin ti, pero tardará más así que…
Él me miró rascándose la cabeza y caminando por la habitación. —Mary, Mary, está bien, pero es mejor de noche y tenemos que ser muy cuidadosos. Solo nos podremos acercar, ¿no entraremos verdad?
—No. Solo quiero ver el terreno nada más. ¿Tanto miedo tienes?
—Qué pregunta. Si. le tengo terror a ese hombre, ¿sabes lo que nos hará si nos atrapa? Además, tiene soldados muy buenos, y más Giro, ese sí me da miedo, sabe usar armas de fuego y jamás falla. También la catana es muy veloz.
—Sabes, Víctor, nunca te pregunté, bueno, tal vez si tú me entiendes, porque todos los que estuvieron en ese lugar, o sea Cris, Atlas, Marcus y Mónica, entre otros que he visto. ¿Tienen unas marcas en la muñeca, pero tú no?
—Ah. Es porque yo no era parte de los experimentos de mi padre; yo era tratado como su hijo, vivía en la casa y él siempre me trató más humano que a los demás. Cuando descubrí que Marcus no se había marchado, sino que mi padre lo usaba para sus experimentos, decidí estudiar bien el lugar hasta que lo encontré y lo liberé. Le pedí que me llevara con él y así escapé. No sabía de la existencia de Atlas hasta tiempo después, sino también lo hubiera sacado.
—Entiendo, así que conoces ese lugar a la perfección, dije entrecerrando los ojos.
—No. Mary, yo no volveré ahí; el solo verlo el otro día casi me da un ataque de pánico.
—Calma, con que me hagas un mapa detallado es suficiente. Bien iluminado, nos vamos esta noche; trata que no te vean y no te asustes; no haremos nada peligroso.
—Ana, necesito que me hagas un favor. Dime. — Necesito unos lentes de visión nocturna, también que tengan visión térmica, unas armas de alto calibre, pero fáciles de transportar y que no le digas a nadie de esto.
—Como quieras, no es la primera vez que haces esto. No te preocupes, yo te cubro con Cris, ¿llevarás a alguien?
—Sí, Víctor, nos iremos a la tarde y gracias, hermana, sabía que podía contar contigo.
—De nada, pero me gustaría que se refleje en mi próximo cheque. Le sonreí. — Tenlo por seguro.
Víctor y yo nos vestimos con los trajes especiales y manejó por casi tres horas hasta que llegamos a un bosque apartado. Había montañas muy grandes y cascadas. Paramos en la carretera y escondimos el auto; luego continuamos a pie. Ya estaba obscuro, así que me puse las gafas. Víctor se transformó en lobo y me guio por la obscuridad.
Al llegar a la orilla de una catarata nos subimos a la copa de un árbol.
—Vez, ahí arriba sobre la catarata; esa puerta da al interior del laboratorio.
—¿Toda esa montaña? Dije sorprendida.
—Así es. Hasta aquí nos vamos a acercar porque tienes sensores de movimiento. No uses tus habilidades aquí; tienen algo que las detecta a más de un kilómetro. Es por eso que si no conoces bien este lugar es imposible salir, y eso sin contar a los guardias esparcidos. ¿Vez esas luces alrededor? Son pequeños drones con cámaras.
—Esto va a estar muy difícil; entiendo por qué Cris está desesperado en usar el Transmutor.
—¿Se lo darás?
—Claro que no, él está desequilibrado mentalmente; no sería capaz de usarlo con racionalidad; se necesita una mente muy fuerte para usarlo, alguien que tenga una voluntad de acero y aunque lo encontrara, no conozco a nadie capaz de usarlo en este momento.
—Tú eres muy fuerte, Mary.
—No solo se necesita fuerza física, Víctor, sino mental, y si somos honestos, en este momento mi mente no está del todo en sus cabales.
—¿Tienes razón, entonces que haremos?
—Me harás, lo que te dije, un mapa de las instalaciones y
—Pero si ya te lo hice. Oh, si no lo recuerdas, está bien; te haré otro.
—Tengo la ligera sospecha de que sé dónde está el brazalete; es posible que también tenga más información en ese lugar.
Se escuchó una alarma; Víctor y yo bajamos de inmediato del árbol y corrimos hacia la carretera. Se escuchaban pisadas de animales tras nosotros.
—Ponte la máscara. Víctor, y no te transformes; te puedes delatar. Le grité, yo me puse la mía y antes de llegar una persona nos cerró el paso. Víctor me tomó del brazo.
—Giro. Dijo Víctor. Él sacó unas espadas, yo le apunté con el arma y comenzamos a disparar. Él las esquivó como si nada, cortándolas a la mitad.
Lo distraeré y tú corres al auto. Le dije a Víctor que negaba con la cabeza. Hazlo, estaré bien.
Ahora, grité. Víctor corrió a la derecha, pero él fue tan veloz y le hizo un corte en la espalda. Víctor calló al suelo; yo lo cubrí con un campo de fuerza y lo arrojé a la carretera esperando que encontrara el auto. Él se giró hacia mí y me atacó, pero lo esquivé; le cerré el paso con los árboles y las rocas; él era demasiado veloz. Cambió de repente a dos armas de fuego y comenzó a disparar. Yo ponía escudos con las rocas y los árboles, pero las balas los traspasaban y cuando usaba mi campo de fuerza no funcionaba.
¿Qué clase de balas eran? Escuché el auto a lo lejos, así que traté de correr hacia la carretera, pero antes de llegar él me lanzó una catana traspasándome el abdomen. Dolía maldición; la catana pareció cobrar vida porque se salió sola y yo caí al suelo de rodillas; él estaba frente a mí, me paré como pude y, cuando levantó la espada para golpearme, el rayo lo golpeó a él. Se electrocutó, pero antes de que se levantara, utilicé un tornado de fuego que lo cubrió y lo lanzó con todo hacia la cascada. Aproveché para llegar al auto. Víctor me ayudó a subir y manejamos como locos.
—¿Mary, estás bien, contéstame? No podía mantenerme despierta; había perdido mucha sangre. Logré detener la hemorragia con un pequeño campo de fuerza alrededor de mi herida, pero ya no lo podía mantener.
—Estoy bien, sigue conduciendo. le dije a Víctor. ¿Tú, cómo estás?
—Bien. No te preocupes por… El coche se dio vueltas y calló en un precipicio; yo había tomado a Víctor para saltar del auto cuando perdió la conciencia.
Lo arrastré hacia un lado de la carretera entre unas rocas que formaban una pequeña cueva.
—Demonios, Víctor, por favor, no ahora, despierta. Le miré la espalda; la herida era grande y se le miraba el hueso de la columna. Yo vomité en una esquina de la cueva.
No podía con el dolor; esa espada de que estaba hecha no paraba de sangrar. ¿Estos trajes tenían un comunicador?
— Ana, ¿Me escuchas? Alguien me escucha… Maldición, maldición.
—Víctor, por favor, despierta, no me hagas esto… Víctor. Él abrió los ojos.
Gracias a Dios, puedes escucharme. Puse un campo de fuerza en la herida para detener la sangre, pero no sé cuánto tiempo más lo pueda mantener.
—Concéntrate en tu herida, Mary, yo no importo.
—Qué dices, tonto, claro que importa, aguantas, ya viene ayuda. Ana, me escuchas… Alguien… porque no responden.
— Está bien, está bien; estaremos bien.
—Sabes, me hubiera gustado que recordaras… Ni se te ocurra despedirte, Víctor, porque soy capaz de matarte yo misma cuando te recuperes, dije casi a punto de llorar. Además, si lo recuerdo bien.
—¿De verdad?
— Sí, recuerdo que somos pareja y que te amo y que me quieres y todo, así que no se te ocurra morirte aquí, me escuchas. Se me quebraba la voz, estaba temblando del dolor y de la impotencia.
—¿Víctor? … Víctor… no… No… No… Víctor.
—Respondan por favor.
—¿Mami eres tú? Sí. Sí. Sí. Hija, dile a Ana que estamos heridos; Víctor y yo que nos vengan a buscar, por favor. ¿Pero no sé dónde estamos?
— No te preocupes, mami, los trajes tienen GPS, ahora van por ti.
—Oíste Víctor ya vienen, tú aguanta, ya vienen.
No podía quedarme dormida. Tenía que mantener el campo de fuerza, pero ya no soportaba más…
—¿Mary…? Mary, dónde estás?
—Cris, ¿no sé, ayúdame, ¿no puedo mantenerme despierta más tiempo?
—Tranquila amor, ya van por ti, Julia, Ana y Adela, ¿Qué tienes, estás lastimada?
—Sí. Víctor tiene un corte de espada en la espalda y se le ve el hueso, yo tengo un corte en el abdomen y unos cuantos disparos, pero no puedo mantener más tiempo la hemorragia.
—¿qué? ¿Maldición Mary que hacías? Está bien, aguanta otro poco; ya están llegando a tu posición.
— Mary, háblame, no te duermas… Mary…
Ya no podía hablar; estaba exhausta, se me estaban serrando los ojos.
—Los encontré; aquí están. Oh. No, Mary, despierta, hay mucha sangre, rápido… Me escuchas, ya vamos a casa. Resiste.
—Ana… Víctor está…
—Él está vivo todavía, no te preocupes, vamos.
Estaba vivo, sonreí aliviada y me dejé caer.
Capítulo 12
—¿Dónde… dónde estoy?
—Mary, despertaste al fin. Calma tranquila; todavía no te has recuperado de la herida y perdiste mucha sangre.
—¿Víctor? Dije tratando de levantarme.
—No. A dónde vas, tranquila, no te levantes.
—Él está bien, recuperándose. Dijo Cris que estaba en la puerta con los brazos cruzados.
Julia, déjanos solos, por favor. Ahora Cindy, me vas a explicar en dónde estabas y qué pasó. Estaba enojado; yo suspiré y coloqué el brazo en mi rostro.
—Estábamos vigilando las instalaciones del doctor Philips y nos encontramos con uno de sus hombres, uno de sus mejores, al parecer, porque nos dio una paliza. Dije sonriendo.
Él me miraba seriamente, sin expresión en el rostro.
—¿Y por qué con él y no conmigo?
—Porque él conocía ese lugar y yo quería ir a verlo y tú no estabas… Hay quien más da con quién; tenía que recordar al enemigo. Cris, siento que tú no me dices toda la verdad y no me queda de otra que buscar por mi lado.
—Por tu lado… sí. Casi mueren los dos; ese lugar, ni yo lo conozco, Mary, ni siquiera tú. Esas instalaciones son nuevas, y viene el lindo Víctor y da con ellas como si nada. Además, te puso en peligro y me dices que… Se le quebró la voz y puso sus manos en su rostro. Casi te pierdo, Mary, no sé qué clase de arma usaron y casi mueres, y él no fue ni capaz de usar sus habilidades porque se nota que no las usó ni siquiera para defenderse.
—Lo ciento, Cris, yo solo quería saber a qué nos enfrentamos y cómo poder usar el transmutor contra ellos.
—¿Recordaste dónde está?
—Cris, no lo podemos usar. No estamos preparados mentalmente para usarlo. Tú menos que yo.
—¿Por qué dices que no lo podré usar?
—Cris, sé el odio que le tienes al profesor Philips, sé lo que le hizo a tu madre y sé lo que te hizo a ti.
Él se acercó a mí sin que lo notara y me tomó por los brazos.
—Tú no sabes nada de eso, Mary, no sabes qué se siente, así que no creas conocerme y no hables de mi madre; me oyes.
—Cris, me estás lastimando. Vez lo que te digo; esa es un arma muy poderosa; no estás mentalmente preparado para usarla, así que no te la daré ni a ti ni a nadie.
Eso lo veremos, dijo azotando la puerta al salir. No le temía ni un poco, pero me asustaban los alcances que tuviera con tal de vengarse de esa organización.
Después de pasar dos días en la clínica del internado, al igual que Víctor, Cris nos mandó a llamar al estudio.
—Bien escuchen, ya que a la maravillosa esposa mía y a su amigo les dio por ir de campamento la otra noche. Yo puse en blanco los ojos. Tienen nueva información para nosotros, así que quiero que la compartan.
Miré a Víctor, que me dio un asentamiento con la cabeza, así que dejé que él hablara.
—Yo, hace un año, me infiltré en ese lugar, dijo él. Me hice pasar por uno de ellos, así que conozco las instalaciones perfectamente y también los alrededores.
—¿Atlas? Dijo Cris desde el sillón con mirada inescrutable.
— Dice la verdad, dijo Atlas.
Suspiré aliviada.
— Entonces prosiguió Víctor. Les puedo hacer un mapa detallado del lugar, pero yo no quiero volver, dijo mirándome. Ese lugar me da pánico.
—¿Pero expusiste a mi esposa el otro día, verdad?
—No fue culpa de él, yo lo obligué. Le dije a Cris seriamente. Él me miró entrecerrando los ojos.
—Bien. Haz el mapa digitalmente con cada entrada y salida sin omitir ningún detalle y se lo muestras a Ana; ella es la experta en estrategia, y nadie vuelve a actuar solo me escucharon. Somos un equipo, casi perdemos a dos y no voy a perder a nadie más.
— Mami, ya escuchaste a papi; no te vuelvas a ir sola, me asusté mucho.
—Lo siento, cariño, no va a pasar de nuevo. ¿Me lo prometes? Claro que sí, mi niña, dijo Cris rodeándome con los brazos y sonriendo. Mami no va a volver a salir sin nuestro permiso de aquí, está enfermiza y tenemos que cuidarla, ¿verdad, cariño? Lo fulminé con la mirada, pero sonreí a Melissa, así, hija, te lo prometo.
—Maldito, ¿qué pretende, está tonto o qué le pasa? Mira qué usar a la niña para obligarte a estar aquí sin salir. Es un patán de lo peor.
—Cálmate, Víctor, está desesperado; sabe que tengo esa cosa y la quiere; solo me quiere desesperar para que se la entregue. Pero sí. eso estuvo mal, sabe que en frente de ella soy incapaz de discutir.
—Mary, lo que me dijiste cuando… Bueno.
—Víctor sí. Lo recordé, pero no es lo que siento, perdón; no siento ese sentimiento de amor que dices y sé que teníamos. Ahora me preocupo más en salvar nuestros traseros, y que Cris no se vuelva loco y nos arrastre a todos en esa locura.
—¿Por qué no prácticas, Mary? Practica la concentración y entrena tu mente, así podrás usar esa cosa.
—No es una mala idea, con tratar no pierdo nada, además, si ya me van a encerrar aquí, tengo que mantenerme ocupada. Por cierto, que bueno que le habíamos dicho la verdad a Atlas; te imaginas si Cris hubiera sabido que le mentiste; te echa de este lugar en ese momento.
—O me elimina pensando que soy un espía.
—¿Un espía?
—¿Mary pasa algo?
Yo le extendí la palma de la mano. Estaba recordando un momento. Marcus y yo corriendo en el bosque, escapando de alguien; él delante de mí, yo lo seguía; nos movimos en sincronía y caímos en un precipicio, pero él logró sujetarme; luego alguien lo tomó del cuello.
—Hazlo, cariño, es tu turno. Me dijo Cris; yo negaba con la cabeza.
— Tienes que hacerlo; él es el poder que alimenta el transmutor; si no solo es un brazalete cualquiera, hazlo.
—Hazlo, Mary, confió en ti, no te preocupes, ellos estarán bien, cuídalos.
—¿De qué habla este hombre, Mary? ¿Acaso se conocen? Entonces Marcus serró los ojos y yo lo… Tenía el brazalete puesto y lo usé. Marcus…
— Bien hecho, Mary, ahora dámelo. Yo miré a Cris, no. Grité y corrí; llegué a la casa y Cris estaba discutiendo conmigo.
—¿Por qué maldición, porque tenías que hacerlo, Cris?
—Él se ofreció; no teníamos de otra; él era su hijo el más poderoso; él y el brazalete estaban conectados; ahora los tenemos a ambos en uno solo. Dámelo, Mary.
—No. No te lo daré, ya lo escondí y no lo vas a encontrar.
— Demonios, Cindy. Dámelo ahora. NO.
— ¿A dónde crees que vas?
— Suéltame. Necesito pensar las cosas ahora, no quiero estar aquí; me iré a casa. Salí de la propiedad y saqué el brazalete de mi bolsillo. Deseé estar en casa de mi abuela y en un instante estaba ahí. Tomé el brazalete y lo escondí en… con que ahí estaba. Me dirigí al prado a pensar en todo y Cris estaba ahí frente a mí. Discutimos y yo usé mi fuego contra él, pero su escudo fue más fuerte y me encerró, explotando dentro conmigo. Cris me dejó en el hospital y les dijo que yo había sido una víctima del avión que acababa de caer y se marchó dejándome ahí sola.
