Memoria: Nací en el 68

Memoria: Nací en el 68

Elisa Juárez

06/10/2024

Memoria: Nací en el 68

Nací en 1968, un año antes del primer viaje a la luna, gran acontecimiento para la humanidad, al mismo tiempo se ponía de moda la música Rock, se declaró el año internacional del turismo y se implementó por primera vez el bikini, estaba la guerra de Vietnam, el movimiento antiesclavista de Martin Luther King y murió Ernesto Che Guevara, quien se convirtió en una leyenda de la revolución Cubana.

El año que nací fue un año de las Olimpiadas de México 68 y sin duda, me gusta haber nacido en la época donde estaban sucediendo cosas trascendentales tanto para la ciencia como para la sociedad, la post revolución cubana y el deporte, viaje al espacio, pero por desgracia el gran contraste con el triste acontecimiento de la feroz agresión al movimiento estudiantil sucedida el 2 de octubre en Tlatelolco diez días antes de la competición deportiva mundial.

La matanza del 2 de octubre de 1968, una de las grandes heridas que tenemos como País, hay marcas por doquier, de diferente tipo pero de gran significado, es imposible imaginar que un presidente y un grupo de poderosos les haya pasado por la mente tal masacre a quienes no hacían más que manifestar su sentir, y con ello el amor por México, un pedagógico movimiento cívico y social que incluía varias universidades y de manera mágica repercutió en movimientos ferrocarrileros, obreros y muchos más, es decir el espejo de la sociedad en movimiento ¿Por qué hacer un auto ataque a la misma humanidad? Hay preguntas que no me he podido responder, trato de hacer un ejercicio de memoria para entenderlo pero sé que no encontraré la respuesta, puesto que es algo que aun no acepto que haya sucedido.

Nací en la hermosa ciudad de Taxco Guerrero que parece un nacimiento de esos que se ponen en Navidad, donde se ven las casas blancas con tejado en la montaña destacando la iglesia de Santa Prisca como una señorona guardiana de los habitantes por lo que sobresale, con su dos torres de estilo churrigueresco, Barroco Novohispano, que ha sido inspiración no sólo de artistas visuales sino de poesía y canciones, historias de amor y celebraciones por la multitud de sensaciones y emociones que genera formar parte de este paisaje.

Recuerdo el primer día en que asistí al Jardín de niños, me llevó una grandiosa mujer que era como de la familia, Catalina, yo tenía miedo, no sabía bien lo que estaba pasando, tenía cuatro años, me dejó y me recibió la maestra Raquel, y me dijo, pásale “Leonilita” después supe que ella estimaba mucho y se llevaba muy bien con mi mamá (de nombre Leonila). Yo me quedé sin hablar, volteé y vi cómo Catalina se alejaba subiendo las escaleras, de la calle fuera de la puerta del Jardín de niños, lo que me estremeció y yo seguía sin pronunciar palabra. La maestra me sentó junto a los demás niños. Ese día creo que no hablé. Los demás días los recuerdo en conjunto, las canciones, música de piano, juegos, columpios, lavaderos pequeños, escobas chiquitas. Recuerdo que la directora, la maestra Elvira, sí era enojona, y no era cariñosa como la maestra Raquel, un día me gritó delante de todos porque me estaba sacando un moco.

Para ese entonces ya era 1972, años después, por pláticas de mis papás, me enteré que yo estando en el jardín de niños estaban sucediendo cosas, como por ejemplo en Guerrero había un movimiento guerrillero como respuesta a la extrema dictadura del gobernador y caciquismo que lo caracterizaba y que aún permea la pobreza derivada de ello. Se oían por ahí los nombres de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, que en esos tiempos yo todavía no entendía muy bien, cada vez que recurro a buscar información y saber de ellos me imagino la edad que tenía y qué era lo que yo hacía mientras; y es precisamente mi época de Jardín de niños y educación primaria, mismo espacio y tiempo en el que al igual que lo sucedido con estos luchadores sociales, también estaba por finalizar la Guerra de Vietnam, que duró cerca de 20 años, terminando en 1975. Quien iba a pensar cómo en la entidad de estos personajes seguiría imperando la violencia con la invasión de cárteles y abuso de poder político, como sucedió en la tragedia el 24 de septiembre del 2014 con la desaparición de 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, la mismísima donde estudió Lucio Cabañas, otra herida que ha dejado marcada la historia de nuestro México.

