Narra la historia que para el año 1909, nacería en una antiquísima ciudad ubicada sobre la cordillera oriental colombiana, Rafael García H, personaje principal de este relato, relato que soporta su razón de ser, debido a la conmemoración de 200 años en calidad de nación independiente, entendido de otra forma, celebración correspondiente a setenta y tres mil (73.000) días o como resulta más conocido dos siglos, es decir, un Bicentenario.
El lugar de nacimiento de nuestro protagonista, es San José de Cúcuta, ciudad erigida unas décadas antes de lograr constituirnos como república independiente, en 1773 para ser exactos tuvo lugar su fundación, si aplicamos aritmética simple, es factible evidenciar como el Bicentenario de existencia de San José de Cúcuta, lugar de nacimiento de Rafael García H, ocurrió antes que el de nuestra querida patria Colombia.
En nuestra nación el Bicentenario es conceptualizado como 73 mil días de la gesta militar, social, política, cultural y territorial que tuvo inició en 1810, la cual dio lugar a la independencia definitiva y la formación de nuestra República. Cabe aclarar que esta celebración va más allá de un periodo histórico, de forma intrínseca y sentida en esta se esconde un ejercicio para repensarnos como nación y como ciudadanos. También para proyectarnos hacia el futuro y cuestionarnos: ¿Qué nación queremos ser? ¿Cómo queremos que nuestros nietos vivan la Colombia del tercer centenario? Entre otros interrogantes. El sentir e interrogantes antes descritos, no serían ajenos a Rafael García H, este hijo de Cúcuta nos acompañó ochenta y tres (83) años del bicentenario conmemorado. No obstante, su obra vivió la celebración y seguramente seguirá presente y más consolidada para la celebración de nuestro Tricentenario.
El progenitor de nuestro personaje, fue militar, obteniendo el rango de general. La formación de Rafael, tuvo amplia formación católica, a los 14 años de edad ingresó al colegio Santo Tomás de Aquino, dirigido por padres franceses, luego de culminar sus estudios, posteriormente se convertiría en miembro de la Congregación de Jesús y María. Toda la influencia espiritual desde el catolicismo le llevaría a ordenarse como sacerdote. Siendo esta ordenación el génesis de su gran labor en pro de las reflexiones y objetivos implícitos dada la conmemoración de nuestro primer Bicentenario.
Ese “pensarnos como país”, visto desde la línea del ¿cómo? queremos que las nuevas y presentes generaciones vivan nuestra nación en el próximo centenario, estuvo presente en la persona del padre Rafael García H, su estructura católica y formación filosófica, le llevaron a reflexiones concurrentes con los objetivos (propósitos) de nuestros dos siglos como país libre, prueba de ello, son apartes de su pensar, consignados a continuación “¿Por qué estamos hablando siempre de Colombia? ¿Por qué estamos soñando siempre en ella? Porque queremos que Colombia recupere su nombre en toda América, porque queremos que inunde a Colombia una oleada de grandeza, de superación y de progreso”. “Les vuelvo a decir: ¿Por qué estamos hablando siempre de Colombia? Porque estamos soñando, como una obsesión, en ella, y no podemos estar tranquilos mientras no se empiecen a dar, con la ayuda de todos, los pasos definitivos para la restauración del país. Tenemos que volver a Colombia el primer país de América Latina. Un país donde se dé la solidaridad de todos; un país de ricos, si se quiere, pero de ningún miserable, de ningún mendigo, de ningún analfabeto”.
No es hiperbólico aseverar que el sacerdote eudista, Rafael García H, presente en esta narrativa, es uno de los personajes destacados de nuestro Bicentenario, lo anterior como consecuencia de su obra y pensamiento. Obra tangible y presente en nuestras vidas y comunidad, lo antes mencionado gracias a las donaciones, aportes, iniciativas como el banquete del millón y por su puesto la organización corporación Minuto de Dios. De esta última dónde nace el claustro de formación Corporación Universitaria Minuto de Dios, del cual hoy, de manera sentida y llenos de orgullo hacemos parte. Nuestro iniciador fue el vivo ejemplo de amor por el prójimo y pensamiento solidario, persona de acciones destacadas en el transcurrir de nuestros primeros Setenta y Tres Mil días como nación independiente, legándonos una obra que seguramente se transcenderá en el tiempo, más de un Bicentenario.
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