Yo caí al suelo, respirando con dificultad y grité fuerte.
—¿Mary, qué pasa, me dijeron todos al escucharme? Yo no solo veía a mi familia alrededor, a todos mis amigos, a las personas que habían confiado en mí para protegerlas.
Todo estaba claro; ahora todos los recuerdos volvían uno a uno como ráfagas. Sentí que alguien me ponía la mano en la espalda; era Ana.
—¿Mary, qué tienes?
—lo recordé, lo recordé todo, Ana, y no me gusta lo que vi. Lo lamento tanto, Víctor, Atlas. Lo lamento.
—¿De qué hablas, que lamentas? Miré fijamente a Víctor. NO. No fuiste tú. Dime que no. Yo asentí con la cabeza. Él golpeó con el puño el suelo y se transformó en águila para salir volando.
— Muy bien, todos regresen a sus cosas. Aquí no hay nada que ver, que no hayan visto antes. Ven, Mary, vamos a que te recuestes.
Capítulo 13
Me encontraba abrumada por todo, por lo que sentía. No quería ver a la cara a Víctor ni a Atlas. Entendía que Marcus había dado su vida para que yo acabara con la organización de su padre, pero no me podía dejar de sentirme culpable, y, Cris, él me había lastimado y me había abandonado en ese lugar. Desde un principio lo sabía y…
—Ana me llamó y me dijo lo que había pasado. ¿Bas a querer que te cuente como estuvieron las cosas o me vas a seguir mirando con esa cara de odio?
Dijo Cris desde la entrada de la habitación. Yo lo seguí con la mirada hasta que tomó asiento frente a mí.
—Un par de días antes de que todo pasara, un tal Marcus me contactó y me dijo que era hijo del doctor; me dijo que te había entregado un aparato muy poderoso para derrotar a la organización, pero que acababa de descubrir que no servía de nada, ya que él era quien contenía en su interior el activador del transmutor. Yo sabía de qué se trataba, ya que yo también lo buscaba; lo que no sabía era cómo era ni qué era, así que me dijo que tú serías incapaz de sacrificar a alguien para ese propósito. Es por eso que fingí que lo estaba cazando y utilicé mi poder mental para que tú unieras ese aparato con él, en la persecución del bosque. No sabía que se trataba del brazalete que tenías; pensé que era otra cosa, hí lo supe.
No sabía que tanto conocías a ese tipo, por eso me frustré y enojé contigo. Hace un año, que estabas extraña y me habías dicho que querías separarte de mí, yo… cuando te marchaste después de la discusión, me di cuenta de que el doctor había mandado a hombres tras de ti y sabía que habías ido a casa de donde tu abuela, ahí ibas cuando te enojabas y habías estado viviendo un tiempo en ese lugar, le pedí a Tomás que me transportará a ese lugar y no te encontré, así que te busqué en el prado, pero no me quisiste escuchar, te enojaste y me estabas atacando yo solo me defendí, cuando te encerré en el campo de fuerza hubo una explosión, nos estaban persiguiendo y había escuchado que justo había habido un accidente de avión ese día cerca de ese lugar, así que te llevé al hospital y te dejé ahí para que te atendieras. Tomás y yo distrajimos a las personas que nos seguían para que no te encontraran y regresamos aquí. Luego tu padre me habló y cuando supe que habías perdido la memoria me preocupé, pero al mismo tiempo estaba feliz. Hace tiempo no me sonreías, no hablábamos tranquilos, no estábamos juntos y pensé que podíamos ser una familia de nuevo, pero todo se complicó. El doctor nos encontró; sabía quién éramos y que escondíamos a los chicos en este lugar, a todos, no solo a Atlas y Mónica, sino también me encontró a mí. No sabía cuánta era su información, estaba aterrado y era mejor que recordaras en donde escondiste el brazalete porque cada día tengo temor que nos encuentre, Mary y tú. No sé qué pasó por tu mente. No sé en qué estabas metida, pero para mí todo es confuso también.
Yo lo miré detenidamente.
—Sé que dudas de mí, pero si quieres, pregúntale a Tomás o a Ana; ellos saben bien que digo la verdad. Lo que me aleja de ti son las ganas que tengo de deshacerme de ese lugar, y tú has intentado que cambie de parecer que huyamos, pero yo ya no quiero esconderme; quiero que salgamos a las calles tranquilas y que los niños crezcan rodeados de las personas de ahí afuera sin que les teman.
—¿Por qué no querías que Atlas sepa de su origen? Fue lo único que pregunté. Él levantó la vista y me miró preocupado.
— No quiero que él se destruya el alma, no quiero que tenga del mismo rencor que yo siento. Mary, Atlas es hijo de mi madre. Atlas es mi medio hermano, y si se entera de lo que ese hombre le hizo a nuestra madre… Si se entera de que tiene la misma sangre que ese animal, es posible que vaya tras él sin pensarlo. Tú lo conoces, sabes cómo es.
Estaba sorprendida, analizaba cada palabra de Cris; era cierto que conocía a Atlas y eso podía pasar. Todo iba tomando forma, su frustración, la insistencia de ese aparato, el sacrificio de Marcus, su actitud hacia mí.
Sí, Cris, comprendo, pero mantengo mi palabra: no estamos listos para usar ese aparato; calma tu ira y tu mente; si creo que puedes demostrar estabilidad mental, lo consideraré.
—Mary, no hay tiempo. Nos pisan los talones.
— Pues consíguelo. Ninguno de los dos está preparado para esto todavía, Cris; él posee muchas armas que nos harían daño y no expondré a los niños a una batalla en la que podamos perder. Preparémonos bien y te daré el brazalete, Cris. Yo lo utilicé ese día y créeme las cosas que pasaron por mi mente, no es fácil controlarlo.
Él me miró y asintió, dándose la vuelta para retirarse.
—¿Quería hacerte una pregunta, Mary? Víctor, ¿es el hombre por el que me pediste el divorcio? Lo observé de repente.
—No lo sé, solo te puedo decir que ya lo conocía desde antes y él es una buena persona, pero no lo sé, no tengo ningún sentimiento por el que no sea de amistad, y si quieres que sea honesta, siento que te amo a ti todavía.
— Está bien, eso me basta por ahora.
Sí. Había recuperado muchos recuerdos, pero mi esencia seguía siendo la misma. Es como si se hubiera fusionado mi yo del pasado con mi yo del presente. Recordaba a Víctor, pero no lo amaba; en cambio, recordaba todo lo vivido con Cris y lo comprendía. Como decía Ana, él era bueno, pero haciendo su forma de querer solucionar las cosas me daban escalofríos. Sabía que no había actuado de la mejor manera, pero también sabía que todo era por el mismo propósito y mi error fue no haberlo involucrado en mis planes. Yo actué sola muchas veces y cometí muchos errores y ahora tengo que lidiar con sus consecuencias.
Fui por Atlas y juntos encontramos a Víctor. —Necesito hablar con ustedes dos, dije mirando a Víctor, quien me miraba con dolor.
Les conté todo. Atlas asintió con la cabeza a Víctor. Él había visto la escena en mi mente y corroboró que era cierto.
—Mi hermano es un idiota. Dijo Víctor golpeando el tronco de un árbol.
—seguramente te quería proteger; es por eso que no te contó nada; ni siquiera yo sabía que contactó a Cris para que lo ayudara. Le dije suspirando. Él tenía razón; yo jamás lo habría hecho si él me lo hubiera pedido.
—Tienes que usarlo, Mary, mi hermano se sacrificó para que tú lo usaras.
—No es fácil, Víctor, es muy poderoso, mi mente, ahora no…
—Pues práctica, entrénala, has algo; no dejes que su sacrificio esté en un cajón guardado.
Miré a Atlas y a Víctor.
—Tienes razón, lo haré, por él, por ustedes dos, por todos en este lugar, por el sacrificio que han hecho para mantenerse unidos. Lo dije por Cris también y miré a Atlas, él, su hermano. ¿Me pregunto si Marcus lo había descubierto y por eso decidió involucrar a Cris al final?
—Los helicópteros no han dejado de pasar por la propiedad todo el día de hoy.
Dijo Atlas observando el cielo. Yo no miraba nada, ya que estábamos rodeados por ilusiones creadas con tecnología para simular un ambiente lindo para los niños.
—Los escucho, pero no los veo.
—Le iré a avisar a Ana para revisar las cámaras del exterior, ya, hermano, no estés triste; seguramente Marcus estará orgulloso de nosotros cuando acabemos con ese maldito hombre.
—¿No le diremos todavía que es nuestro padre, verdad? Me dijo Víctor.
Tomó asiento bajo el árbol. Yo lo miré pensativa; no sabía si decirle, pero ya basta de secretos; eso es lo que me había causado muchos problemas.
—Víctor… Cris me contó que… Atlas es su hermano. Víctor me miró abriendo los ojos tan grandes que casi se le salen… — ¿Qué, él es mi…?
—No. Él no es hijo del doctor; la madre de Cris es la misma madre de Atlas y es por eso que él no quiere que Atlas se entere de que el doctor es su padre. A la madre de Cris tu padre le hizo muchas cosas espantosas y Atlas lo sabe porque en una ocasión yo se lo conté, pero no sabía que era su madre. Lo hice para que comprendiera por qué Cris actuaba así. Lo recordé ayer. Sí tu hermano se entera, es capaz de ir a buscar a tu padre por sí solo y…
—Entiendo. Esto se está poniendo muy peligroso, Mary, yo tomaría a Atlas y me marcharía lejos de este lugar, pero ahora no… Ahora comprendo a Cris, pero también su comportamiento.
—Lo sé, pero no separarías a Atlas de su hermano y Atlas no dejaría a Mónica.
—No es solo eso, yo no quiero dejarte a ti, Mary.
—Por favor, Víctor, olvídate de eso; yo no siento lo mismo.
—No ahora, pero ya estás recordando casi todo y recordarás que me amabas y…
—Lo siento, los sentimientos no se pueden forzar, no te veo de esa manera, no te niego que si me gustas, pero como a cualquier mujer que mira a alguien atractivo.
—¿Sigues amando a tu marido?
—Así es, Víctor, amo a Cris, pero eso no significa que quiera volver con él; nosotros fundamos este lugar y es nuestro hogar, tenemos una hija y voy a ayudarlo a derrotar a tu padre para que mi hija crezca en un mundo mejor, pero también lo ayudaré a sacar ese odio y transformarlo en algo positivo, así como tú me enseñaste.
—Está bien, Mary, pero no me rendiré. Me dijo dándome un beso en la mejilla.
—Suerte, le dije sonriendo.
Capítulo 14
—¿Quieres que hable con ella?
—No. Ana, déjala tranquila, ya hablamos lo suficiente, pero si quiero que mantengas vigilado a ese Víctor, todavía no me da confianza. Mary me dijo que ya lo conocía desde antes, pero no quiero molestarla mucho con ese tema.
—¿Crees que haya cambiado de opinión acerca de ustedes?
—No lo sé, ahora está más alerta y más concentrada, lo que es bueno, pero no me dirá nada de donde lo escondió hasta que estemos preparados.
—Olvida esa manera de pensar, de actuar y ella cambiará de opinión.
—Jamás, Ana, nunca lo olvidaré; ese desgraciado tiene que pagar por lo que le hizo a mi familia; además, siento que Víctor sabe más de lo que dice, míralos como ríen.
—Desde cuando eres celoso, sabes que ella jamás te engañaría y menos en tus narices.
—Ya te dije, no desconfió de ella si no de él. Si Mary al final decide dejarme, yo lo aceptaré; sé que mi comportamiento la alejó de mí y estaría en todo su derecho, pero lo que nunca permitiría es que me dejara por alguien que tuviera que ver con ellos.
—Te estás escuchando, Cris, estás demente. Si Víctor fuera un espía, yo ya lo hubiera detectado Atlas también y muchos otros que vivimos aquí. Además, casi lo matan a él también.
—Puede que tengas razón, pero no me trago la historia que me contó, y conoce tan detalladamente esas instalaciones como para haber sido un simple guardia. Al doctor Philips no se le engaña tan fácilmente y paciente no era. No tiene estas marcas del demonio en las muñecas, así que algo me oculta Ana.
—Tu paranoia nos va a arrastrar de nuevo, Cris, ten más cuidado esta vez y no frustres a mi amiga, ya está muy aturdida por todo lo que acaba de recordar, ya sabes que jamás me agradaste, Cris, pero sé yo más que nadie que tus propósitos no son malos, es solo la forma en la que quieres hacer las cosas, dale una tregua a Mary de hacer las cosas a su manera, doblégate un poco y verás que las cosas van a ir mejor.
Cris miraba a Ana mientras se retiraba pensando en sus palabras, pero ese odio que tenía en el corazón… Cris regresó la mirada hacia el exterior, donde Mary y Víctor seguían conversando y riendo. Se echó una mano al pecho; ese sentimiento era angustia; tenía miedo de perder a la mujer que le enseñó a vivir de nuevo.
Las alarmas sonaron y todos corrieron hacia el refugio, a excepción de Cris, Mary, Víctor, Ana, Mónica, los gemelos y la pequeña Melissa. Bien, Ana, ya sabes qué hacer, le gritó Cris, llévate a Melissa, dijo Mary, pero la niña se negó esta vez. Todos se colocaron los trajes y Ana quitó el campo de visión, y la propiedad estaba rodeada de drones, helicópteros y autos con armas. Son muchos, dijo Víctor, que miraba sin aliento al profesor que salía de un auto con el megáfono en las manos.
—Bien, sé que se encuentran en este lugar; dejen que los demás chicos no se escondan en esa ilusión, den la cara, que han estado merodeando por mis terrenos y creo que hay más de ustedes en ese lugar. Cristopher, sé que eres el culpable de esto, tú y esa mujer, Cindy creo que se llama, y también te aliaste con mis hijos, ¿verdad? Los vieron junto a Marcus; ahora salgan, salgan hijos míos y les prometo que no lastimaré a sus amigos.
—¿Hijos, porque sigue hablando de hijos? Se repetía Atlas, mirando a Cris.
—Bien, como quieran, saben que las armas que poseo son increíbles y pueden dañarlos por más habilidades de curación que posean. Marcus, tú eres razonable, sal de ahí y hablemos, entrégame lo que me robaste y estaremos en paz. No lastimaré a tus hermanos, aunque Víctor me tienes decepcionado; a ti te críe bien en casa con todas las comodidades y me traicionaste, eso no se le hace a un padre amoroso.
—¿De qué mierda está hablando él, Víctor, di algo?
Mary y Víctor se miraban con horror. Luego Cris fue tras Víctor y lo tomó del cuello.
—¿Así que eres su hijo maldito, mentiroso, nos engañaste?
—Suéltame, yo no los engañé, Mary lo sabía y yo fui quien ayudó a Marcus y a otros a escapar. No soy un traidor, no con ustedes.
—Suéltalo, Cris, él dice la verdad, además ahora no es el momento; te contaremos más adelante.
—¿Esperen, si él es tu padre y de Marcus, eso significa que yo? Dijo Atlas y vomitó en el suelo. Víctor fue con él, pero Cris lo apartó.
—Por favor, dijo Tomás, la pelea es con ellos, no entre nosotros. Después aclaran lo que tengan que aclarar; concéntrense.
—Bien como no quieren salir, dijo el profesor. Atacaré con todo. Los soldados comenzaron a disparar al campo de fuerza. Cris calló al suelo, sosteniéndose la cabeza. ¿Cris estás Bien? dijo Mary. No podré mantener el campo demasiado tiempo. Bien, todos los que posean poder de telekinesis ayudan a formar un capo de fuerza. Ana, me escuchas, refuerza las defensas al máximo y quiero que quites la ilusión. Cris, deja que nos mire. Dijo Mary. Estás loca; no los voy a exponer a todos. No pienses en eso ahora, Cris; haz lo que te digo. Solo hazlo, maldita sea. Cris Gritó a Ana por el comunicador. Cris quitó la ilusión y todos estaban frente a frente con el doctor.
