Viaje Málaga a Ubrique ida y vuelta en dos días. Dos horas antes de la salida, sms. Es una chica con numerosas opiniones todas magníficas. ¿Llevas espacio en el maletero?, llevo un objeto voluminoso. ¿Puedes dejarme en Benaocaz y recogerme a la vuelta?, Benaocaz es un pueblecito de apenas 700 habitantes.
Llevo una mochila y voy solo, así que le digo: reserva que todo el coche es para ti.
Ya en el punto de encuentro, no veo a nadie. Hay una chica en silla de ruedas y veo que se acerca haciéndome señas. Tendrá unos 35 años.Se acerca al coche y dice mostrando una esplendida sonrisa: hola, ¿ me ayudas?. Y señala su carro.
Estoy un poco desconcertado , claro.., claro.., le contesto, ¡dime como! . Por favor abre la puerta del coche, si te parece me subo delante contigo, y yo, …¡por supuesto!.
Con una agilidad asombrosa, se pasa del carrito al coche. Ahora hay que plegarlo y subirlo al maletero, indica mirándome por encima de unas gafas turquesas que le infunden un aspecto tan… distinto… ¿ podrás?.
A ver…, mi torpeza es indescriptible. Se ríe, alarga la mano apretando un botón de la izquierda y puf, como por arte de magia el carrito se pliega. Apenas pesa, así que arriba y listos para el viaje.
Un torbellino de preguntas casi sin esperar respuesta, ¿ Benaocaz?, ¿Tienes ahí familia?, ¿ que te ha pasado?, ¿ estás cómoda?.
Para mi sorpresa, dice: “soy un alma viajera, tengo mucho tiempo, muchas ganas y poco dinero y blablacar es maravilloso”. Conozco sitios nuevos, gente nueva, me encanta viajar a pueblos desconocidos. Soy más feliz así. No tengo mucho más que hacer,… o mucho menos, como se quiera mirar.
Tuvo un accidente que la dejó muy limitada, así que una vez recuperada animicamente, viaja a distintos pueblos, trata de integrarse, conocer a sus habitantes y costumbres ; pero sobre todo, estudia las posibles mejoras en barreras arquitectónicas que luego plasma en documentos que dirige a Ayuntamientos y con eso dice está súper realizada, porque en sus redes le siguen cantidad de personas que le agradecen su aportación al bienestar social de los discapacitados.
En el camino, busca alojamiento, ¡es una máquina esta chica!. Llegamos, busco un sitio cercano , bajo la silla y nos despedimos. Miro como se va y pienso que nunca he deseado tanto que pase un fin de semana.
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