En esa misma etapa de preescolar, tenía un gran amigo de nombre Rogelio, del que yo decía que era mi novio, (aunque él ni sabía) yo lo daba por hecho porque me invitaba de lo que me compraba en la cooperativa y me apartaba el columpio, de ahí que desde entonces en mi casa, me hacían burla y me molestaban diciendo que tenía mi “novio” Rogelio, y Toño, mi hermano, hasta inventó una canción a partir del corrido llamado “Marieta” haciéndole cambios, y al final decía: “Rogelio, no seas coqueto, porque las brujas son muy malas, prometen muchos regalos y lo que dan son puros palos”. En casa mis hermanos me decían “Bruja” sí, así como lo oyen, derivado, de que tenía una grande cabellera y cuando traía el pelo suelto y despeinado se asemejaba al de una bruja, cuando bien me iba me decían “la greñas”. En ese tiempo estas bromas no eran reconocidas como bullying, terminaban en risas y entendí que eso era normal, e irónicamente estaba de por medio una canción representativa de la Revolución Mexicana, otra vinculación con un movimiento de lucha social, pero que, por su letra, ponía a la mujer como una coqueta, en donde las consecuencias o desgracias, le anteceden su actuar. Con facilidad, ubiqué que era una canción de la Revolución Mexicana porque en un acto cívico en la escuela fueron entonados varios de los corridos alusivos a este acontecimiento histórico, entre ellos la canción “Marieta”: “Marieta no seas coqueta porque los hombres son muy malos, prometen muchos regalos y lo que dan son puros palos” .

De la Primaria Juan Ruíz de Alarcón hay mucho que decir, pero en resumen fue una de las etapas más felices de mi vida, tengo presente haber tomado conciencia de ello, lo recuerdo muy bien, cuando salí un día de la escuela en el patio externo pensé y me dije “qué feliz soy en la escuela” por cosas que me habían pasado y había aprendido, con la maestra Nahúm, que nos daba clases de una forma interesante, aprovechaba la ida a una excursión para que escribiéramos y nos regalaba cuentos.

Recuerdo cuando fuimos con la maestra al Callejón de las Conchas, casi enfrente de la escuela, lo cruzamos con las manos en la nariz de lo insoportable que era el olor, luego regresamos a la escuela y la maestra nos puso a escribir sobre eso, y cuando lo revisó me felicitó y subrayó donde escribí “muy sucias” porque era sobre el tema que quería tocar sobre cómo se genera basura. O la ida a la oficina de correos en un doce de noviembre, día del cartero, para enviar una carta que nos hizo redactar con tiempo a una amistad o familiar y ese día, llevábamos confeti en las manos para de manera sorpresiva aventarlo y felicitar a los carteros.

En esta etapa recuerdo grandes acontecimientos, por ejemplo no se me olvida cuando Napoleón, el cantante, ganó el festival OTI. Ni cuando nos dieron el día libre en la escuela porque iba a jugar México contra Argentina en el Mundial de Argentina 78. Ahí todavía no tomaba conciencia de que México difícilmente iba a ganar el mundial porque me acuerdo que me ponía cómoda a ver el partido pensando esa posibilidad, es fecha que no sé mucho de fútbol, pero las primeras nociones de desconocimiento e ingenuidad al respecto, fue en esas fechas, viviendo algo parecido en el Mundial México 86, otra acontecimiento trascendental en el que nuevamente nuestro País se tuvo que preparar para recibir visitas.

De repente me vienen imágenes de la querida primaria: El recreo, los tacos de doña Jose, la cooperativa, los actos de los lunes, las exposiciones al final del ciclo escolar, Chayito quien vendía tortas, La Nevería “El porvenir” , el olor de las libretas, los colores nuevos, hacer el aseo, el día del niño, el día de las madres, la clausura, el regreso a la casa caminando, la entrada a la escuela, las tablas rítmicas, los desfiles, bailes regionales, el maestro Román, la maestra Victoria, mi mamá como maestra, la maestra Tulia, el maestro Albino, la maestra Estela, la maestra Soco….