—Alto al fuego. Gritó Él levantando la mano. Entonces ustedes son los responsables de que yo… ¿Y dónde está Marcus? Dijo buscándolo. Mary se puso frente a él en el borde del campo de protección. Él ya no existe, le dijo a la cara. Está muy bien oculto de ti en un artefacto que yo poseo. El profesor sonrió maliciosamente y miró tras ella. Mira, niño, cómo has crecido; tú debes ser Christopher o quieres que te diga número 0546. Cris casi se abalanza contra él, pero Mary lo detuvo con la mano. No pierdas el control: eso es lo que busca Cris. Me costaste mucho, Cristopher; por tu culpa y la de ella mi laboratorio anterior sufrió muchas… Pero no importa; ahora, lo mejore ahora es increíble y ahí los conoceré a todos ustedes…
¿Linda 0798, cómo estás? Mónica se escondió tras Atlas, que miraba al profesor como si quisiera decapitarlo. Y mira qué niñita más bella, dijo dirigiéndose a Melissa. Hay, ya me aburrí, dijo Melisa y levantó las manos, haciendo que algunos de los soldados quedaran enredados en la copa de los árboles. Mónica hizo lo mismo y los autos se elevaron para caer al otro lado. Giro. Se colocó frente al profesor para protegerlo cuando varias armas se dispararon hacia él. Cris y yo nos miramos y un viento helado golpeó los drones y un helicóptero recogió al profesor y se lo llevó. Esto fue maravilloso, chicos; ahora ya saben en dónde encontrarme, dijo mientras se alejaba. Todo pasó tan rápido que todos se miraban sorprendidos por lo que acababa de pasar.
Entramos todos tras Cris que arrastraba a Víctor al despacho. —Quiero que todos se vayan y me dejen a solas con él y mi esposa ahora. Estaba furioso; yo le di a Melissa a Ana y le dije a Atlas que luego hablaría con él.
—Cris, cálmate, dije, ayudando a Víctor a ponerse de pie.
—Bien. Ya me puedes decir desde cuando los sabías.
—Desde que estuve investigando el paradero de la familia de Atlas, descubrí que tenía un hermano, Marcus, que lo había estado buscando; después él me presentó a Víctor y es así como nos conocimos hace más de un año.
—¿Un año, y no me lo contaste?
—Tú te oponías a que investigara todo acerca de Atlas; no te lo podía decir; además, te comenzaste a obsesionar con el transmutor y a decir todas esas cosas y…
Cris caminaba por la habitación sin decir nada hasta que golpeó una lámpara y la tiró al suelo; luego tomó a Víctor de la camisa.
—¿Y tú no vas a decir nada?
—Suéltame, yo solo vine porque quería saber qué había pasado con mi hermano Marcus y quería encontrar a Atlas, y me quede porque quiero ayudar; odio a mi padre tanto como ustedes.
—Sí, solo por eso, ahora niégame que estás coqueteando con mi esposa en mi cara.
—No. No te lo niego; ella y yo teníamos una relación porque tú y ella se iban a separar. Estoy enamorado de Mary y sé que ella también de mí.
Cris me miró furiosa; yo negué con la cabeza. Víctor lo estaba arruinando todo.
—Así que mientras yo estaba preocupado por nuestra situación y arreglaba los desastres de nuestras vidas, tú y él se revolcaba en mis narices…
—¿Qué? No, yo jamás te he faltado el respeto, Cris, ¿yo no sé?
—Cris, mirando a Víctor a los ojos.
— ¿Ustedes han dormido juntos?
—No. Dijo Víctor. Ella te dice la verdad: jamás te ha faltado al respeto.
—Bien, entonces te voy a pedir que no hables de mi relación con mi esposa si no sabes cómo están las cosas; tengo todo el derecho de echarte de mí propiedad, pero no lo haré por Atlas porque asumo que él ya sabe que es tu hermano. Practicaremos y nos fortaleceremos como dices tú, Mary, para poder usar el Transmutor, pero escúchame, mientras estés casada conmigo y hasta que esto no acabe, este hombre te va a respetar como lo que eres mi esposa. Me escuchaste, Víctor. Yo jamás he desconfiado de ella, pero no confío en ti. Ahora sal de mi vista y explícale a Atlas la situación con tu maldito padre.
Víctor me miró apretando la mandíbula; yo solo le asentí y se marchó enojado del estudio. Miré a Cris que tomaba asiento mientras se servía un vaso con agua.
—Sabes, dijo mirando, él vaso. Hace tres años, casi cuatro, que dejé de tomar por ti, y ahora diera lo que fuera por un buen whisky. Lo miré y tomé asiento junto a él.
—Lamento todo lo que mis secretos han provocado, Cris, pero no me disculparé por lo que haya pasado con Víctor.
—Lo sé, yo también tengo la culpa; dejé que mi odio los arrastrara a ustedes también, pero no lo puedo evitar, Mary.
—Lo sé, pero porque no tratamos de convertirlo en algo positivo, eso me ayuda a mí a controlarme. Le dije tomando su mano.
—¿Tú… tú me perdonas, Mary, estarás conmigo como antes, como al principio?
—Cris, yo… no te prometo si será como antes, pero sí que estaré a tu lado apoyándote así como tú lo has hecho conmigo, y perdonarte, no hay nada que perdonar. También yo me equivoqué y arrastre a otras personas en nuestros problemas y créeme que me arrepiento y ahora tengo que arreglarlo. Él me sonrió y yo lo miré más tranquila. La puerta se abrió un poco y Melissa asomó la cabecita con temor.
—¿Papi, mami, ya no están enojados? Nos miramos y reímos.
—No. Amor, pasa, discúlpame, es que lo que pasó me alteró, pero no estamos enojados; tu mamá y yo ya somos amigos de nuevo. Ellas corrieron a abrasarnos.
— A ver, no les creo, dense un beso. Miré a Cris que me puso las manos en la mejilla y me besó. Yo le correspondí.
—Vez, ya estamos contentos. Sí. Gritó melisa alegre.
—Por cierto, hija, dije mirándola. Lo que hiciste fue imprudente y no estuvo bien; tienes que esperar instrucciones, no actúes sola, pero también fue increíble y estoy orgullosa de ti; eres una niña muy fuerte. Así es. Tu madre tiene razón, pero gracias a ti logramos respirar un día más. Ahora a prepararnos para acabar con todo y para que tú y los niños de este lugar puedan ser libres.
—Y mi hermanito. Dijo Melissa señalándome. Yo miré a Cris entrecerrando los ojos.
—¿Qué hermanito, Melissa?
—¿Cómo que cuál? El que está en tu panza.
Capítulo 15
—¿De qué hablas, hija, yo no estoy esperando un bebé?
—Sí, yo escuché cuando Julia se lo dijo a mi papi.
Miré a Cris que hacía una mueca de dolor.
—Sí. Perdón, Mary, no te lo había querido decir por qué ya no importaba.
—Verás, Melissa, mamá, estaba esperando un bebé, pero recuerdas el accidente que tuvo; eso hizo que el bebé se… como lo digo. Tomé la mano de Cris y miré a Melissa con un nudo en la garganta.
—Tu hermanito ahora está en el cielo.
—¿Oh? Cometí una improndencia, ¿no, papi?
—se dice imprudencia y sí, cariño, todavía no se lo decía a tu mamá.
— Perdón, mami, lo siento, no llores.
— Está bien, amor, pero no se lo digas a los demás; no es necesario, sí.
— Sí. Mami, ya me voy y no peleen más. Los amo.
—Perdón, Mary, no quería que te sintieras culpable.
—Entiendo, perdóname también; si lo hubiera sabido antes no hubiera ido a ese lugar.
Además, no es el primer hijo que perdemos.
—¿Lo recordaste?
—Ya no te preocupes, y hay que buscar cómo reforzar las cosas aquí, ya que no podemos salir por ahora. Cris, quiero ir a la casa de mi abuela y tengo que buscar algo muy importante.
—¿Ahí, tienes el brazalete?
—No. Es información detallada del doctor. El brazalete está muy bien resguardado.
—Cris suspiró, eres más difícil que secar el mar con un popote. Está bien; saldremos por un lugar secreto y le pediremos a Tomás que nos transporte.
—Iré sola Cris, solo Tomás y yo.
—Claro que no, pudieron encontrar ese lugar, si te ven.
—Si me ven, Tomás y yo nos regresamos y listo, no nos expondremos; solo iré por eso y me regreso.
—Hay, Mary, por favor, tenemos que regresar a confiar el uno al otro; te prometo que ya no preguntaré por el brazalete y que calmaré mi mal humor, solo no me vuelvas a excluir de tus planes. Lo miré un momento.
—Maldición. Solo dile que sí, Mary, y listo; los dos son unos tercos orgullosos; si no seden el uno al otro, esto no va a parar.
—Ana, porque siempre haces esto, no aparezcas así en las sombras.
—¿Saben que creo? que si no fuera por mí ustedes ni estuvieran juntos, yo soy la que los mantengo razonables.
—Tienes razón, le dije abrasándola y por eso te aumentaré el sueldo.
—Vez maldito. Eso se hace por alguien de valor, le dijo a Cris. ¿Qué mierda estás tomando? Toma, traje un buen whisky y no me digas que no porque te escuché y tú no te hagas la santa Mary, si hace cuatro meses nos pusimos una buena… Le serré la boca y Cris no paraba de reír. Ese momento era bonito, así como en la universidad los tres, cuando apenas formábamos nuestro pequeño hogar.
Después de una noche riendo junto a Cris y Ana, y los maestros se nos unieron, había amanecido con una resaca, pero tenía que conversar con Víctor; no sabía cuál había sido su conversación con Atlas. Tal parece que le hizo muchas preguntas acerca de su padre, pero Atlas seguía negándose ser su hijo; Víctor lo comprendió y solo le dijo que no importaba; lo que importaba era que él era su hermano, y eso hizo que Atlas dejara de preguntar. Habíamos omitido el parentesco con Cris porque eso sí hubiera sido catastrófico para Atlas.
Yo sabía que tenía que ir por la información que guardaba a casa de mi abuela; el transmutor iba a mantenerse oculto hasta tener más información; Marcus me había entregado los últimos hallazgos antes de que… Pero los oculté ese mismo día, así que ni siquiera yo sabía de qué se trataba.
—Cris fue con Tomás para revisar el terreno y que no haya peligro. Le comenté a Víctor mientras hablábamos en el despacho.
—Creo que yo debería ir contigo también; no confío en que Cris no busque el brazalete mientras esté ahí.
—No creo que sea capaz de quitármelo a la fuerza, además el brazalete está oculto en otro sitio.
—Tienes que tener cuidado. Mary, tu esposo no se quedará tranquilo, estoy furioso; si no fuera por ti, ya me hubiera largado de este lugar junto con Atlas.
—Te entiendo, Víctor, el odio que le tiene Cris a tu padre equivale al temor que tú le tienes, pero no puedes irte si te encuentran…
—¿Te preocupa, Mary?
—Claro que me preocupas, bobo, al igual que cada una de las personas de este internado.
Él me miraba con esos ojos, esperando otra respuesta. Yo me sentía culpable, como decirle que en realidad lo había engañado, solo había estado coqueteando con él por el rencor que le tenía a Cris en ese momento, como decirle que me dejé llevar por cómo él me trataba y que me recordaba a Cris mientras éramos novios. No podía, no podía romperle el corazón así a Víctor, él se había arriesgado por sus hermanos y no podía. Además, sí lo quería un poco, pero no como a mi marido.
—¿En qué piensas, Mary? Me dijo acercándose a mí.
—Lo lamento, Víctor, lamento no corresponderte como te lo mereces.
—No digas nada, sé que ahora tus pensamientos están revueltos, pero ya verás, cuando se acomoden, recordarás que te enamoraste de mí. Dijo mientras me abrazaba. Yo me sentía la mujer más mala del mundo; él se había ilusionado a tal grado que se hizo una película en su mente totalmente distinta a la realidad.
Cris se puso al lado de la puerta del estudio con los brazos cruzados.
—Tal parece que se me va a hacer costumbre estarte recordando cuáles son tus límites, Víctor.
Yo suspiré esperando otra pelea entre los dos, pero Víctor solo se apartó de mí, me sonrió y se colocó las manos en los bolsillos caminando hacia la salida.
—Pues tendrás que hacerlo, Christopher, porque nunca renunciaré a ella. Le dijo a la cara mientras pasaba junto a él serrando la puerta. Cris me miró levantando una ceja. Yo me encogí de hombros.
— A mí no me digas nada, ya te dije que lo arreglaré. Es mi culpa que él esté confundido.
—Pues haz algo rápido porque no creo soportar más esa carita inocente. En fin, ya revisamos y todo está bien; nos vamos en una hora hasta que Tomás recobre las energías; es un viaje largo y se agota, y más que tiene que llevar a dos, para tener solo 14 años, es increíble su capacidad de alcance.
—Pobre chico, no me gusta usarlo, pero como dices se tiene que liberar de vez en cuando y será un buen ejercicio para él. Bien, iré a prepararme, y deja de discutir con Víctor; piensa en Atlas.
—¿Él no sabe que yo…?
—Si lo sabe, pero no se lo dijo ni se lo dirá, no te preocupes por eso.
—Tal parece que lo mantenías bien informado.
—No es así, Cris, se lo tuve que decir, pero él no sabe mucho; su hermano Marcus no le contaba casi nada para no ponerlo en peligro, así que no estaba en nuestras conversaciones.
—Si. Ese hombre me pareció muy razonable cuando lo conocí; a mí tampoco me contó mucho, solo lo necesario; lástima que ya estaba condenado; hubiera sido un buen aliado.
A mí se me hizo un nudo en el estómago; Marcus era una buena persona y nunca daba un movimiento al azar; siempre tenía todo calculado.
Llegamos en un parpadear a la casa de mi abuela; todo estaba revuelto como si alguien hubiera estado buscando algo.
— Alguien entró a robar. Dijo Tomás levantando los adornos del suelo.
—No se llevaron nada de valor, dije mirando el estante con los cubiertos de plata y los cuadros.
—No importa, Mary, busca lo que vas a buscar rápido. Tomás y yo recogeremos rápido y vigilaremos; mandaré a cambiar la cerradura después.
Lo miré seria, pero fui al sótano y detrás del calentador estaba una pared falsa con una caja fuerte; no recordaba la combinación, así que la arranqué y con mi fuego derretí la manija. Dentro había un disco duro con una nota que decía, míralo tú sola; después tú sabrás si mostrarlo.
—¡Mary apresúrate! Gritó Cris desde la sala. Yo quemé la nota en mis manos y me guardé el disco en mi chamarra.
—Listo, vámonos, dije, pero Cris entrecerró los ojos y me miró.
—¿Segura que es todo, porque no volveremos en un tiempo? Me dijo mirando mi bulto en la chamarra. Yo lo pensé un momento y miré el sillón de mi abuelo y caminé hacia él y tomé asiento.
—Así es, Cris, por favor, manda a que alguien se haga cargo de cuidar esta casa; sabes que es importante para mí y que nadie la vuelva a vandalizar. Él me miró y dio un suspiro.
—Está bien, cariño; si ya es todo, Tomás, vamos a casa.
Al llegar a casa todo estaba bien; yo fui directo al despacho y Cris tras de mí, pero antes de entrar.
—Cris, tengo que ver esta información yo sola.
—No, no.
—eso me dijo Marcus; si creo que es algo que puedo compartir contigo te lo mostraré.
—Mary, no tenemos tiempo para secretos.
—Confía en mí, por favor, Cris.
—Está bien, amor, te prometí que esta vez haría las cosas mejor; confío en ti, pero no me excluyas de nuevo, te lo suplico…
—Gracias, Cris; vigila que nadie entre y luego te llamo.
Coloqué el disco duro y había muchos videos de los experimentos que hacía el doctor con los niños y adolescentes, y también lo que le había hecho a Marcus y a Atlas. Era espantoso, había videos de años anteriores y estaba la madre de Cris y… No pude seguir mirando; se me puso la piel de gallina. Había información adjunta: Marcus, al parecer, se había infiltrado y descubrió que Atlas era el único en poder usar el transmutor sin que le ocasione daños. También me pedía que no involucrara a Víctor en esto… Muy tarde pensé. Podía usarlo yo, o Cris, pero iba a ser difícil. Si Cris o Atlas miraban esto, se pondrían… ¿Que Haría? era demasiado cruel, y aquí estaba todo sobre Cris… Como sufrió lo que le hacían, se me encogió el estómago, que me obligó a vomitar en el cesto de la basura.
—¿Es fuerte verdad, pero tienes que mostrárselo a Cris?
—Maldición Ana, cómo… Deja de aparecerte en la obscuridad; me asusté… ¿Tú crees que sea lo correcto?
