El cielo se pinta de una escala de grises que hace contraste con la tarde y la ingente cantidad de vehículos circulando por las calles distrae la atención e invoca al pensamiento. Los ruidos de los motores, la nube de smock y el gris asfalto siempre charlan con el cielo y la línea del tiempo, al fin de cuentas el tiempo los es todo. La percepción del mismo nos hace presas de esta actuación incesante a la que llamamos días, a la que llamamos vida.
Dias grises, tardes negras y la misma ansiedad cobijada de resignación. Una vez terminada la jornada los pies se resignan a besar el mismo camino y los ojos entrecerrados se nublan con el polvo y la mente conoce de memoria cada rincón de los tramos, los oídos cada ladrido de los perros viejos que asomados a los cercos intentan fingir bravura y la piel percibe la caricia del viento evocando una vez más la siempre cárcel que es esta realidad.
Una vez llegado al destino, los zapatos ya están inundados de polvo y el cuerpo de cansancio y los ojos de lágrimas. Lloro, lloro hasta el punto de casi atorarme en las lágrimas. Lloro hasta que me duele el pecho y el corazón se resiente de tristeza. Lloro hasta caer rendido de cansancio en una esquina, lloro hasta quedarme dormido. En medio de esos sueños, de esa corta anestesia al dolor causado por la realidad, me veo siendo lo que soy, me veo siendo libre y por esa fracción de segundo soy feliz.
Despierto, se reinicia el corazón, sacudo mis zapatos, levanto los ojos al cielo, limpio mis inundadas mejillas y una vez más salgo a la ciudad a luchar con mi orfandad emocional. Porque estos sentimientos que laten en mi pecho no tienen dueño y ya no son míos. No son míos porque los vendí a la ilusión, la ilusión del amor, de la felicidad y del sentido de vivir, pero fueron entregados en devolución si ninguna retribución. Siendo así más vale dejarlos en adopción a cualquier postor que se sienta igual que yo y que desee cuidar de estás emociones, que con abrigo podrían llegar a ser oro y quizá edén.
Sin embargo, esta es la realidad; en este mundo lleno de confusión y caos, un buen corazón es el tapete de todos los cobardes que creen que quieren amor, pero tan solo buscan distracción.
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