En casa todos los días ponían los noticieros en la televisión, pese a que no faltaba el periódico “Uno más uno” y revistas “Proceso” y “Siempre!” . Aparte de los cuentos que nos dejaban escoger cuando íbamos los jueves por las revistas como Archie, La pequeña Lulú, Kalimán, Fantomas, Gasparín, además de los clásicos de Las mil y una noches, un libro grande pesado, que lo leíamos juntos con mis hermanos. Pero no faltaban los dibujos animados de la televisión como Los Picapiedra, Heidi, Don Gato y su pandilla y series infantiles como Cachirulo los domingos y entre semana Disneylandia, y la número uno, Plaza Sésamo.

Teníamos otras favoritas series policiacas emocionantes de acción como Los Ángeles de Charlie, Las calles de San Francisco y Kojak, detective que se ganó la simpatía de muchos de mi generación, por sus sarcasmos y forma original de resolver los casos. Algunas de estas las veíamos a escondidas porque a las diez de la noche ya no era momento de estar viendo la televisión, pues luego nos iba a costar trabajo levantarnos para ir a la escuela.

Quiénes de los de mi generación podrán olvidar las series Viaje al fondo del mar o ¡Viaje a las estrellas!, con el inolvidable señor Spock, quien tenía una herencia mixta humana y vulcana que lo hacía tan peculiar para algunas situaciones surgidas en el espacio.

Ah, y qué decir de la enciclopedia con fotos grandes a todo color sobre la naturaleza y el universo, no olvido cuando nos acercamos con mi abuelo quien era siempre un optimista, toda la vida con proyectos hasta el último momento quien vivió 101 años, recuerdo cuando le leímos que el sol se acabaría dentro de cinco mil millones de años, y lo primero que dio fue, “Ja, esas son mentiras, nos quieren asustar”, hasta después entendí por qué había vivido tantos años.

Haciendo un ejercicio de memoria, reconozco cosas que me dejaron impactada de esos noticieros de la TV, por ejemplo todo lo que se presentaba de la guerra civil en El Salvador, en la que perdieron la vida miles de rebeldes. La falta de libertades, y la evidente profunda brecha entre ricos y pobres y la injerencia de Estados Unidos en su campaña anticomunista contribuyeron a este desenlace con actos de barbarie, como lo fueron las ejecuciones extrajudiciales y actos de tortura.

Algo parecido llegué a ver en los noticieros sobre Nicaragua, la lucha contra la dictadura de Somoza, que significaba también una rebeldía contra EU. Tenía 12 años y me llamaba la atención estos acontecimientos, llegué a ver las clases de historia como otro noticiero más, comparaba los personajes de los movimientos sociales a estudiar, y me di cuenta que era similar a lo que veía en la TV, esto me permitió también comprender un poco más los acontecimientos como lo sucedido en Cuba, Panamá, Chile y Argentina, que son los que tengo más presente.

Por ejemplo, no se me olvida en una clase en la secundaria, tras la noticia del conflicto en Argentina sobre las Islas Malvinas, en un debate, Diego, un compañero en el grupo que defendía a los Ingleses que argumentaban declarar el dominio de éstas como en la barbarie de la edad media donde el corazón imperialista de los europeos, sentenciaban sin justificación ser los dueños del mundo y sigue en la misma situación, bajo el dominio del Reino Unido, y no es de sorprender pues otra de las barbaries, es que aún existen monarquías en varios países de Europa, que para mí es un indicador de atraso o “país no civilizado” aunque ellos se autodenominen como potencias.

Estaba en la secundaria cuando en todos los noticieros, se dio a conocer sobre el asesinato de John Lennon, en 1980, tres años antes había fallecido Elvis Presley, me di cuenta que fueron grandes leyendas, aunque en ese tiempo lo que había escuchado era porque mis hermanos mayores compraban los discos, pero no tenía idea ni conciencia de la aportación trascendental en la música con el rompimiento de paradigmas, que aunque el Rock and Roll ya como género musical, en realidad tiene sus orígenes desde principios del siglo XX en la cultura Afroamericana, y por desgracia poco conocida por no haber radiodifusoras y la discriminación que había más acentuada en ese entonces.