—Él ha luchado contigo mano a mano todo este tiempo; los dos cometieron errores al quererse proteger el uno al otro; ya es hora que se dejen de mierdas y me escuchen. Sé que es lo correcto, Mary, sabes que no me equivoco en mis intuiciones.
—Pero… es cruel.
—No es algo que tu marido no sepa, si es un golpe fuerte ya mirándolo. Dijo observando la pantalla. Pero es su madre, es su hermano; tiene el derecho de saberlo y tal vez solo tal vez logres que ese odio se convierta en algo más razonable y ahora piense mejor las cosas antes de actuar, que mire que no hay que tomarlo a la ligera…
—Tienes razón, Ana, no sé qué haría sin ti, eres nuestra conciencia… ¿Me harías un favor?
—El que tú quieras, hermana. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.
—Toma, guárdalo muy bien y no le digas a nadie en donde está, por favor.
—¿Esto es Él?
—Así es, si corremos peligro, y ves que Cris está listo, te lo dejo en tus manos o miras que Atlas, no lo sé; eso dependerá de Cris ahora.
—Lo cuidaré con mi vida, Mary, tú tranquila lo guardaré en un beso, me voy; creo que tu marido ya está inquieto por entrar.
Capítulo 16
Ana era la persona indicada para cuidar el brazalete y, ya que se movía en las sombras, nadie sospecharía que ella lo tenía. Sabía que se encontraba justo donde lo dejé, a quien se le hubiera ocurrido buscar en el viejo y roto sofá de mi abuelo.
Llamé a Víctor también junto con Cris porque sabía que también tenía que saberlo.
Los dos estaban impactados al ver la pantalla y cada video. Estuvimos tres horas en el estudio hasta analizar bien lo visto. Yo no podía con la cara de odio que Cris le lanzaba a Víctor.
—No me mires así, dijo Víctor agachando la mirada. No tenía ni idea de todo esto de lo que le había pasado a Atlas y Marcus.
—Tu padre es un animal, no. Ni siquiera un animal es un… un. Cris se puso de pie y tiró la lámpara del escritorio.
—Cris, calma, entiendo lo que sientes, pero Víctor no tiene la culpa, no te desquites con él. Marcus no quiso que te involucraras, Víctor, pero ya estás en esto; ahora hay que pensar cómo vamos a usar esta información.
—Lo más importante es que Atlas no se entere de nada de esto; lo mataría ver estas cosas y más si Mónica apareciese aquí. Yo estoy de acuerdo con Cris. Pero si Atlas es el único que puede usar el brazalete, habrá que entrenarlo bien para que esté preparado.
—No. Claro que no lo expondré a eso; el brazalete absorbió a Marcus y si Atlas lo utiliza, quién te dice que no pasará lo mismo. Ellos dos fueron hechos como armas, y no expondré a mi hermano menor a lo único que me queda de mi madre a que se sacrifique por nosotros… Aremos lo planeado, Mary o yo lo usaremos. Nosotros no tenemos lo que sea que tu padre les haya metido en el cuerpo; podremos controlarlo y sacaremos a Atlas de esto, me escucharon.
—Pues si quieres úsalo tú y sacrifícate por tu escuelita, pero no dejaré que Mary muera por tu culpa, idiota.
—Basta a los dos, nadie va a morir, si ahora se complica más el uso del transmutador, pero… ya dejen de pelear. Estoy de acuerdo con Cris; no expondremos a Atlas, él es muy joven todavía y tampoco no nos expondremos nosotros; habrá que estudiar más el aparato con la información que tengo en casa de mi padre.
—Mary, cariño, trae el brazalete para estudiarlo y veremos como…
—Eso es lo que quieres, verdad, solo por eso finges; cuando nos demos la vuelta tú lo robas y vas tras mi padre y su organización.
—De qué hablas, no haría tal cosa sabiendo ahora lo que sé. Crees que soy un crío de 15 años.
—Ya basta, por Dios, van a hacer que me dé… Cris ve a la casa de mi padre y en el cuarto de vinos tras el barril grande hay un ladrillo suelto, dentro hay un USB con la información del transmutor, tráelo y se la muestras a Ana para que la revisen juntos.
—Bien, amor, ya regreso.
—Tienes que calmarte, Víctor.
—Calmarme, ¿quién te dice que no fue Cris? ¿Quién revolvió las cosas de la casa de tu abuela en busca del brazalete o que solo está buscando la forma de quitártelo en cuanto lo encuentres?
—Por supuesto que no y… ¿Quién te dijo lo de la casa de mi abuela?
—Que, ah. Escuché a Tomás que se lo comentaba a Camila; en fin, Mary, ahora con lo que acaba de ver Cris no te parece que va a querer acelerar las cosas.
—Él no es así, Víctor.
—No es lo que me decías de él. Además, no quiero que se salga de control; sabes que llegabas llorando conmigo cuando discutían y eso no lo quiero volver a ver.
—Víctor, Cris es así y tú también tienes un temperamento fuerte.
—A mí no me compares con él. Yo jamás te pondría un dedo encima.
—¿De qué hablas, Cris, jamás me ha golpeado? Esa vez cuando discutían, el golpe era para ti.
—¿No lo recuerdas, Mary? Yo miré a Víctor confundido…
—No, te equivocas; él sería incapaz.
—Creo que no has recuperado del todo tus recuerdos, no creas que te ibas a divorciar de él solo por haber discutido. Dijo acariciándome el rostro antes de marcharse. Yo me quedé pensando, ¿Cris nunca me ha… o sí? Me estaba doliendo la cabeza, estaba confundida.
—¿Tienes algo, Mary? Miré a Ana a la cara.
—¿Ana por casualidad sabes si… ¿Si Cris me ha golpeado mientras discutíamos?
—De qué hablas, Cris podrá ser un idiota insufrible, pero jamás te ha puesto una mano encima a menos que sea entrenando y aun así tú has sido quien le ha dado una paliza a él. Así que el maltratado sería él en todo caso. Yo reí, serás… No me hagas caso. Todavía tengo la mente revuelta.
—Bien, ya tengo en mis manos la USB, la miramos todos o…
—No. Yo ya la vi; solo quiero que la analices bien junto a Cris.
—No me gusta que me confundan, Víctor. Le dije mientras caminábamos al comedor. Él se paró en seco y me miró.
— No he dicho nada que no sea cierto; si quieres, pregúntale a tu hija. Ella sabe mejor que yo lo que pasó.
—Melissa, ven amor, te puedo hacer una pregunta, pero no te asustes, sí. Es que quiero saber que tan fuerte soy.
—Bien, mami, pregúntame; yo sé.
—¿De… casualidad tu papi y yo hemos peleado fuera del campo de entrenamiento? Como bromeando o…
—Bueno… una vez tú…
—dime, cariño, no me voy a enojar, solo quiero saber.
—Es que Papi me dijo que no te lo recordara porque así era mejor para ti.
—¿Ah sí? Eso te dijo. Dímelo, te prometo que no le diré que tú me contaste.
—Está bien, tú y él estaban peleando por un señor que te llamaba y mi papá se enojó y te lanzó contra el árbol que está por la fuente. Yo corrí para regañarlo, pero él me lastimó sin querer. Luego me contaron que solo entrenaban, pero tú estabas llorando y nunca lo creí y me prometiste que jamás volvería a pasar.
—¿Te lastimó?
—Si. Aquí en el hombro tengo una herida; no se me curó, todavía se mira la cicatriz. La verdad, mami, es que antes peleaban mucho y no me gusta verlos enojados; es por eso que papi dijo que ahora que no lo recordabas íbamos a ser una familia como al comienzo. Sé que se iban a separar y que nos íbamos a vivir a casa del abuelo, y aunque yo amo a mi papá, era mejor que verlos pelear todos los días.
—Amor, perdón, yo no… No lo recordaba, y no te preocupes, ahora nosotros estamos bien, no te… Te prometo que todo está bien ahora.
—Eso espero, mami, porque ustedes me tratan como una niña débil, pero yo soy fuerte y me entero de cosas y no quiero verte llorar de nuevo. Si Papi te hace llorar mucho, prefiero que nos vayamos con el abuelo.
—Ve, tienes clases, todo va a estar bien ahora, hija.
Las palabras de Melissa me confundieron más; no era posible, no sonaba como Cris; él jamás lastimaría a propósito a Melissa, la adoraba tanto como yo. Tenía que haber algo detrás de esto.
Todos nos reunimos en una junta que organizó Cris, para hablar del tema y de las capacidades del transmutor y de cómo nos podía ayudar si lográbamos dominarlo. También habló de cada detalle que descubrieron con Ana. Nos mostraron un esquema detallado de las instalaciones del doctor y cada una de las entradas y salidas, todas vigiladas, por supuesto, pero era una gran ventaja conocerlas. Mientras hablaban Cris y Ana, yo no dejaba de abrazar fuerte a Melissa, y todo lo que me había contado pasó por mi mente y no me di cuenta de que Cris ponía cara pensativa mientras lo miraba… También Víctor me observaba sutilmente.
—Entiendo. Dijo Atlas mientras abrasaba a Mónica. Por ahora no podemos entrar y ese hombre nos está esperando con todo, pero no entiendo ¿él espera que vayamos por él, que, piensa que iremos voluntariamente a ese lugar o qué?
—Es posible, dijo Cris. Todavía hay chicos ahí y cree que también los rescataremos y esperará que váyanos por ellos para atacar.
—Es un maldito infeliz, no podemos dejar a esos chicos ahí. Cris, ese ha sido nuestro deber salvarlos. Es posible que Mary nos dé el transmutador para así tenerlo en nuestro poder y…
—No, Atlas, Mary tiene razón. Si no estamos preparados para usarlo, de nada sirve tenerlo en nuestro poder por ahora, y admito que sería una tentación para mí tenerlo cerca; así que entiendo la posición de mi esposa ahora.
Las palabras de Cris me dejaron sin aliento. ¿De verdad estaba cambiando o era una estrategia como decía Víctor?
—Te noté muy distraída en la reunión, Mary, ¿pasa algo?
—verás, Ana. Y le conté lo que me decía Víctor y lo que me contó Melissa.
— Mierdas, puras estupideces; lo de Melissa fue un accidente y yo lo sé. No estuve ahí cuando pasó, pero ella es una niña y no sabe diferenciar las cosas. Además, Cris estuvo muy mal por lo que ocurrió, se disculpó contigo muchas veces y no se perdona el haber lastimado a su hija. Y con ese Víctor, quien se cree no te debería de confundir así, acabas de pasar por algo traumático como para que venga a confundirte más.
—¿Ana, a dónde vas?
—A hablar con ese idiota que se cree. Tu. Que te crees, no tienes el derecho de estar hablando a mi amiga de cosas que no sabes bien.
—¿Y a ti que demonios te pasa?
—Tú dime, porque confundes a Mary con acusaciones falsas.
—No le digo nada que no sea cierto, solo quiero protegerla.
—Eso no te corresponde a ti y además yo conozco a Cris más que tú y no tienes el derecho de involucrar a una niña para…
—Ya basta. ANA, Está bien, ya entendí; no tienes que hablarle así a Víctor; él solo repite lo que yo en su momento le dije. Tal vez yo me confundí y no medí lo que decía, pero él no tiene la culpa.
—¿Lo vas a defender a él? —no. No defiendo a nadie pero… Yo me metí en este embrollo y solo… Por favor, amiga, déjame salir de él a mí, sí. Gracias por estar para mí siempre y aclarar mi mente; solo no peleen ya.
—por ti lo are Mary. Pero si me doy cuenta que le estás lavando el cerebro a mi hermana, Víctor, te las verás conmigo.
—perdónala, ella siempre… Ella solo me quiere cuidar, Víctor, no lo tomes personal.
—Está bien, Mary, sé cómo es ella y lo intensa que puede ser, es solo que… Tienes razón; ya no te diré nada de tu esposo; tú sola te darás cuenta.
—Creo que es lo mejor, Víctor.
—No sabes lo apenado que estoy por todo lo que hace mi padre; yo cuando era más pequeño lo admiraba pensando que hacía un bien a personas como nosotros, y al darme cuenta de todo esto ha sido un golpe para mí, Mary.
—Víctor… No tenía idea. Lo lamento. Sabes que puedes hablarme de lo que sea. Le dije abrazándolo.
—Mary, no me dejes, por favor, tú me has enseñado a vivir; tal vez no lo recuerdes, pero gracias a ti encontré el camino; no me dejes de nuevo, te lo suplico.
—Hay, Víctor, qué más quisiera que aliviar tu dolor, pero no puedo hacer lo que quieres, estoy casada, tengo una familia y Cris.
—Él no te merece, Mary… Si tan solo… Si tan solo no hubieras perdido la memoria, ya estuviéramos lejos tú, los chicos y yo, y tal vez.
Tenía que acabar con esto ahora; aunque Víctor me odiara, tenía que acabar con esa percepción que tenía de mí.
— Víctor, la verdad es que yo no… Pero él me besó tan apasionadamente y un recuerdo breve vino a mi mente. Lo aparté y lo miré a los ojos.
—¿Mentiste… si dormimos juntos? Él sonrió.
— Lo recordaste; no quería que tuvieras problemas con Cris. Pero sí. Y fue el día más maravilloso de mi vida, Mary y te prometí que jamás te dejaría sola de nuevo.
—No. Víctor, esto no es bueno; yo no soy como tú piensas; tal vez ese día yo estaba muy mal y no lo hice.
—No. Ni se te ocurra decir que fue un error, porque no lo fue.
Yo me aparté de Víctor y corrí hacia mi habitación. No lo podía creer, ¿había sido capaz de eso? Yo no era así. Jamás engañaría a mi esposo; eso estaba en contra de mis principios. Me dolía la cabeza y la casa comenzó a temblar.
—¿Mary, amor, qué pasa? Tranquilízate, Mary…
—No puedo, Cris. No puedo… Ayúdame, ayúdame…
—Atlas, haz algo, por favor. No la puedo contener.
Me pareció ver a Atlas en mi mente susurrándome con ternura que solo era una pesadilla, que me tranquilizara y lo miró, lo que me atormentaba.
—Por favor, no se lo digas, por favor
—le dije en mis pensamientos.
— Está bien, pero tranquilízate; estás destruyendo la casa. Respiré profundo y me calmé; cada respiración me tranquilizó.
Cris miró a Atlas.
—¿Qué la alteró?
— No lo sé, no lo vi muy bien. Había niebla. Le dijo, dándome una sonrisa tranquilizadora.
—Está bien, salgan y gracias. Amor, ven, toma asiento, ¿quieres hablar de lo que pasa?
Capítulo 17
Lo miré por un rato, pero no se lo podía decir no ahora, porque tampoco estaba claro para mí. Melissa me contó lo que había pasado entre nosotros y él porque tenía esa cicatriz. La mirada de Cris cambio, se puso nublada.
— Si. Lo… lamento es que ese día estaba furioso porque creí que me habías engañado con Marcus. Claro, yo no sabía quién era, pero estabas muy misteriosa y perdí el control cuando me pediste el divorcio. Lo lamento. Le pedí a Melissa que no te dijera nada para no… Lo siento, no creas que no lo lamento a diario, y más el haberla lastimado. Jamás me lo perdonaré.
—Eso me dijo Ana, está bien, yo no estoy enojada, sabes, agradezco el esfuerzo que haces y lo que dijiste en la reunión me pareció muy sensato y maduro.
—Quiero que vuelvas a confiar en mi Mary. Lo abrasé fuerte y quise olvidarme de ese recuerdo que me alteró.
—Tiemblas, ¿de verdad estás bien?
— Si Cris, solo abrásame. Esa noche me olvidé de todo junto a Cris, junto a mi marido, al padre de mi hija, al padre de nuestros hijos; ya no quería pensar en lo que había hecho, solo comenzar de nuevo y seguir adelante.
Estaban desayunando todos.
— Veo que las cosas ya se están acomodando. Dijo Ana a Cris.
—Así es, de ahora en adelante todo estará mejor; mi esposa y yo hemos decidido olvidar y avanzar por el bien de todos, y todo es gracias a ti, Ana, gracias por ser nuestra conciencia.
—Hay favor que me hacen; además, mañana saldré a comprar nueva ropa gracias al aumento en mi cheque. Dijo sonriendo.
—Pero ten cuidado, sal por la ruta de escape, le dijo Cris. Yo miré a Víctor que estaba apretando los dientes en su lugar; me sentía tan culpable, pero él tenía que entender de una vez que lo nuestro era un error.
