The Big Jack

The Big Jack

JJ Blanc

15/09/2024

El Gran Jack

Mientras secaba los vasos, Jack entró en el local. A las primeras mesas ni las saludó, aun sabiendo que todos le miraban. Pegó un manotazo en la barra, mientras me gritó: “¿Qué pasa con esa birra, Winter?, que sabes que me gusta bien fresquita en cuanto me siento”. Haciéndome el despistado, lo dejé todo y le puse la cerveza, con el grado exacto de espuma que le gustaba.

Y el viejo ritual volvió a repetirse. Él se sentaba sin fijarse en nadie, y hacía lo de la copa; con una extraña expresión, miraba las burbujas, “unas rápidas y otras lentas, siempre de abajo arriba”, como me explicó una vez. Otros jugadores se acercaban, con aire expresamente desinteresado, y entablaban una anodina conversación. Él esperaba el tiempo adecuado y seguía entonces la charla, con la lentitud suficiente que le permitiera guiarla. Alguien pedía una baraja y, mientras, los cigarrillos ahumaban el aire. Pronto hubo un corrillo alrededor de la mesa, todos querían ver a Big Jack, el jugador. Yo creía entender su oculto patrón, él se fijaba más en el ánimo de la gente que en el dinero que ganaba y ponía emoción aquí y la quitaba allá, manteniendo siempre la tensión.

Esa tarde fue la más extraña de mi vida. En un momento dado, Jack se quedó como petrificado y todos le observaron con mudo interés. Después de interminables segundos, quebró su cara en un llanto infantil, provocando la más absoluta sorpresa en todo el bar. Después de muchos sollozos, dijo: “Mi mujer me ha dejado” y enterró su cara en el brazo apoyado en la mesa, sin dejar de llorar. Como si se tratase de una película marcha atrás, la gente empezó a alejarse y pronto el círculo de atracción que él había creado, se transformó en un círculo de repulsión.

Muchos de nosotros nos sentimos aliviados, al saber que el Gran Jack nunca fue más que nosotros.

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