Estaba estacionado con mi auto blanco y negro, las manos agarrando con fuerza el volante y la música de Elvis invadiendo todo el coche. Le di un golpe al claxon al ver a una mujer y un niño de unos ocho años cogidos de la mano. Ella iba vestida de rojo tal y como me había dicho la noche anterior al ponernos de acuerdo sobre el punto de encuentro. Fueron puntuales cosa que agradecí ya que debía estar en un pueblo de Tarragona por motivos laborales y no podía llegar tarde. La madre empezó a mover la cabeza y los brazos al son de Elvis mientras íbamos alejándonos de Lleida, yo contagiado por su entusiasmo empecé a cantar y el niño no cesaba de reír, una risa fuerte y acompañada de apestosos pedos que me hicieron bajar la ventanilla a toda velocidad A la mujer de rojo le dio un ataque de risa y de vergüenza a la vez y yo reí también. Un coche chocó contra mi maletero pero por suerte no sucedió nada malo y el auto no tenía ni un rasguño. Íbamos callados hasta que el niño empezó a gritar de alegría señalándonos a un perro que llevaba gafas de sol y un pareo e iba dirección a la playa, solito. Realmente era de lo más gracioso. Llegamos a nuestro destino y todavía tenía tiempo de desayunar tranquilo antes de la reunión. Nos despedimos sabiendo que no iba a olvidarlos jamás…
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