— No deberías de ir sola, Ana.
—No se preocupen; sé cuidarme a mí misma y nadie de la organización me conoce, así que estaré bien.
— Yo la acompañaré, dijo Víctor.
—A ti te conocen, bobo, me atraparán fácilmente. Iré transformado, no me reconocerán. Cris lo miró por un momento. Está bien, así nos sentiremos más tranquilos. ANA.
—Yo también quiero ir. Dijo Mónica y yo dijo Melissa. Camila levantó la mano.
—No. Ustedes no tienen permiso de salir. Porque no le dan una lista de lo que necesita a Ana y ella se los compra.
—Si. Buena idea, dijo Mónica.
— Bien, Atlas, Víctor y Tomás, es hora de entrenar; las chicas usarán la arena después.
—¿Y ahora seremos una familia feliz y jugaremos a la casita?
—Por favor, Víctor, no empieces, estoy haciendo lo posible para mantenernos unidos, lo que pasó entre tú y yo fue un error y tienes que aceptarlo.
—Pues no. No lo acepto, Mary, te estás equivocando de nuevo y te darás cuenta tarde o temprano.
— Por favor, Víctor, solo quiero vivir tranquila con el hombre que amo y mi hija, para de acosarme… Yo te aprecio mucho.
Él me tomó de los hombros.
—A mí es a quien amas, Mary, date cuenta. Yo lo observé, esos ojos llenos de ira; jamás lo había visto tan enojado; me había congelado los brazos literalmente. Atlas y Cris pararon el entrenamiento, y Cris como un rayo me apartó de Víctor.
—¿Qué crees que estás haciendo? Le dijo tomándolo del cuello, pero antes de que él dijera algo Atlas se puso en medio de los dos.
— Suelta a mi hermano Cris. Le dijo furioso: No es culpa de él; tienes que hablar con tu mujercita. Yo miré a Atlas sorprendida por lo que había dicho; sabía porque lo había dicho así en ese tono; me culpaba de la rivalidad entre ellos por lo que había visto en mi mente ayer.
— ¿Qué quieres decir? Le preguntó Cris. Yo negué con la cabeza asustada.
—Nada, dijo Víctor, lo lamento; fue mi culpa; solo recordaba a Marcus y me molesté sin razón; perdón, Mary.
— ¿Pero hermano…?
— Basta, Atlas, eso fue lo que pasó, gracias por defenderme. Dijo marchándose y Atlas tras él.
Cris me miró pensativo y luego dio un suspiro; yo me derretí el hielo de los brazos.
—Ya aclaré las cosas con él, Cris. Por eso se enfadó. Él asintió con la cabeza.
—Entiendo, está bien; me alegro que ya todo esté aclarado.
Ana salió temprano en la mañana a hacer sus compras. Víctor se fue detrás de ella convertido en águila para seguirla.
—Cris, Cindy, disculpen que los interrumpa, pero…
—¿Qué pasa, doña Dona?
—Sí. Es que no encontramos a varios niños, tampoco a Mariam y Juno.
—¿Qué, como es posible, ya buscaron en todos lados?
—así es, Alberto, Adela y Julia están buscando, pero ya repasamos el internado de arriba abajo.
—Cris, por favor.
—Tranquila, amor, cuando regrese Ana buscará en cada lugar; ella conoce cada rincón de este sitio. Por mientras, reuniré a todos en el salón y haremos un conteo.
Estaba muy asustada. Que desaparecieran así los niños y algunos adolescentes no era normal; de los adolescentes se podía esperar, pero de los niños no.
— ¿Qué pasó, Cris, los encontraron? NO. Tomás recorrió cada rincón y Atlas los buscó con su mente, pero… si ni él los encontró ni Mónica, significa que… no están aquí.
— ¿Cuántos faltan, Cris?
— 20 niños de 8 a 11 años y Mariam y Juno de 18.
— ¿Crees que se los llevaron?
— Es posible, pero no entiendo cómo, no percibí que hayan entrado; es imposible, dice doña Dona, que no estaban en la mañana antes del desayuno; es probable que hayan desaparecido en la madrugada o a altas horas de la noche. Mi corazón se detuvo de repente.
— Cris, no he visto a Melissa en todo el día.
— Calma, amor, no te alteres; está en su dormitorio no se sentía bien; creo que tiene un resfriado. Corrí a su habitación y efectivamente, ahí estaba dormidita en su cama…
—Hay, Cris, qué susto.
—Ves, está bien, hay que dejarla dormir.
Me encontraba con Cris estaba muy nerviosa pensando en lo que estaba pasando cuando Víctor entró en la habitación, todo lastimado y con cortes en su piel. Me cambió el color de la cara y de repente estaba mareada.
—¿Víctor, qué te pasó y Ana?
—yo la vigilaba de lejos. Nos contaba mientras nos guiaba a los túneles. Pero Giro la atacó mientras regresábamos. Yo bajé para ayudarla, pero… Lo lamento; no pude hacer nada. Él es muy fuerte, Mary.
—¿Qué… que quieres decir con nada, Víctor? Cuando llegamos a la entrada del túnel, Ana estaba sobre un charco de sangre con varios cortes en su cuerpo. Yo la miraba y de repente vomité.
—Mary, no mires más, Víctor ve a que te curen y llévatela; yo me encargaré de Ana. Víctor decía algo mientras me llevaba adentro, pero no lo podía oír. Había un zumbido en mis oídos, no podía escuchar nada y de repente él calló al suelo inconsciente. Desperté de mi estupor y lo cargué hasta la enfermería donde lo atendieron. Cris entró después con Ana en los brazos.
—¿Va a estar bien? Le pregunté a Cris mientras la colocaba en una camilla. Él me miró triste, negando con la cabeza. Yo me acerqué a Ana y Cris quiso detenerme, pero yo me negué. Estaba muerta, mi hermana, mi mejor amiga, estaba muerta. Yo reí sutilmente. —Lo único que quería era ir de compras. Dije en voz baja, y yo debí de acompañarla…
—Mary, ven, dejemos que Adela y Julia la… Ven, vamos. Estábamos en el estudio; yo no paraba de pensar en lo que estaba pasando. Cris entró con Víctor ya recuperado, pero aun con el cuerpo lleno de cortes. Él me miró triste.
—Lo siento, Mary, sé lo que significaba ella para ti. Está bien, me alegro de que no te haya pasado nada. Víctor, sé lo fuerte que es Giro; era imposible que lo detuvieran ustedes dos. ¿Te contó, Cris, que desaparecieron varios niños y adultos?
— Sí. Me lo acaba de decir, pero no vimos nada cuando salimos en la mañana en los túneles.
— Está bien, le dije secándome las lágrimas y poniéndome de pie. Lo observé y lo abrasé y sus heridas sanaron completamente.
—¿Cómo lo has hecho?
—recordé cómo dominar algunos de mis dones, así que… y rompí en llanto, un llanto tan desgarrador… Víctor me abrasó muy fuerte, Cris no dijo nada y nos dejó ahí solos un momento.
— Está bien, Mary, desahógate, no dejes nada dentro.
— Qué bueno que Ana escondió el brazalete, Víctor, porque estoy tan enojada que hubiera ido por él en este momento.
— ¿Espera, ella lo tenía? Sí, se lo di en cuanto vine de la casa de mi abuela, sabía que iba a estar seguro con ella. Lo buscaré después; ahora solo quiero despedirme de ella.
— Sí. Tienes razón: eso no importa por ahora.
Cris regresó después, Ana ya estaba preparada y todos le dimos una despedida hermosa. Melissa estaba dormida; no quisimos despertarla; era mejor así, ella la amaba demasiado. Era su tía. Después de sepultarla bajo el árbol donde se la pasaba fumando, no hubo tiempo de más duelo; teníamos que pensar en un plan. Nos estaban casando y ya habían desaparecido varias personas, y lo de Ana y Víctor no era coincidencia.
—hijo de puta, cuando lo tenga en frente le voy a arrancar la cabeza. Dijo Atlas golpeando un taburete.
—de que hablas, ni se te ocurra acercarte a Giro, estas loco. Le dijo Cris mientras tomaba asiento.
—tu no eres mi padre, no me dirás que hacer.
—pero yo sí. Así que toma asiento y cállate. Le dijo Víctor. Giro es demasiado fuerte es el mejor hombre que tiene mi padre. sin el transmutor no le aremos ni cosquillas.
—la única que se le puede medir es Mary. Dijo Mónica.
—es posible, sentí que puedo con él, pero tiene esas espadas y esas armas, pueden traspasar mis escudos, eso me pone en desventaja, soy rápida pero no como Cris. Si nos uniéramos todos los de esta habitación seria posible acabar con él.
—si. Pero Giro no seria tan estúpido para enfrentarse a todos nosotros, créanme lo conozco muy bien y todavía no averiguo si tiene algún punto débil.
—estupendo, entonces que hacemos, nos quedamos esperando que nos extermine uno por uno, Mary ya danos el maldito aparato ese y acabemos con esto.
—Oh. Bueno… veras Atlas, se lo entregué a Ana para que lo escondiera y no sé dónde está.
—Cuándo hiciste eso Mary. Dijo Cris poniéndose de pie.
—el día que regresamos de donde mi abuela.
—genial, lo que nos faltaba y no le pudiste preguntar donde lo iba a esconder.
—no. Atlas no estaba pensando en eso, era un momento muy tenso, además es mejor así yo conozco bien a mi amiga y se dónde podría haberlo puesto, además ella me conoce se que talvez tenia un plan en caso de que algo le pasara, de todos modos de nada serviría ahora, no lo podemos usar.
—esto es una mierda dijo Atlas tomando a Mónica y marchándose. Cuando a los adultos responsables de esta habitación se les ocurra algo para que no nos maten, me buscan en mi habitación estaré resguardando a mi novia. Te recomiendo Tomás que hagas lo mismo con tu hermana, si no es posible que las estúpidas decisiones de ellos la maten también.
—Atlas por favor. Dije suspirando.
—Atlas tiene razón Mary, tengo que cuidar a Camila, estaremos en nuestra habitación. —No te sientas mal cariño. Son unos niños y están asustados, es normal que actúen así.
—Es exactamente lo que me pone mal; se supone que este lugar era para que se sintieran felices y contentos, no una prisión en la cual resguardarse.
—Si nos hubiéramos ido cuando lo teníamos planeado, nada de esto hubiera pasado, Mary.
—¿Tú qué dices? Ella jamás se hubiera marchado dejando a los niños en este lugar.
—De verdad, ya no lo soporto, sus peleas y esto es suficiente para mí. Acabo de enterrar a mi mejor amiga; mis niños no están seguros en este lugar y ustedes dos… Ya estoy cansada, saben que… pueden matarse entre ustedes, ya me da igual.
Les dije y me fui del estudio. Caminaba por el pasillo recordando a Ana y lo que pasamos juntas, hasta que llegué a una estatua en la esquina de la pared del corredor. A ella le encantaba. Decía que si tuviera un novio, sería igual a la estatua, por su rostro tan sereno y sus músculos. Reí al solo acordarme de la vez que le dio un beso y la lengua se desprendió y la pegué con goma de mascar y… ´´lo guardaré en un beso´´. Eso me dijo ese día. Metí la mano en la boca de la estatua y cuando quité su lengua, ahí estaba. El brazalete lo dejé en ese lugar y me aseguré que nadie estuviera mirando. Gracias, Ana, no fue tan difícil.
—Víctor, ¿qué haces con Melissa fuera de la cama? Está resfriada, ven, amor, hay que acostarte.
—Sabes, Mary, he hecho todo lo posible para que me aceptes, y para que recuerdes lo nuestro, pero ya me cansé.
—¿De qué hablas, Víctor? Dame a mi hija; está enferma.
—¿Qué está pasando aquí, tú, porque sacaste a la niña de la cama, Mary, qué está pasando?
—¿No lo sé Cris? Víctor, por favor, dame a mi hija y hablemos. ¿No entiendo a qué te refieres?
—¿No entiendes, te explico? Estuve a punto de tenerte, Mary, yo solo tenía que venir por mi hermano, pero tú… Tenías que volver a confiar en Cris, y al fin te había hecho dudar, pero esa perra de Ana… No quería, te lo juro, que no quería deshacerme de ella, pero me descubrió; supo que yo había matado a esos niños y a las dos mujeres, así que me tenía que deshacer de ella.
—Tú… tú no, Víctor, tú no.
—No te preocupes, amor, mi padre te borrará la memoria y tú me amarás de nuevo, así que ven conmigo, salgamos de aquí.
—¿Hermano, cómo haz…? Yo confiaba en ti.
—Atlas, entiende, yo no soy como ustedes, mi padre tiene una visión del futuro, ahora no lo entiendes, pero pronto, ahora ven, ya nos vamos.
—No. Estás loco, yo no me iré contigo; ese maldito no es mi padre.
—Maldición Víctor deja a mi hija y pelea como hombre cobarde.
—¿Cobarde yo? Cobarde tú que no le has contado a Atlas toda la verdad.
—Cállate idiota.
—Sabes, Atlas, él también es tu hermano; eres hijo de su madre, y nunca pensaba en decírtelo.
—Eres un maldito, Víctor, yo trato de protegerlo, tú lo quieres destruir.
—Y tú quieres sacrificar a Mary teniendo la solución a todos tus problemas en las manos.
—Mami, papi, qué está pasando, tengo sueño. Oye, tú bájame ya.
—No te esfuerces en usar tus poderes, niñita, este collar que te puse bloquea tus habilidades; es un prototipo, pero funciona muy bien. Ahora, Mary, dejémonos de cosas, ven conmigo o le parto el cuello a tu hija.
—No. No espera si iré contigo, pero déjala ir, por favor.
—No me engañarás; crees que no sé lo fuerte que eres; ahora ven y no le haré daño. O si no…
—No… Espera; está bien.
—Mary no…
—está bien, Cris, estaremos bien. Le dije a Cris abrasándolo.
—Está en la boca de la estatua. Le susurré al oído. Fui hacia donde estaba Víctor, quien sujetaba a Melissa con fuerza. Él me colocó el mismo collar y me dio a la niña. Tomándonos de los brazos, tenía un brazalete en la muñeca.
— No es el original. Dijo. Sonriendo, pero absorbió muchas habilidades de los niños, así que funcionará. Yo miré a Cris por última vez, pero antes que Víctor nos transportara lance a Melissa y él la tomó en sus brazos y sonreí mientras desaparecíamos de mi hogar…
Capítulo 18
Todos en el estudio se preguntaban: ¿qué acaba de pasar, cómo habían dejado pasar lo de Víctor? Atlas no estaba en sus cabales; Mónica trataba de tranquilizarlo, los gemelos y Melissa lloraban y Cris miraba por la ventana al lugar preciso donde Víctor había desaparecido con su esposa.
—Hay que tranquilizarnos. Dijo Cris tomando asiento. Esto es más de lo que podemos soportar de una sola vez.
— ¿Por qué no me contaste toda la verdad? Le reclamó Atlas a Cris.
—Atlas, ahora no, dijo Mónica, Cris… Se acaban de llevar a Mary.
— No te lo dije, porque no quería lastimarte. Atlas, ya era suficiente con que supieras que ese hombre te había engendrado; no quería que sintieras lo mismo que yo al saber lo que le había hecho a nuestra madre. Atlas se calmó y lo miró fijamente.
—Yo ya lo sabía. Cris, Mary, me lo contó hace un año; es obvio que no sabía nada, pero tienes razón: esto que siento no… Ese hombre tiene a Mary ahora y le hará lo mismo que a nuestra madre Cris: la va a torturar hasta la muerte. Cris levantó la vista hacia Atlas con los ojos empapados de dolor.
—Atlas, nuestra madre no está muerta, ella sigue prisionera y él la sigue torturando. Atlas calló en el sillón mirando fijamente a Cris. Mónica lo abrazó y Atlas dio un grito. —Lo lamento, Atlas, ahora no puedo pensar en otra cosa más, tenemos que sacar a Mary de ese lugar… tenemos que…
— Papi, dijo Melissa acercándose a Cris. No puedo quitarme el collar.
— Necesito una llave especial, cariño. Me temo que lo tienes que usar hasta que la encontremos. Alberto, dona Adela y Julia, necesito que junten a todos los que quedan y se reúnan en el comedor.
—¿Qué harás, Cris? ¿Recuerdas la casa de seguridad que tenemos en la avenida Eastfield Alberto?
—¿Sí? ¿Quieres que llevemos a todos ahí?