Por otra parte me tocó la época del surgimiento de la llamada Nueva Trova Cubana, que en un principio no era tan conocida por doquier, mis hermanos conseguían discos de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, y el llamado Canto Nuevo en América Latina con Violeta Parra, Atahualpa Yupanki, Mercedes Sosa, los Folkloristas, de diferentes formas, y cómo olvidar a mi querido primo Fabián unos diez años mayor, chilango que era el agente externo que nos compartía música novedosa para nosotros como lo fue de Javier Bátiz, Santana y Rokdrigo, que fue bien acogida por nosotros. Inolvidables los favoritos de mi papá como Joan Manuel Serrat, Óscar Chávez, Amauri Pérez, Tania Libertad, Eugenia León era la música que nos acompañaba en las idas a Morelia y a su tierra natal Uruapan, al visitar a mis tíos y a mis primos. Qué decir en los trayectos de Taxco al pueblo de Tetipac, donde tenía su consultorio médico, casi siempre escuchábamos ni más ni menos que a Chava Flores, Amparo Ochoa, Gabino Palomares.

Se vino una oleada de música de rock en español, como fueron Hombres G, Maná, Héroes del Silencio, y otros como Mecano, y para niños y adolescentes como yo, Parchís y Timbiriche ya en los 80. Ahora que lo rememoro, comparo la música de los setentas con la de los ochentas, esta segunda década, dejó de ser la música disruptiva, crítica, poco a poco se fue convirtiendo en una música de un mundo feliz con una idea de amor de príncipes y princesas, conjugado con una letra sencilla y fácil de aprender. Esto aterrizaba en un pensamiento común de una realidad que diera la pala de que las cosas están bien, con ello los estereotipos de la moda, el sexismo, la década de los ochentas, fue una etapa fuerte de inyección de formas de vida impuestas por un modelo que no precisamente se derivaba de nuestras raíces y cultura más próximas.

En la noche del jueves 9 de noviembre de 1989, veinte o veintiún años tenían los que nacieron en el 68, cuando se derrumbó el muro de Berlín, después de 28 años y de haber marcado dos mundos enfrentados, una herida en nuestra historia como uno de los productos de la Segunda Guerra Mundial y en mi generación estaba presente este gran símbolo de la Guerra Fría, que daba cuenta de una tensión permanente entre dos grandes grupos de países el bloque capitalista y bloque socialista, como si no hubiera otra opción creativa de definirnos como sistema de gobierno, y que aún se siguen identificando.

La guerra fría había estado muy intensa, lo podíamos ver claramente no sólo por lo que veíamos en los noticieros, o los periódicos, sino en las películas como las de James Bond, en las que el gran héroe espía derrocaba al enemigo soviético, y series de televisión, como El hombre nuclear, La mujer maravilla, La mujer biónica, salvando a la nación ante una posible invasión de la URSS, o al menos un desenmascaramiento de espionaje que amenazaba la seguridad de Estados Unidos. De ahí que en la secundaria, eran estos temas los que repercutían en la plática, no por ser asiduos a la política sino por la forma como los productores de estos programas con la aventura, envolvían sabiamente estos contenidos, de ahí que era común que, ante una guerra fría, de manera automática la lógica era estar del lado del imperio norteamericano, representados por grandes héroes que nos hacían pasar momentos de emoción ante la espera de cada desenlace derribando a los rojos soviéticos, a mí me gustaba imitar a la mujer biónica, sintiéndome fuerte y deteniendo al maleante que era una amenaza para la población. Bueno, hasta en películas de box, donde no se trataba de espionaje, el rival llegó a ser un soviético que por supuesto fue vencido, como se puede ilustrar muy bien en la película de Rocky IV que al final derrota Rocky Balboa al soviético Iván Drago, en una escena emocionante, que obligó a apretar los dientes por parte de los espectadores por un lado y gritos por el otro.

A mí me tocó ir al cine cuando eran salas grandes con las áreas de luneta y galería y había matiné de dos películas juntas o hasta en ocasiones especiales el llamado “Cine permanencia voluntaria” , no se diga lo divertido que era ir al Cine Ana María a ver una película del Santo donde los espectadores no nos podíamos contener y gritábamos “¡dale Santo! ¡Vamos!” o cuando lograba vencer al rival “maloso” de la película, hasta llegábamos a exaltarnos entre gritos y aplausos.

