El Susurro del Vacío

El Susurro del Vacío

V

15/09/2024

En un pequeño pueblo costero llamado **Eldergrove**, la vida transcurría apaciblemente. Sus habitantes eran en su mayoría pescadores y artesanos, pero había un lugar que siempre había despertado la curiosidad de los más aventureros: una antigua cueva oculta detrás de un acantilado, conocida como **La Gruta del Silencio**. La leyenda decía que aquellos que se adentraban en sus profundidades nunca volvían a ser vistos.

Un día, un joven llamado **Lucas**, un entusiasta de la arqueología, decidió explorar la cueva. Armado con una linterna y su cuaderno de notas, se adentró en la oscuridad. Las paredes estaban cubiertas de extrañas inscripciones que parecían moverse a medida que él las observaba. A medida que se adentraba más en la cueva, un frío inusual comenzó a envolverlo.

Lucas llegó a una gran cámara donde encontró un altar de piedra. En el centro, había un objeto oscuro y pulsante que parecía estar vivo. Instintivamente, se acercó, y al tocarlo, una oleada de visiones lo abrumó. Vio estrellas moribundas, mundos devorados por sombras, y una entidad titánica que se retorcía en el espacio vacío, susurrando secretos inentendibles.

Despertó de su trance, temblando. Sabía que había descubierto algo que no debía ser tocado. Sin embargo, su mente estaba atrapada en el misterio. Consciente de que debía contarle a alguien, regresó a Eldergrove, pero en su interior, una parte de él quería volver a la cueva.

Días después, Lucas comenzó a experimentar sueños extraños. En ellos, la entidad le susurraba, prometiéndole conocimiento y poder. Los días se convirtieron en semanas, y la presión de la curiosidad se volvió insoportable. Finalmente, decidió regresar a la cueva, esta vez con un grupo de amigos: **María**, la pescadora más valiente del pueblo; **Diego**, un escéptico; y **Elena**, una estudiante de ciencias.

Al llegar a la cueva, el ambiente era diferente. Un aire denso y pesado parecía rodearlos. A pesar de sus dudas, Lucas los convenció de entrar. Mientras avanzaban, los susurros se intensificaron, llenando sus mentes con una mezcla de miedo y fascinación.

Al llegar a la cámara, los amigos se sintieron atraídos por el objeto oscuro. Lucas, impulsado por una fuerza desconocida, lo tocó nuevamente. Esta vez, la experiencia fue diferente; visiones de locura, caos y destrucción inundaron sus mentes. Diez puertas a otras dimensiones se abrieron ante ellos, cada una más aterradora que la anterior.

María gritó, mientras que Diego se cubría los oídos, tratando de bloquear los susurros. Elena comenzó a convulsionar, incapaz de soportar la presión psíquica. Lucas, sin embargo, estaba hipnotizado por la entidad que se manifestaba a través del objeto. Conocimiento, parecía decir, ven a mí

En un momento de desesperación, Diego, en un intento por salvar a sus amigos, empujó a Lucas lejos del objeto. Esto rompió el trance, pero también desató la ira de la entidad. Las paredes de la cueva comenzaron a temblar, y una grieta se abrió en el suelo, revelando un abismo oscuro. Los amigos, aterrados, intentaron escapar, pero la cueva parecía reconfigurarse, cerrando las salidas.

Uno a uno, comenzaron a desaparecer. María fue la primera en ser tragada por el abismo. Diego, en su intento de salvarla, se lanzó tras ella, pero la oscuridad los devoró. Elena, paralizada por el miedo, fue arrastrada por una sombra que emergió del objeto. Lucas, ahora solo, se dio cuenta de que la entidad no solo había reclamado a sus amigos, sino también su cordura.

Lucas, al borde de la locura, se encontró de nuevo frente al objeto. La entidad le ofreció una última tentación: **»Únete a mí, y serás inmortal. Conocerás los secretos del universo».** En su desesperación, Lucas tocó el objeto una vez más, y esta vez, se convirtió en parte de la oscuridad.

Los años pasaron en Eldergrove. La cueva permaneció cerrada, y la leyenda de La Gruta del Silencio se convirtió en un mito. Sin embargo, algunos decían que en noches de luna llena, se podían escuchar los ecos de risas y gritos, susurros de aquellos que habían sido devorados por el vacío.

En un rincón del universo, Lucas observaba desde la oscuridad, atrapado en el susurro eterno de la entidad. Había obtenido el conocimiento que tanto deseaba, pero a un precio inimaginable. Su mente, dividida entre la lucidez y la locura, se dio cuenta de que algunos secretos estaban destinados a permanecer ocultos.

La cueva guardaba su secreto, y el vacío, siempre hambriento, aguardaba a la próxima víctima que se atreviera a desafiar lo desconocido.

**Fin**

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