Verdes prados bajo el sol
deslumbraron con fervor,
y un demonio soñador
despertó sin compasión.
De su boca enfurecida
fuego y lava desprendía;
con su fuerza la tierra abrió,
y la naturaleza en el prado
se extinguió.
Sobre la nada, la lava,
sobre la lava, una flor.
¡Qué rareza, qué soledad,
pero qué belleza!
Qué sombrío su destino,
¿en qué sitio nació?
Sin admiración, pero única,
sin compasión, pero auténtica.
Sobre la nada, la lava,
sobre la lava, una flor.
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