Soy de una generación que pudo conocer cómo era la vida antes de la era digital y dar testimonio de ello ya en un contexto transformado, donde para aprender computación tuve que ir a un curso, ya viviendo en la ciudad de Morelia, que trataba del sistema operativo MSDOS, fue uno de los sistemas operativos que en una computadora personal IBM PC en las décadas de 1980 y 1990, que como arte de magia permitía interactuar con el sistema operativo a través de comandos un poco complicados que requerían diagramas de flujo y que no me apropié de ello como uso cotidiano porque ya después tenía accesibilidad en el año 1996 de una computadora que ya contaba con el sistema operativo con interfaz gráfica de usuario, como Microsoft Windows con un manejo menos complicado.

Me parecía increíble lo que se podía hacer con una computadora, los escritos en Word con una infinidad herramientas, en Internet los foros de temáticas, cuando no había Facebook ni otras redes sociales, pero se podía hacer consultas de noticias, sin imaginarme todo lo que se puede hacer ahora con los comandos de búsquedas más sofisticados ni mucho menos con la Inteligencia Artificial, y la forma como Alexa fielmente responde a nuestras instrucciones.

Ya no estamos en el 68, esas Olimpiadas enigmáticas han seguido su rumbo, hace poco fueron las Olimpiadas de París 2024 ¡Cuánto tiempo! Hubo revelaciones, que, aunque ya había favoritos para la obtención de medallas que se lograron como fue en clavados, tiro con arco y box, me llamó la atención Prisca, la judoka de la que no se pensaba que iba a ganar y dio la sorpresa de manera emocionante como cuando sucedió con Tibio Muñoz en el año en que nací. Me siento privilegiada por ello.

De cuando nací, a esta época en que escribo y empiezo a contar incluso de los movimientos sociales de esa época, ha habido toda una película sociocultural y política, me tocó la época antes de un gobierno globalizador caracterizado por privatizaciones de patrimonios de la Nación a fines de los ochenta con Salinas de Gortari, también viví por primera vez el cambio de partido en turno en el año 2000, asombroso, treinta y tres años después de mi nacimiento el mismo partido, y que ya había estado otros más de treinta años antes, pues fue hasta el año del 2018 que ganó la izquierda, y ahora hasta me tocó ver la llegada de la primera presidenta de la República, vaya que me ha tocado vivir cambios, el que haya una mujer presidenta nos sube puntos en “nivel de civilización”, pero es de escandalizarse el paso lento de avance cuando volteamos la mirada de que la primera vez que se ejerció el voto de la mujer en México fue en 1955, mientras que la del hombre fue en 1811, pero, si las mujeres y hombres surgieron al mismo tiempo, ¿Por qué no surgió en la misma fecha el derecho al voto para todo género?  Y pensar que para ello ha habido duras batallas y enfrentamientos ante una serie de violencias hacia la mujer y que continúa esta difícil construcción histórica.

Haber nacido en el 68, es paradigmático, algo así como sacar el premio mayor, tengo el testimonio de los juegos presenciales que nos permitieron reírnos conjuntamente a todos los jugadores, correr, abrazarnos, tocarnos y gritar “la traes” cuando jugábamos a “La rabia”, o gritar “uno, dos, tres por todos mis compañeros”, en el juego llamado “El bote” soy testigo de cómo esto se fue transportando a un mundo virtual, pude ver cómo desde una máquina de escribir, se podía imprimir al mismo tiempo que tecleaba hasta ahora en la computadora por Internet se transporta la página al otro lado del mundo en cuestión de segundos. O desde jugar con un teléfono elaborado con un bote e hilo encerado, a luego tener un teléfono con un disco pesado al centro para marcar los números, al dar cuenta de la existencia de un teléfono “inteligente” que carga en sí mismo la máquina de escribir, la computadora, el teléfono, GPS, el espacio virtual, bibliotecas y más… es desde donde estoy escribiendo esta historia, que compartiré en mis redes sociales para poder decirles que yo… nací en el 68.

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