— Así es, reúnelos y necesito que Camila te transformes en Tomás; tú y él transportarán a todos a ese lugar y quiero que tú Mónica, trates de elaborar un campo de fuerza para que no los detecten, uno simple. Llévate a Melissa; ella está indefensa ahora.
— ¿Papi y la tía Ana?
— Cariño… Mónica te contará después; ahora yo iré contigo después; obedece a doña Dona y a los adultos. Está bien, papi, y te cuidas. Todos se reunieron en el comedor y desaparecieron en un instante; en la casa solo quedaron Atlas y Cris.
— ¿Tienes algo en mente, Cris? No estoy seguro; Mary me dijo algo antes de irse. Veré si es lo que pienso. Cris corrió hacia el pasillo con Atlas tras de él, metió la mano en la boca de la estatua y sacó el brazalete.
—¿Aquí estaba, pero el que usó Víctor? De verdad era un prototipo, en serio mató a los niños y a Juno y… Ese desgraciado nos engañó, Cris, me engañó para que te mintiera a la cara, lo lamento tanto.
— Está bien, Atlas, eso no importa ahora; nos engañó a todos y creo que también a tu hermano Marcus; él era muy listo y por algo no quería involucrarlo.
—¿Qué haremos con el transmutor? Cris miró a Atlas un momento pensando si era correcto o no, pero llegó a la conclusión que no lo expondría a él, no a su hermano.
—Lo intentaremos, Atlas, intentaremos dominarlo e iremos por Mary y nuestra madre. —¿Esperaremos a Tomás para que venga por nosotros?
—No. Sujétate de mí. Cris se colocó el brazalete y pensó en la casa de seguridad; en un instante estaba en ese lugar, se quitó el brazalete y lo arrojó al suelo; le quemaba la piel y le dolía la cabeza.
—¿Cris, te encuentras bien? Le gritó Mónica.
—Sí. Es solo que… Mary tenía razón: es muy arriesgado usarlo a la ligera; mi cerebro está hirviendo. ¿Cómo llegaron todos?
— Bien, Tomás está descansando y Camila también, se agotaron. Eran muchas personas. El campo de fuerza que coloqué es sutil, pero ayudará. Los maestros están acomodando a los niños y los demás quieren ayudar, Cris.
—No. No los expondré, esto lo tenemos que arreglar solamente Atlas y yo. Iremos por Mary y mi madre cuando estemos listos. Creo que es momento de que tú Atlas veas unos videos y espero que de verdad seas capaz. Marcus tenía confianza en ti y no me queda más que aceptar que solo no podré. Atlas miraba a Cris con expresión de no entender, pero asintió y Cris le entregó el brazalete, esperando que sea lo correcto y teniendo fe que Mary iba a soportar hasta que fueran por ella.
No sé dónde estaba; me encontraba mareada y confundida, escuchaba voces a mi alrededor, pero tenía miedo de abrir los ojos. ¿Había sido un sueño todo? Sí. Tenía que serlo, Ana estaba bien, mi hija también, todos estábamos…
—Bien cariño, es hora que despiertes. Abre los ojos. Mary, sé que estás despierta. Bien, bien, eso es, ¿te sientes mareada? Es normal, te colocamos una medicina para que te relajes, estabas muy alterada, ahora te llevaré con mi padre, no te preocupes, él no te hará daño, me lo ha prometido. Solo te quiere hacer unas preguntas.
No podía hablar; sentía mi boca seca y miré a mi alrededor, un cuarto blanco de hospital; la luz me daba fijamente a la cara y Víctor con una sonrisa frente a mí. Me fui sobre él, pero me mareé y todo daba vueltas de nuevo.
—Oh. No, cariño, no trates de hacer nada, esa droga es muy fuerte, tienes que estar tranquila o vomitarás todo; además tienes un collar, así que no puedes usar tus habilidades. Fuiste muy astuta al arrojar a Melissa antes de que te transportara; pensaba usarla para mantenerte tranquila sin necesidad de drogarte, pero… bueno, no me dejaste otra opción. Te amo Mary, y ahora nada nos va a separar; ya verás que serás feliz aquí conmigo. Yo lo miré con repulsión y le escupí a los pies. Me llevaron por un pasillo; había habitaciones a los lados que tenían números. Todo el camino era blanco. No podía enfocar bien la mirada; estaba muy aturdida. Subimos a un elevador y miré los números. Piso número 14 Recordé el mapa del lugar, así que más o menos supe cómo ubicarme.
Llegamos a una especie de sala con una mesa en el centro bien decorada y el profesor en la cabeza de la mesa con Giro a su lado. El pánico se apoderó de mí; después de haber visto ese video y de todo lo que les hacía a las personas, le tenía un terror racional.
—Bien, así que ella es la famosa Cindy Mary Collins Wright. Muy bien hecho, hijo, pero me pregunto ¿por qué no trajiste a Atlas contigo?
—Tranquilo, padre, no lo podía traer todavía porque Cris puede que tenga en sus manos el transmutor y él no lo va a poder usar, así que es de esperar que utilice a mi hermano para venir a rescatarla.
—Bien pensado, hijo, no me equivoqué al mandarte a ti. Ahora, linda Mary o Cindy, ¿cómo quieres que te diga? No importa, te asignaré un número especial, ya que tus habilidades según me han contado son increíbles. A mí se me doblaron las rodillas, estaba tan asustada, pero no dejé que se me notara en el rostro.
— Vete a la mierda. Le contesté, casi sin poder hablar.
— ¡Qué ruda, sé que te enfrentaste a Giro y lo derrotaste; es increíble, no había tenido a alguien como tú desde la madre de Atlas y Christopher; ella, por cierto, está muy bien cuidada; es una parte muy fundamental de esta organización; su sangre es especial para crear nuevos especímenes! Si no, mira a Giro, es mi mayor creación.
—Espera, padre, me prometiste que no le harías daño; ella se irá conmigo a la casa; no la tendrás con los demás. Está bien, te lo prometí; llévala a la residencia y mantenla sedada; no quiero correr riesgos; usaré su sangre cuando me dé la gana, Víctor, y es la última vez que me interrumpes.
— Gracias, padre, perdona, ¿y lo que dijiste?
— Por ahora no le puedo borrar la memoria, la necesito lúcida, pero puedo modificar algunos recuerdos para que te obedezca a ti.
— Con eso me basta por ahora, padre. Era aberrante; Víctor y dos hombres me llevaron a una habitación en donde una mujer llena de cicatrices en los brazos me bañaba y vestía, luego me trajeron comida y agua. No lo pensé dos veces en tomarme el vaso con agua; sentía la boca seca.
—Lárguense todos, dijo Víctor y quedamos los dos en el dormitorio. Es normal que sientas sed y esa droga te seca la garganta, me lo dijo Marcus.
—Atlas te amaba, Marcus te adoraba y yo… Como fuiste capaz de matar a Ana, Víctor.
—Si te sirve de algo, no estaba en mis planes, pero ella me descubrió hablando con Giro cuando regresábamos a los túneles, así que no me quedó otra opción. Pero no iba a lastimar a Melissa, no te haría ese daño, solo quería que me amaras de nuevo, Mary, como antes.
— Eres un psicópata, yo nunca te amé, tú me estabas controlando, jamás te amé, Víctor. Claro que sí me amaste, Mary, al principio sí te estaba controlando para que me dieras la ubicación del internado, pero poco a poco me fuiste enamorando y yo sé lo que desperté en ti. Mientras esté aquí, mi padre no te hará daño, ya verás. Cuando al fin acabe con Cris, no lo puedo matar porque mi padre lo quiere vivo junto con Atlas, pero él estará encerrado, y tú y yo seremos felices, y también te traeré a Melissa para que viva con nosotros. Ahora descansa y come para que no te debilites; volveré después y te recomiendo que no salgas porque todo está vigilado. Sé que estudiaste bien las instalaciones de este lugar; no me hagas sedarte completamente.
Víctor estaba totalmente loco. Esto era una trampa y estaba segura de que Atlas y Cris vendrían por mí y por su madre. Si lograra encontrarla, tal vez yo podría escapar con ella, pero antes tenía que seguirle el juego a Víctor. Si lo mantenía enfocado en mí, tal vez podría encontrar un momento. Cris habría encontrado el brazalete para estas alturas y tendría que aprender a usarlo, si no es que se lo había entregado a Atlas, pero él también necesitaba, máximo, semanas para usarlo bien. Tenía que soportar y estar en mis cinco sentidos para el momento que vinieran por mí. No sabes con quién te metiste, Víctor, no te perdonaré lo de Ana y los niños.
Capítulo 19
—De nuevo Atlas.
—Por favor, Cris, ya no puedo más, estoy cansado, descansemos un rato, llevamos tres horas.
—Solo tú puedes aguantar con el brazalete más tiempo; tenemos que turnarnos al usarlo. Aprender a coordinarnos.
—Yo no tengo tu fuerza, Cris, por eso me canso rápido. Déjame descansar.
—Está bien, Atlas, lo lamento es que… Cada día que pasa me preocupa más, Mary.
—Lo sabemos, Cris, pero deja que mi novio descanse o no vas a tener nada que usar.
Vayan a descansar; yo estaré en la recámara por cualquier cosa. Me encontraba muy frustrado pensando en Mary; ella era astuta y sé que sabía defenderse, pero en manos del profesor no era lo mismo. Tenía la esperanza de que la absurda obsesión que tenía el idiota de Víctor por ella la mantuviera lejos de los experimentos de su padre; sabía que estaban al tanto de que iría por ella, al igual que posiblemente nos estuvieran esperando.
Melissa dormía en mi cama. Había estado llorando todo el día de ayer cuando le contamos lo de Ana, y ese collar la hacía una niña común y corriente, lo que había hecho que el resfriado fuera más fuerte. Los niños estaban muy asustados y la mayoría todavía no controlaba sus habilidades. Eran unas crías y los más grandes tenían habilidades tan comunes y ridículamente innecesarias que los hacían blancos fáciles en una batalla. De los maestros, solo Alberto, Mariam, Julia y Juno tienen habilidades de combate y habíamos perdido a dos. Alberto me podría servir en batalla, pero Dona se había puesto en contra; no quería exponer a su marido. Camila era perfecta, se había fortalecido, pero no me atrevía a pedírselo y no creía que Tomás me dejara. Mónica le tenía pánico al doctor, y Atlas no permitiría que regresara a ese lugar, lo que me dejaba al comienzo de todo. Ana, cuanto te extraño, siempre sabías qué decir. No soportaba más. Mary era la fuerte de los dos; ella no se doblega por nada; yo estaba al borde del colapso mental.
—Papi, no llores, verás qué mami estará con nosotros pronto. Lo sé, Meli, es que la extraño tanto.
— No te rindas, eres muy fuerte, te quiero, papi.
— Y yo a ti, amor, duerme, ya viene Julia a darte la medicina. Tenía que hacerlo; no me rendiría por mi familia; por mi esposa no me rendiría.
Uno, dos, tres, tenía que mantenerme enfocada. No sabía cuánto tiempo llevaba en este lugar, pero contando las comidas calculaba que eran dos días más o menos. La droga al parecer era muy poca, así que no me aturdía mucho. Traté de usar mis habilidades, pero no podía más. Las mentales parecían estar intactas; solo tenía que agudizar mi oído y escuchaba detrás de las paredes y cuando me concentraba podía recoger los pasillos con mi mente, pero solo llegaba al elevador y luego me dolía la cabeza…
—Buenos días, amor.
—Víctor, por favor, déjame salir de este lugar; llévame a otro lado de la casa; te prometo que no intentaré escapar; ya no soporto estar aquí.
—A eso he venido, ven, iremos a dar un paseo; te llevaré a tomar aire; no creerás que yo te mantendría solo encerrada, claro que no, pero antes tienes que hacer algo.
—¿Algo, qué pretendes?
—Tú sígueme, ven. Me llevaron a una habitación y me sacaron sangre; después me colocaron algo en la cabeza como una diadema.
—¿Víctor, qué es esto?
—calma. Mary, eso hará que recuerdes lo mucho que me amas y ya no querrás apartarte de mí; es solo un prototipo, pero ha funcionado bien, así que relájate y no te muevas.
—No, Víctor, por favor, eso no.
Me colocaron el aparato y sentí como electricidad en mi cuerpo, luego las imágenes en mi cabeza, los recuerdos de Cris, mi boda; cuando lo conocí, todo se estaba desvaneciendo y se enredaban con los recuerdos de Víctor, no. Me dije a mí misma, así que me aferré a cada recuerdo; no lo dejé ir; me concentré en Cris, en Ana, en Melissa, en mi padre, en mis hermanos, en mi familia, en la persona que era yo. Estaba jadeando en la silla; Víctor se acercó a mí poco a poco.
—¿Mary, estás bien, cómo te encuentras, háblame?
Lo miré fijamente; no había funcionado, no había olvidado a mi familia, a Cris. Pero sí, recordé más acerca de mi relación con Víctor; imágenes que no creía que fueran reales; él había implantado imágenes falsas en mi mente, como el día que dormimos juntos. Eso nunca pasó. Lo miré y le sonreí.
—Estoy bien, amor, le dije. Él se puso erguido, sonriendo.
— Desátenla,
dijo y me puse de pie. Él me abrazó y yo le di un beso. Lo miré como si estuviera viendo a Cris, con todo el amor del mundo, aunque por dentro tenía repulsión y quería romperle su cuello. Tenía que seguir la farsa si quería investigar bien la casa hasta encontrar a la madre de Cris y Atlas.
—Vamos, cariño, te mostraré la casa.
me dijo. Me llevó por los alrededores y llegamos a un balcón. El aire fresco me golpeaba la cara; era la parte trasera de la montaña. Tras la cascada había una especie de campo de fuerza alrededor. Era obvio que no podía escapar por ningún lado. Muchos drones patrullando con cámaras incluidas. Tenía que fingir muy bien si quería lograrlo.
—¿Te gusta, Mary, esta será nuestra casa? En otra ala de la casa es de mi padre; ahí solo iremos con invitación, así que no pases de esa puerta. Por lo demás puedes pasearte por toda la casa sin ningún problema. La madre de Cris debía de estar en la otra ala de la casa.
—¿Mary, que pasa?
— Nada, Víctor, es que estoy muy confundida, pero no importa; lo que importa es que te amo. Así es, Mary, ahora estaremos juntos.
A la hora de la cena nos sentamos en el comedor de la casa. Yo me paseaba por toda la casa sin ningún problema, pero había cámaras en cada rincón. Ya había pasado como una semana en este lugar. El profesor mandaba a sacarme sangre una vez por día. Víctor estaba más relajado, pero no podía actuar. Me sentía vigilada todo el tiempo.
—Cariño, mi padre nos invita a la casa, tal parece que nos quiere mostrar algo, ponte linda, ya regreso por ti.
Perfecto. Era mi oportunidad. Buscaría la manera de distraerlos mientras buscaba con mi mente por la casa. Cuando ingresamos en el comedor, Giro estaba sentado al lado del profesor. Víctor se sentó al otro extremo y yo a su lado. Había otro plato en la mesa al frente de mí; una mujer ingresó por la puerta de atrás y se veía demacrada con la mirada perdida, sin expresión.
—Qué bueno que estamos todos en familia, dijo el profesor. Los presento. Mary, ella es Agatha, tu suegra. Agatha, ella es Mary, la esposa de tu hijo Cristopher.
Ella hizo una leve expresión en su rostro y me miró lentamente, luego bajó la mirada de nuevo. Yo no lo podía creer, no se parecía en nada, estaba muy mal, delgada, casi esquelética; ella era la madre de mi Cris y Atlas. Traté de mantener la calma mientras apretaba los puños bajo la mesa.
—Nuestra querida Mary fue sometida a una ligera modificación de su mente, así que no creo que recuerde mucho a tu hijo, pero no te preocupes, Agatha; él muy pronto vendrá y lo verás de nuevo, también Atlas. Ella volvió a hacer una expresión de dolor.
—Bien, lo que les quería mostrar era esto: la sangre de Mary me ha ayudado mucho, pero los huéspedes no cooperan; es demasiado fuerte, su ADN no es compatible, así que necesito, Víctor, que tengas un hijo con ella lo más pronto posible.
—¿Un hijo, pero padre, no pretenderás que te dé un hijo mío para ti?
—Qué dices… Es tu deber, dame a tu primer hijo y ya te podrás quedar con los que vengan; no debería ser un problema. Yo miré horrorizada a Víctor; él agachó la cabeza. —Está bien, padre, como tú digas. No podía soportar eso, quería pararme de la mesa y correr, pero no podía dejar a Agatha ahí. En ese momento la había encontrado. Tenía que verla a solas.
