Este amor que en ocasiones me deja desencantado y en ocasiones
me vuelve a enamorar y en ocasiones me vuelve a irritar, es un ir y venir, es
un delante y un detrás, caprichoso e insensato, revoltoso y apasionado, que me
llena de luz y me llena de oscuridad, que me hace correr y me hace regresar.
En ocasiones alimento mis recuerdos y la sensación de seducir
su cuerpo, viajar por ese estallido lleno de inocencia y efusión, y que en
momentos imploro al infinito descubrir el significado de su sombra y su apetito
de amar y ser amada.
En ocasiones no concibo existir junto a ella y en ocasiones
ambiciono el deseo de dejarla elevarse y perderse en su afán de mujer y
arranque femenino, doblegando y encadenando a su cómplice masculino, rebasando
lo ilícito más allá de lo permitido o lo considerado.
En ocasiones ella excita mi altruismo, consigue desvestirme
tan solo con su apariencia. Ella es mi subterfugio en días de inclemencias, es
mi borrachera de lo cotidiano y lo absurdo de esta coexistencia material y mal llevada.
En ocasiones me curiosea y me indaga, me gobierna, me atosiga, me trastorna y lo peor, la vuelvo a elegir y la vuelvo a suspirar. En ocasiones siento que estoy enviciado de una pócima que no reconozco y suplico su desagravio encarecidamente antes de alcanzar el demacrado e indecente momento sin regreso llamado necesidad.
En ocasiones me rechaza al borde del odio y del aborrecimiento y en ocasiones se encoleriza por tenerme a su lado y no alcanzar el estado de soledad aterrador que la gobierna y el miedo al abandono, que la arrincona en la adulación de no aceptar su destierro emocional, tan ingratamente acumulado y merecido.
En ocasiones me entrego a la pasión sorda, alterada e insaciable y al mismo tiempo me regaño cruelmente y sin piedad y me atormento como un chiquillo huérfano que entra en alucinaciones opacas, patéticas, abundantemente contradictorias, batallando por un condicional amor que solo conlleva a la decadencia espiritual e intelectual.
En ocasiones me envuelve la desesperación, reconociendo ingratamente que desperdicio mi identidad y mi propósito altísimo, celestial e infinito, perdido en las zozobras de un encaprichado cabrón que no quiere ceder, porque sencillamente está lleno de egoísmos. Es en estas ocasiones que me ahondo en la profundidad de mi subsuelo interno y troglodita a meditar, quien soy o que pretendo no ser o no saber.
En ocasiones piso fondo y requiero subir a respirar y a vivir, nunca a morir, en ocasiones soy culpable y en ocasiones soy inocente, al mismo tiempo me invento el pretexto que solo he transgredido la confianza de esta hermosa mujer enamorada, y en esta materia sí me declaro incompetente e ignorante y de no ser capaz, de ni siquiera conseguir entender cómo discurre ella por este transitar de sentimientos atolondrados.
En ocasiones cuando salgo a la luz y vivo, revivo, contagio su existir y me vuelvo a encausar y la vuelvo a conquistar, reconstruyo mi más ausente virtud como un arquitecto reconsiderando su obra más preciada. En ocasiones la embeleso como mujer y dependo de ella me llegue mi inspiración afable, porque ella inspira cuando se transforma en una diosa y devasta cuando decide no serlo.
En ocasiones soy inmensamente feliz y su presencia es mi recompensa más presumida, al grado de no importarme sus negaciones inconscientes y sin sentido, en ocasiones soy considerablemente infeliz y es mi absoluta responsabilidad el aceptarla como es.
En ocasiones vivo y en ocasiones muero, pero sin esas ocasiones no puedo existir sin ella.
pam
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