Té de Tilo

Té de Tilo

Gen G

19/09/2024

Hace algún tiempo, escuché a una psicóloga decir que actualmente hacemos todo al 2X, todo lo hacemos a las corridas, y nos olvidamos que lo que vale la pena está en los detalles, en apreciar todo con calma, y es verdad, aceleramos el paso para absolutamente todo lo que hacemos, aceleramos los audios, adelantamos videos, corremos para llegar a lugares, apresuramos a las personas para que nos digan lo que quieren decir, vemos una película mientras revisamos el celular, cocinamos mientras respondemos mensajes y creemos escuchar música al mismo tiempo.

No nos fijamos en los colores del cielo al atardecer, o a mediodía cuando a pleno sol las hojas de los árboles brillan, no observamos a las personas que comparten un parque con nosotros, lo que sus rostros nos pueden decir, lo que su forma de caminar transmite, no nos damos cuenta de lo bonito que es que la brisa nos despeine cuando caminamos, no disfrutamos el aroma del café mientras lo tomamos, ni sentimos el calor que invade nuestro cuerpo al tomarlo en días fríos.

He tenido la oportunidad de pausar mi vida estos meses, y gracias a eso he podido fijarme en los bonitos detalle de las cosas que rodean mi cotidianidad, camino con calma mientras saco a pasear a mi perrito, me siento a leer mi libro y disfruto de los sonidos de las hojas cuando el viento golpea las ramas de los árboles y despeina mi cabello a la vez, respiro con calma, y aprendí a relajarme con tal naturalidad, que la última vez que salí pensé que llevaba 10 minutos leyendo, y había pasado más de una hora.

En este tiempo pausado también descubrí dos cosas, que quizá mucha gente las sabe, pero yo acabo de descubrirlas, caminaba por el sendero de un bosque pequeñito cerca de un parque al que suelo ir, el camino está lindado por árboles de ciprés, y uno de estos árboles tiene un corte que parece ser hecho a propósito, lo vi porque caí en la cuenta de que del corte salen una especie de lágrimas, sé que es la savia del árbol, pero cuando las vi la primera vez parecían lágrimas por la forma en la que caían y su consistencia es tan espesa que pienso que tardarán al menos unos días en resbalar unos centímetros por el corte, pasaba por el árbol y tomé con mis dedos un poco de esa savia y descubrí, y disculpen mi ignorancia, que tienen concentrado el olor a ciprés en su esencia, la froté con mis dedos y percibí esa fragancia a bosque en mis manos, me quedé paralizada pensando en el simple y a la vez maravilloso descubrimiento que hice, desde ese día estuve observando todo con más calma, tratando de descubrir la belleza en cada lugar, en cada cosa, tratando de descubrir si hay otro tipo de maravilla por ahí esperándome, y así fue, otro día caminando hacia mi casa, vi un árbol de Tilo, es el árbol más común del mundo, bueno, el más común al menos en mi país, y las abuelitas hacen té de tilo como secreto que a viva voz todos los conocen, para la tos, para los nervios, para la fiebre y no sé para qué otros males, había visto ese árbol cientos de veces, y por todas partes, pero jamás lo había observado, y ese día lo miré por primera vez porque descubrí que su flor que parece una nube blanca enmarañada sin ninguna gracia, es en realidad un conjunto de florecitas pequeñas blancas con una belleza a la que yo llamo belleza humilde, porque son hermosas pero tan pequeñitas que nadie las ve, y se juntan entre cientos de ellas para formar una sola flor que de lejos no tiene nada que llame la atención.

Entonces lo confirmé, lo verdaderamente importante, lo que nos mueve, lo que nos hace sonreír, lo que nos pone la piel de gallina o nos hace llorar emocionados, la vida misma, está en los detalles.

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