—Necesitamos hablar de los detalles, Víctor, y…
—¿Mery, que pasa?
— Estoy mareada. Víctor, ¿puedo recostarme un momento? Víctor miró a su padre, él hizo un ademán con la mano y Víctor me llevó a una habitación.
—Quédate aquí un momento, cariño, voy a estar en el estudio con mi padre; regreso después.
Asentí con la cabeza cuando él se marchó; me di cuenta de que la habitación no tenía cámaras. Estaba caminando pensando cómo hablar con la madre de Cris cuando escuché que la puerta se habría. Me hice la dormida en la cama; ella estaba a mi lado sentada en la cama; yo la miré con temor, pero su rostro cambió.
—Lo lamento, dijo casi llorando, lamento lo que te han hecho. La miré sorprendida y le sonreí.
—Tranquila, estoy bien, no me han hecho nada.
—Pero… ¿Cómo es posible, te has resistido a ese aparato? Así es, no dejé que me arrebataran los recuerdos. Ella pareció aliviada.
—De verdad eres la esposa de mi hijo. Así es. Cris y yo tenemos más de tres años casados y tenemos una hija adoptiva. Ella sonrió y lloraba de alegría.
—¿Y Atlas, cómo está?
— Bien, Cris y yo lo rescatamos hace dos años y ha vivido con nosotros.
— Estoy tan feliz, solo lo cargué una vez; ¿él sabe que yo…?
— Sí. Se acaba de enterar; Cris lo está ayudando. Vendrán por nosotras, no se preocupe. — Escúchame bien, Mary, tienes que seguir fingiendo; esa es la única manera de tener más libertad en esta casa. Luego te diré donde hay una salida alternativa, es un poco peligrosa, pero podrás salir en caso de emergencia. Por ahora seguiremos iguales, no tengo mucho tiempo; te veré después. Sigue así por ahora y no olvides quién eres. Mary, repasa las cosas más importantes en tu mente para que no las olvides. A veces le agregan drogas a la comida. Tienes que estar atenta, te sacaré de este lugar.
Y se marchó. Me recosté en la cama repasando lo que me dijo: tenía que estar lúcida, tenía que ser astuta. Lo de un hijo, claro que no. Jamás le daría un hijo a Víctor, y más aún para que lo convirtieran en un experimento. Víctor no sería capaz de aceptar; algo de humanidad le tenía que quedar en el alma.
—¿Mary, como te sientes? Nos quedaremos aquí hoy. Mi padre quiere hacerte estudios mañana; no te preocupes, no te lastimará. Lo que dijo tu padre, ¿tú no le darías un hijo nuestro, verdad, Víctor? Él me miró entrecerrando los ojos. Yo tragué en seco, así que cambié mi rostro y fui hacia él.
—Amor, sabes que te amo, y nada me haría más feliz que tener un hijo tuyo, pero no lo quiero compartir con nadie, me entiendes. Le dije abrasándolo y acariciando su pecho mientras lo miraba a los ojos tiernamente.
—No… No te preocupes, Mary, se le quitará eso de la mente cuando termine lo que está haciendo. Te prometo que si tenemos un hijo, yo seré el primero en defenderlo; tú quédate tranquila. Lo sabía, podía controlar a Víctor, podría usar esto a mi favor, pero tenía que ser astuta si su padre se daba cuenta…
— ¿Mary, de verdad me amas, esta vez es real? Porque sí es así, yo.
— Claro, Víctor, te amo tanto como el primer día en que te vi, cuando me regalaste ese ramo de flores mientras lloraba; ese día supe que eras tan importante para mí.
—Oh, Mary, no permitiré que mi padre te haga daño, te lo juro.
Le sonreí y me obligué a pensar en Cris en todos porque lo que estaba a punto de hacer me daba tanta repugnancia. Cada caricia y cada beso me imaginaba que era de Cris. Eso fue lo único que me ayudó… Mientras dormíamos solo me vino a la mente lo que estaría haciendo mi marido en este momento.
Capítulo 20
Cris y Atlas practicaban juntos y ya se notaba una decente sincronización, los dos en armonía trabajando con el transmutador. Aunque todavía a Cris no le gustaba la sensación de todo ese poder reunido en sí mismo, logró mantenerse en calma. El brazalete podía magnificar tus dones a una manera de proyectarlos con más potencia una vez dominado, pero también agotaba la mente y él sentía que donde quiera que estuviera el poder de Marcus los estaba guiando, lo podía escuchar en su cabeza y lo mismo pasaba con Atlas; aunque él estaba diseñado para usarlo, su mente era todavía muy joven y su inmadurez no lo dejaba usarlo por más tiempo como debía de ser.
Cris, sugirió tomarse una pausa esa noche. He ir a vigilar el terreno de las instalaciones de Phillips, pero Atlas creía que era muy arriesgado.
—Sé que puede ser un riesgo, hermano, pero tenemos que ver cuántos hombres hay en las salidas o por lo menos saber en donde nos vamos a meter.
—Sabes lo que le pasó a Mary, si nos descubren…
—Lo sé, pero lo haremos de otra distancia y detrás de la cascada; ahí está localizada la residencia y si podemos…
A Atlas no le gustaba la idea, pero sabía que tratar de razonar con Cris iba a ser imposible y él era capaz de ir solo, así que accedió, pero antes tomando todas las precauciones. Se llevaron a Tomás; en caso de tener que hacer una huida rápida, no se arriesgarían a llevar consigo el brazalete todavía. Vigilaron toda la noche cada movimiento de los guardias desde una distancia razonable. Tomás dormitaba en la rama de un árbol mientras que Cris no paraba de ver cada detalle y analizar la zona. No podían usar sus habilidades psíquicas, ya que ese campo de fuerza las detectaba y, aunque estaban lejos, no se arriesgarían como lo hicieron Mary y Víctor.
Cris y Atlas podían escuchar a grandes distancias con tan solo concentrarse y eso les estaba ayudando para detectar cada dron alrededor de las instalaciones. Ya era tarde, pasaba del mediodía cuando decidieron que se marcharían, que ya tenían lo que necesitaban, pero Cris escuchó la voz de Mary y Víctor, así que quiso acercarse un poco para escuchar más.
—No. Cris. Lo detuvo Atlas.
—Es muy arriesgado, te pueden ver.
Cris lo miró frunciendo el ceño, pero no le hizo caso y se acercó medio kilómetro más. Atlas y Tomás lo siguieron. Se colocaron tras una colina de rocas todavía lejos, pero se podía ver el balcón rodeado por un campo de fuerza.
En ese momento Cris mira a Víctor sobre el balcón con un trago en la mano y a Mary que iba hacia él. Su corazón se aceleró al verla, ella estaba bien, sonreía. ¿Por qué sonreía? Ella se acercó a Víctor suavemente y lo besó. Atlas y Tomás lo sujetaron cuando Cris se movió hacia delante. Se miraba furioso y más cuando Víctor dejó su trago y comenzó a acariciar a Mary quitando ligeramente su ropa de los hombros.
—¡NOS VAMOS!
Grito Atlas, y Tomás sujetó más a Cris y desaparecieron al instante.
—¡SUELTENME!
Les gritaba Cris mientras aparecían en el salón. Cris estaba furioso, pero Atlas trataba de tranquilizarlo.
—debe ser una estrategia de ella, Cris, sabes que Mary es astuta; de ninguna manera ella estaría con Víctor ahora sabiendo cómo es en realidad, así que tranquilízate.
—¿Y si no? ¿Y si le borró la mente como lo hicieron con mi madre, Atlas? Tengo que regresar, Tomás yo…
—no. Estas muy alterado, si es así como dices buscaremos la manera de arreglarlo, pero no vallas ahora, no arruines esto, Cris. hemos trabajado mucho y no arriesgarás a toda la familia por un arranque de ira; ella está bien y eso es lo que nos debe de importar.
Cris miró a Atlas y nunca había visto eso en los ojos de su hermano; hablaba como un líder como tenía que ser, así que se tranquilizó y comenzó a analizar la situación.
—Está bien, Atlas, tienes razón; por ahora no haré nada, pero escúchame, prepara todo, porque como sea tú y yo nos vamos mañana a rescatar a Mary y mi madre.
Estaba acostada, escuchando atentamente cada respiración, concentrada en los sonidos de mi alrededor. Víctor se encontraba en un profundo sueño y escuché una voz que me llamaba. Salí de la cama con sumo cuidado y abrí la puerta; no había ninguna guardia. Al final del pasillo, la puerta de una habitación estaba entrecerrada. La luz de la habitación se escapaba y escuchaba la voz de la madre de Cris. Decidí entrar y ella estaba esperándome. Hablaba bajito.
—Mary, no hay tiempo, solo escucha, en el ala sur de la casa donde está tu residencia, hay una especie de rejilla que está cerca del dormitorio principal; la verás en el suelo, parece rejilla de ventilación, pero no. Es suficientemente grande para que tú entres; esa rejilla da a la cima de la cascada; es una caída arriesgada, pero si logras llegar al fondo podrás salir nadando al borde del bosque. Ya de ahí dependen tus habilidades, cariño. Me dijo entregando un objeto en la mano. Guárdalo bien entre tu cabello y cuando regreses a la habitación en tu ropa, no lo pierdas.
No vi lo que era en el momento; solo la obedecí; estaba nerviosa y temblaba.
—Ven conmigo, Agatha, te sacaré de este lugar.
—Lo lamento, Mary, no puedo ir contigo.
Dijo señalando a la cama. Había dos niños de la misma edad dormiditos en el centro.
—ellos son Cody y Malcolm, son mis gemelos, no los puedo dejar aquí; si los saco de este lugar, morirán; tienen un detector en sus cuerpos.
Yo mire a mi suegra a la cara de horror, pero no por lo que temía, sino porque Víctor estaba tras de mí.
—Víctor… Él me tapó la boca mientras miraba a Agatha despectivamente.
—No le diré a mi padre que estabas fingiendo solamente porque mis hermanos están muy pequeños. Dijo mirándolos. Pero que sea la última vez que te le acercas a Mary. Ella asintió y Víctor me llevó a la habitación, arrojándome a la cama con ira…
—¿Ahora dime tú, Mary, también estabas fingiendo conmigo? Lo mire asustada, pero no de lo que me podría pasar a mí, si no a Agatha y sus hijos.
—No. Claro que lo que te dije es verdad, Víctor, pero tengo miedo de lo que me haga tu padre; entiende. Le dije casi en lágrimas. Él me mira fijamente sin ninguna expresión en su rostro.
—¿Me crees verdad, amor?
—Está bien, Mary, te creo. Ahora vístete que ya no tardan en venir por ti para las pruebas.
Asentí y me vestí rápido; las pruebas fueron sencillas e indoloras; cuando terminamos, fuimos a nuestra ala de la casa y me di un baño, escondí con cuidado el objeto que me había dado Agatha y salí al salón. Víctor estaba frente al balcón, tomando, mirando hacia fuera. Estaba preocupada, no estaba segura si de verdad me había creído, así que respiré profundo y puse mi sonrisa más tierna y lo abordé, le acaricié el rostro y le di un beso. Él me observó entrecerrando los ojos y puso su vaso en la mesita, me acarició el cuello y me dijo:
—Te amo. Mientras me bajaba la manga del hombro donde me dio otro beso, yo le sonreí de nuevo.
—Te amo, Mary; pero tampoco pienses que soy un idiota que no sé cuándo me engañan. Dijo mientras me apretaba con fuerza de los hombros.
—¿De qué hablas, Víctor, me lastimas suéltame? Él me golpeó la cara arrojándome sobre el sillón.
—Sabía que fingías, Mary, yo de verdad te amo y hubiera hecho lo que sea para que también me amaras, no a la fuerza si no por tu voluntad, pero engañarme de esta manera… Sabes, si no me amaras a voluntad, entonces a la fuerza será.
—Eres un estúpido, Víctor, nunca te amaré jamás, me das asco, repugnancia, maldito asesino, eres igual a tu padre, unos monstruos que juegan con las personas; te odio.
—Bien, Mary, si eso es lo que piensas de mí, está bien. Serás mía de una manera o de otra. Me arrastró hasta la habitación y me encerró.
—Aquí estarás un tiempo hasta que reacciones por completo o hasta que te mueras, lo que te convenga mejor, amor mío.
Está bien, Víctor, quieres jugar, jugaremos, no me rendiré y estás muy equivocado si crees que no saldré de aquí. Claro que saldré de aquí, pero no lo haré sola. Pensé mientras sacaba el objeto que me había dado Agatha, una diminuta llave, que habría este maldito collar. Y mientras sonreía, ya estaba disfrutando la forma en la que me desharía de este maldito lugar.
Cris meditaba en cómo haría las cosas. Esta noche iría por su esposa y su madre y si cabía la posibilidad de rescatar a los demás, pero no quería arriesgarse. Habían salido muy temprano en la mañana con Tomás al internado por todo lo que pudieran ocupar para la noche. Ana había logrado crear varias armas y artefactos que podían usar. Se habían pasado la otra mitad de la mañana revisando hasta el más mínimo rincón de ese lugar. Sabía que los estarían esperando, así que Cris se preguntaba si podría contar con la ayuda de alguien más. Tomás y Mónica se acercaron a Cris y Atlas ofreciéndose en acompañarlos, pero Cris se negó y no se diga Atlas. Pero ellos no retrocedieron en su posición.
—Mira, Cris, tú me has dado mucho. Al igual que Mary, no puedo quedarme aquí mirando cómo se van a rescatarla y me vas a necesitar; soy fuerte, sé que puedo hacerlo. Cris, por favor, dame la oportunidad de demostrarte que soy capaz y que ya estoy listo. Es por esto que me has entrenado, para poder protegerme algún día. Déjame usar mi fuerza para cuidar de mi familia.
Cris observó a Tomás, que lo miraba seriamente y muy determinado en cada palabra que acababa de decir.
—Está bien, Tomás, pero debes de saber que es muy peligroso y ahí no podrás salir por tu voluntad, ya que está protegido. Solo podremos entrar con el Brazalete, pero no te aseguro que saldremos de la misma manera; si vas tendrás que protegerte tú mismo y ayudarás, no me estorbarás.
—Te lo juro, Cris y estoy consciente del peligro. Mónica miró a Atlas, pero él habló antes de que ella dijera algo.
—No. Tú ni lo pienses; todavía tienes pesadillas con ese lugar y no permitiré que ese hombre se te acerque. Ella le sonrió y lo abrasó.
—Amor, es mi decisión y aunque te amo y en ti encontré ese apoyo que necesitaba, siempre he hecho lo que me has dicho porque sé que lo que quieres es protegerme, pero tú no me mandas Atlas y no me quedaré aquí mientras mi querida amiga está en ese lugar. Tengo miedo, sí. Pero las ganas que tengo de ya no esconderme son más fuertes, así que iré con ustedes, quieras o no y usaré mis habilidades sin restricción.
Dijo mirando a Cris y sonriéndole. Como dice Tomás, es por esto que nos han entrenado para poder defendernos y ya es hora de hacerlo.
—Pero si te pasa algo, Mónica, yo no sé qué haría. Si me pasa algo, será porque al fin luché por mi libertad, Atlas, y eso debería hacerte sentir orgulloso de mí. Pero te juro que me cuidaré mucho y cuando al fin acabemos con esos desgraciados, nos casaremos y viviremos en una casa propia.
Atlas la abrasó con fuerza, y Cris respiró aliviado, ya que no serían dos los que se enfrentarían hoy, si no cuatro, los niños que él crió y que sabe que tienen un gran poder por delante.
Capítulo 21
Todo estaba preparado para salir; Tomás se despidió de su hermana, dejándole el cuidado de Melissa; Cris le dio un beso en la frente a Melissa, prometiéndole que no regresaría sin su mamá. Tenían las cosas muy claras y estaban seguros de que los estarían esperando.
Tomás los transportó cerca del lugar y Atlas se colocó el brazalete primero; lograron entrar.
Estaban en un pasillo grande. Se habían memorizado cada rincón y cada parte de la residencia y del laboratorio.
Una alarma sonó; Cris los dividió en dos grupos; él y Atlas irían a buscar al profesor y a despejarles el paso de los guardias, mientras que Tomás y Mónica se encargarían de encontrar a Mary y a su madre.
