Cuando parece detenerse el mundo

y, de tanta estrella, el cielo tiembla,

entre los helados puñales del invierno

mis brazos te recuerdan.

En el abismo de las noches,

el sonido de un  reloj golpea

mis sienes con su tajante mecanismo.

Huye el tiempo… veloz, despavorido.

Sin respuesta a las demandas del destino,

entre delirios, soledades y añoranzas,

la vida calla y ensaya un alivio.

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