Un grupo de guardias armados sale de un ascensor y Atlas los derriba como si nada. Mónica corre junto con Tomás a buscar a Mary a la residencia, Cris y Atlas se coordinan para esquivar las balas de los guardias. Los guardias son demasiados, pero eso no impide que ellos suban por las escaleras abriéndose paso.
—Cris, es tu turno, le dijo Atlas entregándole el brazalete.
Cris lo tomó a tiempo cuando otro grupo de guardias los interceptaba; estos eran hombres con habilidades, así que la lucha tardó un poco más de lo planeado, pero aun así ellos lograron llegar hasta el último piso de arriba.
Estaban en un pasillo largo con puertas y cada puerta tenía números.
—Cris, ¿quieres que los liberemos ahora? Preguntó Atlas; Cris titubeó por un momento, pero dijo que todavía no hasta encontrar a Mary.
Atlas asintió y cuando avanzaban, Giro se colocó frente a ellos, levantando las catanas en sus manos.
Tomás apareció tras Atlas.
—¿Y Mónica? Tomás
—calma, dijo él jadeando del cansancio.
Nos encontramos a Mary y ella se la llevó a un lugar seguro junto con tu madre.
—Bien, dijo Cris sonriendo, quédense detrás de mí, y se fue contra Giro, que peleaba a una velocidad extraordinaria.
El escudo de Cris le estaba funcionando; Giro no podía traspasarlo mientras llevaba el brazalete. Este le dio un golpe fuerte a Cris que hizo que él callera al suelo aturdido. Giro se giró en sus talones e iba directo a Atlas. Cris le lanzó el brazalete por debajo y Atlas lo agarró justo a tiempo, cuando Giro desenfundó las armas y les disparaba.
Él colocó un escudo protegiéndose a él y a Tomás, pero Giro se volvió a girar y con una velocidad impresionante soltó las armas y recogió su espada, haciéndole un corte a Cris en sus costillas… Cris gritó de dolor y Atlas corrió y tomó a Cris, quitándolo a tiempo antes de que Giro le diera el golpe de gracia.
—Tomás, toma a Cris, la sangre no para. Le dijo Atlas.
—Estoy bien, dijo Cris casi sin aliento. Atlas le paró la hemorragia a Cris, más la herida continuaba abierta.
En eso, Mary doblaba por el pasillo y miró a Giro frente a los chicos. Atlas estaba parado en posición de defensa, mientras que Cris en un charco de sangre en el suelo y Tomás sosteniendo su herida.
Cris levantó la mirada y miró la cara de su esposa, esa cara que conocía también, y sonrió, mirando a giro. Este será tu fin, le dijo.
Capítulo 22
Mary se encontraba en la habitación recordando cada lugar de las instalaciones; quemaría este maldito lugar se repitió todo el tiempo que había estado armando su plan.
Tenía que buscar la manera de quitarle los rastreadores a los gemelos antes de salir. Escuchó alboroto fuera de la habitación y luego las alarmas sonaron.
Se había quitado el collar y sonreía; de nada servía hora esperar, dijo.
Sintió como su poder regresaba a su cuerpo; se había guardado la llave para Melissa, la vería a su amada hija, la vería y estaba segura de que su marido estaba esperándola afuera, pero ella no esperaría a que él viniera por ella, claro que no.
Así que salió y vio un grupo de guardias que venían con Víctor para llevársela.
—¡Mary! Gritó, el enojado.
Ella lo observó con la mirada llena de odio y con un solo parpadeo mandó a todos esos guardias a volar contra el campo de fuerza fuera del balcón, haciendo que se convirtieran en polvo rojo.
Estaba tan enojada por todo y por lo que le habían hecho a Agatha, que los mataría a todos. Ella quedó frente a Víctor; él se acercaba a ella con sumo cuidado.
Mary levantó las manos y una ola de agua atravesó el campo de fuerza, convirtiéndose en astillas de hielo.
Víctor utilizó el prototipo del brazalete y creó un campo de fuerza.
Ella le sonrió y los picos de hielo se dirigieron a él, pero se deshicieron.
—Mary, no quiero hacerte daño. Le dijo él acercándose más; ella retrocedió, pero no lo quiso escuchar.
—Lo lamento, Víctor, pero tendrás que hacerlo, no me dejaré capturar de nuevo y me marcharé con mi esposo de este lugar hoy mismo.
Sabes que no te lo voy a permitir; a estas alturas Cris y Atlas ya han de estar muertos. Ella lo miró y sonrió.
—No conoces a mi Cris Víctor, pero si eso es verdad, destruiré este maldito lugar con todos en él; ya no me importará nada más.
Y Mary estalló en llamas que se arremolinaron alrededor de Víctor; este salió despedido a la pared.
Mary implantó unas imágenes en la mente de Víctor; él se está quemando vivo, éste se lo cree y se empieza a retorcer.
Eso le da tiempo a ella de correr y mientras baja por el pasillo derribando a cada guardia que se encuentra, se topa con Tomás y Mónica.
—¿Mary, estás bien? Ella los ve y los abraza.
—Si. Pero no hay tiempo, ¿dónde están Cris y Atlas?
— A estas alturas están en este piso. Dijo Tomás.
—Bien regresa con ellos Tomás, yo me llevaré a Mónica con la madre de Cris; diles que encontré una salida.
Tomás corrió hacia el final del pasillo; Mary tomó a Mónica del brazo y corrió con ella hasta la habitación de Agatha.
Estaba rodeada de guardias, pero Mary jugó con sus mentes y se comenzaron a atacar unos contra otros. Cuando entraron en la habitación, Agatha estaba sobre la cama con los gemelos en los brazos.
—Agatha, soy yo Mary. Le dijo agitada. Agatha la miró y a Mónica, que saludaba con la mano.
—Ella es Mónica, la novia de Atlas, ella puede quitarles los detectores a tus hijos; tú le explicas, no tenemos tiempo, tengo que ir a ayudar a tus hijos. Mónica, si es posible, por favor, te mandaré a Tomás y Atlas en cuanto pueda.
Les dijo y se marchó.
Cuando Mary corría para buscar a Cris, solo rezaba porque estuvieran bien y no podía pensar en otra cosa.
La angustia en su pecho aumentó, se tomó un respiro y buscó con su mente los pasillos. Su corazón se detuvo al escuchar un grito, era la voz de Cris.
Ella retrocedió un pasillo y corrió lo más rápido que pudo. Un grupo de guardias le comenzaron a disparar, pero ella no tenía tiempo y los evaporó en un instante.
Solo quería encontrar a Cris y se detuvo jadeando lentamente, mirando con la mirada fija en Giro de espaldas a ella y Cris en un charco de sangre, apenas manteniéndose en pie.
Cris sonrió al verla, pero ella no escuchó lo que dijo, porque en ese momento se olvidó de todos.
Estaba realmente furiosa al ver a su esposo en ese estado.
Giro miró hacia atrás y Mary levantó la mano elevando a Giro y apretando tan fuerte y tan fuerte hasta que su puño se serró por completo y solo se escuchó el cuello roto de este, pero eso no le bastó a ella; lo cubrió en un campo de fuerza y lo quemó dentro hasta convertirlo en polvo y cenizas…
Atlas la miraba horrorizado, temiendo que hubiera perdido el control, temiendo que esa no fuera ella misma, y mientras se acercaba a ellos con los ojos grises y opacos, él se puso delante con el campo de fuerza para proteger a sus amigos, pero ella calló frente a Cris de rodillas y comenzó a llorar.
—Creo que estoy un poco apaleado, Amor.
Le dijo Cris haciendo una mueca de dolor.
Ella dio una pequeña sonrisa sin dejar de llorar.
— Eres un idiota presumido. —hemos venido a salvarte. Dijo cris sonriendo.
—Cris, no creo que lo digas tan convencido, al parecer quien los acaba de salvar soy yo.
Atlas relajó los hombros y quitó el campo de fuerza para que ella se acercara a Cris.
—Mary, me asustaste, creí que estabas siendo manipulada por ellos.
Trataron de hacerlo, dijo ella mientras trataba de curar la herida de Cris.
Pero me resistí y no pudieron.
—te vi. Le dijo Cris.
Te vi ayer, tú lo estabas besando y él… Ella lo miró apenada a los ojos.
—Tenía que hacerlo, pero él ya me había descubierto y me encerró; gracias a tu madre que me ayudó pude quitarme el collar.
Cris dio una exhalación de dolor, pero pudo levantarse al fin. El dolor era tolerable, pero la herida se había cerrado.
—Atlas, en el ala este de este lugar está la habitación de tu madre. Dijo Mary mandándole la ubicación mentalmente.
Mónica está con ella y tus hermanos.
Atlas y Cris se miraron.
—¿HERMANOS, qué hermanos? Agatha está protegiendo a sus hijos, un par de gemelos de tres años de edad; es por eso que no había huido antes.
Ve con ella Atlas y ayuda a Mónica a quitarles unos implantes de rastreo.
—¿Y tú, qué harás? Yo
de aquí no me largo sin antes acabar con ese infeliz.
Dijo mirando a Cris. Él asintió y le dijo a Tomás que fuera con Atlas, y que por nada regresaran, que llevara a todos a casa.
Cris y Mary se miraron a los ojos y sonrieron mientras se iban al salón donde el profesor los esperaba en su silla, rodeada de muchos soldados fuertes.
—¡Cobarde! Le grita Mary.
—No es cobardía, es ingenio, niña, lograste engañar al inútil de mi hijo, pero esta vez yo no caeré en tus jueguitos.
El profesor hizo un ademán con las manos y dos de los hombres se abalanzaron hacia Mary. Cris la cubrió y los desintegró sin ninguna dificultad.
El profesor levantó una ceja y sonrió.
Otros cuatro pelearon; pero Mary y Cris acabaron con ellos con una coordinación tan fluida. ¡Magnífico! Gritaba el profesor.
Víctor entró en ese momento jadeando.
—Padre, por favor, no le agás daño a Mary.
Tú te callas, bastardo, inútil; no me vas a decir lo que tengo que hacer.
Víctor bajó la cabeza y miraba a Cris junto a Mary con odio.
Siete hombres se les abalanzaron y Mary creó un remolino de fuego, mientras que Cris los atrajo hacia el centro con su campo de fuerza y ellos quedaron en cenizas.
—Faltan dos. Dijo Mary a Cris jadeando del agotamiento.
—¿Puedes seguir? Le preguntó el también agotado. Ella asintió:
— El profesor se puso de pie, colocándose al lado de Víctor.
— Pensándolo bien, no los mataré. Les dijo:
—Estoy fascinado por sus habilidades; creo que obtendré sus ADN y crearé unos hijos magníficos que me sirvan incondicionalmente.
—¿padre? Dijo Víctor negando con la cabeza.
Mary les escupió a los pies.
—Están dementes si crees que lo permitiremos, monstruo.
Lo único que tendrás de nosotros será el placer de morir en nuestras manos, maldito, infeliz.
Le gritó Cris. Mary y Cris se tomaron de las manos. Cris tenía el transmutor en su muñeca; ella no lo había notado.
Lo miró fijamente, él asintió y ella hizo lo mismo. Mary recorrió con su mente todo el lugar.
No había señales de Agatha ni de los chicos, tampoco de más jóvenes.
—¿Dónde tienes a los demás niños? Le preguntó al profesor.
—Crees que sabiendo que vendrían no los movería a otro sitio. Ella sonrió.
—Entonces no sentiré culpa por lo que haré, dijo mientras miraba a Cris.
—¡Padre, esto no es bueno! Grito Víctor y tomó al profesor mientras que Mary y Cris se envolvían en un campo de fuerza.
Todo el lugar se comenzó a mover, a temblar, el agua se había metido por toda la montaña y una explosión sónica salió de Mery y Cris, haciendo explotar el lugar en pedazos.
Afuera, una ola de fuego cubrió todo el bosque alrededor. Cris y Mary estaban sobre una roca gigante cubierta por el campo de fuerza.
Todo había desaparecido en donde estaba esa cascada enorme con las instalaciones; solo quedaba un enorme cráter y fuego alrededor. Mary cubrió todo con agua para evitar que el fuego se expandiera. Luego miró a Cris a la cara.
—Llévame a casa le dijo antes de caer en sus brazos agotada.
Él sonrió y utilizó lo poco que le quedaba de energía para transportarlos a su hogar, mirando el lugar por última vez y sabiendo que esto no terminaba del todo.
Capítulo 23
Todo le dolía a Mary y Cris; sentían el cuerpo pesado; estaban recostados en el sillón de la sala de estar sin poderse mover pensando en lo que acababan de hacer.
La madre de Cris y Atlas los veía mientras abrasaba a los niños.
Tomás estaba tirado en el piso jadeando y Mónica no se despegaba de Atlas.
—Eso estuvo increíble. Dijo Cris levantándose mientras hacía una mueca de dolor.
—¿Increíble? Par de tontos; casi nos calcinan con todo el bosque.
Dijo Atlas mientras abrazaba a Mónica temblando.
Apenas le dio tiempo a Tomás de cogernos a todos y transportarnos.
Mary se incorporó rechinando los dientes.
— Lo lamento; como no detecté sus presencias, asumí que ya no se encontraban cerca. Atlas chasqueó la lengua.
La madre de estos comenzó a reír sin parar.
Ellos la observaron y también rieron.
Ella fue hacia Cris y le tomó el rostro en sus manos y comenzaron a llorar juntos. Atlas se les unió.
—Bien. Dijo Mary, dejémoslos solos un momento, iré a ver a mi princesa y le quitaré ese infernal collar.
Deberías guardarlo en caso de que encontremos a Víctor.
Dijo Tomás, poniéndose de pie.
Se arrastraba por la puerta.
Mary no sonrió.
Solo se quedó pensando un momento que esto no había terminado aún y esperaba que la paz durara un poco más.
Al llegar a la habitación de Melissa y Cris, con gran dificultad miró a su hija dormir en la cama.
Estaba roja de la fiebre.
Usó la llave y le quitó el collar.
Ella abrió los ojos y su fiebre desapareció. Abrasó a Mary con fuerza y esta dio un pequeño grito de dolor.
—¡Mami! Lo lamento, mami, mi fuerza regresó. Estás aquí de nuevo; te extrañé tanto. Melissa comenzó a sollozar.
—Aquí estoy, amor, y te prometo que no te dejaré de nuevo.
Mary se recostó junto a su hija, abrasándola con fuerza y se quedó profundamente dormida.
Cris llegó una hora después; ella sintió que le acariciaban el rostro.
— Te traje algo de comer y beber, Mary.
Él colocó la bandeja sobre la mesa de noche.
¿Quieres que prepare el baño? Ella asintió, pero lo detuvo.
—Cris yo… Víctor y yo… Él la miró con una expresión de comprensión.
—Está bien, dijo él regresando a su lado. Tenías que hacer lo posible para sobrevivir y yo lo acepto.
Ella lo observó con lágrimas en los ojos.
—No tuve tanto miedo ahí como cuando te vi herido. Por un segundo creí que habías… Él la abrasó contra su pecho, aun con sangre seca. Está bien, amor, estoy bien.
No te preocupes, estoy bien.
Pero tenías razón.
Le dijo mientras se alejaba para mirarla. Ese brazalete no es cualquier cosa; casi me destruye.
Lo usé más tiempo de lo soportable y casi me destruye.
Ella lo miró entendiendo a qué se refería.
Creo que escuché la voz de Marcus y eso me mantuvo concentrado.
Espero no tener que usarlo en un largo tiempo. Ella sonrió. No tenía más palabras, estaba exhausta.
Los dos tomaron un baño antes de almorzar y bajaron a la cocina con todos los demás. Atlas estaba sentado junto a Agatha, que se veía radiante pese a su estado.
Melissa no paraba de seguir a los gemelos que contentos se escapaban de ella.
—Esos niños no son del profesor.
Le dijo Cris a Mary en voz baja. Ella lo miró haciendo la pregunta con los ojos. Son de Giro, dijo frunciendo el entrecejo.
Ella le puso una mano en el hombro.
—No importa, Cris, son nuestros ahora, los protegeremos y cuidaremos y tú a tú madre; ella ha pasado por mucho y es una bendición verla sonreír.
Él la miró parpadeando varias veces.
—Por eso te amo, Cindy Mary Collins, eres mi persona favorita.
Ella le dio un codazo.
—Recuperémonos, Cris, recuperémonos y saquemos adelante a vuestra familia, preparemos a nuestros niños y después… Ella miró al rostro de Cris. Después veremos amor.
Él asintió y le tomó la mano.
OPINIONES Y COMENTARIOS